Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 24 de octubre de 2014

Wi-fi: el mejor amigo y enemigo del viajero

          Por primera vez en un relato largo, tenemos que referirnos a este importante aspecto, que facilita mucho la vida de los viajeros, pero que usado de una forma excesiva, puede llegar a desvirtuar y desnaturalizar el viaje. Como siempre, la tecnología se puede usar bien o se puede utilizar de forma incorrecta.

          Como no hay homogeneidad, analizaremos el asunto del wi-fi, aunque sea brevemente, país por país:


          Tailandia:

          En Bangkok, el wi-fi está presente en casi todos los hoteles económicos. En el resto del país, normalmente también, salvo en zonas escasamente turísticas. Nosotros no dispusimos de él, ni en Sangkhlaburi, ni en Petchaburi. Y cuando lo tuvimos, siempre fue gratuito.


          India:

          La implantación es, mucho menor, que en Tailandia. De todas formas, resulta muy heterogénea. En las principales ciudades turísticas, es frecuente disfrutar de este servicio en los alojamientos baratos y en restaurantes u otras tiendas. Delhi, Jaipur, Agra, Bombay, Calcuta, Udaipur, Rishikesh o Puducherry, están entre ellas.

          Sin embargo, en las ciudades de segundo orden, es muy difícil que dispongan de wi-fi en las habitaciones o zonas comunes. Y en el sur de India, esta prestación es casi inexistente, ni siquiera, en hoteles de tipo medio, como los que ocupamos en Trichy o Kanyakumari.

          Dejo constancia, de que en un par de establecimientos, donde pernoctamos, tenían wi-fi. Pero nos lo quisieron cobrar, como un extra. Ni más ni menos, que cincuenta rupias por cada jornada.


          Bangladesh:

          El wi-fi es casi inexistente, en este país. Ni en hoteles -al menos, en los económicos y los de tipo medio, como el de Cox's Bazar-, ni en restaurantes, ni en las tiendas abiertas al público. Algunos routers debe haber, dado que si enciendes el teléfono móvil o la tableta, te aparecen unos pocos. Pero, creo, que fundamentalmente, se trata de empresas privadas, dedicadas a otras actividades. Tampoco disponen de él, las numerosas agencias de autobuses interurbanos, que operan en Dhaka.


          Egipto:

          No puedo generalizar, ni hablar, de más sitios, que de El Cairo y Dahab. En el primero, el wi-fi es bastante frecuente en los hoteles económicos y en los restaurantes de tipo medio o alto. En el segundo sitio, disponen de él casi todos los locales de comidas, siendo más irregular, en los hoteles o guest houses baratos.


          Israel:

          El wi-fi está presente en todas partes. Incluso, hay muchos lugares públicos, como estaciones de tren, bus o aeropuertos, donde es de conexión libre y gratuita. ¡A ver si aprenden otros!.


jueves, 23 de octubre de 2014

Mitos, falsas verdades y verdades verdaderas: Egipto e Israel

      -“Tras las revueltas y conflictos políticos, es muy peligroso ir a El Cairo”: Nada, que ver, con la realidad. A día de hoy, la capital de Egipto es totalmente segura y el país, también. En el peor de los casos y salvo situaciones imprevisibles en la actualidad, lo único, que habría que hacer, es evitar, la Midan Tahrir. ¡Aprovechad a conocer un país fantástico, ahora que casi, no te cruzas con un solo turista!.
El Cairo , en la de arriba y Dahab, en la de abajo
          -”El Cairo es la ciudad más caótica, de África”: Esto, solo lo pueden sostener, los que conocen pocos países de este continente. Los conductores de Egipto son medio civilizados. No van pitando todo el día -como ocurre en India u otros países de África- y normalmente, cuando cruzas, suelen parar. La técnica es sencilla. Amagas. El primero no se detiene, pero el segundo sí. Así de fácil.

          El Cairo ha mejorado muchísimo en los últimos años. Sobre todo, la zona islámica, que se halla perfectamente asfaltada (algo impensable en el pasado).

           -“Ándate con ojo, que en Egipto, todo el mundo te trata de engañar”: Si eres un pánfilo o descuidado, es posible que esta frase sea cierta. Pero, si tienes un poco de experiencia y te preocupas por tus cosas, nada de eso ocurrirá. Si aprendes a regatear, a decir que no y te sabes los precios de lo que deseas comprar o contratar, no tendrás demasiados problemas. Los egipcios son bastante amistosos. Creo, que hoy en día, es más fácil, que se aprovechen de ti en España, que en Egipto.
                                                                                             Tel Aviv
          Siento, que este apartado no sea demasiado largo, para Israel. Pero, a día de hoy y según mi pensamiento, después de haber estado dos veces en el país, considero, que todos los tópicos sobre Israel, son verdad. Veamos:

          -Enormes molestias al entrar al país (y al salir).

          -Trato bastante desagradable, en general, mirándote por encima del hombro, como si ellos, fueran los elegidos.

          -Victimismo generalizado, sobre su pasado.

          -Falta de respeto y asedio a los musulmanes.


          -Precios imposibles, sobre todo, si padeces la extraña rareza -háztelo mirar-, de querer alimentarte. El Cairo

miércoles, 22 de octubre de 2014

Mitos y falsas verdades: Bangladesh

          -”Bangladesh es uno de los países más baratos del planeta. Tal vez, el que más”: Nada más alejado de la realidad. Bangladesh y sin conocer Pakistán, es la nación más cara del subcontinente indio, con diferencia. Primero, porque te cobran una abusivo visado y tasas de salida. Segundo, porque el precio del alojamiento, en Dhaka, es prohibitivo. Tercero, porque el transporte -aunque bueno-, tampoco es barato. Y cuarto y último, porque hay que entrar al país volando, dado que no emiten visados en el consulado de Calcuta.
Chittagong
          Bangladesh, es un país interesante por sus interminables mercados o si eres observador, por tener experiencias o ver el carácter y personalidad de sus gentes. Si vas buscando emociones mayores, ahórratelo.

       -”Bangladesh, destaca por la amabilidad de sus gentes”: Este tema y de diversas maneras, ya se ha tratado en este relato. Pero, para sintetizar, decir, que efectivamente, la gente trata de colaborar, cuando demandas una necesidad. Sin embargo, el día a día se hace duro, cuando a todas horas te están preguntando, cuál es tu país o asediando y molestándote, simplemente, porque, te has sentado en un banco. Hay en ocasiones, que se llega a sentir mucho agobio, porque puedes tener pendiente de ti, a 50 personas -y no exagero-, que no se cortan un pelo, en cuanto a su “curiosidad”.
                                                                                                                   Dhaka
          Creed lo que os digo: Prefiero el trato con los indios -que ya es durillo-, que la relación con los habitantes de Bangladesh (que dicho sea de paso, no me sé el gentilicio). Dice wikipedia, que bangladesíes.

          -”Bangladesh es uno de los países más seguros del mundo”: Pues, ya quisiera. Se trata de la nación más insegura del subcontinente indio. Dhaka y Cox's Bazar, son ciudades por las que no se debe transitar por sus calles de noche, si no se quiere ser molestado o sufrir un serio percance. De hecho, en este último lugar, nos trataron de robar en el hotel. Sufrimos más incidentes de seguridad en una semana, en Bangladesh, que en tres meses, en India. De hecho y bajo nuestro punto de vista, Cox's Bazar es, la ciudad más desagradable de todo Asia.
Chittagong
          -“Bangladesh es una nación muy precaria”: Cierto es, que el 90% del territorio, está compuesto por núcleos rurales, campos de arroz -cuartos productores del mundo- y fábricas de ladrillos, Pero, las ciudades son más civilizadas, que en India, casi sin basura y con aceras. Si exceptuamos el salvaje y caótico transporte urbano, los buses entre ciudades, resultan bastante confortables y las carreteras, no son tan malas, como cabría esperar.

          Seguro, que la explotación de seres humanos -niños, en su mayoría-, en las fábricas de producción de ropa para los países de occidente, es tal como cuentan los medios, pero eso el viajero, no lo ve.
Cox's Bazar
          -“En Bangladesh, se come muy mal: arroz, arroz y arroz”: Pues, tampoco es verdad. Estuvimos, en Ramadan y nuestra dieta fue muy completa. Sobre todo, en Dhaka, donde hay decenas de restaurantes y puestos callejeros, por la tarde, que exponen una variada gama de productos, bastante aceptables. Definitivamente, alimentarse, en Bangladesh, no conlleva demasiados contratiempos, ni para los tiquismiquis.


martes, 21 de octubre de 2014

Mitos y falsas verdades: India (parte III y última)

                                                                                     Calcuta, arriba y Haridvar, abajo
-”Los puestos callejeros de comida, de India, están en muy malas condiciones higiénicas”: Aunque, no se puede generalizar, en la mayoría de los casos, esto no es verdad, dado que mantienen unas condiciones mínimas, aceptables. Normalmente, suelen vender su genero enseguida. O dejar los fritos a medi hacer, pasándolos nuevamente por el ace3ite, cuando el cliente los compra. Este proceso termina con la vida de los microbios. En definitiva, la alimentación en la India, no es de los mayores problemas, que se encuentra el viajero. 


         -”No se te ocurra ir a India, en la época monzónica”: He oído esta afirmación, decenas de veces. Y es, que hay gente, que piensa, que cuando llegan los monzones, llueve meses y meses seguidos, a todas horas. Hemos pasado tres monzones, en Asia -no tantos, como ramadanes en el mundo, que eso es más jodido- y no hay más problemas, que cuando llueve paras un rato o si te pilla una gorda, la parada puede ser algo más larga (nunca nos vimos en este último caso, pero seguro, que puede pasar).
Bhubaneswar
          Desde luego, el monzón -irregular, a lo largo del país e inexistente en determinadas zonas, como las montañas-, no es la mejor época para viajar. Pero, tampoco la peor. Y si lo es, más se debe al asfixiante calor, que en India, es insoportable, entre mediados de marzo y de agosto, que a las lluvias, típicas, desde finales de mayo, a mediados de septiembre.

          Desde luego, no frustréis vuestras ilusiones de ir a India, durante el monzón, especialmente, si las recomendaciones vienen de una agencia. Son consejos muy interesados, porque en esa época y con su programas de viaje tan apretados, una lluvia inesperada y potente, les puede arruinar su circuito organizado esa jornada y tener, que devolver el dinero ya cobrado, de una excursión. O tener, que cambiar de itinerario, con las consiguientes molestias o pérdida pecuniaria.
Varanasi
          Fiaros de vuestra intuición -si la tenéis, que creo, es un bien poco frecuente, en los viajeros organizados y a veces, tampoco, en los independientes- y nunca, nunca, nunca, de las agencias de viajes o conductores de coches de alquiler.

          En cualquier caso y para evitar complicaciones y si puedes, viaja a India, entre finales de septiembre y mediados de marzo. De esa forma, evitas el peor mal de la India: el insufrible calor (el segundo es el tráfico).
Rishikesh
         -“En India, hay mucha gente tirada por el suelo”: No es del todo cierto. La pobreza en India, por lo general, suele ser bastante digna. Verdad es, que en el sur –apenas se produce en el norte-, hay alguna poca gente derramada por las calles. Pero, por lo general, se trata más de personas con enfermedades mentales o problemas etílicos o con otras drogas, que de víctimas de la pobreza o el sistema.

            -“Manejarse con el sistema ferroviario de India es complicado y hay que reservar con mucha antelación, sobre todo, para los trenes nocturnos”: Cierto es, que no siempre que uno quiere un boleto para el día siguiente, en un expreso nocturno, lo tiene. Pero, también es verdad, que nosotros tomamos veinte de estos trenes -entre los dos viajes-, reservando el mismo día o como mucho, la jornada anterior, en la categoría más demandada, que es, la confortable “sleeper” (litera), en compartimentos de seis).
Allahabad
          En cuanto a la complejidad para adquirir billetes, es escasa, aunque a veces tediosa. Para empezar, hay ventanillas para extranjeros –y otros colectivos, como mujeres, discapacitados, policías o militares-, que permiten ahorrar mucho tiempo y bastantes colas. Basta con rellenar un formulario, con los datos personales y los del tren y el trayecto a llevar a cabo y pagar la cantidad solicitada, que en algunas ciudades, se puede incluso abonar con tarjeta de crédito. El aceptable sistema informático permite también, por ejemplo. comprar un boleto en Dheli, para viajar desde Calcuta a la ciudad de Mumbai.

          Si que es verdad, que en el sur, donde no están muy acostumbrados a recibir y tratar con turistas extranjeros, algunos empleados de la compañía ferroviaria, pusieron a prueba nuestra paciencia. En Madurai, en Trichy y Margao, estuvimos más de una hora para obtener nuestros ansiados y preciados billetes.

lunes, 20 de octubre de 2014

Mitos y falsas verdades: India (parte II)

                                                                                    Haridwar
          -“Después de ir a India, ya ningún destino te sorprenderá”: Lo dudo. Yo hay días, que he escrito bastante más de nuestra estancia en determinados lugares, de Bangladesh, que en India. Y cuando, nos fuimos de allí, a Nepal, tras el primer viaje al país, lo pasamos divinamente. Y para el futuro, seguimos teniendo las mismas ganas de viajar, que después de nuestro segundo periplo, por India.
                                                                                                                Amritsar
          -“Hay mucha gente en India, que viaja buscándose a si mismo”: Para empezar, India es el 38º país más visitado por extranjeros del mundo. Así que mucho guiri, no hay. En el norte, en lugares como en Pushkar, Orchha o Varanasi, no es infrecuente este perfil, perro no tanto, como se piensa. Hay casi más gente, poniéndose ciegos a base de ganj –marihuana-, En Manali y Rishikeh, es posible encontrar a ese tipo de viajero, de forma más pura. Son tan llamativos y excéntricos, que parece que son más, de los que en realidad, son. En el sur del país, no encontramos a nadie con esa dinámica
Mcleod Ganj 
        -“En India abundan los mercados y las especias”: Incluso para nosotros, que ya algo sabíamos al respecto, ha sido una pequeña decepción, encontrar menos mercados de los esperados o mercadillos –esta realidad, es también extensible a los  escasos puestos callejeros de comida- y tan pocas tiendas de especias. No sé adonde irán a comprarlas, porque la cocina, si que es realmente especiada en el sur y tan solo, muy picante –o mal especiada-, en el norte”.

          Los mejores mercados, los encontramos en ciudades como Amhedabad, Shimla, Delhi, Jaipur, Bhopal, Bombay o Calcuta. En cuanto a tiendas de especias y de forma muy palpable, las hallamos en el camino que va, desde Fort Cochin, a Matacherry. En el resto del país, masala por todas partes y algo de currry (Indiscutiblemente, muchísimo menos de lo esperado).
Manali
          -“Como maravilla del mundo moderno, que es, el Taj Mahal es lo más imprescindible de visitar, en India”: De esa creencia, se aprovechan sus gestores, para cobrar tres veces más, que por cualquier otra atracción turística. Pero, no somos ni uno, ni dos, ni trescientos, los que nos tiramos varios meses en India y solo lo contemplamos desde arriba (muy buenas vistas, desde hoteles cercanos). Tres veces hemos estado ya, en Agra y todavía tenemos pendiente la visita. Y me temo, que aún va a pasar bastante tiempo, hasta que esta s e produzca.
Shimla
          No seré yo, quien asegure, que la visita al Taj Mahal, no merece la pena. Pero desde luego y en este país, pondría por delante Hampi, Khajuraho, Varanasi, Orchha, Pushkar, Jaipur, Amber, las cuevas de Amanta o Ellora, Haridwar, Shimla, el templo de Madurai, Kanyakumari,… ¡Y podría seguir!.

          -Las ciudades en India, están llenitas de vacas”: La realidad actual es, que en el sur apenas las hay -si exceptuamos, la zona próxima a las estaciones de Bangalore y alguna en Kanchipuram- y en el norte, cada vez ves menos (en Nueva Delhi, por ejemplo, han reformado la zona más turística y se las han llevado al campo).
                                                                                                               Chandigarh
          Sí, que tienen una presencia más “mágica”, en los lugares más sagrados, como Pushkar, Orchha, Rishikesh, Allahabad y los ghats de Varanasi, por donde campan a sus anchas, junto a los búfalos.

          Aunque, si es verdad, que se trata de animales sagrados, no lo es, que el tráfico se detenga ante ellas, cuando se paran en too el medio, como nos contaron en el colegio. Cuando esto ocurre, se llevan sus correspondientes pitidos o aparece un espontáneo, que a tirones del rabo, se las lleva de allí.

          Exotismos y religiosidades al margen, las vacas son una absoluta molestia para el viajero: se pasan el día revolviendo y comiendo basura, llenan las calles de enormes plastas y en el norte, incluso embisten a la gente, bien por placer o para arrebatarles comida (como hemos vivido en nuestras propias carnes, una mediodía del primer viaje, en la localidad de Oechha). Además, atraen a las moscas.
Vasit
         -En India, mucha gente vive en las medianas de las carreteras”: Habrá gente, que no tenga más remedio, pero desde luego, no de forma mayoritaria, ni generalizada. Al menos, nosotros apenas hemos visto unos pocos miles de personas, después de cinco meses y de 25.00 kilómetros. recorridos por el país.

          De día, la mendicidad en India, es mucho menos evidente y presente de lo que esperábamos. De noche, se concentra tranquilamente, en los alrededores o interior de las estaciones de ferrocarril. Siempre, se trata de mujeres, dado que los hombres, pueden trabajar en cualquier cosa. Porque los empleos precarios, no faltan, en India.


domingo, 19 de octubre de 2014

Mitos y falsas verdades: India (parte I)

                                                                  Trichy, arriba y cuevas de Ellora, debajo
       -“Como colonia británica, que fue, en India todo el mundo habla inglés”: ¡Absolutamente falso!. Ya quisieran en este país, hablar la mitad de inglés, que manejan otras ex-colonias, como Sudáfrica o Botswana, por ejemplo. En India, la gente que habla inglés es escasa –y mucho más, que lo hagan bien-, si bien la mayoría, al menos saben los números y cuatro frases. En torno a un 5% de la población, instruida y con medios económicos, domina a la perfección, la lengua de Shakespeare.
                                                                                                               Bombay
          Es verdad, que en el sector turístico, no hay problemas para entenderse en los hoteles, agencias de viajes o estaciones de bus y tren, aunque ssí muchas veces, en los restaurantes de gama económica o en los puestos de los escasos mercados.

          Parece, que en la actualidad –y según nos comentaron-, hay bastante interés, en que los niños aprendan inglés en el colegio, pero de momento, aún les queda mucho camino por andar, para convertir esto en una realidad.

          -“India o la amas o la odias”: Pues ni lo uno ni lo otro. Probablemente, acabe siendo de los países más interesantes, que he visitado en mi vida –sino, el que más-, pero sin sentimientos extremos.
Margao
          -“Para conocer un poco India, hay que ir al menos un mes”: Sencillamente, se trata de una soberana estupidez. Hay, quien en diez días, asimila más esencias, que otros en un montón de años. Nosotros nos recorrimos el sur del país, en tan solo 15 días y nos dio bastante de sí. Y es que la ventaja, en India, es que puedes hacer muchos trayectos de noche y se avanza, extraordinariamente, rápido.
                                                                                                                 Varkala
          -“India es durísimo”; Durísimo, durísimo, tampoco. A ratos es bastante estresante y determinadas cosas del país, te sacan de quicio, pero nada más. En general y salvo el insufrible tráfico, no hay muchos más padecimientos, que evitar a los pelmas. Si es posible, que en el sur del país, hayamos encontrado a la gente más desagradable –por detrás de los judíos-, de los 108 países, que conocemos.

          El caso es, también, que mucha gente, atraída por supuestas frases hechas, leyendas y tópicos, acude a este país, apenas habiendo salido de Europa. ¡Y entonces, si que puede ser desagradable y duro¡
Kovalam
          La dureza de un viaje, la marca cada uno, decidiendo, como se transporta, en que sitios duerme, que come o cuantas horas andas al día y por donde. Nosotros viajamos con un presupuesto muy ajustado -unos 200 euros mensuales, cada uno-, pero añadiendo un poco más de dinero, el confort sube, como la espuma.

          Finalmente, para evitar la dureza de la India, nada mejor, que abstenerse de viajar, entre abril y agosto, ambos meses incluidos.
Kanyakumari
          -”En India hay mucha miseria”: Lo que me apetece es, escribir de forma visceral, pero aún así, me controlo y busco datos. Es posible, que esta sea una de las reflexiones más duras, pero es que estamos hartos, hartos, hartos y lo siguiente, de que desde que hemos llegado, cada vez que nos encontramos con alguien y le decimos, que hemos estado varios meses en India, siempre nos espeten lo mismo: “¡Ah, pero allí hay mucha miseria!”.



          Cierto es, que la tercera parte de la población de India, vive bajo el umbral de la pobreza. Pero, no nos olvidemos, que un 20% de los habitantes padecen la misma situación, en la próspera y honorable España. Con la diferencia, de que aquí, el porcentaje sube, progresivamente y allí, baja, constantemente.

sábado, 18 de octubre de 2014

Mitos y falsas verdades: Tailandia

                                                                             Esta y la siguiente son, de Petchaburi 
          Pues el título, lo dice bien claro: cosas, que se dicen o se piensan sobre los países y que nada -o poco-, tienen que ver con la realidad. Hoy, nos centramos en Tailandia, pero iremos abordando los otros destinos.

          -”Tailandia es el país de la eterna sonrisa y el de mayor estabilidad del sudeste asiático”: Cierto es, que el trato con sus habitantes resulta bastante cordial y amable, aunque en los lugares menos turísticos, se vuelve algo más distante. Pero, también es verdad, como escribió un lector en mi blog, que las sonrisas se acaban, cuando se termina el dinero. Me explico:

          En Sangkhlaburi, solo hay un banco para cambiar dinero y estaba cerrado, por ser fin de semana. Volvimos a Kanchanaburi, ya siendo de noche y sin bahts en el bolsillo. Prometimos y juramos, que pagaríamos a la mañana siguiente, dejando en prueba del pago los propios pasaportes y solo en un sitio, después de preguntar en otros cuantos, lo aceptaron, con muchos recelos y porque ya, habíamos dormido allí, previamente. Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana.


                                                                                             Phimai
        En cuanto al tema de la seguridad, en Tailandia, baste decir, que durante nuestra estancia, se produjo un golpe de estado, el centro estaba tomado por una acampada gigante y la mayoría de edificios oficiales, rodeados de sacos terreros y alambradas de espino. Assí, que ¡ojo!. Si es cierto, que fuera de la capital, las cosas suelen estar bastante tranquilas.
Esta y la de abajo son, de Nakhon Ratchasima
          Otro asunto, son los severos registros policiales en plena calle, que de forma aleatoria, te pueden tocar (nosotros llevamos dos, ya).

          -“Las islas del sur de Tailandia, son realmente, paradisíacas”: Nos hallamos, nuevamente, con otra verdad a medias, que puede arrastrar a bastante gente, a llevarse una desilusión, un extraordinario cabreo y un desembolso económico inolvidable (más que la propia ínsula).


        A mi, me parecen mucho más idílicas, las playas de Goa y Varkala, en India o las de Sri Lanka. Pero, admitiendo, que las de Ko Samui, por ejemplo, no están mal, no es una buena ocurrencia tomar vacaciones en ellas, en plena época de lluvias o cuando las mareas están bajas –no sé, si llegan a subir alguna vez, porque en tres días, no la vimos alta nunca- y tienes que andar casi medio kilómetro, para que te llegue el agua a las rodillas.
                Esta y la siguiente son, de Kanchanaburi
          -“La cocina de Tailandia es de las más variadas, picantes y ricas del mundo”: Vayamos por partes: Variada, lo es y muchísimo. Quizás, junto a la española, la que más, de nuestros países visitados. Picante, también, pero no mucho, si la comparamos con la de India, donde casi todo lleva guindilla o chile. Y ica, supongo, que para ellos sí, porque os aseguro, que nueve de cada diez occidentales, no podrían soportar, casi ninguno de los platos, que se venden en los infinitos restaurantes callejeros, de Bangkok. Nos incluimos y no os creáis valientes, por haber comido en algún thailandés, en España, La cocina está muy suavizada


          -”Los vuelos desde Bangkok y hacia el resto del sudeste asiático e India, son muy baratos”: Hace seis o siete años, esto era una realidad. Pero, desde hace tres o cuatro, los chollos ya no existen. Más de cien euros hemos pagado, desde Bangkok, a Chenai y en 2.011, más de 80, por aterrizar en la no muy lejana, Yangon.
Bangkok

jueves, 16 de octubre de 2014

La trastienda de un viaje

Camino, de Kanchanaburi (Tailandia)
          Concluye nuestro sexto viaje largo, que de momento, parece que será el último de estas características, en mucho tiempo. Diré, que probablemente, no ha sido el más bonito de todos, pero sí, el más esforzado, de los que hayamos llevado a cabo. Hemos pateado, de arriba a abajo, la India y Bangladesh, como si tuviéramos aversión a tomar, cualquier tipo de transporte.

          Hemos padecido un calor infinito, que en tramos del viaje, ha superado los 50 grados. Hemos estado horas y horas bajo el sol, disfrutando y sufriendo, de lugares maravillosos y horribles. Tales han sido nuestras condiciones extremas, que al llegar a El Cairo, en pleno mes de agosto -con 35 grados a la sombra-, el lugar nos ha parecido un balneario: aceras amplias, gente amable, conductores medio educados, ligera brisa procedente del Nilo... El esfuerzo ha sido tal, que ahora, ya de vuelta, andamos con ciertas secuelas psicológicas, cercanas a la ansiedad y los ataques de pánico. ¡Y no es broma!.
Rishikesh (India)
          Por un lado, estamos encantados, de haber vuelto sanos y salvos, después de más de tres meses pululando por India y Bangladesh (el mes y medio por Tailandia, Egipto e Israel no cuentan, al ser paradisíacos, en comparación con lo otro). Parece increíble, que nada nos haya ocurrido, después de nuestro precario modelo de viaje y de las condiciones extremas padecidas. Y todo, con casi, ni un mínimo contratiempo.
                                                                                                                  Manali (India)
          También, nos mostramos eufóricos. Desde nuestra demorada llegada, nos sentimos tan fuertes, tan reforzados por los avatares de la vida, que cualquier inconveniente, que nos surge, en esta España de chiste, nos parece una minúscula contrariedad, sin importancia. Casi diría, que nos sentimos por encima del bien y del mal, en esta España deprimida y corrupta, gracias a la vacuna recibida, en forma de sufrimientos diversos, allá, por el querido y odiado subcontinente indio.

           Pero, vayamos por partes. Este viaje ha sido extraño. Aunque, al final, siempre acabamos diciendo lo mismo de todos. Al fin y al cabo, largarte casi medio año por el mundo, siempre acaba siendo imprevisible. Al fin y al cabo, lo que teníamos claro, era que queríamos volver a India, por un tiempo dilatado y visitar Bangladesh, único país que nos quedaba de la zona. Bueno, tampoco conocemos Pakistán y fue un país muy estimado, como propuesta añadida, pero nuestro gran grado de locura, de momento, no incluye aventuras, como esta. ¡Todo se andará!.
Thanjavur (India)
          Y lo de un viaje extraño, lo argumento algo más. Debería haber empezado un 7 de febrero y acabó, iniciándose, un 2 de mayo, después de tener que renunciar, a unos boletos aéreos ya pagados, el 19 de marzo, entre Barcelona y Dubai, por razones, que no vienen al caso.    

          Deberíamos haber volado a Bombay y aterrizamos, en Bangkok, destino nunca pensado para este periplo. Pero, como nos gusta tanto Tailandia, nos acabamos quedando allí, 20 días, conociendo sitios nuevos.
                                                  Dahab (Egipto)
          Nuestros planes pasaban, por estar dos meses en India y acabamos viviendo por allí, 87 días. Las dos semanas previstas para Bangladesh, se quedaron en una. Y terminamos transitando por Egipto e Israel, países a los que nos pensábamos en volver, durante muchos años. Y no nos arrepentimos, después de haberlo hecho, porque son dos países con mucha miga y además, contratiempos así, ¡que me vengan los que sean!.
Delhi (India)
          Si la ida fue como un parto, no os cuento la vuelta. Este viaje no tenía previsto durar, más de unos 3 meses y acabamos en 129 días, a solo 2, de nuestro segundo viaje largo, más extenso. Corría un 4 de agosto en Delhi, con ya todo el pescado vendido. Los vuelos estaban caros, como suele suceder, en esta época del año. Pero, se abrió una ventana, para el día 19. 330 euros, un Bombay-Madrid. Bastante económico.

          Que si sí, que si no. Que si estamos hasta las narices de India, que si queremos irnos ya, que si es mucho esperar... Total, que entre paja y paja mental, lo perdimos. Tuvimos, que inventarnos un recorrido de sitios nuevos por Rajasthan -donde no habíamos pensado ni ir-, para entretener el tiempo y buscar otra alternativa, aunque tampoco, con mucho ahinco.

          Los nuevos destinos fueron magníficos: Bikaner, Kota, la maravillosa Bundi, Chittor... Pero, al llegar a la revisitada y redecepcionante Udaipur, se nos encendió la luz. Aparte, de querernos ir ya, nos quedaban 12 días de visa. Había que irse, sí o sí.

          Afortunadamente, nuestro alojamiento tenía wi-fi y nos pusimos, con la tablet y el móvil, a la labor de buscar unos boletos aéreos, que nos sacaran del país. Más de 20 horas -y no exagero-, en dos días, para descubrir, que en esas fechas, volar a Europa es una sangría incurable. ¡500 euros, un Delhi-Madrid!.     Jerusalén (Israel)
Kanchanaburi (Tailandia)
          Estambul, Túnez, Casablanca, Dubai, Abu Dabi, Taskent... Todos eran destinos potenciales. Sí, y finalmente El Cairo, con Royal Jordanian. Ese sería nuestro destino más inesperado, para luego transitar por el Sinaí y volver a Israel, desde donde volar con la española. Vueling, a Barcelona y así, acabar retornando, a nuestra querida y odiada España. Cuando la dejamos, hace ya casi medio año, estaba echa una mierda. Hoy, ni os cuento, porque ya lo podéis ver por vosotros mismos. ¡Han llegado el ébola y las blaxk cards!.

          Empezar este viaje, nos costó y consumió muchas de nuestras energías. Las primeras semanas nos sentíamos fuera de juego, en un país, tan fácil, como Tailandia, a pesar de padecer un golpe de estado (allí, eso es como comer pipas). Luego, nos fuimos animando, tras un par de duras semana en India. Y acabamos de forma pletórica, casi sin querer regressar.


miércoles, 15 de octubre de 2014

El viaje a vista de pájaro

          Para aquellos, que no tengan tiempo o les dé pereza, leer un relato tan largo, como el de la página web, se hace una compilación, en unas cuantas líneas, de lo que ha sido nuestro trepidante viaje, a lo largo de cinco países.
Bundi (India)
          La cosa debió empezar en febrero, para aprovechar el clima más benigno de la zona a visitar, pero se retraso hasta marzo. Compramos billetes a Dubai -con Pegasus Airlines-, pero por causas de fuerza mayor, no pudimos tomar ese vuelo y perdimos el dinero (aún peleamos, con la asegurdora de nuestra tarjeta de crédito).      Fatehpur Sikri (India)

          Finalmente, fue el día 2 de mayo, cuando nos pusimos en marcha, rumbo a Bangkok. No era nuestra intención, volver a Tailandia, pero nos lo pusieron tan a huevo, las tarifas aéreas... Dos mochilas pequeñas, los boletos a la capital Thai y una visa de India, fueron nuestro único y cómodo equipaje.

          Las dos primeras semanas las pasamos, con la cabeza más aquí, que allí, pero luego, todo se fue normalizando. El periplo por Tailandia, resultó muy tranquilo, visitando lugares escasamente turísticos, como Kanchanaburi, Sangkhlaburi, Nakhon Ratchasima, Phimai o Petchaburi. Sitios, muy recomendables y acogedores, cuando uno ya conoce, lo fundamental del país.

          India, India, India. El el 22 de mayo, aterrizamos en Chennai, para completar nuestro segundo periplo por el país, que iba a durar dos meses, pero acabó en tres. A pesar del calor, de los 13.500 kilómetros recorridos o del agobio general, que siempre supone viajar por el país, en plan trotamundos, vivimos una experiencia muy sufridamente, inigualable.
Sanggkhlaburi (Tailadnia)
          Bajamos, a tramos breves, hasta la punta de la India y ascendimos por el oeste, con menos calmas, hasta la ya conocida, Bombay (o Mumbay, que a mi, me gusta menos el nombre). Zigzagueamos por el norte, hasta Delhi y Amritsar y nos sumergimos con placer, en los maravillosos paisajes y las benignas temperaturas, de Himachal Pradesh, acabando en la maravillosa Shimla, lugar, que debería servir de ejemplo a otros estados del país, como ciudad sostenible (aunque dudo, que así ocurra).

          A partir de ahí, comenzó nuestro periodo de santidad y de abstinencia alcohólica -bueno, no fue exactamente así, pero en este epígrafe, debo ser breve-, por las santísimas ciudades de Haridwar, Rishikesh, Allahabad y Varanasi. Terminamos en Calcuta, nuestra tercera casa en el mundo, después de la de Valladolid -pagada y en propiedad- y Bangkok.   Bombay (India)

          Bhubaneswar, Puri y Konark, fueron el preludio, de un aventuroso periplo por Bangladesh, que iba para dos semanas y se quedó en una. El calor húmedo, la falta de entretenimientos, la ausencia de cerveza, el Ramadán y el escaso interés de los lugares a visitar, tuvieron la culpa. Sin embargo, vivimos ricas y enriquecedoras experiencias, además de transitar, por unos mercados magníficos (de los mejores del mundo).

          India, India, India. Vuelta a la India y además, tan contentos, después del estrés pasado en el país vecino. El pescado estaba vendido, pero como no encontrábamos vuelo de vuelta, a buen precio, acabamos haciendo un recorrido muy interesante, por ciudades secundarias de Rajasthan, destacando, la increíble, Bundi.
Jerusalén (Israel)
          Y sin quererlo, aunque estamos muy agradecidos, nuestros huesos fueron a parar a Egipto e Israel, para desde Tel Aviv, volver a Barcelona. El reencuentro con El Cairo fue apoteósico y la semana, que pasamos en Dahab y alrededores, magnífica (lastima, no haber podido subir al monte Sinaí)

          Lo de Israel, resultó ser un formato exprés. Jerusalén -ya visitada- y Tel Aviv, entre precios desorbitados, por todo, muchas medidas de seguridad y humillación en las fronteras. ¡Nada nuevo bajo el persistente sol!..