Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

jueves, 29 de febrero de 2024

El templo de Trimbakesward

           Hay que decir, que nuestro hotel -donde ratos huele a incienso de ginseng y otros a chapati quemado-, es de los de 24 horas del sur, donde sales a la misma hora, que entras y por tanto -de haberlo sabido -, podríamos haber ingresado el día de la llegada, a las tres de la mañana. Está ha sido, la primera noche de ventilador en nuestros 42 días de viaje.

          El segundo día, en Nashik, comenzó con mucho calor y mi pareja devolviendo todo el picante, que ha ingerido en los últimos días. Y es, que de amarlo, ya casi no lo toleramos.

          Tomamos el bus 245, que nos lleva al templo de Trimbakesward, ubicado a unos 30 kilómetros de Nashik. Otra vez, nos encontramos con una ciudad populosa y dividida en mi cachos, separados por la nada y donde resulta imposible orientarse. Como yo las llamé en nuestro primer viaje largo  a África son las ciudades no ciudades. Pensamos, que podríamos resolver la l trámite de la ida  en poco más de una hora, pero fueron casi dos, en un vehículo ardiente, abarrotado y tortuoso.

          Este templo es uno de los doce sagrados de Shi a y el ambiente de sus extensos y comerciales alrededores, no nos gustó nada desde el principio: niños y adultos muy agresivos para tratar de poner el tikaen la frente -punto rojo-, además de ancianas con mal carácter, tratándose de vender, hierbajos indistinguibles para las ofrendas. Gente para aburrir y poca buena. Para colmo y al tratar de comer algo descubrimos, que por lo mismo, que nos llevamos a la boca ayer, en Nashik, pretendían cobrarnos entre un 50 y un 100% más.

          La traca final llegó al arribar a la puerta del santuario, donde un tipo muy maleducada nos espetó gritando, que a pagar, a pagar y a pagar, señalando un cartel, donde pone: donativo 200 rupias. El caso es, que de los indios no soltaba nadie nada. Es la primera vez en cinco viajes, que nos tratan de cobrar por un templo a ierti al culto. Teniendo en cuenta, además, que un donativo es voluntario y elige la cantidad quien lo da.

          Por supuesto, los mandamos a la mierda y a que se fueran a estafar a otros. ¡Será por templos, en el sur de India!.

          Rodeamos sel templo, viendo solo la parte de arriba, paseamos pors malolientes y degradados ghats, nos divertimos recorriendo el animado mercado y volvimos a Nashik, empapados en sudor y con la sensacion de no haber tenido una buena mañana.

Templo de Trimbakesward


 

Complejo comercial del templo de Trimbakeswar d


 

Primer día en Nashik

           En India te están molestando a todas horas y por cualquier causa, pero si algo respetan es el sueño ajeno. Nunca en cinco viajes, nos han levantado de un suelo de este país y en Nashik ocurrió lo mismo. 

          Corrían ya las ocho y éramos los únicos tirados en el piso de la estación, dado que todos los mendigos -menos el del conflicto de anoche - se habían ido, por lo que decidimos ponernos en funcionamiento.

          Organizar la logística, en Nashik, no es sencillo, pero nosotros tuvimos esa suerte, que siempre esperamos dé sus frutos con la insistencia. Para empezar, junto a las estaciones de tren y autobuses locales, no hay demasiados hoteles y en muchos de ellos, no te cogen. En los que sí, tiran a caros, aunque sin dar demasiadas vueltas, y encontramos uno de 800, como en Calcuta, aunque por primera vez en el viaje, perdimos el baño en la habitación. De wifi, ni hablar, ni siquiera en los de precio medio. Quiso el azar también, que encontráramos un buen lugar para comer y otro para comprar snaks, galletas, agua y refrescos, sin ni siquiera cruzar la calle. El destino fue aún más generoso con nosotros, dado que la única tienda de alcohol, que hemos visto en varias manzanas, está justo en frente y es más barata, que las de West Bengala.

          Nuestra habitación tenía ligeros problemas con la cerradura y al principio no le dimos importancia y más, con lo cansados, que estábamos. Hubo una primera invasión del propietario en ella, para invitarnos a un té y también lo consideramos normal. Pero todas las alarmas saltaron por los aires, cuando llevando tres horas durmiendo, volvió va irrumpir con dos vasos de no se que, sin llamar a la puerta. Le metimos tal bronca, que no hizo falta ni pedir el cambio de alcoba, dado que además de mil disculpas, nos la ofreció él, a una menos luminosa, pero más segura. No le atribuimos maldad, si no que creemos, se pudo pasar de amable. La amabilidad India puede llegar a ser muy peculiar o crear confusión.

          La logística de Nashik en las visitas -una ciudad de más de un millón de habitantes -, también está de nuestra parte. No tendremos que andar por sus zonas cacharros más, que lo justo y eso, con los 36 grados, que tenemos, se agradece. A las dos excursiones que llevaremos a cabo se puede ir en autobús: mañana al templo de Trimbakesward, situado a unos 30 kilómetros y pasado, a los ghats de Ganga, a unos 9.

          Con el wifi, también terminamos teniendo fortuna, porque aunque no llega a la habitación, encontramos uno libre en el pasillo, que con cierta inestabilidad, nos acabó sacando de los más urgentes apuros.

miércoles, 28 de febrero de 2024

La familia Botejara

           Dado, que salíamos hacia Nashik, cerca de las ocho de la tarde, no quisimos desperdiciar ni un solo minuto del día, en Calcuta.

          Tomamos el metro en dirección contraria al día anterior y nos bajamos en Kaligat, con el fin de visitar el templo de Kali, que se encuentra a poco más de diez minutos andando. El camino está muy bien indicado. Ha revertido la temperatura y el calor aplana a pesar del cielo nublado.

          Nos llevamos una buena sorpresa. En 2014, este templo era modesto, no había nadie y se veía a la diosa desde la puerta, sin ni siquiera entrar. Sin embargo, la cola en esta ocasión es de centenares de metros -no intentamos ni entrar -, la multitud se concentra en la barriada y en los cercanos y guarrisimos ghats y asusta por lo impresionante. Y, todo ello aderezado con un gigantesco mercado -fundamentalmente, de ofrendas, pero no solo-, que se expande en el caos más absoluto. Desconocemos, si se trata de una celebración puntual o es así todos los días.

          Regresamos y recogimos los bultos en nuestro hotel. Como teníamos tiempo decidimos ir andando hasta la estación de Howra, que se encuentra a una hora y media, casi en línea recta. Salvo algún cruce cruel, el camino no sería difícil pero como todo el recorrido y a mercado gigante y en muchas partes se estresa, no resultó sé una buena idea.

          Junto al puente de Howra y el río Hooghly, se encuentra un extraordinario mercado de flores algo caótico, que visitamos con calma. No son pocos, los que se bañan en las contaminadas aguas de las riberas, en este lugar

          Anocheció, después de una bonita puesta de sol y ya solo nos quedaba enfrentarnos a la enorme y desastrosa estación y a 29 horas de viaje y casi 1800 kilómetros.

          Salimos en hora y al margen del jaleo habitual del trasiego de pasajeros, vendedores y pedigüeños varios, el único inconveniente nocturno fue un listillo -que supongo-, viéndonos extranjeros nos trató de despojar de nuestros asientos, desconociendo, que tenemos muchas tablas en este país.

          A la mañana siguiente descubrimos que el susodicho, era el jefe de un clan, compuesto por su esposa, dos menores y dos adultos sin parentesco claro. Ya de día tuvimos, que pararles los pies, amenazándolos con llamar a los policías, para que nos dejarán en paz. Después descubrimos, que al menos cuatro de ellos viajan sin plaza, reservada y les fueron echando de sus asientos de okupas. Estuvieron dando guerra todo el viaje, con esa mala suerte endémica, q tenemos nosotros con nuestros compañeros de tren. Los bautizamos, como la familia Botejara, por ser extremadamente garrulos, gritones y por llevar todas la cacharrería entera  incluida cazuelas y platos. Como hemos visto otras veces en familias indias, primero comieron los hombres y después le dieron a ella, que no abrió la boca en todo el viaje.

          Por lo demás, el día resultó largo y caluroso, pero, para lo que es costumbre en nuestros últimos periplos, casi todo transcurrió con relativa calma 

          Al levantarnos, llevábamos una hora y cuarto de retraso y nos planteamos bajarnos en Jalgaon, que conocíamos por las cuevas de Ajanta, que visitamos, en 2011. Pero lo terminamos descartando, porque el retardo continuó hasta las dos horas y media finales y también llegábamos muy tarde allí.

          Después de recorrer West Bengala, Orissa casi enteros y de treinta y una horas de viaje, llegamos a la estación de Nashik y no nos quedaba otra, que dormir en el suelo con los mendigos (con uno de de ellos,, muy agresivo, tuvimos un problema).

Mercado de las flores 🐝 de Calcuta, desde abajo ⬇️


 

Mercado de las flores 💐 de Calcuta, desde arriba


 

Ghats cerca del templo de Cali, en Calcuta


 

Barrio del templo de Cali


 

Templo de Cali, en Calcuta


 

Ofrendas en el templo de Cali


 

domingo, 25 de febrero de 2024

¡Alcohol, alcohol, alcohol!

          Hablemos del pasado, del presente y del futuro. Nos encontramos en Calcuta, en el día 38 de viaje.

          Empezamos este décimo viaje largo, en Marruecos y concretamente, en Essaouira y Agadir. Tras una escala, en Viena, llegamos a Abu Dabhi, donde pasamos tres jornadas. De allí, hasta Delhi. Hoy cumplimos un mes exacto, en India.

          En este país el viaje se ha dividido en varias fases: estancia en la capital, Himalaya de Sikkim y West Bengala, Assam, intento fallido de otros cuatro estados del este y estancia en Calcuta, que está previsto, finalice mañana, camino de Nahsik, en Maharastra, donde llegaremos en las primeras horas del día 41. La vuelta a España, la tenemos prevista en fechas colindantes con la Semana Santa. No sabemos, si será desde Mumbai o pasaremos una semana, en Omán 

          En Nashik nos esperan los ghats, un templo a 30 kilómetros y la cultura del vino.

     De ahí, viajaremos, a Daman, desde donde tiraremos para Guwahati, sin pasar por Ahmedabad, donde ya estuvimos, en 2011. Eso nos ahorrará un montón de kilómetros.

          Bhavnagar será nuestro destino y después, a Palitana y Diu. Jamnagar y Junagadh serían los restantes destinos en territorio gujarati.

          El alcohol está prohibido en Gujarat, desde 1960, en honor a Ghandi, nacido allí y a otras costumbres, incluida la mayoría musulmana de este territorio. Es evidente, que no debería resultar un periplo cómodo para las personas, que nos gusta beber.

          En India, todo es un problema, pero todo tiene solución. Daman y Diu, se encuentran geográficamente, en Gujarat, como Puducherry, en Tamil Nadu. Pero estos tres, más otros cinco enclaves en el país, no dependen de sus estados, sino del gobierno central, por lo que el alcohol circula en grandes cantidades -muchos indios van a mamarse allí- y a buen precio.

El encanto de Calcuta está en la periferia

           A pesar de ya haber estado en 2014, no quisimos abandonar Calcuta sin visitar las zonas más bonitas, que se encuentran en el extrarradio: hoy tocaba el barrio de los escultores y varios templos jainitas y mañana antes de partir para Nashik el santuario de Kali.

          Para llegar a Kumartuli, se debe tomar el metro, en Park Street hasta Shiva Bazaar (son seis estaciones). Los talleres escultóricos y los ghats -enclavados en un barrio decadente de estrechas calles con mucho encanto -, no se encuentran demasiado lejos. Hay ambiente de domingo y la actividad -sobre todo, mercantil -, es tremenda, mientras los artesanos, meticulosamente, llevan a cabo su trabajo y no ponen pegas, en que fisguen en sus talleres. La mayoría de estos trabajos son figuras de dioses, que se venden en la propia India, se exportan o se envían a la deriva por el río, durante la puja de Durga, que se celebra entre mediados de septiembre y octubre. La otra vez, vinimos a finales de julio y al ser una fecha más cercana a la celebración, las figuras estaban más pulidas y terminadas, que hoy.

          Camino del largo trecho de los primeros templos jainitas y en un acto promocional de un banco, nos invitaron a desayunar té y galletas. Se trata de un itinerario accesible, sino fuera por algunos cruces peligrosos. Hay tramos de acera vacíos, otros con gente viviendo en la calle y haciendo su vida cotidiana -aseándose o cociendo patas de pollo- y dos extraordinarios bazares, que casi se entrelazan entre si. Desde ahí, aún queda un buen tramo para llegar a los templos.

          Son tres y la otra vez, los vimos íntegros. Hoy, dos de ellos están cerrados y debemos contemplarlos desde fuera. En el otro, nos esperaba una agradable sorpresa. Se está celebrando una animada boda y no ponen ninguna pega -cámara al cuello incluida-, en que nos sumemos al cóctel, que se celebra de pie. La comida es la de todos los días, pero con algunos toques de distinción. Tomamos sopa de tomate, fritos selectos muy variados, rellenos y ricos, pizza, dulces, helado y zumo de naranja y no nos dimos al arroz, al dal, a los garbanzos o a las ricas ensaladas, porque en realidad, nosotros ya habíamos almorzado antes.

          Aún, hubo que andar casi otros cuarenta minutos, para llegar al último templo jainita, de color rojo, donde no nos dejaron entrar, por no ser miembros. ¡Ellos son así de agradables!

          Estos días estamos aprendiendo mucho -cuatro viajes previos a India y ni noticia-, sobre el faluda, el kulfi y sus interacciones. Los probaremos, antes de salir de aquí.

          Matamos la tarde paseando por el caótico y encantador bazar del centro. Se han herniado y en esta década, han construido una calle peatonal de unos cien metros. ¡Igualito, que en Darjeeling o Gantok.

          En Calcuta hemos logrado el mejor cambio del viaje: 91,50 rupias por euro, cuando la tasa oficial se encuentra en, 89,79. ¡No hicimos, ni una sola pregunta al respecto!.

Otro templo jainita en los suburbios de Calcuta


 

Templo jainita en las afueras de Calcuta


 

Aseandose en los suburbios de Calcuta


 

Esculpiendo la arcilla


 

Barrio de los escultores, en Calcuta


 

sábado, 24 de febrero de 2024

El Foreigns Tourist Centre, de Calcuta

           La primera tarde en la habitación de Calcuta nos pareció, que tres noches en este alojamiento se nos iban a hacer demasiado largas: el tronar de la cercana mezquita y las campanillas del templo hindú, los constantes y agresivos claxons, los vendedores gritando su mercancia a viva voz o con megáfono, la música machacona a tope de un local cercano, las peleas de perros callejeros... Pero, como si de un milagro se tratara, paulatinamente, todo se fue apagando y a la una de la madrugada reinaba el más sepulcral silencio, así, que dormimos de un tirón.

          Nos levantamos con cierto bajón, mascullando, que debemos de reintentar la compra de los billetes, a Nahsik, en la nueva oficina, que nos habían mal explicado ayer. Caminamos por el mismo bazar que la mañana anterior, hasta que debemos desviarnos largo rato. En total, una hora andando, para certificar, como habíamos visto en internet y en el mapa físico, que el Foreigns Tourist Centre se encuentra en mitad de la nada. Ni junto a una estación, ni en el centro. Y, lo de extranjeros, es un decir, porque solo éramos cuatro. Además de nosotros, un francés poco amable y una coreana. Todos los demás y eran un montón, indios. Y, ¿a que vienen aquí, si ellos pueden sacar los billetes en la estación? ¡Para que seguir preguntando!

          Nos dieron una nueva hoja de reserva y el número 26, cuando se llegaban por el catorce. Estuvimos a punto de tirar la toalla, largarnos y tratar de gestionar de cualquier forma la salida de Calcuta, en autobús, el lunes.

          Pero, aguantamos y no poco tiempo: una hora y tres cuartos y eso, que cuatro o cinco de los números precedentes, ya no estaban. Una sola persona atendiendo -eso, sí amable, aunque lenta- y algunos clientes, que tardaban más de media hora en obtener sus boletos. ¡Muy desesperante!.

          Llegó nuestro turno y afortunadamente, y no como otras veces, obtuvimos los preciados billetes, a Nahsik, para las 19:40 del día 26, en literas de sleepers (29 horas) y 1800 kilómetros, por unos 11 euros. Se nos explicó, que ese tren en ventanilla, ya estaba completo, pero que en algunos convoyes se guarda un pequeño cupo para extranjeros (ya nos ocurrió lo mismo en 2014, pero entonces, las gestiones las llevamos a cabo en la propia estación de Howra).

          Habíamos perdido la mañana entera, pero al menos, el objetivo estaba conseguido y pasaremos las próximas semanas en Maharastra y Gujarat. De este último estado solo conocemos Vadodara y Ahmedabad, quedándonos atractivos muy interesantes, a pesar del asfixiante calor, que nos espera.

          Dedicamos parte de la tarde a caminar por los maidanes. La mayoría de ellos están llenos de basura y orines rancios, cosa que no ocurría en 2011, en nuestra primera visita a la ciudad. Se demuestra -como ocurre en Delhi -, que en India todo es susceptible de empeorar, aunque  pase mucho tiempo.

          También nos acercamos al Monumento a la reina Victoria, que ya visitamos antaño. Como en India te cobran por absolutamente todo tres precios, de menor, a mayor: los jardines, las galerías exteriores y el interior del edificio (entre 30 y 500 rupias).

       Más tarde y en la catedral, reafirmamos la realidad: debes pagar hasta para verla por fuera ¡y no se escapa nadie! ¡Que les den!.

          En Calcuta, en esta época, hace bastante calor por el día -unos 30°-, pero al menos, no necesitamos el ventilador para pasar la tarde o conciliar el sueño.

viernes, 23 de febrero de 2024

Mucho esfuerzo en nuestro regreso a Calcuta, diez años después.

          Llegamos a un kilómetro de Calcuta Sealdah con media hora de adelanto, pero no sabemos por qué, el tren estuvo dejando pasar a otros convoyes, hasta que arribamos con cinco minutos de retardo. Todo bien y más para lo que nos iba a esperar.

          Eran cerca de las siete de la mañana, pero esta terminal es un perfecto caos. Tratamos de buscarnos la vida andando, para llegar al centro, como habíamos planificado, pero no tardamos mucho en desitir porque el riesgo de que te pase algo es muy alto. Nos dimos cuenta, algo que desconocíamos, que hasta aquí llega el metro, pero que casualidad y sin conocer el motivo, está cerrado hoy y mañana. Tratamos de reservar, los próximos billetes del viaje, pero la oficina en cuestión, que supuestamente abre las 24 horas estaba cerrada.

          Entre el apocalipsis y el alboroto descomunal, después de cruzar varias explanadas y calles, llegamos hasta un vetusto autobús que al fin y tras mucho sufrimiento y enlatamiento matutino, nos dejó en la zona de Park Street, increíblemente, sin daño alguno.

          Ahora empezaba el padecimiento de los alojamientos. En dos de cada tres no nos cogían y donde lo hacían son extremadamente caros para nuestros precios de costumbre. Primero, fuimos al 'beach (léase bich) os" resort. Ese, que había sido nuestra guarida durante una semana de 2011 y dos de 2014. Y digo bien guarida: el olor a chapati quemados, la oscuridad y los múltiples bichos de la cama, nos acompañaron durante ese tiempo y ni siquiera fuimos capaces de encontrar algo mejor y ahora, la desagradecida de la dueña que se cae de vieja, que ha cambiado las puertas de las habitaciones -y parece ser que los colchones infectos-, nos ha dicho, que "no rooms".

          Hemos estado buscando, durante una hora y media infinita por más de veinticinco hoteles mediocres, entre la tortura del tráfico. En ninguno bajaban de 1200 rupias, precio que nunca hemos pagado, en India, por una alcoba. Y además te toman por gilipollas. Si le pides el precio para tres noches o para cien, te lo recalcula a la misma tarifa inicial pensando, que no sabes multiplicar. No entienden, que lo que estás tratando, es de negociar.

          Finalmente y cuando ya no teníamos ninguna esperanza, apareció el hotel Maria, que era casi igual de mediocre -aunque con buen wifi-, pero el precio se nos quedó en ochocientos y el check in además fue muy rápido, algo infrecuente en este país.

          Habíamos decidido pasear durante la mañana por el enorme bazar más grande de Calcuta que se encuentra, camino de la estación de Howra. Así, matábamos dos pájaros de un tiro: veríamos diversos monumentos importantes de esta ciudad y obtendríamos los billetes para nuestro siguiente destino: Nahsik. Pero lo segundo no salió bien. Tras pasar por varias ventanillas y cuando parecía que estábamos en la definitiva nos dijeron, que aquí ya no pueden reservar billetes los extranjeros y que teníamos que ir al Foreing Tourist Centre en la Fairlie Plaza, pero el agresivo taquillero, no nos quiso decir en qué zona de la ciudad estaba. Pensamos, que si era para guiris, estaría en el centro, pero resulta, que se encuentra en mitad de la nada, por lo que deberemos dejar la gestión para mañana. No entendemos, como Indian Railways tiene una operativa distinta en cada punto de venta.

          Cada vez, que venimos a Calcuta, tenemos dificultades para organizarnos la vida. La logística de casi todo ha cambiado, aunque la mayoría de lugares que frecuentábamos siguen igual: el maldito hotel Times, el supermercado, el restaurante de los chow mein, los arroces y rolls, el spanish Rush..

La espera para el tren 🚂 de Calcuta se nos acabó haciendo larga

           Al final, dos días más en New Jalpaiguri, se terminaron haciendo muy largos y eso, que contamos con uno de los mejores hoteles del viaje y con una buena. dieta, tanto carnívora como vegetariana. Al final y por primera vez, en este viaje, conseguimos estar un día entero, sin escribir un solo post en el blog, pero todo pudo haberse ido a la mierda, cuando a mí pareja casi la atropella -un todoterreno- en la misma puerta de nuestro alojamiento.

          A nosotros ya no nos molestaba nadie en nuestros largos y repetitivos paseos, porque todos los pelmas de la zona nos conocían ya de sobra, pero hay que decir, que  estos plastas suelen ser muy persistente s con los nuevos forasteros. Los que más te agobian son los del transporte cercano, a través de los tuck tuck. No te irritan porque te chisten, te incitan -como a un toro -, sino que te van acorralando con sus cacharros y contra otras cosas del asfalto, poniendo tu integridad en riesgo. Lo hacen con muy mala leche y se les nota .

          Otro problema de este lugar -extensible a buena parte de India - son las transacciones económicas y el cambio, en compras, que raramente superan 50 céntimos o un euro. Es agotador, como siempre te piden el precio exacto o se tiran un buen rato, buscando cinco o diez céntimos de vuelta. 

          En uno de nuestros paseos por el lugar, con bastante concurrencia, firme inestable y yo sin querer, pise en un pie a un lugareño con chanclas. Tuve que hacerle bastante daño, pero el tío ni se inmutó y ni siquiera se dio la vuelta y siguió su camino. Es cuando empiezas a entender, porque ellos nunca piden perdón, cuando te hacen algo. Son las normas -más bien, las no normas- de la vida salvaje, que gobierna buena parte de este país. El tren, que nos debía trasladar, a Calcuta, llegó a New Jalpaiguri puntual. Otra vez, nos tocaron al lado los viajeros más guerreros y como tales se portaron a lo largo de casi toda la noche. Una de las cosas, que han cambiado, desde nuestro primer viaje, a India, es, que les han educado y ya casi nadie escupe en la calle. De camino van, el que no orinen en la vía pública, pero la cosa va lenta, porque la casi totalidad de baños son de pago.

          ¿Para cuanto tiempo va, que les enseñen a usar los auriculares en el móvil, cuando viajan en un medio de transporte colectivo.¡ Nuestros ojos no lo verán!

Bazar principal y más céntrico, de Calcuta


 

Él puente de Howra, en Calcuta


 

Calcuta, diez años después y como sí nada


 

miércoles, 21 de febrero de 2024

El "verierno" (mezcla de verano e invierno)

           La característica más peculiar de este décimo viaje largo está siendo y no es un elemento baladí, la constante transición del invierno al verano y viceversa, que parece, que al fin, termina con nuestro viaje, a Calcuta, de mañana, dado que después, los estados protagonistas serán Gujarat y Maharastra, antes de abandonar el país, donde las temperaturas resultan bastante altas todo el año.

          Y esa transición frío -calor nos está afectando de dos maneras. De un lado, psicológicamente, porque cuesta adaptarte a estar a 30° y al día siguiente, a 0°. Ayer estabas casi en bolas en la habitación y hoy, a 75 kilómetros de distancia, te hallas tapado con tres mantas. Por otro lado, nos ha condicionado desde el principio, a la ropa, que debíamos mantener en cada momento. Cuesta llevar guardados dos polares en el equipaje, cuando paseas en manga corta y chorreando sudor.

          En este sentido, una anécdota, en Siliguri y antes de irnos a los estados del este, pensando, que ya no volveríamos al invierno -la realidad fue diferente, cuando arribamos a Kalimpong-, abandoné mi segundo forro polar. Estaba sucio, pero lavándolo, aún tenía un tiempo de uso. Cuando volvimos a la ciudad, después de ocho días, estaba en la misma verja, donde lo habíamos dejado y naturalmente, más lleno de mierda y de cagadas de pájaro.

          A efectos prácticos y además de los bruscos cambios climatológicos, lo que más afecta es el lavado y cambio de ropa. Nuestros nueve primeros viajes largos -y los de duración media, también -, siempre transcurrieron por el verano, oscilando en este sentido, entre temperaturas medias y muy elevadas. Y siempre habíamos puesto en marcha la misma mecánica: lavado de las prendas y cambio de las mismas a diario.

         En está ocasión, se ha formado un auténtico batiburrillo, porque cuando hemos transitado por las zonas frías, la ropa no se secaba ni tras cuatro días y a veces, hemos llegado a las zonas calidas sin nada seco y sin podernos cambiar. El paso súbito de las chanclas a los calcetines gruesos, tampoco agrada a los pies.

          Y después, el come-come de todo el día, sobre si me ducho o no me ducho. Porque es difícil elegir, que situación es más óptima: ¿Pasar por el agua caliente, con la habitación a 7°, o pasar por el agua fría, con la alcoba a 20?.

          A efectos visuales, nos ha impresionado bastante ver Delhi en invierno, porque siempre habíamos estado en verano (el resto de lugares visitados hasta la fecha, no los conocíamos de antes: gente con sus plumas gruesos, los vendedores con sus gorros y bufandas, las numerosas, humeantes y malolientes hogueras para calentarse, como si fuera una ciudad en llamas.

          Pero algo, nos sobrecogió aun más en la capital de India y fue al leer un mensaje en el cristal de un autoricksaw,que decía en en inglés: "este conductor no abusa de las mujeres". Un escalofrío nos recorrió el cuerpo. Aunque no tenía mucha relación, recordamos otra inscripción en la mezquita de Abu Dani, que indicaba " que está prohibido besarse". Acaso , ¿alguien pensó alguna vez, ir a darse piquitos a un templo musulmán?

martes, 20 de febrero de 2024

Dos check in en el mismo día

           Como preveíamos, desde el atardecer -sobre las cinco y media de la tarde -, permanecimos envueltos en mantas, en nuestro hotel de Kalimpong. Desde luego, al güisqui, que también ayuda a calentarnos, no le hacía falta ni un solo hielo. Con tres edredones encima, no pasamos frío para dormir.

          Los objetivos del día eran muy sencillos, pero en India muchas veces, lo más fácil resulta lo más complicado. Eso ya lo sabemos desde hace mucho tiempo. Por un lado, regresar a New Jalpaiguri. Por otro, adquirir los billetes para Calcuta, para mañana. Y, por último, encontrar un hotel a buen precio y no volver al de la otra vez, malo y caro.

          Bajamos hasta la cercana plaza/estación y compramos los billetes. El autobús, más viejo, cacharroso e incómodo, que el de ayer, que ya sacaba muy buena nota en estos aspectos negativos. Estamos muy cansados física y mentalmente de estos cercanos pero larguísimos viajes a lugares de montaña de Sikkim y West Bengala, embarcados en estos vehículos de auténtica tortura. Al menos y salvo el frío inicial y el atasco final, no hubo mayores incidencias para llegar a la siempre caótica Siliguri, tardando tres horas (quince minutos menos, que el día anterior)

          Directamente, nos fuimos a nuestra tienda de alcohol favorita -hay cuatro en un radio muy corto-, a abastecernos para dos o tres días del güisqui más barato, que hemos encontrado en el estado de Bengala. Sin más dilación, volvimos a la calle principal, a negociar un autoricksaw, muy a la baja (100 rupias, cuando a la ida, habíamos pagado 120 tras una negociación dura). Parecía, que no nos iba a salir bien, porque nadie aceptaba, hasta que un avispado driver, nos montó con otros pasajeros, que iban para la misma zona de la estación de trenes. Hay poco espacio para cuatro personas y en los tramos más veloces, pasamos algo de miedo.

          Sin almorzar y sin buscar hotel, nos fuimos a la oficina de reservas de billetes de tren y acometimos varios problemas como cabía esperar. No había billetes para ningún convoy de mañana y solo para uno de por la tarde de pasado, que además, no llega a la estación, que esperábamos. Nos resignamos a perder un día, en este lugar sin atractivo ninguno, donde ya hemos estado tres veces. Se nos requirió además, fotocopia del pasaporte y el visado, aunque finalmente, el taquillero se conformó con ver los originales. Y, nuevo problema, a la hora de pagar: el importe tenía, que ser exacto. Y nos hacía un favor, porque en esa ventanilla no se podía pagar, ni en efectivo, ni con tarjeta (solo Google Pay, PayPal y transferencia bancaria). Nadie nos cambiaba un billete de cien rupias. Y, ¿sabéis, quien lo hizo?. Pues si, un conductor de autoricksaw, para que veáis, que también ellos tienen su corazoncito.

          Lo del hotel fue otra historia, que no nos había ocurrido nunca. Encontramos uno bueno, pero a mil rupias, la noche. Quisimos ajustar algo y encontramos uno regular, a 600, donde nos sorprendió, que nos aceptaran. Como nos parecía demasiado básico y con la alcoba oscura para dos noches, seguimos mirando otras opciones y menos mal. Me entra un apretón repentino y no es banal, porque si no, no hubiéramos vuelto a la habitación hasta la noche. Al entrar corriendo, el recepcionista nos espetó, que nuestra habitación estaba reservada -el alojamiento estaba vacío - y directamente, nos echó, devolviéndonos el dinero y pidiendo perdón con la boca pequeña.

          Nos fuimos a uno de 800, mucho mejor. ¿Qué habría pasado, si nos hubieran largado de noche y sin un plan B? Es la primera vez, en nuestra vida, que hacemos dos check in el el mismo día. Bueno, no. También nos ocurrió otra vez, en Bijapur, hace años y medio, aunque esa historia ya la contamos en su día.

lunes, 19 de febrero de 2024

Kalimpong

           Nos despertamos con la resaca de las elecciones gallegas. Habíamos estado escuchando a Angels Barceló hasta las tres de la mañana -hora local-, momento del 50% del recuento, cuando los resultados ya parecían claros.

          Nos dio cierta pereza abandonar Siliguri, otra vez más y es, que hasta el diablo te termina seduciendo. En la estación nos sorprendió que el billete a Kalimpong sea más caro, que a Darjeeling, cuando son menos kilómetros.

          El bus - otro cacharro más para la colección - circuló durante largo rato por el camino por el que en su día fuimos, a Gangtok. Tardamos tres horas y cuarto para 67 kilómetros, lo que sigue empeorando nuestras medias de velocidad, aunque por lo menos, el recorrido no presentó más incidentes que unos cuantos millones de baches.

          Al llegar a Kalimpong nos dimos cuenta, de que habíamos regresado al invierno vespertino y nocturno y que en el alojamiento, tocaría envolverse en mantas y dormir con una losa encima.

          La fortuna hizo -tirar por la calle adecuada - que encontráramos un buen alojamiento, a un precio razonable, confirmando, que una vez más, no tendríamos ninguna fuente de calor. Al menos, sí, agua caliente para la ducha y calentador para sopas o café, lo que no es frecuente en India.

          Kalimpong -a pesar de que al entrar, lo parece-, no es una ciudad cacharro, tipo Siliguri. El tráfico es razonable, hay calles de una sola dirección y no se pita demasiado, aunque existe carencia casi total de aceras. No está demasiado sucia.

          En primer lugar, visitamos la gompa Thongsa, que además del templo principal, tiene una estupa. Bonita y muy animada y colorida, porque los monjes estaban en pleno rezo.

          La segunda, gompa Tharpa Choling se encuentra mucho más lejos, a una hora caminando desde el hotel y ascendiendo una exigente colina. Es más interesante y bella por dentro, donde se encuentran los budas del pasado, presente y futuro, además de una esmerada escenificación religiosa. En el exterior y dando a un mirador, otro Sidarta y supongo -la niebla era severa, una vez más -, buenas vistas del entorno y las montañas.

          El resto de la tarde lo pasamos paseando por dos ordenados bazares. En ellos, no encontramos, ni el típico queso de aquí -traído hace siglos por unos jesuitas, que montaron una lechería -, ni las piruletas de leche, mantequilla y azúcar, de los que habla la Lonely Planet 

          Debido a la dispersión, nos quedaron cosas por ver, como otra gompa, una iglesia, un orfanato, hoy colegio, fundado por un misionero escocés, pero de todas formas, el día resultó interesante.

          La mayor molestia y como en toda esta zona, los malditos todoterrenos.


El fracaso de nuestro circuito por los estados del nordeste de India (parte II)

           EL ALOJAMIENTO. El problema con los hoteles es múltiple y bastante descorazonador y desesperante. El primer obstáculo surge, porque en la mayoría de ellos no te aceptan, bajo las tretas de "no rooms", "is full"; la sinceridad de que no tienen permiso para alojar extranjeros o la negativa piadosa poniendo carita de pena y pensando ¡pobres guiris! (de mierda). 

          Por poner un ejemplo, en Tezpur y tras preguntar en en catorce alojamientos, solo nos daban habitación en dos y uno de ellos era muy precario. 

          Otro asunto es el de la calidad y el precio. Las habitaciones son peores, que las de West Bengala o Delhi, en este viaje y piden por ellas -sin negociación posible -, entre un 25 y un 50% más.

          Los baños son muy precarios y en uno de los tres encontramos bichos en el colchón.

          LA COMUNICACIÓN. Volvimos a la misma situación del Vietnam no turístico, en el reciente noveno viaje largo. La mayoría de la gente es voluntariosa, pero no saben cómo ayudarte. Nadie habla apenas el inglés más básico y es normal, porque a Assam apenas llegan turistas y por tanto, no viven ello. 

          Ya se ha contado el ejemplo de ir a pedir el güisqui "cheapest", a la tienda del alcohol y responderte, que esa marca no la tienen. No nos había pasado nunca antes.

          EL WIFI. Resulta muy complicado encontrar conexión inalámbrica en todas partes. En West Bengala, un hotel de 700 rupias dispone de él, mientras en Assam resulta bastante probable, que uno de 2000 rupias, carezca de este servicio y ni se inmutan. En este estado por primera vez, en India, perdimos incluso la operatividad de nuestra tarjeta SIM para llamadas o datos.

          EL CAMBIO. En todo Assam, solo encontramos un lugar para cambiar dinero a rupias -en la estación de autobuses, de Guwahati - y de las cuatro veces, que fuimos en horario razonable, una no lo atendía nadie y el resto, directamente, estaba cerrado.

          VISITAS. Comparado con lo anterior, resulta anecdótico, pero en Assam, te cobran por absolutamente todo: entrar a ver el río desde un chat, recrearte en un parque...

          Dicho todo esto, las únicas razones por las que volveríamos, a Assam estarían relacionadas con la rica gastronomía y el precio de las baratas bebidas alcohólicas.

¡A la rica 😋 samosa!


 

Uno de los bazares de Kalimphong


 

Interior de la gompa de Tharpa Choling, en Kalimphong


 

Gompa de Tharpa Choling, en Kalimphong


 

¡Palabra de Buda!


 

Cantos tibetanos


 

Interior de la gompa de Thongsa, en Kalimphong


 

Gompa de Thongsa, Kalimphong


 

domingo, 18 de febrero de 2024

El fracaso de nuestro circuito por los estados del nordeste de India (parte I)

           ¿Podemos decir, que ha sido un fracaso nuestro objetivo de visitar cinco de los siete países del nordeste de India?. Perfectamente. No nos da miedo esa palabra, que hasta ahora tampoco ha aparecido en nuestras vidas.

          ¿Volveremos a intentarlo algún día? Con casi total seguridad, no.

          ¿Nos arrepentimos ahora o en el futuro, de haber dado marcha atrás en este proyecto?. Absolutamente, no, porque cuando algo presenta tantos inconvenientes y tan escasas ventajas, es muy difícil haberse equivocado al tomar una decisión.

          Vamos a analizar, punto por punto, por qué este periplo no sale a cuenta, ni para nosotros, ni para nadie, que no esté dispuesto a gastarse una pasta y llevarlo a cabo en coche alquilado por libre o con chófer.

          EL TRANSPORTE. Llegar a Guwahati o Tezpur, en Assam, desde Siliguri, resulta muy sencillo y no caro. En el primer caso, en tren confortable y en el segundo en autobús de batalla. A partir de ahí, se acaban las facilidades y los precios económicos. 

          Los buses entre los diferentes puntos del estado son escasos, muy mañaneros y un 50% más caros, que en West Bengala (aunque son más cómodos).

          Para ir a Shillong, en Meghalaya, no descubrimos transporte público alguno, sino caros e incómodos todoterrenos privados. En este estado, cada vez, que quieres ir de un sitio a otro, debes volver siempre a la capital, lo que resulta lento y cansado. No logramos encontrar, ni presencial, ni por internet, ningun bus público, que conectará con nuestro siguiente destino: Agartala, en Tripura, ni tampoco esta ciudad con las capitales de Mizoran y Manipur.

          Llegados a Guwahati y para moverse por el nordeste, todo debe ser por carretera, con frecuencia escasa -o nula- y de día nuestro circuito por la zona era de unos 2500 kilómetros y el mejor de los casos -haberlo podido hacer entero-, habría resultado la tortura de nuestra vida y más teniendo en cuenta, que las zonas a visitar son de interes muy limitado (nada de lo imprescindible de India se encuentra en esta zona).

El autobús del tablón y de los pimientos

           La hora prevista del bus desde Tezpur, a Siliguri, era la una y media de la tarde y partió puntual, aunque con dos incidentes, que nos afectaron, directamente. Por un lado, nuestros asientos carecían de ventana. Algún día, se rompió la luna y decidieron, en vez de reemplazarla, sustituirla por un enorme tablón opaco, por lo que nos quedamos sin claridad,y sin vistas. Por otro, como los indios son tan bestias, hubo uno, que al abrir la ventanilla de atrás, me golpeó en la cabeza cuatro veces. Me tocó insultarle y discutir con el ayudante del vehículo que quiso tomar parte y no, precisamente, por la mía.

          No obstante, me dormí, casi las tres primeras horas del viaje. Era algo premeditado, porque me había tomado previamente un par de cervezas strong. Desperté justo cuando empezaron los problemas.

          Parada a las cuatro y cuarto en una estación guarrísima e indecente -parece ser la de Dalgaon-, no para comer, sino para cargar en la bodega y en el techo, más de cuarenta cajas enormes de pimientos verdes. Aprovechamos para comprar unos huevos rebozados y yo, que llevo tres días sin ir al baño, noto como voy a reventar, sin remedio. A duras penas y corriendo entre las zanjas, la basura, el polvo y los animales, conseguimos llegar a una siniestra caseta, que tenía cincuenta veces más mierda, que la que yo dejé.

          Veinte minutos después de reanudada la marcha, nueva parada, sin saber la causa. Y una tercera, de otro tanto tiempo, cuando ya ha anochecido. Como sigamos así, vamos a tardar días en llegar.

          Son las siete y cuarto, cuando abordamos el cuarto parón y está vez, parecía más preocupante, porque pertechados con linternas, cortaban y unían cables del vehículo. Esto llevó otros veinte minutos y después algo de tranquilidad y velocidad, reducida a ratos por severos atascos. A las nueve y cuarenta paramos a cenar y estuvimos inactivos bastante más de lo habitual.

          Calculábamos, que llevaríamos unas dos horas y media de retraso y lo peor y con nocturnidad, podía estar por llegar. Pero, como en India, las cosas no tienen lógica, ni sirven para nada los antecedentes, cogimos velocidad de crucero -no con turbulencias, sino con miles de baches - y nada más volvió a pasar en toda la noche. Arribamos a Siliguri, a las seis de la mañana, tan solo, con una hora de retardo.

          En Siliguri, volvimos al último hotel. Tuvimos más problemas de los previstos con el cambio y recibimos una de cal y otra de arena. Por un lado, constatamos, que la frecuencia de los buses, desde aquí, a Kalimpong, resulta bastante elevada. Por otro y para nuestra desesperación, desde la estación de tren no se pueden hacer reservas anticipadas, por lo que se momento, nos quedamos sin los billetes, a Calcuta. Resulta, que se pueden llevar a cabo, desde Darjeeling a casi 80 kilómetros y no desde aquí, a 8 de New Jalpaiguri.

¡La tranquila India!. Hemos vuelto a Siliguri, por cuarta vez


 

viernes, 16 de febrero de 2024

Tezpur

           No nos arrepentimos nada de haber tomado la decisión de prescindir, de Meghalaya. No por no haber llevado a cabo las visitas de Shillong y Cherrapunjee, que tenían muy buena pinta, sino porque pocas veces, uno no encuentra otra alternativa. Sí estamos encantados, sin embargo, de habernos acercado, a Tezpur, porque nos hemos sentido muy cómodos y nos ha gustado bastante este sitio.

          Cómodos , por sus paisajes y numerosos lagos, por la cercanía de todo lo visitable, por las aceras en las calles -generalmente,  despejadas-, por el clima primaveral, por ver un enorme elefante...

          Tezpur es una ciudad de leyenda y lo digo en sentido literal. Su nombre significa "urbe de sangre" y debe ese honor, a una legendaria y cruenta batalla, desarrollada hace miles de años entre dioses y demonios que sin embargo combatieron por motivos muy humanos y como casi siempre, por una chica.

          Su calle principal -donde está nuestro hotel - es, la Mathatma Ghandi (Main Road), muy accesible, animada y caótica a ratos, pero nunca estresante. Al final de ella, se halla una enorme y bonita puerta, que da acceso al bello templo Ganeshgarth y a los ghats del río Bramaputra, donde se contempla un bello atardecer.

          Seguidamente -no tiene pérdida-, se accede hasta la colina de Agnigarh, donde contemplar bellas vistas del río y representaciones escultóricas de aquella tremenda pugna terrible e imborrable 

          El tercer lugar de interés y a tiro de piedra de los anteriores, es el parque Chitralekha Udyan, donde se asienta un hermoso lago en forma de herradura, numerosas ruinas rescatadas de la zona y fauna y flora de la región. Todo muy apacible, para estar en India, aunque se echa en falta algo de mantenimiento. Puedes darte un paseíto por el agua en una barca de pedales (salvavidas obligatorio, que aquí, nadie sabe nadar). Estos dos últimos lugares son de pago -es molesto-, aunque su precio es ridículo (unos treinta céntimos).

          Lo que nos llamó la atención, en nuestra primera visita, a India, en 2011, es que por meter una cámara te cobraban el triple de la entrada y por otra de vídeo, casi diez veces más. No han quitado esos carteles, pero no han añadido el móvil, por lo que hoy en día, todo el mundo entra con el celular, sin pagar nada y hace, lo que quiere.

¡Se acabó!

           Desde luego y por poco dinero más, el hotel de Tezpur ha estado más presentable, que los anteriores, de Assam, aunque el wifi, tras funcionar bien toda la tarde, a media noche comenzó a tomar decisiones por si mismo y elegir, donde te dejaba entrar y donde no. Otros de los males anteriores, como el jaleo interior y los mosquitos, persistieron, aunque desaparecieron el resto.

          Habíamos pensado llevar a cabo las visitas de Tezpur por la mañana y dejar las gestiones para la tarde, pero como no nos quedaban demasiadas rupias, decidimos invertir los términos. Preguntamos al recepcionista del hotel y nos dijo, que fuéramos a un banco de la misma calle donde, al final, no ofertaban este servicio y nos remitieron al SBI, donde tras pasar por cinco ventanillas nos aseguraron, que en este estado, solo hay posibilidad de cambiar divisas, en Guwahati.¡Mal inicio!.

          Menos mal, que preguntamos, porque los horarios del tablón, no se corresponden con la realidad. ¡Otra bofetada! El de las cinco y las siete de la mañana, nos hacían pegarnos madrugones innecesarios. El siguiente, a las dos de la tarde, nos haría llegar ya de noche, suponiendo, que no encontraríamos un lugar de cambio abierto -el único, -que conocemos en Guwahati, está siempre cerrado - y por tanto, al no poder pagar la habitación -todas chungas, por cierto -, nos tocaría dormir en la colindante estación de trenes, más segura que la de autobuses.

          Tampoco, podríamos coger el primer todoterreno a Shillong, a las cinco de la mañana, por carecer de fondos en rupias, por lo que deberíamos esperar, a que abriera la oficina de cambio. En fin, todo un circulo vicioso difícil de deshacer. Ya sabemos, que hay cajeros automáticos, pero cuando sacamos el primer día, nos metieron una comisión del 9,5%. Y además, el vaso de las dificultades infinitas, que estamos teniendo en Assam, estaba ya rebosado.

          Para confirmar la cancelación de nuestros planes, a Meghalaya, regresando, encontramos un bus nocturno, a Siliguri y para mañana, por solo 600 rupias. No lo pensamos más y adquirimos los billetes. De los siete estados del este, nos habíamos centrado en cinco. Luego, los redujimos , a dos y finalmente, se va a quedar, en uno. En un próximo post de conclusiones, os contaremos con detalle, porque hemos desistido de este periplo aunque muchas de las cosas, ya han quedado relatadas en entradas anteriores. 

          Y ahora, ¿para donde tirar? Siempre -o casi - tenemos plan b: en Siliguri, nos largáramos un par de días para Kalimpong. Después, viajaremos a Calcuta, que nos encantó y donde no vamos desde hace diez años..

          Finalmente, cruzaremos el país, hasta Ahmedabad, donde ya estuvimos hace trece años. El resto de Gujarat nos queda por descubrir. Cerca ya está Bombay, desde donde volaremos, previsiblemente, a Omán o a casa.

¡A lomos del elefante 🐘!, en Tezpur


 

El parque 🏞️ Chitralekha Udyan,, en Tezpur


 

Otra de la colina Agnigarh


 

Colina Agnigarh, en Tezpur


jueves, 15 de febrero de 2024

Repentino cambio de planes: a Tezpur

           Aunque con el cambio de hotel, conseguimos una minúscula venganza, no logramos la mayoría de los efectos deseados. Además de la historia del wifi poco potente y clandestino -os sorprenderá saber, la cantidad de ellos, que tienen como clave: 12345678-, nos molestó el sonido del interminable tráfico exterior -sirenas toda la noche- y además apareció un componente nuevo: bichos invisibles de la cama, que en mi caso, me provocaron una insufrible alergia de picores en las manos. Y eso, que por sospechosas, habíamos descartado taparnos con las mantas del alojamiento, donde no había más huéspedes, que nosotros.

          Teníamos claro que iríamos a Shillong, en Meghalaya. De hecho, llegamos a subir en el todoterreno, pero como nos dieron los peores asientos, habiendo otros libres, nos dió un ataque de ira, nos bajamos indignados y nos fuimos a comprar los billetes del bus público, a Tezpur. Y eso, fue otra historia porque tardamos más en adquirirlos, que los de tren, a Guwahati, que compramos en Darjeeling. Y, para terminar y darnos la vuelta de 75 rupias -menos de un euro -, tuvieron que desbloquear la caja fuerte, como si se tratara de una gran operación financiera en efectivo.

          Bus viejo, pero mucho más confortable y con aire acondicionado, que los de Siliguri o West Bengala. Nadie hizo el viaje de pie y todo transcurrió con tranquilidad -hasta el sol se nubló -, sin mayores novedades, que los enormes baches de la carretera -autovia todo el rato -, que castigaron sobremanera mi dolorida costilla, aunque también, lo hace la constante tos, que sufro, desde hace más de tres semanas. 

          El paisaje aburrido salvo en el entorno del bestial Bramaputra, que atrapa a Tezpur.

          El de la taquilla nos había asegurado cuatro horas de viaje. La Lonely Planet, cinco. Al final, cuatro y media -con veinte minutos para la comida -, por lo que contentos.

          La guía no dispone de plano de Tezpur y no habíamos mirado en internet, al no ser, el siguiente destino previsto. Rezamos, para que nos dejara en la estación de autobuses, de la que teníamos alguna referencia y aunque con suspense, así ocurrió.

          Mal comienzo: en los primeros ocho alojamientos, no nos aceptaron y comenzó la desesperación, con solo dos horas de luz por delante (de noche, a las cinco).

          Al noveno y por 750 rupias, nos daban una habitación básica, con baño de agujero. Todo el mundo nos empezó a mencionar el Central Points, donde finalmente, hemos obtenido una correcta alcoba por 1.120 rupias. ¡Y, con estupendo wifi!

          Callejeando y buscando la cena -llevábamos todo el día con una Cocacola de 2,25 litros -, encontramos el bonito y original templo de Ganeshgarth y los ghats. En poco más de una hora habíamos pasado de tener que dormir en la estación de autobuses, a contemplar una magnífica puesta de sol acuatica.

          El día terminó, viendo cómo un camión con dos altavoces y la música a tope, iba alborotando a decenas de hombres y niños, que iban detrás -más que bailando -, haciendo el macarra. En India solo se aburren los indios.

Atardece en los ghats, de Tezpur


 

Templo de Ganeshgarh, en Tezpur


 

¡Matando el tiempo, en Tezpur!


 

miércoles, 14 de febrero de 2024

Mascaras en la estación 🚉 de Guwahati


 

Día de comida gratis y de terremoto

           Pero además de la logística, en nuestro segundo día en Guwahati, dedicamos tiempo a desenvolvernos por esta ciudad, que no ofrece atractivos inolvidables, pero si cierta cordialidad, un extraordinario ambiente universitario y buena comida. Elaboran un thali propio, que tiene más de quince ingredientes y un biryani genuino de pollo, llamado dum.

          Dedicamos la mañana a visitar tres mezquitas, un templo sij y otro jainita de noviembre demasiado calado, pero si tienen interés, porque están enclavados en el magnífico bazar de Fancy, uno de los mejores, que hemos visto desde nuestra llegada, a India. Es parcialmente peatonal. Volvimos a los ghats del río, pero en una zona más avanzada que ayer. Misma neblina, que entonces. En frente hay una isla con varios templos. Según nuestra Lonely Planet, la barca para cruzar cuesta diez rupias ida y vuelta, pero en la realidad son 200. Las guías de esta editorial, ya solo sirven , como fuente prehistórica de los viajes y por la nostalgia de mi pareja.

          Entreteniendo el medio día sin rumbo, nos han invitado a comer, opiparamente y hasta casi reventar. Se trata de un festival religioso -no hemos entendido en honor de quién -, nos han agasajado con un enorme plato de puré especiado y denso de patatas, verduras cocidas, salsa de tomate, berenjenas fritas y dos postres, con el arroz, como ingrediente principal. Nos han hecho posar con los alimentos en ristre, nos han hecho decenas de fotos y todos los hemos pasado genial. ¡Todo buenísimo!.

          En la tienda del alcohol y con otras tantas veces, pedimos el güisqui "cheapest" y nos dicen con contundencia, que esa marca no la tienen.

          Después y de forma inesperada , hemos visto el primer guiri -viejuno- en este estado.

          Con nuestro flamante wifi callejero, hemos calculado las distancias y desde luego, lo que queríamos hacer, no va a poder ser, por lejanía, escasez de transporte y hoteles carísimos y deficientes.

          Mañana y pasado los pasaremos en Shillong, a cien kilómetros de aquí y la jornada siguiente, llegaremos , a Cherrapunjee, la localidad más lluviosa del mundo.

          De ahí, a las capitales de Tripura, Mizoran y Manipur a las que hay respectivamente 450, 550 y 400 kilómetros. Iremos viendo, pero la realidad será mucho más modesta.

          A las 7:23 de la tarde, hora local, nuestros móviles nos alertan de un terremoto de 4,7 grados, a 38 kilómetros de aquí y que ha afectado a India, Bután y Bangladesh. ¡Como veis, el aburrimiento no tiene cabida en nuestras vidas!

Bazar de Fancy, en Guwahati


 

Logística en Guwahati: hotel, transporte y wifi

           EL HOTEL. Sí.Cumplimos nuestra amenaza y cambiamos de hotel. No solo por el engaño del wifi, sino por el incesante jaleo nocturno; por los insaciables mosquitos, que nos obligaron a taparnos hasta la cabeza; por el espartano colchón -el peor del viaje y ya es decir - y porque no se cargaron los móviles.

          Somos previsores y habíamos mirado otros alojamientos la tarde anterior. Habíamos visto uno con wifi por 1.120 rupias, pero resulta, que hoy, esa habitación estaba ocupada y la siguiente costaba 1.680..¡Así es nuestra vida, si queréis nos la compráis y si no, pues a otra cosa! Comenzó una alocada peregrinación por las calzadas, esquivando a todo lo que se mueve, que es mucho y variado. Ya sabéis las principales respuestas: "no rooms"o "is full". Alguno más honesto y educado te pide perdón y te informa de que carecen de los permisos para alojar extranjeros. 

          Finalmente y donde menos lo pensábamos, obtuvimos una habitación al mismo precio de ayer, sin wifi. Desde que salimos del aeropuerto de Delhi no hemos visto ningún sitio, donde vendan tarjetas sim  locales para móviles. 

          En resumen. Las habitaciones en Guwahati cuestan entre un 25% y un 100% más que en Sikkim o en West Bengala, son peores y raramente disponen de wifi.

          EL TRANSPORTE. No sabemos, que medios de transporte habrá desde la nueva estación, a ocho kilómetros del centro, pero desde la vieja y para nuestro interés solo buses tempraneros, a Tezpur. Se supone, que también los hay a Shillong y te mandan a preguntar a la ventanilla 19, pero nunca hay nadie y parece abandonada.

          Al lado, hay todoterrenos, que salen cada media hora, pero son más caros, que el transporte público. Y parece, que está va a ser la tendencia, que impere en el futuro, por lo que el presupuesto puede aumentar hasta un 50% y no estamos muy conformes.

          EL WIFI. Sabes, que al final, las dos noches hemos dispuesto de él, pero de aquella manera. La primera, apareció uno libre, cuando ya nos íbamos a dormir. La segunda, encontramos otro con clave 12345678, procedente de la calle. La única cobertura, sentados en la taza del baño. Por eso, hemos podido subir parte de los vídeos y los post.

          ¡Una dificultad más y nos damos la vuelta! A nuestra India de siempre.

Guwahati

           A media tarde, el tren llegó a superar las dos horas de retraso y nos temimos una caída en barrena. Pero, desde el atardecer se fue recuperando y para nuestro gozo llegó a la 1:22, con tan solo una hora y diecisiete de retraso. Arribamos a Guwahati con ese mismo margen, nueve horas después. Para ser un convoy de tan larga duración, nada que ver con el lamentable espectáculo, que vivimos en el tren de Delhi.

          Guwahati nos sorprendió con un solemne calor y con la sensación -que aún mantenemos - de que todo va a ser, mucho más difícil que de donde venimos. Hay alojamientos suficientes, pero en más de la mitad de ellos no nos aceptan por extranjeros. Y el resto, son básicos y muy caros. Existe poco transporte público y mucho privado -taxis y todoterrenos-, con tarifas poco razonables. Al menos, el tema de la comida y el alcohol, muy bien.

          Queríamos ir a Tezpur - ciudad más bonita de este estado- pero la realidad nos está haciendo recalcular el recorrido. Queremos visitar este estado de Assam y por este orden, Meghalaya, Tripura, Mizoran -alcohol ilegal- y Manipur, para volver aquí. No pretendemos ir mucho más allá de sus capitales. No iremos a Arunachal Pradesh ni a Nagaland. Nos quedaremos aquí mañana para organizar la logística y ponerle una pausa al viaje.

          Una vez asentados -después de mucho esfuerzo y paseos - y haber mandado a la mierda a más de diez comisionistas de los alojamientos, nos vamos a descubrir parte de la ciudad.

          La primera sorpresa es, que para llegar al río y a los ghats, hay que pasar por un profundo, largo y oscuro párking ¡En India nunca te aburres!. Resultan decepcionantes por nebulosos, dejados de la mano de Dios y porque por la mayoría de los accesos, te cobran. En la zona si encontramos otros lugares muy atractivos, como dos templos, varias gompas, el palacio de justicia y el planetario, además de un bazar. Está a punto de atropellarnos un autobús y de mandarnos al día del juicio final.

          En el centro, Guwahati es una ciudad relativamente transitable -buenas aceras, pero calles muy difíciles de cruzar - y limpia. En la arteria principal de los hoteles - no muy lejos de la estación de ferrocarril - y por la tarde, se monta un mercado de ropajes, complementos y comida, que la convierten en tan animada como intransitable.

          Mañana, sí o sí -prevemos un día durillo-, cambiaremos de hotel, porque la hija de puta de recepción nos ha engañado. Nos dijo está mañana, que el wifi estaba averiado y al llegar a la habitación comprobamos, que tiene cuatro repetidores -uno por planta - y dos con la señal entera. Le hacemos una captura de pantalla a las conexiones y aún así, mis vuelve a decir lo mismo.

          Camino del este, cada jornada se va haciendo de noche más pronto y debemos recogernos antes.

New Jalpaiguri

           La última tarde en Siliguri -el lugar hasta la fecha más caótico y desagradable del viaje - descubrimos, que varias agencias ofrecen autobús directo, a Tezpur, en Assam. De haberlo sabido antes, podríamos haber cambiado de planes, aunque veinte horas por carretera por carretera en India, son siempre muy duras.

          Pero, no, porque nosotros ya teníamos nuestros billetes de tren, a Guwahati, convoy, que seguía subiendo inapelablemente, ya por el centro de India -Andra Pradesh-, según nuestra aplicación, con aproximadamente una hora de retraso.

          Cuarta noche en esta ciudad y tercer hotel distinto, por problemas con los dos anteriores, sin duda, el mejor. Dormimos casi el sueño eterno y apuramos el check out hasta las doce, dado que el día iba a ser largo. Nuestro tren -ya iba por el estado de Orissa- se había ido a más de hora y media de retardo, durante la noche.

          Cruzamos la carretera de la muerte y una pequeña confusión, estuvo a punto de arruinarnos la jornada. Tomamos un bus, pero este no iba a New Japailguri, a 8 kilómetros, sino a Japailguri, a secas, a 47. Afortunadamente, el ayudante nos solucionó parte del problema y nos dejó en un cruce, a 4 kilómetros de la terminal. Había cacharros, pero como teníamos mucho tiempo, fuimos andando por una carretera fácil, aunque tan polvorienta, que nos dejó el pelo, la cara y los brazos hechos un asco.

          Al llegar, comimos las mejores samosas del viaje y nos valimos del wifi de nuestro hotel de hace días, para seguir controlando el 22503 -no jugamos nunca lotería, pero la próxima Navidad compraremos un décimo con este número -, que se acercaba peligrosamente a las dos horas de demora.

          De día, New Japailguri no es un lugar peligroso y puedes moverte con relativa soltura. Está la calle principal, algo caótica, que lleva a la wine shop. Está la de los numerosos restaurantes, que sirven todos lo mismo. Y por último, la tranquila arteria de los hoteles de tipo medio, bien asfaltada, que da acceso a un barrio modesto, pero muy bien acondicionado y presidido por un templo.

          Otra cosa diferente y bastante molesta, es la numerosa pandilla de pesados, que pululan por sus calles y que son bastante agresivos. Se dividen en cuatro gremios y no sabría decir, cual es peor: los del transporte, los de los restaurantes, los de algunos hoteles cutres -entre ellos, el nuestro de la otra vez- y los insoportables niños pedigüeños. Nosotros y otra guiri sola -que habíamos visto, en Darjeeling - para pelear con todos.

domingo, 11 de febrero de 2024

Adiós a las montañas, camino de Assam y del verano

           Darjeeling Siliguri están separadas por apenas 75 kilómetros, pero mientras en la primera, hoy, el rango de temperatura era 13-0, en la segunda 27-14. ¡Vamos: del abrigo, a la manga corta!. Una está a 2.050 metros de altitud, mientras que la otra, a 122. Se puede decir, que al regresar esta mediodía, a Siliguri, hemos vuelto al verano por enésima vez, pero ahora, para quedarnos en él, hasta el final dé este decimo periplo largo. ¡Adiós a uno de mis dos polares, que flamantemente, vestirá un indio!

          Pero, la última noche en Darjeling no fue muy calurosa para nosotros, a pesar de las tres mantas. Frío no pasamos, pero tampoco entramos en calor completamente y a ratos, debimos taparnos la cabeza. Vamos, que salir de esa madriguera a la mañana siguiente era toda una perezosa epopeya.

          Pero, había que hacerlo y el reinante sol de estos tres días nos ayudó. Quedaba la última visita: la Pagoda de la Paz, sita a unos 3 kilómetros. Enfilamos hacia arriba por la estrecha calle Ghandi, pero a medio camino nos dimos la vuelta, por lo peligroso de los agresivos todoterrenos y más, llevando los bultos a cuestas, ¡Será por estupas! Así, que tomamos la misma arteria hacia abajo, en dirección a la plaza Chowrasta y el bazar. Vistas espectaculares de los alrededores, que disfrutamos a medias, por ir más pendientes del tráfico.

          Tomamos a las 11:30 el bus de vuelta a Siliguri. Salvo en las faldas del Himalaya, los paisajes son bastante aburridos, en India, cuando viajas, salvo que te pirren los campos de arroz. El único entrenamiento suele ser ir contemplando los deteriorados pueblos, con sus cacharros y sus negocios de cuatro cosas, en los que siempre cuelgan las omnipresentes tiras de bolsas pequeñas de snacks. ¿Alguien será capaz de calcular, cuantas se ofertan en todo el pais? Tal vez, miles de millones.

          Otra cosa son los intensos olores, que entran por las ventanillas del autobús o del tren, que se repiten, aunque no siempre en el mismo orden. El que más odio es, el omnipresente a chapati quemado. Tal vez, porque se repetía cada día en una casi hermética habitación en Calcuta hace diez años, cuando atravesábamos momentos bajos. Me da ligeras arcadas. El segundo, el de los meados reconcentrado.

          A la basura y a las vacas y sus mierdas, ya casi no nos huele desde mediados del primer viaje a India. Otros son, a humo, a humanidad, a animales varios, a incienso, a ambientador, a fritanga diversas, a fango, a polvo , a cables quemados, a bencina...La cosa empeora sobre manera, cuando se entremezclan varios de ellos, lo que suele ocurrir muy frecuentemente.

          La novedad del viaje de hoy de vuelta, a Siliguri, ha sido precisamente, que no ha habido noticias, por primera vez en este periplo. Tan solo, un enfrentamiento entre nuestro conductor y un motorista, que casi llegan a las manos. ¡Poca cosa! Hemos tardado tres horas y cinco minutos, casi una hora menos, que a la ida.

          Si  el tren no nos falla, mañana a media noche partimos para Guwahati, en Assam. Queremos visitar también y por criterios logísticos, Meghalaya, Tripura, Manipur y Mizoran. Hemos descartado Arunachal Pradesh y Nagaland.


El juego del tren

           Cada tarde, cuando llegamos al hotel y desde el primer viaje al país decimos: "otro día, que hemos sobrevivido en las calles de India". Después, llegan la quietud y el relax de la ducha, la cena, la cerveza el güisqui...

          Pero hoy,  los mayores nervios y la peor angustia los hemos pasado ya en el alojamiento, al darnos cuenta, de que habíamos cometido un gravísimo error de principiante. Al comprar los billetes desde New Jalpaiguri a Guwahati, no habíamos mirado, previamente, de donde sale este expreso . Al constatarlo, llega el horror. Es sábado. Hemos comprado los tickets a las tres de la tarde para el martes de madrugada y el convoy ha salido hoy, a las cinco y media de la tarde.

          Lo explico mejor: el tren tiene su origen en Kanyakumari -la punta o end of India - y hasta New Jalpaiguri hay un recorrido de unos 3000 kilómetros y unas 55 horas de viaje. Si para 1600 kilómetros nuestro tren de Delhi se retrasó quince horas, ¿qué día puedes aparecer este en nuestra estación? ¡Pánico, por podernos quedar bloqueados en esta ciudad mucho tiempo!

         Por los dos billetes hemos pagado poco más de seis euros, por lo que anularlos -aunque no nos devolvieran el dinero - era lo de menos. El problema surgía porque ya no había boletos de sleepers para ese día y el siguiente. Así, que estamos atrapados igual. Estudiamos, si nos quedaba algo por visitar en los alrededores de Siliguri y no encontramos nada accesible.

          Recordamos entonces, a pesar de que el frío de la habitación no nos dejaba casi pensar, que unos chicos del tren de Delhi tenían una aplicación, que precisaba todos los movimientos y estado actual de cada tren en circulación, en India. Descubrimos, entonces, que se llama "where is muy train" y nos la descargamos.

          Ni el juego de tronos, ni el del calamar, ni el del rol, ni los del hambre ... No hemos visto cosa más adictiva, porque cada diez minutos andamos mirando por donde anda el tren y así, hasta el martes.

          Decir, que partió con veintidós minutos de retraso de Kanyakumari. Llegó a acumular casi una hora de retardo durante la madrugada, pero ha ido recuperando a lo largo del domingo, hasta los once minutos actuales ( cuando esto escribo, 19:59 hora local). No estamos contentos, a pesar de la puntualidad, porque aún queda mucho partido por jugar para nuestro expreso, número 22503, que ahora anda por Rajahmundry. Guwahati nos espera, ¡pero no sabemos cuándo!


sábado, 10 de febrero de 2024

Darjeeling

           Había, que dividir el día entre gestiones logísticas -buscar nuevo hotel, comprar los billetes de tren ,a Guwahati (Assam)- y buscar cambio, tarea difícil y las visitas a Darjeeling y optamos por hacer primero, esto último.

          Darjeeling y después de una jornada de más de 44000 pasos, nos ha parecido una ciudad un poco más agresiva, que ayer y dos son los motivos: los descontrolados e irrespetuosos todoterrenos -suponen el 80% del tráfico total - y los omnipresentes perros. No es fácil manejar está situación, si pasas largos tiempo, sobre el asfalto. De hecho, ayer y preguntando en un hotel me embistió un can.

          Descartadas todas las gompas de las afueras -muy distantes-, comenzamos ascendiendo por la zona peatonal de ayer, hasta la curiosa y agradable plaza Chowrasta. Aquí se abren tres posibilidades.

          Una ruta de unos veinte minutos, caminando sin tráfico, visitando tres miradores -el segundos, curiosamente, tiene una alambrada- desde donde contemplar el Khangchendzonga. ¡Magnífico!. Hemos tenido suerte, porque el día está despejado y soleado y luce majestuoso.

          La segunda opción es llegar hasta la gompas de Bhutia Busty, que no es una estupa, sino un monasterio. Entre ir y volver y verlo, se tarda una hora.bel camino es descendente/ascendente, el firme muy malo y está lleno de motos, pero se pueden contemplar las viviendas tradicionales de la zona. Es bonito, pero esperábamos otra cosa..

          Más cercano está el templo hindú -lleno de molestos monos- de Makahala. El complejo no es gran cosa, pero el ambiente resulta magnífico, debido a la avalancha y actividades religiosas de sus fervientes fieles.

          De la plaza, salen dos calles peatonales para el otro lado, siendo la mas famosa, The Mall. 

          Ya solo nos quedaba el templo hindú, cercano a la estación de trenes, de  Dhirdhan, enclavado en uns explanada rodeado de chabolas sin agua  corriente, que tiene una bonita torre.

          Comprar un billete de ferrocarril o cambiar dinero sin cosas, que en cualquier parte del mundo son sencillas. Pero, en India, suelen enquistarse. Veinticinco minutos -sin cola-, para comprar el tramo New Jalpaiguri - Guwahati, por constantes malentendidos con el desagradable taquillero (Darjeeling no tiene tren convencional, pero si oficina de venta de billetes, a todas partes.

          En dos días, no habíamos visto donde cambiar dinero y preguntamos en una agencia de viajes, donde nos indican una tienda de artesanías, llamada, Ridhi Sidhi con una tasa malísima por lo que solo canjeamos 29 euros.

Está en Laden La Road, a unos cien metros de la calle peatonal principal, al lado de la torre del reloj. Al volver al hotel y por la calle principal, que hemos recorrido más de veinte veces, vimos una tienda de electrodomésticos, donde también cambiaban. Estás cosas nos pasan más a menudo de lo deseable 

          Actualización del balance de guiris: Sikkim 4 - Darjeeling 16, la mayoría viejunos.

Hoteles de invierno, hoteles infierno

          Después de  que anocheciera  y de dar varios  paseos  por el bazar y las calles peatonales, nos recogimos en el hotel y comenzó el calvario. A los diez minutos de estar en la habitación, teníamos los pies, las piernas y las manos congeladas. En la alcoba, había solo una manta, que no solo iba a ser insuficiente para dormir los dos por la noche -estimamos, que nos íbamos a quedar a entre los cinco y los seis grados -, sino para poder pasar la tarde tapados los dos. Poca ayuda nos proporcionaba nuestra fina manta de Etihad.

          A esas alturas, ya habíamos decidido, que no pasaríamos aquí la siguiente noche de ninguna de las maneras. Trataríamos de volver a buscar el reservado en Booking -de 700 rupias-, iríamos al de el lado -de mil- o por este precio, a unos, que habíamos visto de unos chicos jóvenes, más lejos del centro.

          A la hora de estancia, salimos a pedir una segunda manta, ya cabreados, pero encontramos abierta la habitación de al lado y nos agenciamos la suya, sin más miramientos. Así, pasamos la tarde algo mejor -las manos siempre frias- y para dormir, pudimos las dos encima, poniéndonos muy juntitos, porque no tapaban toda la cama. No pasamos frío, pero tampoco, sensación de calor, aunque sí un enorme peso encima 

          Al menos, a la mañana siguiente nos permitieron dejar el equipaje en recepción, mientras íbamos a hacer las visitas y a buscar otro hotel. Como ejemplo muy gráfico de esta estancia en el hotel Purni, baste decir, que a mí pareja se le congeló una lentilla, lo que no le había ocurrido nunca. Finalmente, nos decantamos por el reservado por Booking, ayer no nos funcionaba la bolita azul de Google Maps, por lo que resultó más fácil encontrarlo hoy, con dos sorpresas: habíamos pasado delante de su puerta ayer, sin detectarlo y -según nos dijo una señora de una tienda cercana-, lleva cerrado desde las pandemia. Y, ¿aún sigue apareciendo en Booking?  Ya nos pasó algo parecido en Lombok, hace cinco años. Menos mal, que nuestra reserva era sin tarjeta de crédito .

          Para llegar al hotel de los chicos jóvenes hay que sortear una auténtica gimkana de cosas múltiples, que hacen el camino muy incómodo. Al agarrarme a un poste metálico, para no caerme, me dió una fuerte descarga eléctrica. 

          En nuestro nuevo dormitorio, hemos mejorado algo en aislamiento -suelo de moqueta y paredes de madera -, en mantas -tres estando enrollado en una de ellas, mientras escribo - y en el baño. Pero seguimos sin una sola fuente de calor - cuando se prevén cero grados de minima- y con unos vecinos muy pesados.

          Mañana, volvemos a Siliguri y por tanto, al verano.

Templo hindú de Dhirdham, en Darjeeling


 

Calle peatonal "The Mall", en Darjeeling


 

Plaza de Chowrasta, en Darjeeling


 

Templo hindú de Mahakala, en Darjeeling


 

Gompa de Bhutia Bustty, en Darjeeling


 

Por fin, contemplamos el Khangchendzonga


 

viernes, 9 de febrero de 2024

Adaptándonos a Darjeeling

          A pesar de  su caótica explanada-parking-estación de autobuses, Darjeeling no es una ciudad cacharrosa, inaccesible e intimidante. Digamos, que es un término medio, entre la amable Sikkim y la feroz India común.

          En el lado bueno, dispone de un amplio bazar peatonal, de diversas aceras encerradas por verjas- como en Gangtok -, no circulan tuck tucks y las motos son pocas y de vacas y basura, ni rastro. También, podemos destacar, que nadie te da la lata: ni conductores, ni tenderos, ni pelmas aburridos... En el terreno negativo reseñar, que la gente es menos amistosa y afable,coque en Sikkim y caminar por las calles es poco llevadero, porque los principios básicos de educación y convivencia son escasos.

          Habíamos reservado en Booking un hotel a buen precio, pero como se podía anular hasta las seis de la tarde decidimos ir preguntando en todos los que íbamos encontrando de camino. La realidad es, que no hay nada por debajo de las mil rupias y nosotros estamos acostumbrados a pagar entre 600 y 700. Mientras tanto, fuimos comiendo rica y barata fritanga variada y recién hecha, a lo largo del camino, protegidos por el sol, que aliviaba los diez grados de máxima y nuestra escasa ropa. Estamos teniendo suerte, porque ni en Gangtok, ni aquí, apenas ha soplado el aire. Si no, estaríamos hablando de otra cosa..

          Por mucho que lo intentamos, no dimos con nuestro alojamiento, por lo que hubo, que retroceder. Para , que nos bajarán los precios intentamos reservar por varias noches, pero aquí a diferencia de los países, donde están acostumbrados al regateo, te cobran lo mismo por una, que por cien, o les das lo que piden o prefieren perderlo todo. Con rabia, acabamos en uno de mil rupias, que no tiene ni una sola prestación, a mayores, que los de las jornadas anteriores. Yo entiendo, que por serie euros tenga que tirar de mantas para protegerme del frío, pero por el doble, deben darte una fuente de calor, como hacen en los países calurosos con el aire acondicionado. Por este precio, hemos dormido en palacios fresquísimos, hace dos meses en Indonesia . 

          Dos cosas más : las agencias ofrecen un "3 points", con el mismo precio del de Gangtok, siendo allí 10. Además, te tienes, que levantar a las cuatro de la mañana para ver amanecer en  la colina del tigre ¡Va a ser que no!

          El alcohol aquí, es el 100% más caro, que en Sikkim y de peor calidad. Otra mala noticia.

Camino de Darjeeling

           Después del día de parón y con fuerzas renovadas, nos levantamos a poco más de las siete de la mañana, pero, si en ninguna parte, no por mucho madrugar, amanece más temprano, en India, menos.

          Cruzamos la calle de la muerte, que no nos habíamos atrevido a atravesar el día anterior, porque la estación de autobuses -como la de trenes-, está al otro lado y no nos queda más remedio. Primera contrariedad de la mañana ventanilla abierta y nadie sin atenderla, hasta pasar media hora. Compramos los billetes y por tercera vez consecutiva nos colocan en las plazas 1 y 2, cuando el bus va casi lleno. Empezamos a pensar, que esos lugares están reservados pero lisiados, militares, extranjeros...

          Toca esperar otros treinta minutos hasta la salida y cuando partimos, hay bastante más gente de pie, que sentada. El paisaje resulta aburrido, hasta entrar en la zona de montañas, aunque al menos, hemos padecido menos atasco de salida, que el otro día. La niebla en los valles y los picos - a pesar del sol reinante- y la numerosa masa forestal en las laderas, tampoco ayudan mucho. No llevamos ni una hora, cuando hay veinte minutos de parada para desayunar. A mitad de camino, llegamos a Kurseong, donde padecemos un severo atasco de más de media hora. Está localidad es conocida -ademas de ser completamente cacharrosa - por estar unida a Darjeeling con el caro tren de juguete -entre mil y mil quinientas rupias- que hace, exactamente, el mismo camino, que el bus.

          A partir de aquí y hasta el destino, no dejan de sucederse edificios y diversas poblaciones: Sonada, Ghom..con el trasiego de la gente, que sube y que baja, constamente. El ayudante es poco empático y colaborativo,: directamente y para no perder más tiempo, a los jubilados y a las gordas no la dejamos subir. No hemos conseguido me mejorar nuestra media, de Sikkim. Cuatro horas para 77 kilómetros, aunque con menos incidentes, que en aquellos viajes.

          Hoy en día ya no se tortura en la mayoría de cárceles del mundo. Pero, hacer un par de viajes diarios entre estos destinos, como llevan a cabo los sufridos y expertos conductores de estos cacharros, es lo más parecido a los trabajos forzados.

          La estación de Darjeeling no es tal, sino una especie de parking caótico, donde se juntan buses y todoterrenos a casi todas las partes de la zona.

El bazar de Darjeeling


 

Mezquita, en Darjeeling


 

jueves, 8 de febrero de 2024

Obligado día de parón

           Desde el primer día en Sikkim, pienso que las jornadas transcurridas en este estado, no deberían contabilizar en nuestra estancia en India, porque se trata de un lugar completamente diferente.

         Pero, aquí estamos, de vuelta a la ciudad salvaje de Siliguri, que es una de las localidades más desagradable e intransitable, que conocemos en India y ya hemos visitado casi un centenar de ellas. Hemos retornado a las canalizaciones abiertas, al tráfico letal, a los tuck tuck, a los barros y los lodos, a la basura por todas partes...en términos generales y con una sola palabra a la incivilización.

          No obstante, nuestra estancia en esta ciudad -cacharro y nudo de comunicaciones, iba a ser tan solo de una noche, pero varios sucesos han provocado, que tengamos que parar otra jornada más aquí, muriéndonos de asco. Primero, los acontecimientos del día de ayer nos dejaron bastante tocados psicológicamente. Segundo, una incómoda noche en el hotel, debido a un ambiente escandaloso, al colchón fino como papel de fumar y también, que sobre las dos de la mañana, me desperté abruptamente con una tiritona y un tembleque terribles, que me tuvo sufriendo casi una hora. No se si habrá suerte algo parecido a un corte de digestión pero el casi es, que nunca me había ocurrido algo similar.

          Así, que no había otra que parar en esta lamentable ciudad y en este discreto hotel, donde los empleados y bajo cualquier excusa, te están dando la brasa a todas horas. Está mañana, por ejemplo, nos han querido echar a las 9 cuando el check out es a las 12, como pone en la propia recepción.

          Nuestra actividad diaria hoy, ha consistido en permanecer en la habitación y solo hemos salido para comprar la comida y la cena. Es casi imposible hacer otra cosa sin poner en riesgo tu vida. A no ser, que cojas un autoricksaw que te lleve al bazar, que es lo que aquí ofrecen todos ellos, pero y después de ver fotos por internet, no hemos tenido la curiosidad ni las ganas de afrontar esa experiencia.

          Todos nuestros planes se retrasan un día. Mañana iremos hasta Darjeling, donde permaneceremos hasta el lunes. A partir de ahí, toca explorar los estados de Assam y Meghalaya. Tomaremos un tren nocturno a Guwahati y la exploraremos, junto a Hajo y Tezpur. En Meghalaya visitaremos Shillong y Cherrapunjee que es el lugar donde más llueve del mundo. Después, iremos viendo.

          Nuestro parte de salud, sigue muy determinado por los constantes cambios de temperatura, que nos ha llevado este viaje desde el invierno al verano y del verano al invierno, en varias ocasiones. Así, que vamos enlazando un constipado con otro, de momento, sin fin. A ratos, a mí  me duele la misma costilla, que ya me dió problemas en el noveno viaje largo. Afortunadamente, y tras el atropello de ayer, hoy han desaparecido los dolores de piernas y espalda, que me generó.

miércoles, 7 de febrero de 2024

Pues si. Al fin llegamos de día, pero...

           Pues si. Al fin llegamos de día, pero... En lo que parecía  una pura y dura jornada de transición, para deshacer posiciones y volver a Siliguri, surgieron bastantes acontecimientos y la mayoría no fueron buenos.

          EL MALDITO PERRO:  otra vez y como ayer, nos ha despertado el puto can, que lleva ladrando sin parar desde las seis y media de la mañana.

          LA CÁRCEL: como ya no podemos conciliar el sueño, nos levantamos, a ver si por fin, llegamos de día a destino. Al tratar de salir del hotel, hay una verja cerrada, que nos impide el paso y nadie para abrirla. Nos cuesta un rato de gritos y golpes a las rejas hasta poder salir.

          EL TAQUILLERO AGRIO: primero nos descoloca y cuando pedimos los billetes nos pregunta la edad. ¿Cómo? Y, después, nos quiere cobrar 300 rupias más, que a la venida. Como protestamos nos dice, que es un servicio con aire acondicionado. Pero, ¿si estamos a dos grados?. Quizás, quiera decir calefacción, pero no nos lo creemos, porque ni siquiera las tiendas internacionales de la calle peatonal disponen de ella y sus trabajadoras venden con bufanda y gorro. Son las 7:50 y nos toca esperar al bus de las 9, si no queremos pagar un extra.

          EL FRÍO: ni una sala de espera, ni un recoveco, donde refugiarse. Absolutamente congelados, antes de abordar el bus, que eso sí, sale puntual. Nos han vendido los asientos 1 y 2, que son los peores del vehículo, pero nos hemos cambiado a una zona "más cómoda".

          EL GRAN SUSTO: me duermo, casi nada mas partir, tapado con una manta de Etihad. De repente, me despiertan los gritos y aspavientos de mi pareja, que está chillando al ayudante y al conductor, porque no han parado en la frontera y no podemos sellar la salida, con los problemas, que tendríamos seguro, al tratar de salir del país.

          EL ATROPELLO: al bajar al sellar el pasaporte, una camioneta pequeña, que va marcha atrás, me atropella por la parte de arriba de las piernas y casi caigo al suelo debajo del vehículo. Milagrosamente y a golpes, hemos conseguido alertar al conductor.

          LA RUEDA Y EL RETROVISOR: poco después, debemos parar más de media hora en un taller rural de recauchutado, porque se han roto estos dos elementos. Toca cambiar ambos, para más desesperación.

          Tiempo total de viaje hoy, cinco horas y veinte minutos. Hora de llegada: 15:25, de día.

          EL CHECK IN: el empleado del hotel reservado por Booking, no tiene ni idea de manejar un ordenador y demora nuestra entrada en media hora, bajo diferentes excusas 

          EL INTENTO DE FUGA: nos da la habitación, pero intenta quedarse con nuestros pasaportes, durante horas, por lo que cogemos los bultos y amenazamos con irnos. Entonces, hace fotos de ellos y nos los devuelve.

          LA PELEA: cuando regresamos de comprar la cena y cerveza, en la calle principal secundaria se ha montado una terrible pelea entre un conductor de autoricksaw y un chico. Uno de los hombres está a punto de caer al maloliente canal lateral. A todo esto, han dejado sus vehículos en todo el medio y han montado un atasco de más de quince minutos de duración, en el que permanecemos retenidos.

          EL RE-CHECK IN: al llegar al hotel y no contentos con la espera anterior, nos hacen rellenar dos enormes formularios de preguntas chorra, que nos llevan quince minutos 

          Visto lo visto, aún estamos contentos, porque hemos conseguido terminar el día con vida.

martes, 6 de febrero de 2024

"Ten points", en los alrededores de Gangtok

           Para nuestra alegría y como preveía nuestra aplicación del tiempo, el día amaneció despejado, después de tres jornadas de lluvia y niebla.

          El día anterior habíamos preguntado por el tour "Ten points", en tres agencias. En una nos trataron de cobrar el doble y en otra nos lo explicaron poco, así, que nos quedamos con Thakur y Hermanos, ubicada al principio  de  la escalera del Lal Bazar, que fue la que más confianza nos causó. El importe acordado de dos mil rupias, incluía entre cuatro y cinco horas con diez visitas y los parkings de espera del taxi. Mil las pagamos al agente -nos dió recibo- y otras tantas deberíamos dárselas tras finalizar el circuito, al conductor.

          Podríamos y probablemente, hubiera salido más barato, haber contratado directamente a un taxista, pero no teníamos garantías, de que hubiera realizado alguna vez ese recorrido y o nos podía perder o demorar en exceso la duración, por lo que no merecía la pena ahorrar algunos centenares de rupias.

          Pactamos encontrarnos en la puerta de la agencia, a las 9:30. Como el conductor -taxista llegó a menos cuarto y por el mismo precio, pudimos asistir a la limpieza y puesta de incienso y ofrendas en el local.

          Nos montamos en un coche azul bastante nuevo y equipado con la última tecnología. Hemos tenido suerte porque nuestro driver ha hecho decenas de veces este recorrido y conduce con una gran pericia y tranquilidad, sin movimientos bruscos y sin usar el claxon. Es joven, educado y nada charlatán. Habla muy poco inglés, por lo que afortunadamente, las conversaciones se reducen a lo necesario. No nos mete prisa en ningún momento, a la hora de desarrollar las visitas.

          Antes de detallar los "Ten points" decir, que aunque el cielo estaba azul y el sol brillaba, en Gangtok, no ocurría lo mismo en las montañas cercanas y menos en el Khangchendzonga, que es la más espectacular. Es invierno y sabíamos, que era lo más seguro, que nos pasaría. Pero me temo, sin tener datos, que esto ocurre el 95% de los días del año.

          1.- Baktang Falls: una cascada de flujo medio de agua (7 de puntuación)

          2.- Templo Gonjang (10 rupias): es templo y monasterio budista. Muy bonito tanto por fuera, como por dentro (9 de puntuación)

          3.- Tashi wiev point: un extraordinario mirador, desde donde algunos afortunados podrán ver unos cuantos días al año el impresionante Khangchendzonga. Hoy y entre la densa niebla, solo se intuía su silueta (5 de puntuación) .subir a su observatorio elevado, cuesta 19 rupias, que no pagamos.

          4.- Lasha Falls, o cascada timo: apenas un hilillo de agua, en un lugar ligeramente escarpado y con centenares de banderas de oración (3 de puntuación).

          5.- Plant Conservatory (20 rupias): un jardín botánico con plantas y flores. No entramos (sin calificar).

          6.- Mirador sobre Gangtok: vistas generales de la ciudad con algo de niebla (4 de puntuación).

          7.- Ganesh Tok: templo dedicado al Dios Elefante (7 de puntuación).

          8.- Hanuman Tok: templo dedicado al Dios Mono. No sabemos, lo que cuesta, porque nos colamos sin querer. Lo visitamos con calzado -nadie nos dijo nada-, aunque hay que quitárselo en la entrada al recinto (no al templo, 8 de puntuación).

          9.- Ropeway o teleférico (130 rupias, ida y vuelta): no lo tomamos, debido a la niebla, que ya llevábamos viendo toda la mañana.

          10.- Do-Drul Chorten, dentro del Centro de Estudios Tibetanos: se trata de un complejo presidido por una gran estupa blanca y otras menores (9 de puntuación).

          Decir, que el lugar más lejano y elevado es el punto 8, al que se accede y del que se desciende por una carretera imposible.

          En total y con un atasco incluido, tardamos tres horas y media, que pueden llegar a otra más, si se visitan los dos puntos, que nosotros dejamos al margen 

          Mañana, dejamos Gangtok, camino de Darjeling. Con sus matices, está ciudad se nos parece cada vez más, a Shimla.