Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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martes, 4 de septiembre de 2012

Con la totora, como único suelo

                                                                    Puno (Perú)
Puno es una ciudad de no demasiados encantos, en el sur de Perú. El principal atractivo reside, en ser punto de partida para algunas interesantes excursiones .En la oficina de turismo nos han indicado, que mejor, las hagamos por agencia, porque si no, nos van a engañar. Como no nos han recomendado ninguna, en concreto, damos la información, como buena
                                                                             Islas Uros (Perú) 
Miramos en más de diez. Todas ofrecen el mismo programa, que realizan empresas ajenas y especializadas y que en un día te lleva, a las islas Flotantes (bajas en una y ves otra) y Tequile. Existe otro circuito más extenso, que alarga camino, hasta la isla de Amantani, lugar en el que se pasa la noche. Pero, a nosotros nos basta con la excursión de un día.

En el habitual recorrido, que hace por los hoteles, el microbús de la agencia nos recoge temprano. En él ya está sentado un argentino, que tiene 58 años y viene de Machu Pichu, donde ha subido el Guaina Pichu. Esta casado con una colombiana, así que aprovechamos para preguntarle por algo, que nos tiene obsesionados: la seguridad en la frontera de Ecuador con Colombia, que esperamos cruzar, más o menos, dentro de un mes. Según él, no hay problemas. ¡Tranquilizador!.
                           Islas Uros
            Llegamos al embarcadero y subimos al barco, saltando a través de otros tres, por lo que no acabamos en el fondo del lago Titicaca, de casualidad. Allí, ya hay gente de otras agencias, entre ellos Pau, un barcelonés que trabaja en La Caixa. Es simpático, sociable, muy abierto de mente y extraordinariamente viajado. Ha vivido, incluso, nueve años en Estados Unidos. El será nuestro compañero inseparable, durante casi toda la jornada.

            Los tres trabamos también, muy buena amistad con Rocío, una joven, guapa y agradable quechua, que nos va a hacer de guía. Tanto a la ida, como a la vuelta, en el largo periplo que hay entre las islas Uros y Tequile, hablamos de viajes, de política, de la propia actualidad y aprovechamos para interrogar a Rocío, sobre aspectos de la cultura peruana. Sobre todo, aquellos relacionados con la quechua y la aymara. Así, nos enteramos de que:
                                                                      Islas Uros
           -Las cholas aymaras tienen la cara más redonda, que las quechuas y los dientes de oro.
                                                                                               Islas Uros
            -Para una mujer de esas culturas, no es obligatorio vestirse de chola y en las ciudades de hecho, ya casi nadie lo hace. En muchos casos, más que por convicción, porque en la práctica, sufren discriminación.

            -En los colegios de Perú, la única lengua que se aprende es el español, aunque los niños de los pueblos, también suelen desenvolverse en quechua y/o aymara, si sus familias lo hablan. Es en la educación universitaria, cundo hay que elegir y estudiar uno de estos dos idiomas y si vas a ser maestro de pueblo, es obligatorio aprender y hablar, correctamente, ambas.
 Islas Uros
            -Los habitantes de las islas Uros, tuvieron que irse a vivir a sus edificaciones flotantes, porque siempre fueron un pueblo dominado y expulsado de todos los sitios donde habitaron. Primero, por los incas. Después, por los españoles. Y así, sucesivamente. Pero, la gente joven de ahora, ya no quiere vivir en las islas Flotantes y prefieren las comodidades de la gran ciudad.

            -Estas ínsulas son bastante turísticas y es del turismo, de donde ahora obtienen sus ingresos. Aunque, las hay, que se niegan a aceptarlo y viven de forma precaria, de la pesca de la trucha y del pejerrey.
                                                               Camino de Tequile
            -Los aymaras se extienden por Perú, Bolivia y Chile y son un pueblo sin patria, ni Estado.
                                                                        Tequile (Perú)
Nuestra primera parada es en una de las Uros, donde nos esperan sus folclóricos habitantes, que de inicio, nos explican la fabricación de las islas, a base de unos juncos llamados totora, que se van atando y superponiendo en capas cruzadas. Luego, vemos las casas y las cocinas y paseamos por la pequeña superficie de la isla, para terminar contemplándola desde un mirador bastante inestable, establecido al lado del lago. También, asistimos a una actuación “typical guirilandia” Las ínsulas no son móviles. Se hallan clavadas al fondo del lago
 Tequile
            Los lugareños tienen a la venta artesanía diversa y también ofrecen un caro paseo, en una embarcación igualmente elaborada, a base de la omnipresente totora. Lógicamente, en estas islas hay, que tener bastante cuidado con el fuego

Ya en Tequile –tras largo rato navegando, decidimos prescindir de la visita guiada y hacer el recorrido de la isla por nuestra cuenta. Rocío nos advierte, de que el barco no sale del puerto donde hemos llegado, sino desde otro punto de la isla y nos indica, como podemos llegar hasta allí.

            El lugar resulta muy atractivo, aunque menos exótico que las islas Uros. Un niño me pone carita y tengo que acabar compartiendo con él, la mitad del plátano, que me estoy comiendo. Nos metemos por un camino equivocado y de milagro y sobre el toque de la bocina, encontramos el barco.

miércoles, 29 de agosto de 2012

En altura y con hambre

Todas las fotos de este post corresponden, al P.N. de Eduardo Avaroa y al salar de Uyuni (Bolivia)
A las ocho de la mañana, ya estamos en la puerta de la agencia, como otros cuantos viajeros, que han contratado la misma excursión. Nos van dividiendo en vehículos y nos toca en un viejo minibús, que no dispone ni siquiera, de cortinas en las ventanas. Pero, el conductor es bien simpático y en la hora que tardamos hasta la frontera con Bolivia, nos va poniendo al día, muy animadamente, sobre lo que vamos a contemplar en la jornada de hoy. Ya estamos a 4.000 metros de altitud. Me da un pequeño mareo, según bajo del bus, que apenas me dura cinco segundos.

            Llegamos al puesto de inmigración, donde hay que pagar una tasa de 15 bolivianos. El funcionario que atiende, es bien simpático, aunque se pasa de gracioso y según nos va poniendo los sellos, hace chistes o comentarios, sobre aspectos relacionados con nuestra nacionalidad. A nosotros, nos habla de la ETA y de la independencia de los vascos; a una holandesa, le hace la comparación de los países bajos con la altitud de Bolivia; a dos daneses, les pregunta por la Sirenita…

            Pagamos también, la entrada al Parque Nacional Eduardo Avaroa (30 bolivianos) y nos distribuimos en los vetustos y algo roñosos, 4X4. Hemos elegido a “supercachorro”, como nuestro conductor y guía y a dos chicas argentinas –las únicas junto a nosotros, que son de habla hispana-, como compañeras de viaje. Las dos plazas vacantes del vehículo, las han ocupado dos divertidos y timoratos daneses.

            El programa previsto para hoy, incluye la laguna Blanca, la Verde, las Termas, Los Géisers -Sol de la Mañana- y la laguna Colorada, donde se encuentra nuestro refugio básico y al que llegaremos a la hora de comer.

             Las dos argentinas –de 20 y 19 años- responden al nombre de Florencia, aunque coloquialmente, se llaman Flopa y Flor. Son increíblemente maduras para su edad, saben lo que quieren en la vida y resultan abiertas, cariñosas y divertidas. Desde luego, ni en nuestros mejores pensamientos, habíamos soñado con tener una compañía tan agradable. ¿Y el conductor/guía?. Pues, se muestra parco en palabras, pero cada vez que abre la boca, es para decir algo interesante. Conoce la zona al dedillo.

            Pasamos por el desierto de Salvador Dalí -que en nada nos recuerda al pintor- y ya en las Termas, nos pegamos un chapuzón, en una pequeña pileta, cuya agua tiene una temperatura por encima de los 30 grados. Da sensación de quemazón, al entrar, pero luego, uno se siente muy a gusto. Unos jóvenes allí al lado, juegan un partidillo de fútbol. ¡Dios mío, como podrán, si estamos a 4.800 metros de latitud y a mi me cuesta esfuerzo, hasta agacharme para atarme las zapatillas!.

            Llegamos a los geisers y nos deleitamos con el increíble espectáculo de la naturaleza. Hoy deben andar algo enojados, porque escupen fumarola y agua hirviendo, con estrépito. Estamos a 5.300 metros de altitud y ahora sí, empiezo a sentir algo de malestar –ligero mareo y dolor de cabeza-, por lo que decido separarme de los cráteres, no vaya a marearme y a caer dentro.

             Flor y Flopa, cuando regresaban del baño, se han encontrado una botella de cerveza de medio litro y la compartimos los cuatro, sorbo a sorbo, deleitándonos con tan asombroso momento y con tan gratísima compañía. ¡Nunca tomamos cerveza tan cerca del cielo!

            Sobre las cuatro y dentro de una nave herméticamente cerrada, con el techo de chapa y cayendo el sol de plano, nos juntan a 18 personas y nos dan macarrones y patatas guisadas con pollo, que no creo que componga entre los pequeños cachos de cada plato, más de un par de muslos para todos. Nos quedamos con bastante hambre. ¡Pobres daneses, con lo altos que son y el estómago tan grande, que deben tener!.

Una chica sufre un violento ataque y todos nos asustamos al ver las convulsiones. Al final, se le acaba pasando. No sabemos si ha sido de altura, de pánico o una insolación, dadas las lamentables condiciones, en que estamos almorzando.

Antes, nos hemos repartido las camas de un alojamiento, más cercano al chabolismo, que a un lugar habitable. Es sucio y frío, porque entra gélido aire por toas partes.   

            Nos vamos a dar un paseo, bordeando la laguna. Al ir, el camino se hace fácil, pero al volver, hay casi un huracán, que nos viene de frente, lo que sumado a los 4.200 metros de altitud a los que estamos, nos agota casi hasta la extenuación. Hay que recurrir a una aspirina, que resulta muy efectiva

            A las siete –tan solo dos horas y media después de haber acabado de comer-, nos convocan a la cena, aún más insustancial que el almuerzo, a base de sopa aguada de quinua y espaguetis con salsa de tomate. Es la primera vez en mi vida, que como dos primeros platos para comer y otros dos, para cenar.

            Matamos la tarde con Flor y Flopa, primero en animada conversación y luego, jugando a nombre, ciudad, animal… Terminamos, viendo el espectáculo, que dan gratis la luna llena y las estrellas  Nunca antes, habíamos visto el cielo tan nítido

La noche se ha hecho larga y he pasado algo de frío, a pesar de dormir con tres mantas. Los baños a esas horas tienen tanta mierda, que ya son hasta peligrosos para la salud. Desde fuera, veo a uno de los conductores al lado de un urinario, orinando, directamente en el suelo. ¡¡Será cerdeo el tío!!. Al entrar al de las mujeres, observo con pavor, como una escobilla llena de restos de heces, está metida en un lavabo.

            El programa para hoy, empieza por el desierto de Silote –tras cruzar el cañón del Inca-, que nada tiene de espectacular y prosigue por el Árbol de Piedra, que es otro mucho más bonito y con formaciones rocosas, que nos traen enseguida a la mente, el Desierto Blanco de Egipto. Luego vamos viendo una a una, las lagunas Ramaditas, Hedionda –tiene muy adecuadamente elegido el nombre, por cierto- y Cañapa.

            Tras la sobremesa, volvemos al jeep y afrontamos un largo y tortuoso camino, que nos va llevando al borde de profundos desfiladeros y a través de los encantadores  pueblos altiplánicos, llenos de sonrientes niños a los lados de la carretera. Vamos descendiendo notablemente por debajo de los 4.000 metros y ya comienza, a aparecer alguna vegetación y la riquísima quinua, un cereal que es más nutritivo que el arroz y que se cultiva habitualmente en altura (a partir de los 2.500 metros).

            Llegamos a un pueblo, que en su día fue próspero, debido a que por allí pasaba el tren, que llevaba los minerales hasta Antofagasta. Ahora, aunque continúa habitado, parece un lugar fantasma, con las vías y los vagones abandonados.

             Aún, tardamos un buen rato en penetrar, en el impresionante Salar de Uyuni, frente al que está nuestro alojamiento, que hoy si es mucho más confortable. La habitaciones son para seis, pero están recién reformadas y en cuanto a la limpieza, impecables. Además, disponen de baño propio

             Nos convocan, a contemplar la puesta de sol y, realmente, resulta alucinante. Mejor, incluso, que la de tres días atrás, en Atacama. En época de lluvias –de diciembre a marzo-, la superficie blanca del Salar se llena de agua, provocando que con los reflejos del astro rey, se vean imágenes simétricas del cielo y del encharcado suelo.

Al día siguiente, se inicia la última jornada de nuestro tour. La sal parece nieve y nos sentimos en la Antártida. Llegamos a la isla Hincauasi -la del Pescado-. Escalamos hasta la cumbre y aunque todavía nos cansamos un poco más, que de costumbre, estamos ya casi adaptados a la altitud, sin necesidad de haber masticado una sola hoja de coca. La ínsula está llena de cactus y me pincho, bastante fuerte, con uno de ellos.

Una vez ya abajo, decidimos junto a nuestras amigas argentinas, que seguiremos los cuatro juntos, por Bolivia, hasta el lunes, días en que ellas tienen que iniciar el lento retorno hacia Salta, desde donde volarán el siguiente sábado, a Buenos Aires.

            De camino al hotel de sal, vamos planificando nuestros próximos destinos y decidimos, que el primero será Potosí. El establecimiento –construido solo con esa sustancia- es precioso por dentro, aunque creo, que es más para verlo, que para alojarse en él.

domingo, 26 de agosto de 2012

Los valles de la Luna y de la Muerte


El autobús de dos pisos, con destino hacia San Pedro de Atacama, sale puntual. Vemos ponerse el sol, cuando solo llevamos una hora de viaje. Nos enfrentamos a un viaje de 24 horas, el más largo que hayamos hecho hasta ahora en el continente.
Todas las fotos son del desierto de Atacama, menos la última, que es de San Pedro de Atacama
            El panorama en el colectivo es el mismo, que el de otras noches: Siempre, hay un roncador compulsivo y uno o varios niños, llorando. Como no me duermo, me pongo música en el MP4 y mientras escucho, al argentino Fito Páez, observo el bonito paisaje que rodea la franja de La Serena. Los pueblos, las montañas y las playas se van sucediendo, mientras la luna llena se refleja en el majestuoso océano Pacífico.

            Es una pena, que el paisaje fuera tan bonito por la noche y ahora no tenga interés alguno. No disponemos de demasiada comida y agua, porque nos habían dicho que nos darían el desayuno y dos comidas, pero el primero ha consistido en un minúsculo zumo y las segundas, no sabemos cuando llegarán, porque ya son las dos y no hay noticias de ellas

A las tres, llegamos a Antofagasta. Llevamos casi hora y media de retraso. Paramos diez minutos. Bajamos corriendo a comprar algo, que llevarnos a la boca y al cruzar la calle, faltan menos de cinco centímetros, para que me atropelle un coche. Menos mal, que tanto el conductor como yo, hemos tenido reflejos.

            Arribamos a Calama, donde se baja la mayoría del pasaje. Llevamos dos horas de demora y al conductor y a su ayudante, no se les ocurre otra cosa, que ponerse a limpiar el servicio, con toda parsimonia. ¡¡Era la gota, que faltaba para colmar el vaso!!. Le hacemos saber de neutro descontento, pero para variar, no nos hacen ni caso. Escribiremos una reclamación, a Turbus, por las numerosas molestias, que nos están ocasionando: Mientras llegamos, contemplamos la segunda puesta de sol, desde este mismo autobús.

             Los principales atractivos de San Pedro de Atacama son, la iglesia del mismo nombre -rodeada por un muro de adobe, tiene tres puertas coronadas por un arco y es la más grande y bella de la zona-, la casa Incaica y el Museo Arqueológico.

            A la mañana siguiente y una vez, que abre la oficina de turismo y que nos dan los suficientes elementos de juicio, empezamos a tomar decisiones. El Valle de la Luna está a 12 kilómetros del pueblo y se puede hacer, perfectamente, alquilando una bicicleta o andando. Comeremos pronto e iremos poco a poco hasta allí, con tranquilidad. Preferimos hacerlo así que organizado, porque en el programa que ofrecen las agencias, se ve todo muy deprisa y se hacen solo dos o tres paradas, de poco tiempo,

            El Valle de la Muerte está más cerca todavía, a unos cuatro kilómetros, por la carretera por la que vinimos ayer. Lo dejaremos para mañana por la tarde. Por diversas causan, no contrataremos la excursión de los geisers del Tatio.

            Primero, andamos durante 15 minutos hasta un cruce. Luego 40, por una carretera y una hora, por una segunda, por la que nos hemos metido, a mano derecha (es bien empinada, como nos habían dicho). Llegamos a la boletería, donde nos dan un folleto/plano y pagamos los 2.000 CH$ de la entrada. El calor es intensísimo y no nos habría sobrado, si incluso, hubiéramos traído más, que cinco litros de agua.
            El Valle de la Luna es una depresión, rodeada de dunas desérticas y cerros con impresionantes crestas filosas, que se encuentra sobre la Cordillera de la Sal. Forma parte de la Reserva Nacional de Los Flamencos.

            Por el interior del valle –y descontando las paradas- caminamos otra hora y cuarto, hasta llegar a las Tres Marías (tres pequeñas, esbeltas y bonitas formaciones rocosas, que se encuentran casi al final).

            Comenzamos recorriendo el sik -del estilo al de Petra, aunque mucho más modesto-, hasta llegar a la cueva. Menos mal, que traemos la linterna, porque si no es imposible visitar el interior. Hay que agacharse bastante y tener cuidado, porque las rocas son bastante cortantes y a veces, es necesario, moverse a gatas.

            Pasamos de largo los miradores –a los que subiremos a la vuelta, para ver la puesta de sol- y nos desplazamos por delante del bello Anfiteatro, hasta llegar al final. De camino y al margen de las señaladas, hay centenares de bellas formaciones rocosas recubiertas de sal, que convierten a este lugar, en un verdadero santuario de la naturaleza.

Estamos solos, durante toda la tarde, pero a las siete menos cuarto, se empieza a llenar de autobuses y de grupos de guiris, en tropel. Menos mal, que no hemos venido por agencia, porque a parte de tirar 10.000 CH$ (los dos), nos habríamos enfadado bastante y encima, no hubiéramos disfrutado de esta maravilla, como lo estamos haciendo.        

            Todos, nos aprestamos a escalar por el lateral de la duna, para contemplar la puesta de sol, que en este punto, tampoco tiene nada de espectacular, pero al bajar e ir retrocediendo, es cuando vemos el más bello atardecer, que hayamos observado en nuestras vidas.

Y es, que el cielo se va convirtiendo poco a poco, en una amalgama de colores y tonalidades, que van variando, cada escasos minutos, haciendo una tras otra, decenas de impresionantes acuarelas. A la vez y siguiendo el ritmo acompasadamente, van cambiando las tonalidades de las rocas y de la sal, dando lugar a estampas, sencillamente, espectaculares.
Volvemos. Algunos conductores nos quieren, llevar. Declinamos, amablemente, la invitación, porque hay luna llena y queremos volver viendo el valle, guiados por su luz. Pasan dos chicas en bicicleta, que nos saludan efusivamente. A estas horas, ni ellas ni nosotros sabíamos, que íbamos a compartir, tanto tiempo, juntos, en el futuro

Por la carretera pasan decenas de camiones, de los de transporte de coches, pero vacíos y nos da la sensación, de encontrarnos en una “road movie”, en medio del desierto y que, de un momento a otro, nos van a meter en el interior de uno de eso trastos y nos van a secuestrar. ¡Las malas pasadas de la mente
           
En la jornada venidera, cuando iniciamos el camino para el Valle de la muerte, varias chicas recorren el pueblo voceando “pan amasado”. Si la visita de ayer nos había impresionado, ahora nos quedamos con la boca abierta y es tal el impacto, que no sabemos, si podremos cerrarla algún día. Sus formaciones son espectaculares y caprichosas, aunque a diferencia del de ayer, son de arena y de adobe -o algo similar- y no tanto de piedra. También hay algunas estructuras salinas.

Sorprendentemente, el Valle de la muerte, que es el desierto más inhóspito del mundo, en el que no se alberga, absolutamente, ningún tipo de vida, es gratis. Estando en Chile, ¡no nos lo podemos, creer!. 

sábado, 25 de agosto de 2012

"Bienvenidos y prepárense para ser desplumados"

“Bienvenidos y prepárense para ser desplumados”, es un cartel de advertencia, que deberían colocar en todas las fronteras de Chile. Y es, que en esta nación no se sonrojan, al tratar de desplumar al máximo viajero, en la visita a las diferentes atracciones turísticas.

Para un español medio, Santiago suena a dictadura, a derramamientos de sangre, a Pinochet y a inseguridad ciudadana. Pero, ninguna de estos cuatro elementos, se hallan hoy presentes, en el entramado social de la ciudad. Veníamos con unas no muy altas expectativas y esta urbe nos ha encantado. Mucho más, que Buenos Aires.
 Las primeras seis fotos de este post son, de Santiago (Chile)
En nuestra opinión, el mayor encanto de Santiago reside en su amplia zona peatonal, que emerge desde la plaza de Armas, donde resulta una delicia pasear sin prisa, tomar o comer algo y ver a los chilenos en sus actividades cotidianas. Este barrio cuenta también con otras plazas con encanto, que lo hacen mucho más acogedor e íntimo, que los de las grandes ciudades, que hemos visto hasta ahora en el continente.

Llevan a cabo su trabajo, bastantes vendedores callejeros, lo que nos hace pensar, o bien que aquí la legislación es algo más relajada en esta materia o que la situación económica es menos boyante, que en la vecina, Argentina. Más adelante, nos iríamos dando cuenta, de que no siempre ambas cosas están relacionadas: Por ejemplo, Ecuador es un país de los más pobres de Sudamérica y apenas hay venta ambulante.

Nos llaman, extraordinariamente la atención, los vendedores de mote con huesillos -especialidad local, que nunca llegamos a probar-. Mientras y en las horas del mediodía, que ya estamos, los lugareños abarrotan las cocinerías y fuentes de soda, con la intención de poder llevarse algo a la boca.

            Uno de los emblemas nacionales es, la plaza de la Libertad, donde se halla el famoso Palacio de la Moneda, que permanece constantemente rodeado de policías, que impiden el paso desde una distancia considerable. Creo, que la señora Kichner gana a la señora Bachelet ,en cuanto a la belleza de su palacio de gobierno. En la parte de atrás, se encuentra la plaza de la Constitución.

            Sin lugar a dudas, nos enamoramos de sus cerros. Nos encanta el de Santa Lucía, a cuya cima no es demasiado esforzado, subir: También, la fuente de la Terraza de Neptuno, que está casi a la entrada y las alegres cascadas. Igualmente, las construcciones repartidas por toda la montaña y las vistas, tanto de la ciudad, del otro cerro -el de San Cristóbal-, como de los imponentes Andes, que nos circundan e impresionan. Hay un poco de neblina perpetua en las montañas, según dicen, provocada por la contaminación.

            Otra opción interesante, es dar un paseo por el barrio de la Bellavista y Lastarría. Es precioso, bohemio y hedonista, con sus casitas de colores. Aquí tuvo una casa Pablo Neruda. Se nota, que vive gente con plata. Salimos a la calle Pío Nono, muy animada y llena de terrazas, donde sirven litros de cerveza a partir de mil pesos.

Como ya de está al lado, hay que decidirse, a subir al cerro de San Cristóbal, donde están el zoológico y el Parque Metropolitano. Este sí, que es más esforzado, dado que en una distancia que no es muy larga, hay que ascender, casi desde los 300 metros a los 800. En la cumbre se encuentra la estatua de la virgen de la Inmaculada Concepción, de 14 metros de altura. También existe una capilla, donde se da misa al aire libre y un Memorial. Se nota, que es un centro de peregrinación, con multitud de mensajes pidiendo o agradeciendo cosas.

La avenida Providencia –que nomina al barrio del mismo nombre-  está siempre muy animada, con gente que sube y baja o que compra en los establecimientos de la zona. Cerca hay una oficina, que vende los boletos de Turbus, compañía que a cambio de 27.700 CH$, nos debe llevar en la tarde de pasado mañana, a San Pedro de Atacama (un día completo de viaje).

Lo único que no nos ha gustado, es que por la noche, Santiago es una ciudad bastante mal iluminada, aunque en ningún momento, hemos llegado a temer por nuestra seguridad. Nos ha decepcionado, el barrio de Brasil, que esperábamos, fuera menos residencial

El camino, a Valparaíso, ha sido un Vía Crucis. No sólo, hemos tenido que aguantar, a Tatiana, una pasajera, que sabe de todo y no suelta el móvil de la oreja, sino un concierto entero, de los Iracundos –un grupo uruguayo casposo-, enel monitor de televisión.
               Las últimas cuatro fotos de este post son, de Valparaiso (Chile)
Al poco de estar en esta ciudad, uno ya se puede dar cuenta de que hay tres zonas bien diferenciadas:

            1ª.- El espacio comprendido entre la estación de autobuses y el centro, que es eminentemente comercial y tiene bonitas casas, aunque algunas bastante decadentes.

            2ª.- El centro. Está al lado del puerto. También tiene plazas y calles bonitas, pero está algo descuidado.

            3ª.- Los cerros. Al contrario de lo que pudiera pensar y según mi opinión, claro, es más bonito lo que se ve en los propios cerros, que lo que se observa desde ellos. En los cerros, hay cuidadas zonas residenciales de casas de chapa y de vivos y variados colores. El más importante es el Cerro Concepción, al que por 250 CH$, se puede subir en un ascensor que fue inaugurado en 1.883 y que durantes bastantes años, funcionó con vapor.

            Retornamos, a Santiago, de noche. Habíamos pensado coger el metro, para franquear las seis estaciones, que nos separan de nuestro hotel, pero los alrededores de las estaciones Alameda y Borja están tan animados –con decenas de puestos de todo tipo y muchas gente en sus alrededores-, que decidimos, retornar andando. Como es viernes, las pandillas de chicos y chicas han tomado las aceras, para disfrutar de unas horas de diversión.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Desde El Calafate, a Santiago


             Nos marchamos de El Calafate bastante enfadados, después de haber leído en la prensa local, que están tratando de que la zona, tenga un “turismo de calidad”. Traducido a un lenguaje comprensible, significa encarecerlo todo y mayormente, poner trabas, a los que llegamos con presupuestos más bajos.. Eso ya han aprendido a hacerlo en Torres del Paine, donde todo cuesta un pastón, aún siendo los diversos servicios, pésimos (por ejemplo, los buses que unen Puerto Natales, con el Parque Nacional). ¡Qué tengan cuidado unos y otros, porque determinadas decisiones, se pueden tornar en su contra!.
                                                                          Ambas fotos son de Bariloche (Argentina)
            Nuestro siguiente destino es Bariloche, pero llegar por tierra, resulta una aventura. No por las cosas, que te acontecen de camino, sino por la distancia y por los cambios de transporte. Primero, debemos tomar un colectivo a Río Gallegos. Allí, esperar y subir a otro, con destino a Comodoro Rivadavia, una ciudad de la Argentina profunda, con casas de alubión o a medio hacer. Y finalmente y desde este lugar, un tercero, que nos pone en nuestros destino. En total, unas 32 horas, incluyendo el tiempo entre transbordos
              Puerto Montt (Chile)
            Horas y más horas, transitando por la cansina Patagonia y viendo la misma estampa, en forma de pedregoso, seco y aburrido desierto. Tan anodino es el viaje, que al llegar a Caleta Olivia y por ver una bonita playa, nos pega un subidón tremendo. Pocas más cosas pasan, salvo unas musulmanas, que se dedican a eliminar cualquier rastro de cerdo, en los sándwiches, que nos han entregado y una señora, que en el bus nocturno, cae fulminada y nos mete a todos un gran susto. Afortunadamente, se recupera.

            Bariloche es un lugar cuidado y caro. Está bien, pero esperábamos algo más. Dicen, que es la Suiza argentina, pero francamente, prefiero el país helvético. Y Federer, también. Cruzar el paso andino entre Argentina y Chile, vuelve a ser algo exótico. En esta ocasión, nos recogen los pasaportes y nos van llamando en forma de lista, por familias, como si estuviéramos en el colegio o el médico. El paisaje es maravilloso, a pesar de que lo estropea, parcialmente, la densa niebla. Hace algo de frío.
                                                                                                        Isla de Chloe (Chile)
            Puerto Montt es un destino discreto. Lo mejor, la habitación que tomamos, en una casa particular –cuya dueña, nos ha abordado en la estación- y el enorme y bien abastecido supermercado, Jumbo. En el cono sur americano, la atención al cliente en estos establecimientos, es nula. Como, a la cajera quiere quitarse de encima monedas, nos da la vuelta en un rollo de 25 unidades de pequeño valor, envueltas en plástico y pegadas con celo. También, nos llaman la atención, las alargadas ristras de mejillones, otros moluscos y algún crustáceo, que han sido secados y puestos a la venta. Supongo, que luego toca, hidratarlos.

Mucho más valiosa y muy recomendable, es la visita a la isla de Chloe, donde arribamos en excursión de un día, la misma jornada, que Zapatero gana sus segundas elecciones generales.
 Volcán de Pucón (Chile)
En Villarrica, volvemos a la fórmula de la habitación privada, pero esta vez, con menos suerte. Por la noche oímos ruidos. Parece un animal, que está revolviendo una bolsa. No logramos dar con él, pero a la mañana siguiente, el único bollo de pan, que tenemos, aparece con un agujero redondo, en el centro, de unos cinco centímetros de diámetro.

El único interés de este lugar, es ver de frente –cuando las nubes lo permiten-, el extraordinario volcán, de Pucón, que da nombre a un pueblo, mucho más coqueto, agradable, turístico y selecto. Está bastante lleno de guiris con poder adquisitivo.
                                    Villarrica (Chile)
Nuestros siguientes destinos chilenos, serán Santiago y Valparaíso, antes de afrontar una de las etapas más deseadas del viaje: el inhóspito y espectacular desierto de Atacama.

martes, 21 de agosto de 2012

Explosión de naturaleza

                                                 Perito Moreno (Argentina)
            Tras unas primeras semanas de viaje, más urbanas y playeras, al aterrizar en El Calafate, llegan días de intenso contacto con la naturaleza. Esta ciudad de Patagonia se articula en torno a una calle principal, donde se encuentran los numerosos restaurantes, que ofrecen especialidades de la zona. Como más destacado, el cordero patagónico, hecho a la parrilla, con un adobo compuesto de aceite, vino blanco, ajo, perejil, sal y ají molido picante.. Pero, como aquí todo es muy caro –incluido el alojamiento-, nosotros nos tenemos que conformar con las deliciosas empanadas del supermercado, La Anónima.
 Parque Nacional de las Torres del Paine (Chile)
            Nos ha recibido una buena climatología, aunque bastante ventosa, que permite que en poco más de una hora, se seque un pantalón vaquero y una gruesa toalla, recién lavados y escasamente, escurridos. Es está época del año –finales de febrero-, aún no ha anochecido, siendo las once de la noche.

Nuestra llegada a este punto tan meridional, ha sido motivada, para llevar a cabo una visita al glaciar, Perito Moreno, que se haya a una hora de autobús. Como bien se ve, en los numerosos videos, que se exponen en las tiendas de la calle principal, el glaciar rompe cada cuatro años y casualmente, es en estos días, cuando debe producirse este fenómeno.
                                                                               Perito Moreno
Lamentablemente, no podemos coincidir con ese acontecimiento, pero sí contemplamos al majestuoso gigante, más rebosante de hielo, que nunca. Tenemos la suerte, de contemplarlo primero, con el cielo absolutamente nublado y posteriormente, estando despejado, siendo las tonalidades cromáticas muy distintas, aunque igualmente, atractivas. El mayor espectáculo consiste en ver caer desde lo alto, los enormes trozos de hielo, sobre el agua y la sonoridad hueca, que provoca.
                                                                 Parque Nacional de las Torres del Paine 
Cuando nos hallamos en lo más intenso de la contemplación, alguien grita a mi lado. No es debido al inmenso escenario, sino a que le ha picado una avispa. “Me cago en la madre, que me reparió”, es su espontánea respuesta.

Cruzar la frontera entre Argentina y Chile, por esta zona, tiene su miga. Los funcionarios de inmigración son bastante tocapelotas, con el tema de los equipajes, que se pretenden introducir en el país, estando estrictamente prohibidos, el queso, la carne, la miel, la fruta y cualquier souvenir, de procedencia animal.
                      Perito Moreno
Llegamos a Puerto Natalaes y por primera vez en nuestras vidas, contemplamos el océano Pacífico, que desde luego, no hace ningún honor a su nombre. Nuestra intención no es otra, que visitar desde aquí, el impresionante parque nacional de las Torres del Paine.

Por diversas razones –relacionadas, fundamentalmente, con la escasa equitación-, decidimos no hacer la “W”, tradicional trekking de cuatro jornadas. Utilizaremos un día, para hacer la larga caminata hasta las Torres del Paine y otro, contratamos una excursión, que nos haga una visita panorámica por el parque.
                             Parque Nacional de las Torres del Paine
En un día despejado –como es el caso-, la vista de las Torres resulta espectacular. La subida lleva vayas horas y se transita por terrenos de dificultad variable. Aunque, salvo el último, eterno y esforzado tramo, en el que hay que ascender –a veces a gatas- por bloques de piedras, no es una caminata demasiado complicada.
                                                                    El Calafate (Argentina) 
En este día trekkinero, están a punto de suceder dos hechos, que pudieron cambiar para siempre nuestras vidas. Además, uno a cada uno: una casi total deshidratación y un resbalón al borde de un precipicio, frenado en el último instante y de milagro. No son pocas las muertes en el parque nacional. Después sabríamos, que una francesa ese mismo día, reposaba en un tanatorio, de Puerto Natales.

Al principio, por la mañana, empezamos la ascensión como un tiro, adelantando a todo el mundo. El día era muy caluroso y escasamente variable, algo raro por aquí. No bebimos lo suficiente y la ascensión se terminó haciendo eterna. En el último tramo, era ascender cinco metros y tener, que parar 10 minutos.
  Parque Nacional de las Torres del Paine
La visión empezó a nublarse y los calambres aparecieron por todo el cuerpo, además de la respiración jadeante. La decisión estaba clara y optamos por la segunda opción, entre un posible fatal desenlace y tomar el agua de los riachuelos, que teníamos más a mano, desconociendo su salubridad.

A una española, que por allí pasa, no se le ocurre otra cosa, que decir: “Pero, no bebas de esa agua, que la está pisando todo el mundo, al pasar”. Pero, ¿esta idiota no se ha enterado, de que está fluyendo, constantemente?.
                                        Perito Moreno
Tres litros de agua y un largo rato sentados a la sombra, devuelven la situación, a la casi total normalidad. Al día siguiente, el guía de la excursión panorámica, nos informa, de que el líquido elemento no solamente es potable, sino que es de unas cualidades extraordinarias.
                              Parque Nacional de las Torres del Paine
Descartamos ir a Ushuaia, por estar lejos y no ser un lugar muy atractivo en esta época del año