Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 24 de enero de 2025

Lo malo de Dakhla

         


                        Dakhla es una pequeña península, que en forma de dedo, sobresale sobre  el océano Atlántico, a unos 1200 kilómetros de Agadir. Allí, ya habíamos estado un día, en febrero de 2012, camino de Mauritania, aunque solo la exploramos superficialmente, debido a las prisas 

         A Dakhla vuela Ryanair, desde Madrid, los miércoles y los sábados, a precio muy competitivo, por lo que no es mala idea llevar a cabo una visita al destino, yendo en un vuelo y volviendo en el siguiente, con una duración de cuatro días. Podéis emplear alguno más, si visitáis la Duna Blanca, la isla del Dragón o el desierto de Imlili, que se encuentran en los alrededores.

          Pero, la ciudad en si y dándole duro al zapato, merece bastante la pena, entendiendo que se trata de un destino emergente y en algunos casos, hostil. A cambio, los precios de casi todo resultan muy razonables y el clima magnífico, a pesar de los vientos, que trasladan  virulentamente la abundante arena y el polvo hasta lo más profundo de tu cara y tú pelo.

          Si no fuera, porque resultaría bastante frívola la comparación y más, habiendo perdido la vida más de 46000 personas en la reciente y destructiva guerra, podríamos decir, que Dakhla es lo más parecido a la destruida franja de Gaza. Resulta imposible encontrar dos metros seguidos de acera sin destrozos. Las obras se extienden por toda la ciudad, dividiéndose en dos: la pública y con mucho caos e inconvenientes de movilidad, avanza a buen ritmo, llenando casi todas las calles de surcos de martillos hidráulicos y gruesos tubos negros, que parecieran de un gaseoducto ( no hemos podido confirmar nada por internet, al respecto).

         En cuanto a la obra privada es todavía peor: edificios abandonados a medio construir, cuyo levantamiento no empezó ayer ni terminará mañana. Puede que comenzará hace diez años y no finalice nunca. A todo ello, hay que  añadir, la escasez de actividad comercial -casi nula por el día- y la ausencia de gente transitando, que le da  a esta ciudad un aspecto fantasmal y tétrico sería también, si no fuera porque el lugar da seguridad palpable.

          Los obstáculos en forma  de baldosas pendientes de colocar, socavones, montoneras de arena o de pedruscos hacen , que el paseo de viajeros y lugareños sea un complejo eslalon, del que no te libras ni con bastones.

          Para colmo, la ciudad se halla militarizada y llena de control policial. Enumeramos los cuerpos siguientes: policía normal, de las aguas, de servicios auxiliares, militares normales, de la guardia real, de la marina real, de la gendarmería, de la aviación... La ciudad está invadida por acuartelamientos, rodeados de elevados muros coronados con concertinas y cristales rotos. ¡Que miedo tienen los jodios!. Podría haber y de hecho , existe a cachos , un eterno paseo marítimo, pero se halla dividido en pedacitos, debido a que estos asentamientos se ubican en todo el medio y junto al mar.

          Hasta aquí y con los ojos cegados por el sol, el viento, la arena, el polvo y con la nariz distorsionada por el olor a las congeladoras y conservadoras de pescado y la basura, hemos descrito lo negativo de Dakhla, con generosidad.

          En la próxima entrada, sin embargo, se contará , que hacer y como pasarlo bien en este lugar, sin gastar casi nada 

Camino de Dakhla

 


        El día  ocho de enero de este año, comenzaron los vuelos de Ryanair entre Dakhla y Madrid y entre ese mismo destino saharahui ocupado militarmente por Marruecos y la isla de Lanzarote. Antes de Reyes y con origen el quince de enero, ya habíamos adquirido los billetes -todos a 15 €- para completar este triángulo, durante nueve días 

          Buscábamos el calor y el sol, el desierto, las dunas, las playas, la manga corta en enero...y a buena fe, que lo terminamos encontrando, hasta dorarnos y quemarnos la piel, a conciencia.

          Se trataba de cambiar los siete grados bajo cero de Valladolid, por los veintidós del Sáhara o de la isla canaria, por lo que había, que hacer un collage de equipaje, en dos bultos de mano, que combinara el invierno más cruel con el cálido verano. No resultó muy difícil, porque tenemos experiencia en cosas mucho más difíciles y además, debiamos, sí o sí, llevar ropas de abrigo, porque debido a los altísimos precios del alojamiento, en Lanzarote vislumbrabamos, que nos iba a tocar pasar cuatro noches en el aeropuerto de esta isla, donde el viento intenso no suele parar quieto mucho tiempo.

          La noche anterior al vuelo tomamos alojamiento en Barajas. Antes dormíamos en la T1, en estos casos, pero están desmantelando de mala manera las sillas y este invierno hace más frío, por lo que nos trasladamos a la T4. En ambas terminales te levantan del suelo a las cinco en punto de la mañana, seas mendigo -la mayoría- o viajero.

         Al enfilar la cola de embarque nos sorprendió, que el vuelo iba bastante lleno, sobre todo de turistas, más que de marroquíes o saharahuis. Parece ser, que el país alauita está tratando por todos los medios de convertir este destino ocupado en el Benidorm de la nación. ¡Anda, que no les queda!, como comprobaremos en los siguientes post.

          Las más de tres horas de vuelo fueron tranquilas y a la llegada nos recibió una temperatura de veintiún grados. Pasamos demasiado tiempo en la cola de sellar los pasaportes. Los funcionarios no están acostumbrados a que fluya tanta gente, gracias a las nuevas rutas aéreas, que dan vida a esta casi inactiva terminal.

          El aeropuerto de Dakhla está en pleno centro de la ciudad y hasta el núcleo principal de esta se tarda unos cuarenta minutos, caminando. Eso sí: id por la acera de enfrente porque la otra está hecha un asco, como Dakhla, en general.

          Estaba casi anocheciendo -es un lujo, porque en enero, lo hace a más de las ocho de la tarde- y es el mejor momento para tomarle el pulso a Dakhla. De día y con el calor, casi todo permanece cerrado o a medio gas y al caer el sol la vida explota. Se monta un enorme mercadillo de cosas de segunda mano, abren los restaurantes de comidas y snacks -así llaman a la fritanga-, los puestos de helados de máquina, los de bocadillos de sardinas fritas y rebozadas, que se acompañan de berenjenas, pimientos verdes y patatas fritas...

          En esta zona cero encontramos un buen alojamiento económico. Habitación muy luminosa, grande, con baño espacioso, televisión con solo canales árabes y un buen wifi.

          Sobre las media noche todo se apaga, por lo que conciliar el sueño no es ningún problema. A la mañana siguiente, un potente viento huracanado de más de cien kilómetros por horas, gobernado por un sol esplendoroso, dió inicio a nuestras actividades en esta península militarizada.

jueves, 23 de enero de 2025

Molestias en los aeropuertos y primeros personajes de nuestro viaje a Dakhla (parte II)

           Si en la primera parte de este contenido hablábamos de las molestias en los aeropuertos, camino de Dakhla, en nuestro primer viaje de este año, ahora, nos vamos a referir a los personajes de ese día, centrándonos, fundamentalmente, en tres:

          1. -"Pa chula, yo". En la cola de embarque de Ryanair toma posiciones una pareja mixta -ella española, él marroquí o saharahui-, que pretende colocar en cabina dos maletas, que por no mucho y por culpa de las ruedas, se pasan de las medidas permitidas por la compañía irlandesa. Él, más discreto y callado y ella, totalmente ofuscada, comienzan la batalla con el personal de la aerolínea, sin éxito. Si las quieren introducir, deben pagar una cifra significativa o las abandonan allí mismo.

          Entonces y a grito partido, la señora clama: "Pa chula, yo". Seguidamente, abre los bultos, saca dos pequeños objetos de cada uno y los deja allí mismo, abandonado el lugar. Dos pensamientos llegan a nuestra mente: por un lado, la expresión no está bien utilizada, porque chulería está relacionada con salirse con la suya o con victoria y en este caso no la ha habido. Y por otro, algo misterioso: ¿Por qué tanta maleta, para tan poca cosa?. Un rato después, se aclaró nuestra duda. Ellos viven en Dakhla y habían comprado los contenedores de equipaje en Madrid, no para este viaje, sino para los del futuro.

          2. -La "encantada de conocerse". Matrimonio ya mayor. Él es conciliador y trata de contener a su mujer, que es de esas personas,que amargan el día a cualquiera, que tiene la desgracia de acabar junto a ellos y nosotros tuvimos, que aguantarla sentada delante en el avión y detrás en la cola del control de pasaportes. Sin lugar a dudas, la persona más toxica y chabacana, que hayamos encontrado en unas cuantas décadas.

          Estas son algunas de sus perlas, siempre a grito pelado:

          - Sobre una joven, que había sentada cerca en el vuelo: "Mírala, va a enfermar, seguro. Como se puede vivir, comiendo dos pimientos crudos rojo y amarillo, cuatro fresas, pan de pipas y unas lonchas de queso "

          Y ya en la cola de los pasaportes, durante un lento ingreso, las siguientes:

          - "Siempre me toca en la fila de los torpes y de los tontos"

          - "Mira tú, que le dije a mi amiga, que estuve de vacaciones en las Comoras y no sabe dónde están. ¡Es, que hay gente tan ignorante!"

          - "Me he hecho con la Holafly, por 40€, para tener datos durante el viaje"(una tarjeta local sale bastante más barata)

          - "Que se creen la gente de las ONG o mis compañeros del trabajo. Yo vengo aquí de vacaciones y no para arreglarle la vida a nadie"... Podríamos seguir...

          Aseguraron , que querían ir a Nouadhibou, en Mauritania, alquilando un coche, porque ahora el visado y por 50€, se puede hacer en la frontera.

          Nuestra pequeña venganza fue, que al llegar al hotel y mirar en el MAE descubrimos, que desde el cinco de enero de 2025, la visa solo se puede hacer on line. ¡Que se jodan!

          3. -El gerente del hotel Tirs: Este lugar fue nuestro alojamiento durante nuestras tres noches en Dakhla. El hombre nos atendió en perfectísimo español, sin acento. Amable, aunque impulsivo, quiso llevarnos a determinados huertos, donde no queríamos ir. Nos pidió 200 dirham por la doble con baño, que conseguimos dejar en 150. Lo curioso y ventajoso de este personaje es, que te cambia dinero en efectivo -cuanto más, mejor- por encima de la tasa oficial. Nos dió 10,40 dirham por euro, cuando la divisa estaba a 10,34 y la mejor tasa en la ciudad, a 10,07. Al parecer, está acaparando moneda europea para viajar, próximamente, a España.

Molestias en los aeropuertos y primeros personajes de nuestro viaje a Dakhla (parte I)

           Tenemos una relación de amor-odio con los aeropuertos, cosa, que parece normal, después de haber llevado a cabo 51 vuelos el año pasado y 3, en lo que va de este. Por un lado, nos han salvado decenas de noches, cuando no teníamos donde dormir. Además, son lugares donde encontrar comida y bebida abandonadas -incluidas cerveza y botellas de alcohol - en perfecto estado es casi frecuentemente recurrente. Incluso, otros objetos olvidados de más valor.

          De lo que no nos gusta, además de que en algunos se pasa bastante frío en invierno es, el descuido y la mala praxis, que tiene la mayoría de la gente a la hora de manejar sus equipajes, de tal forma, que pasamos más miedo por tener un accidente arrollados por estos, que en cualquier calle de una gran ciudad (patinetes aparte). Es muy común, que te atropellen sin piedad y ni siquiera se den la vuelta para ver, que ha pasado o pedirte la más mínima disculpa (cosa, que si suelen hacer los ingleses). 

          Nosotros, en pos de una convivencia más agradable en los aeropuertos, prohibiríamos terminantemente y con elevadas multas, todos los bultos con ruedas, que las personas arrastran por detrás de su cuerpo y que de ninguna manera puedan ser controladas por sus ojos. Y el problema es, que estos son la mayoría de los que te cruzas o te adelantan a toda prisa. Bienvenidos, los que van por delante, a la espalda o en paralelo (estos últimos y afortunadamente, cada vez son más).

          En este viaje de ida a Dakhla, al margen de atropellos menores, que sufrí sobre mis piernas, tres fueron las situaciones en conflicto, en las que ya no me quedó más remedio, que levantar la voz y quejarme abiertamente. Y lo curioso es, que en dos de ellas, la respuesta del culpable fue la misma y soberbiamente inconsistente: "te he arrollado, porque te has movido". Lo que viene a defender la absurda teoría, de que cada vez, que pase delante de mi, por detrás o lateralmente un bulto con ruedas, me tengo, que parar. De esa forma, debería emplear unas diez horas, en recorrer apenas cien metros.

          La tercera y ya en los accesos del tren de cercanías, que conecta con Barajas, resultó mucho más peligrosa, pero, al menos, tuvo un final divertido y con sonrisas. Chica, que va con dos pesados bultos con ruedas, uno de cada mano y que trata de abordar las escaleras mecánicas. Yo detrás. Con dificultades, lo consigue, aunque estoy a punto de caer al suelo en su frenada. Al llegar al final de las mismas, se queda atascada en el último peldaño y debo hacer virguerías, porque no puedo avanzar ni  retroceder y el mecanismo me arrastra. 

         Sale, finalmente de ellas, pero se queda parada medio metro después y nuevamente y para salvar la situación, debo hacer más bicicletas, que Mbappé eñ el área. Perdida toda la paciencia, le comento a mi pareja, en voz bastante alta: "creo, que la mayoría de la gente debería recibir un curso para saber manejar el equipaje ". Ella se da la vuelta tranquila, me sonríe y espeta: " no se porqué, pero creo, que te estás refiriendo a mí". De buen rollo, casi todo se perdona.