Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 24 de abril de 2024

La ola de frío empieza en Billund

           Entre, que nosotros llevamos tentando a la climatología todo el año y que ella nos persigue, no tenemos nada, que hacer. Cuando fuimos a Marruecos, a principios de mes, hacia 38 grados, mientras en Polonia y Noruega, tenían 20 ¡Y nos comimos la ola de calor! Ahora, en el reino alauita disfrutan de 23 y por aquí, andamos bajo cero.¡Nos estamos merendando la ola de frío más severa de nuestros viajes en décadas! 

          Y el caso es, que esta vez venimos preparados y no, como en otras ocasiones -incluida ropa termica-, pero ni aún así. El domingo, en Madrid y mientras todo el mundo iba en manga corta, nosotros sudando, con el jersey de cuello alto y el chambergo, para afrontar los días gélidos venideros. Los pronósticos se cumplieron y cuando llegamos, a Billund en un vuelo abarrotado, encontramos frío, frío y más frío.

          Para resumir nuestra estancia en Billund nos centraremos en tres aspectos. El pequeño pueblo: cuenta con un centro dedicado al Lego, un parque con bonitas y dispersas esculturas, entre arroyos, un hotel castillo de magos y caballeros y supermercados para aburrir en una población tan pequeña.

          El parque de atracciones temático de Lego -si, señor, el inventor de estas piezas nació aquí y era carpintero -, que además de las típicas atracciones cuenta con el mundo de los ninja, el país de los piratas, la nación del hielo, la estatua de la libertad y monumentos de muchos lugares, hechos de piezas y con la incorporación actual de Pepa Pig. Abre de jueves a lunes y la entrada supera los 50 euros.

          El aeropuerto: mucho tráfico aéreo, pero lugar tranquilo. No hay casi filas de asientos, sino sillas y mesas de terraza, lo que lo hace tan agradable, que durante dos tardes, nos creyéramos en el salón de nuestra casa. Puedes dormir en el suelo sin ser molestado, por lo que te ahorras el prohibitivo alojamiento del lugar. Es posible ir andando al centro y a Legoland, por carril bici, por lo que no gastas en transporte. Cosas enteras y cerradas, que nos encontramos en la terminal: coca cola, cerveza, ale sin alcohol de pera, batido de chocolate, sándwich de pescado y marisco.

Segunda entrega de ciudades europeas, a salto de mata

           En septiembre pasado ideamos la fórmula de los viajes europeos, a salto de mata o interrail aéreo. Se trata de visitar lugares puntuales de forma rápida y tomando bastantes vuelos económicos, durante un par de semanas y alternando, dormir en aeropuertos confortables, con hoteles en los destinos más baratos.

          Este planteamiento surgió por dos necesidades: visitar algunas ciudades europeas, que nos faltaban, distantes entre si y conocer los lugares más significativos de Noruega, sin tomar los caros autobuses, trenes o ferris del país nórdico. Tan solo, traslados desde y hacia el aeropuerto.

          Para conocer Noruega de esta forma, Gdanks se convierte en un punto determinante, dado que solo desde allí, se puede volar barato a Bergen -donde estuvimos hace ocho meses-, Tronhein y Alesund (donde iremos ahora)

          Y, ¿como llegar hasta la ciudad polaca está vez?. Tras estudiar varias fórmulas, decidimos volar a buen precio, a Billund, en Dinamarca y desde allí, enlazar con Gdanks, también, con Ryanair. No teníamos ni idea, del tamaño de la ciudad danesa. Pensamos, que era muy grande, porque habíamos leído, que es el segundo aeropuerto más grande del país. El día antes de partir, nos enteramos de que solo cuenta con unos seis mil habitantes. Tampoco sabíamos, que hacer o ver allí y cuando nos enteramos, nos llevamos una buena sorpresa.

          Viajamos tanto -aparte hay, que añadir la pereza-, que últimamente no preparamos los destinos antes de comprar los vuelos, sino que adquirimos trayectos baratos y después -generalmente, el día antes de partir -, ya se verá. Nos suelen, hasta ahora, salir las cosas bien, pero..., jugamos con fuego y un día, nos quemaremos.

          Este post lo escribo desde Gdanks, una vez, que nos hemos empapado a fondo del mundo Lego, en Billund. ¿Cómo puede tener este pequeño pueblo semejante flujo aéreo y tan alto número de turistas? Pues precisamente, por este universo de pequeñas piezas de montaje de todo tipo de cosas, que en la década de los setenta del siglo pasado posibilitó, que el uno por ciento del PIB danés proviniera de esta actividad.

¡Invernal Gdansk!


 

La grúa de Gdansk reparada, pero más obras 🚧 en la ciudad, que hace ocho meses


 

domingo, 21 de abril de 2024

Resumiendo, Flores y Sumbawa

           Y os preguntaréis -o no-, ¿qué os costó más dinero: ir en avión de Bali a Flores o volver por tierra? Como preveíamos, el gasto fue muy similar y rondó en ambos casos, los 35 euros.

          No me gustaría dejar está parte del viaje, antes de volver a Bali, sin hacer un pequeño resumen, porque nos ha costado mucho realidad sar este periplo de vuelta, por dos motivos fundamentales: las dificultades de relación con los lugareños por su no costumbre de tratar con extranjeros y la escasa información, que existe en internet sobre esta zona.

          Flores es una isla con cierta infraestructura turística, especialmente, en Labuan Bajo, desde donde se pueden contratar caras excursiones a unos cuantos sitios: la turistada de los dragones de Komodo, hacer snorkel y buceo, ver los arrozales en forma de telaraña.... El camino al este de la isla es caro y los atractivos son dudosos salvo algunas playas en el extremo oriental. El alcohol es caro, pero accesible y la comida resulta rica, como en eelql resto del recorrido.

          Sumbawa es la pura y dura travesía del desierto, aunque sale barato, porque no encuentran a quien clavarsela, dada la casi ausencia de pringados/turistas/viajeros. Los transportes son precarios, pero al menos, no te tratan de engañar en el precio. Las travesías son largas y caprichosas, dependiendo del omnipoderoso conductor que te toque. Los hoteles son muy básicos. Las relaciones con la gente son muy difíciles, incluso con los traductores digitales. Muchas personas, porque no entienden de otro idioma que no sea el suyo y otras te vacilan para divertirse, rayando lo salvaje.

          Aparte de la agresividad de la gente y el intenso calor, que nunca cesa, uno de los problemas principales, si te gusta tomarte algo todos los días o de vez en cuando es, la obligada abstinencia alcohólica -de cerveza incluso-, que se dilata desde la entrada, en Sumbawa, hasta Mataran, en Lombock, donde al menos, hay un par de supermercados, donde la venden.

          La mezcla de experiencias vitales, de incomunicación, de supervivencia constante, acaban llevando a cabo un cóctel muy sufrido, pero a la vez, excitante.

          Y, entre penas y glorias, hemos comido mejor esta vez, que nunca en Indonesia, con las deliciosas especialidades del Nasi -arroz- Kampur -a tu bola, échale, lo que te decía gana, sin dar ninguna explicación - y normalmente son bastante creativos.

sábado, 20 de abril de 2024

¡O dormir asfixiados o dormir como mendigos!

           La noche del sábado al domingo va a estar marcada por tres hechos: el insoportable calor de la habitación de Tiznit -solo dispone de una minúscula ventana en lo alto-; el alboroto constante, que montan los franceses y el cambio de hora. El día, que llegamos, eran dos menos, que en España y ahora se queda en una. Lo peor es, que la adelantan, porque la retrasaron hace un mes, al comienzo del Ramadán, para que se hiciera de noche antes y comer más pronto. ¡ Ellos se ponen sus estrictas y absurdas normas religiosas y luego, se hacen trampas al solitario!

          Después de la ya descrita visita a Mirleft y su playa, nos preparamos para volver, a Inezgane. Ayer, nos habían dicho, que cada cuarto de hora pasaba un autobús y que no había problema. Pero,la realidad es, que nos toca esperar más de horas y media, entre el intenso calor de 38 grados -seguimos inmersos en el año de los mil veranos y mil inviernos o en el verierno- y pegarnos con las gordas del faldamento, para poder conseguir asiento.

          El lunes, pensábamos volver, a Tarudant, donde ya estuvimos, en 2010, pero son demasiados kilómetros para ir y volver en el día por lo que nos quedamos paseando por el larguísimo -unos diez kilómetros - paseo marítimo de Agadir en esta última jornada de intensa ola de calor y tomando mucha cerveza en la habitación por la tarde.

          El martes y una vez regresamos a Essaouira, pudimos comprobar, que:

          -después de más de un mes, ha reabierto la tienda de la cerveza 

          -también ha reiniciado su actividad, el hotel de la primera vez 

          -todo ha vuelto a funcionar a pleno rendimiento y el caos se ha adueñado de la actividad cotidiana de esta ciudad, que a tenor de sus precios -hasta el triple, que en otros lugares del país -, se comporta como si fuera la costa azul marroquí.

          -los horarios de los buses periféricos están bien puestos en la web de la compañía y nos los dio mal la sinvergüenza del aeropuerto, que no acertó ni en el precio. De esta forma, ir a Sidi Kauki en el día y volver hasta el aeropuerto nos resulta bastante sencillo.

          Y en este lugar, vivimos nuestra última odisea. Llegamos al aeródromo a las ocho y media ya anocheciendo. Nos dicen, que ha cerrado hace cinco horas, tras el último vuelo, a Burdeos. No solo, no podemos entrar a pasar la noche -nuestro vuelo es tempranero -, sino que tampoco, podemos quedarnos en el recinto exterior de los alrededores. ¡Son las órdenes y no pueden ser incumplidas! 

          Sin embargo y está vez, los policías y el vigilante de la terminal son muy colaborativos y con el cartón del embalaje de un frigorífico y algún otro elemento, nos montan una mullida cama en una pradera cercana y prometen vigilarnos, durante toda la noche. Todo bien, aunque pasamos algo de frío.

          Mañana, domingo comenzamos un periplo de dos semanas por Dinamarca, Polonia y Noruega, por lo que de nuevo, volvemos al duro invierno 

jueves, 18 de abril de 2024

Tiznit y las playas de los alrededores

           El desagradable incidente de la estación de Essaouira nos había hecho perder un día, por lo que tendremos, que renunciar, a volver a Tafraute, el pueblo de las rocas azules, que ya visitamos, en 2010. De todas formas, no habríamos podido ir, porque hoy sábado, empieza una ola de super calor de tres días y dan 41 grados para ese lugar.

          Sobre las diez de la mañana, cogemos un barato y bien acondicionado autobus, que nos conduce a Tiznit, a diferencia del de ayer, donde nos asfixiamos de calor y no nos cabían ni las piernas en el asiento. A las doce, ya hace 38 grados. Menos mal, que nuestro objetivo está encaminado a visitar localidades con playa de los alrededores, donde la brisa alivia los sudores.

          Hoy, nos vamos a Aglou, en el bus interurbano número 1. Parece mentira, que al final de este camino pedregoso y desértico, haya un fantástico arenal, bordeado por un adecuado paseo marítimo, donde se ubican unos pocos restaurantes y hoteles. Hay muchas olas y corrientes, por eso la población local de Tiznit, que es la protagonista de este lugar, apenas mete en el agua los tobillos. Desde luego, está playa es mucho más bonita, que las de ayer.

          En Tiznit, ya habíamos estado en 2012, aunque pasamos por aquí muy deprisa, camino del Sáhara Occidental. Tiene una bonita plaza y una medina con varias calles muy animadas e interesantes, dentro de una colosal muralla.

          Tomamos habitación en todo el centro,centro un hotel de los de toda la vida, pero bien acondicionado y plagado de franceses. No dispone de ventilador, a pesar de la alta temperatura, pero esto no es novedad, porque no hemos tenido ni uno solo, en nuestros once viajes por Marruecos y eso, q la mayoría de ellos han sido en verano. ¡Es incomprensible e inaceptable!.

          El domingo, nos desayunamos con una noticia grave, pero que no nos extraña nada: han detenido en este país a seis australianos por llevar puestas camisetas con el mapa de Marruecos, pero sin el Sáhara Occidental. Hemos venido tantas veces a esta nación, que nos olvidamos, de que estamos en BANANARIA y no en un país con los derechos básicos garantizados.

          Hoy toca Mirleft y su playa, para lo que debemos coger el bus 18, desde el mismo sitio, que ayer. Se tarda una hora. La playa es abrupta, colosal y mas salvaje y tranquila, que la de Aglou. Hay, que andar un rato, hasta llegar a ella. El pueblo tiene un ambiente animado y cosmopolita, aunque no en su calle principal, arqueada, puntada de blanco y azul y con unos cuantos negocios y hoteles, que está vacía.

Al fin, conseguimos escapar de Essaouira

           El tercer día y por fin, comienza el viaje normal. Con sus aventuras y desventuras habituales, pero sin situaciones absurdas, racistas o humillantes. Aunque está a punto de no comenzar, porque nos quedamos a un instante de permanecer en el bucle maligno del día anterior.

          Y es, que al llegar a la estación, nos volvemos a topar, con el impresentable tipejo de ayer. Aún con el pantalón frotado y el jersey atado a la cintura -no se ve nada- sigue poniendo excusas para impedirnos subir al bus, de Agadir. Primero, alega, que si ca allí, pero via Tarudant. Eso es imposible, porque un destino se halla al sur y el otro, al este. Después de cuando se lo desmontamos, dice que va lleno. Solo, cuando le amenazamos con pedirle su nombre y cargo, para presentarnos en la no muy lejana comisaria, da su brazo a torcer y nos deriva a otro cobrador, que nos vende dos billetes para la cercana Inezgane. La suerte es, que circula vía Taghazoud, que es nuestro deseado destino.

          El camino es árido y ascendente en sus primeros tramos. Luego, mantiene la primera característica, pero aparece el mar al lado derecho. En total, tres horas de viaje. Para llegar al pueblo, debemos abandonar la carretera principal y descender por otra secundaria, que serpenteante y entre acantilados secos, lleva a la calle principal. Es la una de la tarde del viernes y la mezquita local está en plena actividad, como no podía ser de otra manera.

          Será, uno de los lugares más propicios para practicar el tubo surferos -dicen, porque no tenemos ni idea de esta práctica -, pero a todas luces, Taghazoud está claramente idealizado y sobrevalorado para el viajero normal. Tiene una aceptable calle principal con hoteles y negocios relacionados con el surf. Las tres o cuatro restantes, más anodinas, dejan bastante, que desear, en cuanto al asfaltado y la limpieza. La playa es discreta -para colmo, hay neblina, pocas olas y el mar está marrón, hasta el horizonte - y los alojamientos resultan carísimos (nos han llegado a pedir hasta 200€ por noche). Eso sí: hay guiris -perfil jostelero- para aburrir.

          Pensábamos dormir aquí, pero como no vamos a pagar, lo que nos piden, enfilamos por el paseo marítimo -lleno de resorts, donde ni preguntamos y de restaurantes caros-, que tras unos cinco kilómetros, une Taghazoud con Tamragth. A cada paso, la playa ver va alejando y al fondo vemos, a decenas de surferos (menos de los esperados).

          Tamragth es más pequeña, fea y deshabitada, que Taghazoud, aunque no por ello, los alojamientos reducen su precio. Tiene pinta, que tendremos, que ir a pernoctar a Iznegane, al hotel donde ya dormimos a finales de enero.

          Esperamos el autobús a Agadir. Tarda en llegar, porque es viernes, así, que resumiendo, llevamos cuatro festivos seguidos: el final del Ramadán, dos de Eid al Fitr y hoy. ¡Menudo vidorro a cuenta de la maldita religión! Al final, optamos por compartir taxi a buen precio, hasta allí.

          Nuestro objetivo principal aquí, es comprar cerveza -tres días sin probarla- y reponer alcohol más fuerte en una de las tiendas Victoria,coque si está abierta.

          Para acabar la jornada, toca bus urbano, a Inezgane. El hombre del hotel nos recuerda y se alegra de vernos. Tanto, que nos rebaja el precio de la habitación en 30 dirham y nos propone, que visitemos su localidad natal. Taliuine -ciudad famosa por el azafrán - con la comida, el alojamiento y todos los demás gastos incluidos. De tan amable, resulta pesadísimo. Para que nos sintamos, como en casa, nos brinda la misma habitación de la otra vez.

lunes, 15 de abril de 2024

El día más insólito de mi vida (parte II: el análisis)

           Resulta increíble, que -precisamente-, en Marruecos, te impidan subir a un autobús por tener en el trasero una pequeña mancha, cuando se trata de una de las naciones con la higiene más deficiente del mundo. En el transporte público por carretera -menos, en el tren - suele oler a rayos, especialmente, en el sur. Para ser justos, el calor también hace su trabajo. Y, aparte de lavarse poco y de la comida especiada, que endurece el sudor, la razon fundamental es, que se cambian aun menos de ropa. Las chilabas de ellos, contienen todo tipo de sustancias indistinguibles y los faldamentos, donde se enroscan ellas, podrían mantenerse de pie, pero sin persona dentro.

          Si los hechos ocurridos con el cobrador son lamentables y gravísimos para la dignidad de un ser humano - y sus planes, porque podríamos haber perdido un avión-, aun lo es más la actitud de la policía. Suponemos, que no quiso problemas con el vendedor, porque se verán allí todos los días, pero puede ser, que sea tan racista e inhumano, como él. Y digo racista, porque al resto de pasajeros, todos marroquíes, que compraban billetes, no se les hizo observación alguna sobre su indumentaria, más sucia, que la nuestra ¡Y de su última ducha, ni con carbono catorce se consigue datar!

        Yo he tenido una vida plácida y con pocos incidentes de discriminación o inhumanidad y por eso puedo afirmar, que está ha sido la situación más vejatoria de mi vida.

          Hoy más, que ayer, me siento Vinicius, cualquier trabajador explotado o mujer a la que atropellan su dignidad -y vida-, solo por serlo.

          Tenemos estudios universitarios, bastante cultura y formación política, conocemos más de 140 países, somos de izquierdas y cuando pasado mañana volvamos a nuestra ciudad, no miraremos a los marroquíes emigrados allí, de la misma manera. Si esto nos ocurre a nosotros, no puedo -ni quiero - imaginar, que pasa por la cabeza de la intolerante fachosfera patria.


El día más insólito de mi vida (parte I: los hechos)

           Descartada -al menos, hoy-, recuperar nuestra fallida visita, a Sidi Kauki, comenzamos nuestra segunda jornada ven la costa Atlántica sur de Marruecos, queriendo llegar hasta la mítica Taghazoud, considerada como la perla africana del surf

          Llegamos a la estación de autobuses general -hay otra de CTM- y en el medio de su explanada abordamos al cobrador de billetes y le pedimos dos para Agadir. Nos contesta, que ese autobús -que nos han indicado en las agencias-, no va a ese destino. Retrocedemos desconcertados, pero a los diez segundos nos damos cuenta, de que ese hombre vuelve a vocear: "Agadir, Agadir, Agadir". Le pedimos entonces explicaciones y nos indica, que si se dirige allí, pero que solo nos puede vender un boleto, sin darnos más aclaraciones.

          Volvemos al edificio de la terminal y un amable chico nos aconseja, que hablemos con la policía - con garita propia en la estación-, porque el vehículo no puede ir lleno. Eso hacemos. Tras hablar el agente y el cobrador, este último alega, que tengo una mancha oscura en la parte trasera del pantalón y que así, no puedo subir al autobús. Lo peor no es ese alegato, sino que el poli, inmediatamente, se va y nos deja tirados. Le explicamos al tocahuevos , que no traemos más pantalones y hasta me coloco el jersey a la cintura para taparla, pero no se baja del burro.

          Efectivamente -me lo confirma mi pareja-, tengo una pequeña mancha de color y ntre rojizo y marrón, que a simple vista, podría ser sangre, barro y con menos posibilidades, restos de heces. La respuesta correcta es la primera, porque desde hace años padezco almorranas, que por temporadas y sin motivo aparente, sangran.

          Nos quedamos alucinados y sin saber, que hacer. Empezamos, a tener, que perderemos otro día, como ese tipo siga ahí controlando la venta de billetes durante toda la mañana. Y, así terminará ocurriendo.

          Nos quedamos muy tocados y empezamos a vagar sin rumbo, dándole vueltas a esta historia tan insólita, absurda, inquietante, inoportuna, vehemente, nada empática y sobre todo racista y humillante, como se analizará en el próximo post.

          Cuando quisimos reaccionar eran ya las doce de la mañana y al encontrar la terminal de CTM, ya no nos convenían los horarios, a Agadir para este día. Además, con esta compañía cuesta casi un cincuenta por ciento más.

          Volvemos, a dormir, en Essaouira, en el sitio, que buscábamos ayer -excelente- y temiendonos, que mañana -a pesar de frotar el pantalón -, los hechos se pudieran repetir.

Playa 🏖️👙 de Agadir


 

Cuando el Eid al Fitr se junta con la mala suerte (parte II)

           Si se viene andando desde el aeropuerto, al centro de Essaouira, se entra por el majestuoso y largo -aunque algo soso - paseo marítimo. Al fondo del mar -totalmente marrón, hoy-, hay algunos surfistas, mientras en las escasas terrazas, se ven algunos guiris tomando caras cervezas, que hasta ayer, estaban prohibidisimas en cualquier parte 

          Ambas cosas, constituyen casi la única actividad en esta ciudad durante el segundo día del Eid al Fitr. Casi todos los negocios están cerrados a cal y canto, quedando solo abiertas algunas tiendas de ropajes o de alimentación general (sardinas, snacks, galletas y refrescos). Nunca habíamos visto en diez viajes al país, un lugar así e impresiona. ¡Toda la medina para nosotros solos!

         Nos disponemos a tomar una habitación en el hotel de hace tres meses y llega la siguiente sorpresa: está chapado con todos los trancos posibles. ¿Por el fin del Ramadán o de forma permanente? No hay pistas, aunque en enero parecía que funcionaba normalmente. La consecuencia es, que empezamos un peregrinar por otros establecimientos -casi todos, a medio gas-, cuyo precio se aleja mucho de nuestras pretensiones. En uno de ellos, la clave del wifi está escrita en el mostrador de recepción, por lo que nos conectamos a ella, discretamente, en la puerta. Solo una opción apetecible en Booking, aunque nos cuesta ubicarla en el mapa.

          Justo cuando lo conseguimos, aparece un simpático chico, que nos ofrece alojamiento por 200 dirham. Para acceder a su petición le rebajamos el precio a 150. Nos lleva a toda velocidad, de un lado a otro de la medina y en los tres primeros lugares prometidos, no hay nadie. Finalmente, terminamos en una tienda, cuyo propietario lo es, también de un estudio/ático. La estancia -con dos habitaciones, baño con agua caliente y cocina - es impecable, aunque no dispone de wifi y es un quinto sin ascensor, cuya escalera de elevados peldaños en forma de caracol, parece conducir al infierno, más que al cielo.

          Milagrosamente, encontramos una oficina de cambio abierta, aunque para comer, tuvimos que tirar de pan de molde propio y media tortilla de patatas, que nos habían dejado pasar en los controles de Barajas.

          Con poca esperanza, nos acercamos a la tienda de la cerveza y evidentemente, está cerrada. Pero la sorpresa llega, cuando al día siguiente tampoco abre. Miramos en Google y pone: "cerrado permanentemente". Pero, ¡si hace dos meses funcionaba a pleno rendimiento!

          En realidad, está mañana, no pretendíamos venir aquí desde el aeropuerto, sino a Sidi Kauki, desde donde luego llegaríamos, por la tarde. El día siguiente, nos iba a deparar nuevos quebraderos de cabeza con el recorrido, debido a uno de los hechos más insólitos ocurridos en nuestras vidas.


domingo, 14 de abril de 2024

Mirleft


 

Playa 👙🏖️ de Mirleft


 

Cuando el Eid al Fitr se junta con la mala suerte (parte I)

          Adelantamos nuestra partida hacia Madrid al comprobar, que había varias e interesantes ofertas de degustaciones gratuitas a través de la aplicación de Samplia. En concreto, bombones y güisqui Ballantines en las máquinas de Príncipe Pío y centro comercial de La Vaguada y rica hamburguesa vegana en Callao. Todo me cayó bien, pero lo que me había sentado mal era la legumbre de media mañana y terminé el día agarrado a las tazas del wáter del aeropuerto de Barajas.

          Sin problemas en los controles de seguridad y de pasaportes, partimos en hora, hacia Essaouira. Llegamos a Marruecos, apenas siete horas después de haber terminado el Ramadán, en plena resaca religiosa. Sabíamos, que ayer, hoy y -en algunos casos, mañana-, se celebra la fiesta del Eid al Fitr e íbamos preparados para algún contratiempo. Lo que no imaginábamos es, las complicaciones, que esta festividad nos iba a traer, junto a un cúmulo de situaciones de mala suerte. Habíamos estado hace menos de tres meses en esta ciudad y creíamos, tenerlo todo controlado, pero...

          En el aeropuerto, la chica de información nos asegura, que aunque menos, si hay autobuses públicos para ir al centro y que el primero sale a las 10:30 (espera de tres horas y media). Nos repite varias veces la información. Mucho tiempo a entretener y un calor y un sol en el exterior -donde no hay sombras-, importantes. Nos entran, a cada rato, taxistas y particulares, pero sus ofertas no son nada tentadoras y se limitan a replicar la abusiva tarifa oficial escrita en los tablones del aeropuerto (150 dirham).

          Diversas personas -a pie o sobre ruedas- nos empiezan a decir, que no hay autobuses -algunos, hasta se ríen de nosotros -, pero seguimos teniendo fe en la chica de información.

          A las once menos cuarto y ya desesperados, volvemos a la terminal y un trabajador nos confirma, lo que ya nos había dicho tanta gente. ¡Maldita hija de puta!. Nos sugiere, que caminemos los tres kilómetros, que hay hasta la carretera general y desde allí, abordemos un taxi compartido, por 20 o 30 dirham.

          Empezamos a andar. No hay mucho tráfico, pero el arcén es pedregoso y machaca los pies. El terrible viento da de cara y el sol nos machaca la espalda. Al llegar a la vía principal comprobamos con disgusto, que si pasan taxis, pero son pequeños y van vacíos. El resultado final y resumiendo es, que debemos invertir cuatro horas -al final, casi cojos, por el lamentable terreno -, en cubrir los 16 kilómetros hasta el centro. En cuanto a los conductores particulares -nacionales o extranjeros -, ninguno de apiadó de nosotros.

viernes, 12 de abril de 2024

Playa 🏖️👙 de Taghazout


 

Tras la ratonera de Labuan Lombock...,llega la calma

           Nos costó conciliar el sueño por el calor, por las constantes y largas llamadas a la oración, por los incidentes de encerrona del día anterior, por el estrés general y por llevar cuatro días por Sumbawa sin acceso ninguno, no a las bebidas alcohólicas, sino a una sola y miserable cerveza.

          A la mañana siguiente nos ponemos en marcha temprano tratando de escapar cuando antes de esta ratonera de Labuan Lombock. Al final, fue sencillo. No quedaban por las calles a esas horas, ninguno de los que se habían divertido a nuestra costa - y casi, de nuestro dinero - del día anterior. Nos recoge un minibus, que cobra lo justo y en dos horas y media, tras mucho jaleo y atravesando constantes ciudades cacharro, nos ponemos en Mataran.

          Nuestros objetivos hoy son, bien sencillos: encontrar el alojamiento de hace cinco años -desayuno espectacular -, el super de la cerveza y comida callejera atractiva. No va a ser  difícil y a las once y media, ya los habíamos logrado todos 

          Tarde reposada y noche super cervecera y de espectacular monzón, mostrando toda su parafernalia lumínica, sonora e innundante. Solo nos quedan dos pasos para retornar a Bali. Gestionar el transporte desde aquí al muelle y obtener los billetes para el ferry. 

          En el primer caso, cuando se trata de estos servicios tan opacos, uno siempre tiene cierta desconfianza, pero topamos con un chico amable y con buen ingles. Algún problema más tuvimos para obtener los boletos del barco. Antes, ibas a la ventanilla y ya , como en todas partes. Ahora se han montado un sistema mixto, que no beneficia a nadie. Es venta on line, pero a medias, porque tú no puedes comprar desde el móvil, porque es una intranet, a la que solo dan acceso a unas agencias autorizadas, que han surgido como champiñones. 

          El resultado para los pasajeros ha sido, que los billetes han incrementado su precio más de un veinte por ciento, debido a las altas comisiones. El resultado del futuro también es previsible: dentro de poco, abrirán la venta online a todo el mundo, y las agencias especuladoras se hundirán, sin que a la compañía estatal de ferris le importe lo mas mínimo.

          Ha terminado nuestro periplo por Nusa Tengara y Andaman Central. Las experiencias han sido espectaculares, pero también el sufrimiento, sobre todo, en Sumbawa Besar , donde se abordan muchas situaciones difíciles, entre ellas la vida cotidiana y la total abstinencia de cerveza o alcohol.

          Para animarnos, nuestro lema en esta ocasión ha sido:"lo que hoy es mañana, pasado ese día,será ayer.

martes, 9 de abril de 2024

Intento de estafa y humillación, en Labuan Lombock

          Después de dos noches terribles, al fin dormimos al amparo del aire acondicionado y sin ningún ruido. Augurábamos un día largo, como todos aquí, por lo que decidimos ponernos temprano en las calles. Sumbawa Besar no tiene nada de especial. Ni siquiera su playa -llena de basura y casi inaccesible -, resulta interesante.

          El bus, a Poto Tano sale puntual. Tan colorido e incómodo, como siempre. El conductor solo se aturulló al final, cuando tuvo que recoger varios bultos de peso y a unas cuantas pasajeras con churus, que sus maridos habían acercado con la moto 

         Los ferris entre Sumbawa y Lombock son muy frecuentes y la travesía dura dos horas y cuarto, aunque podrían hacerlo en menos tiempo, porque hoy hay muy mala mar. Es mucho más nuevo, que el del otro día, dispone de aire acondicionado y viajan varios guiris.

          No nos desconcertamos, cuando vemos, que al lado del puerto no hay nada más, que algunas agencias de venta de billetes on line y varios garitos, porque lo habíamos estudiado antes. Hay tres kilómetros, hasta la localidad de Labuan Lombock, que hacemos, caminando por una carretera no muy complicada. No sabemos, que ocurrirá después, porque nada hay en internet sobre esta ciudad.

          Y entonces, comenzó una tarde más rara, que dificultosa. Tenemos la suerte de encontrar una agencia de Perama -es cara, pero muy fiable - y preguntamos al empleado si hay transporte público, a Mataran, siendo su respuesta afirmativa, aunque no son ellos los que realizan el servicio. Vamos hacia el lugar indicado, sin preguntar la tarifa y enseguida llega un minibus, que tras darnos el precio real, diez metros más adelante, nos pide el doble. Bajamos y los siguientes servicios nos llegaron a solicitar, hasta cinco veces más. Entonces, todo comienza a ser un espectáculo circense para los aburridos lugareños de un pueblo grande, donde nunca pasa nada y comenzaron a entrometerse. Una tenderá llegó a asegurarnos que las 40.000 rupias reales, eran, 300.000.

          Volvimos a Perama a preguntar la tarifa y efectivamente, era de 40.000, pero ya nadie nos quería llevar a destino por una cifra, que no fuera astronómica. Ya no se conformaban con querernos sacar el dinero, sino que querían humillarnos y reírse de nosotros en nuestras caras, como tantas veces ocurre en Indonesia.

          Vamos a un hotel y nos ofrecen una habitación muy barata, que era lo más parecido a una pocilga oscura y sin ventilador. No la cogemos y la chica nos advierte, de que tengamos cuidado por ahí, pero no sabemos, con que o con quién. Al fin y casi enfrente, encontramos otro establecimiento más adecuado. Está es la primera vez en este país que no tenemos el baño dentro de la habitación.

          Nos da algo de yuyu lo que pueda pasar mañana al intentar salir de este territorio de salvajes.

lunes, 8 de abril de 2024

Noche de hotel infernal, día de bus diabólico

           Era bastante improbable, que pudiéramos pasar una noche peor, que la anterior, en Sape, pero así ocurrió. El calor era insoportable, el ventilador pequeño de pared daba escaso aire y emitía ruidos ciclicos cada diez segundos, que parecían ronquidos. El jolgorio y los gemidos no cesan durante toda la madrugada, sospechando, que estábamos en el establecimiento mixto, compartido entre viajeros y parejitas de amor fugaz. 

          Comenzó a dolerme algo una muela y posteriormente, sobre las tres y media de la mañana, la cabeza, al producirse cánticos de  la cercana mezquita de una hora y media. No eran los tradicionales, sino corales y con algún instrumento. Parecía más bien, fusión muslium - rock. Es imposible contar en esta isla, las veces, que llaman cada día a la oración y lo que se prolonga.

          A las cinco, comenzó el intenso tráfico diurno y siguieron las discusiones en las alcobas vecinas. Para la próxima noche necesitamos inexcusablemente un hotel normal y una habitación con aire acondicionado.

          Salimos a las siete en punto, hora prevista, en un bus tan incómodo y viejo, como el de ayer, pero hoy se trata de 250 kilómetros y no de 45. Imposible adoptar una posición para dormir, habiendo solo conciliado el sueño una hora durante toda la noche. Las primeras paradas son de unos pocos minutos -aparentemente, para nada-, y a la derecha se visiona un paisaje marino, no demasiado agraciado porque parecen más campos de arroz de arena, que playas.

          Llegamos a Tante, una ciudad cacharro de manual. Este tipo de urbes son todas iguales de caóticas y desagradables, pero como ocurre con las drogas duras, nosotros estamos enganchados a ellas sin explicación alguna. En esta misma estación y sin justificación alguna -ni mecánica, ni de carga, ni de recogida de pasajeros -, el conductor desaparece durante hora y media, mientras disfrutamos entretenidos del inmenso caos de las ocho de la mañana.

          A la salida de esta localidad, otra parada para recoger sacos y cajas, porque estos cacharros transportan todo (hasta un gallo, en una caja). No tardamos en detenernos por un conflicto con una señora, que pone a sus hijos de cebo para salirse con la suya. A todo esto, somos el vehículo más lento de la carretera y nos adelantan hasta los camiones. Paisaje de campos, que se alternan con poblaciones pequeñas y alargadas, con su vida de mierda. Y, como cada día, calor insoportable.

          Llegamos a Dompu y sorprendentemente, casi no nos detenemos. Empieza un periodo estable en la constancia del tránsito, aunque inestable en el asiento, porque ascendemos un puerto de montaña y las curvas son pronunciadas. Cuando menos lo esperamos y siendo las 12:20 de este viernes, el vehículo se detiene delante de una impecable mezquita en una humilde y destartalada aldea. El conductor se baja como un poseso a rezar -el resto de los hombres van detrás - y la cosa se alarga veinte minutos. Previamente y en otro escenario rural similar, nos habíamos detenido media hora para almorzar.

          El paisaje, hasta llegar a Plampung, se volvió, más anodino y desde este lugar a Sumbawa Besar, apareció de nuevo, el mar. El cielo se fue nublando y media hora antes de llegar comenzó -como ayer- el diluvio universal. Al final, nueve horas exactas, a una media de poco más de 25 kilómetros por hora . Si quitamos los incidentes por averías, los países orográficamente muy difíciles o las obras en las calzadas - no ha sido ninguno de estos tres casos -, este es el peor periplo en transporte público en 35 años. Por lo que por experiencias , que tengas, siempre te puede ocurrir algo nuevo, en este caso solo, por la voluntad y los caprichos del conductor.

          En Besar y sin dejar de llover, seguimos con el día aciago y nos cuesta mucho encontrar hotel, aunque resulta bueno, relativamente barato, silencioso -salvo la mezquita de turno - y con aire acondicionado, cumpliendo así nuestras expectativas. También y por fin, encontramos cerveza en un hotel, pero nos pidieron por cada botella de medio litro, unos 6 euros y va a ser, que no.

          Sin embargo, la cena va a ser excelente, a base de nasi campur de pescado fresco y vegetales. Ayer me llevé un gran susto, porque me atraganté con una espina y estuve a punto de ahogarme.

domingo, 7 de abril de 2024

La extraña Bima

          El día siguiente iba a ser extraño, para lo que suele ocurrir por estos lares, tan inciertos. Lo que salió bien ocurrió a la primera y lo que no, no lo hubiéramos arreglado ni en una semana.

          Salimos del hotel, resignados a caminar dos horas bajo el sol, cuando a los quince minutos, pasa un autobús vacío, que va a la  estación. El conductor aprovecha para tratarnos de cobrar más de la cuenta, pero tenemos referencias, que nos ha dado la del hotel y no pagamos ni una sola rupia de mas. A continuación, en la terminal nos toma otro chófer, con destino a Bima, muy simpático, pero varias veces trata de colarnos otros buses posteriores, de los que se lleva su comisión ¡Joder con los habitantes de los destinos poco turísticos!

          En muchas zonas del recorrido el olor es a fuerte pescado seco. El paisaje es montañoso y la carretera está mal asfaltada y llena de curvas.

          Nos dejan en la estación buena, en el centro de la ciudad y en diez minutos, tenemos los precios y horarios para mañana para nuestro siguiente destino, Sumbawa Besar y el hotel, malo y caluroso, como el previo, aunque no hay mucho donde elegir. Caemos también en la cuenta, de que hay numerosos puestos de ricas y baratas comidas.
 
          Dos serán las barreras insalvables a lo largo del día: encontrar cambio de divisas -comisión de cajero al canto - y conseguir alcohol o cerveza en toda la ciudad. Ya nos advirtió una chica que, esto segundo, es misión casi imposible.

          Bima es hasta el momento, la ciudad más cacharrosa del viaje. El centro está formado por una calle principal, con cuatro edificios altos, una decena de mini markets y la estación de autobuses. Son bastantes las mezquitas -una de ellas, junto al mar- donde dan la prolongada brasa en todo momento.

          El Google nos lleva a confusión varias veces a lo largo de la jornada , porque lo que llama "malls" -centro comercial - son tiendezujos oscuros y decrépitos. Paseamos, para desestresarnos por algún barrio humilde, de esos, que son tan pobres como dignos, pero el monzón nos manda sin remedio al hotel. 
         
         Aquí la gente es muy mal educada -niños, mujeres y hombres, todos por igual- y se dedican abiertamente a molestar a los escasísimos extranjeros (vimos uno, además de nosotros).

Arribando a la siniestra isla de Sumbawa

           A las ocho y media -sale a las diez- ya estábamos en el decadente embarcadero de ferris, de Labuan Bajo y la primera experiencia del día es que nos tratan de estafar con el precio de los billetes. Son solo un par de euros, pero no estamos dispuestos a ceder. Nos da pereza abandonar nuestra confortable habitación, pero el viaje sigue.

          Salimos treinta minutos tarde y llegamos después de seis horas y media de singladura, sesenta minutos antes de que anochezca.

          El mar está bastante en calma y el fondo paisajístico es de montañas peladas, como otras tantas veces, en Indonesia. Pero, lo sé, porque me lo cuentan, porque me pasó casi cuatro horas durmiendo en mi butaca.

          El ambiente es muy colorido, con los vestidos de las mujeres y los niños dando una guerra tremenda, sin que nadie los calle. Los olores predominantes, el mango -el mayor éxito de los vendedores - y el tabaco, porque en todo el transporte público de Indonesia, se sigue permitiendo, que la gente fume, como corachas, sin importar las molestias a los demás.

         Los buses locales llegan hasta la dársena, solo cuando arriban los barcos. Nos ofrecen ir de forma inmediata, a Bima, pero optamos por el plan conservador de quedarnos en Sape, porque llegaríamos a ese destino de noche y sin ninguna información.

          Sape es una ciudad cacharrónica llena de trastos, poco asfaltada y plena de charcos, tras el comienzo del monzón.

          En esta primera población de la isla de Sumbawa, hay tres hoteles como indica Google y son una mierda. Nos quedamos en el de la chica más simpática. Menos mal, que le preguntamos, porque la estación de buses para mañana está en otro lugar del que pone la Lonely Planet y de donde dice Google. Se ubica a ocho kilómetros y solo se puede ir en mototaxi. ¡De ninguna manera utilizaremos este medio de transporte suicida!

          La noche trascurre de forma terrible, entre calores y sudores insoportables. Hacia nueve años, que de madrugada, no me levantaba a ducharme varias veces y fue en India. Menos mal, que antes, habíamos cenado divinamente, a base de rico nasi kampur de pescado 🐟.

sábado, 6 de abril de 2024

Real Academia Viajera

           En los últimos días hemos conocido que la RAE está aceptando algunas nuevas palabras y hemos aprovechado, para contaros las que nosotros hemos ido añadiendo a nuestro mundo viajero, desde hace 35 años. Es un lenguaje personal entre los dos, que a veces puede parecer hiriente -como los chistes de homosexuales y curas, ja, ja-,  pero, que carece de mala intención, al no ser público, ni buscar animó de lucro o odio 😡 a personas concretas 

          1.- CALDUVERIO: se refiere a todos esos guisos de elementos visualmente dudosos -no nocivos-, que se encuentran fundamentalmente en muchos países del sudeste asiático o China.

          2.- FALDAMENTO: entramos en el mundo del islam y se refiere a la ropa, que visten las mujeres más conservadoras.

          3.- MUSULMANIA: pues eso, los territorios en los que predomina está religión.

          4.- RAMADANIA: países musulmanes en época de Ramadán.

          5.- MORAPIO/A: referido a las personas de origen marroquí, que residen en España.

          6.- MUSLIUM (de pollo). Sí, puede ser chabacano o digno de Pablo Motos

          7.- ZAPATAJES: lo mismo que los ROPAJES de muchos países del tercer mundo ( y del primero)

          8.- ALCOHORRO o BEBIDORRIO: referido  a las bebidas alcohólicas, en países , donde cuesta conseguirlas por limitaciones o por precio. El nombre surge a la contra de esos países donde solo pronunciar "alcohol" ya es una gran ofensa 

          9.- CALORACO, SOLARRACO, pues eso.

          10.- CALLEZUJA, PUESTEZUJO, TIENDEZUJO: variantes comerciales de negocios en el tercer mundo.

          11.- BANANARIA: lugares con legislación o actividades habituales de las repúblicas bananeras 

          12.- CACHARRERIA: no se refiere a los platos o las cazuelas, sino a todos los infinitos objetos, que se encuentran en medio del tránsito, en los países, en vías de desarrollo 

          13.- MOTORILANDIA: los caos motoristicos de muchos países de Asia.

          14.- CHURUS: los agónicos críos sustentados malamente o en posiciones inverosímiles por sus madres en los países pobres.

          15.- IDM: es racista, de acuerdo, pero en la India se sufre mucho: indios de mierda.

          16.- BLACK FRIENDS: supuestos amigos, que se te ofrecen para todo en África subsahariana, sobre todo para desplumarte, en la medida, que tú te dejes. En su día, les hicimos una canción:" no more blacks Friends, no molan los blacks Friends, que se vayan a la mierda de una vez"

          17.- GUIRILANDIA: asentamientos para extranjeros en ciudades de elevado turismo mochilero: Khaosan, en Bangkok; Tamel, en Katmandú; Chinatow, en Kuala Lumpur; Park Street, en Calcuta...

          18.- JOSTELER@S: personas, que se alojan en hostels y que suelen mostrar pensamientos y vestimentas alternativas. ¡Por ellos nunca pasa la edad!.

          19.- FACHORDA: dícese de la persona facha y gorda.

          20.- FRITALLA: fritura de batalla, elaborada con aceite de escasa calidad y que incluye samosas, bondas, vadas, verduras diversas empapadas en harinas varias.

          21.- CURORROS: religiosos que guardan los templos.

          22.- SPASIVA: en la cama. Homenaje a nuestros amigos rusos

          23.- CHATUN: olor corporal de algunas personas que llevan varios días sin pasar por la ducha. Son los Chatuneros. Hay distintas categorías, pero sin dudar la mejor es la de CHATUN PREMIUN. 

  

Arte 🎨 y naturaleza, en Caixa Forum (Madrid)


 

Viajeros, turistas, pringajeros y babojeros

          En la anterior entrada me preguntaba, que veníamos nosotros buscando, a Flores y ahora, trataré de explicar, lo que planean la mayoría de los guiris, que se acercan hasta aquí. Casi nadie, pretende recorrer la isla, sino tomar un vuelo desde y hacia Bali y disfrutar de varias actividades organizadas y muy caras, como los dragones de Komodo, tours de uno o varios días -atraco a mano armada - o bucear.

          Algún viajero suelto, que si ha recorrido la isla, lo ha hecho en la burbuja que supone un coche con conductor, pagando un pastizal y total para no relacionarse con los lugareños -más allá, de las tribus folclóricas de exposición - o para ver cascadas o arrozales en forma de telaraña. ¿No está de psiquiátrico, el que solo se desplaza para ver caídas de agua, más de trece mil kilómetros?. Pues, yo diría, que no, porque si no, casi todos estaríamos locos.
  
          Estas reflexiones y con la injusticia, que esto acarrea, me lanzan a agrupar a los viajeros, en varias categorías, teniendo en cuenta, que viajar es, simplemente, desplazarse.

          1.- Viajeros. Solemos hacer los periplos de forma independiente, distinguiendo dos subgrupos. Los que vamos a nuestra bola, tomando decisiones cada día y los que se adaptan más a la oferta local existente, que encuentran en el destino o en la Lonely Planet: masaje, donde toque; tatuajes, donde abundan; ropa jostelera en Khaosan; comer insectos cocinados; ponerse un faldamento típico en un templo local ..

          2.- Turistas. Son, tal vez, los menos exigentes. Se conforman con casi lo que sea, para pasar el rato y les gusta relacionarse con gente de su grupo, con los que comparten afinidades y fanfarronean de sus cosas.

          3.- Pringajeros. Personas pretenciosas, con escasa experiencia por libre, que solo pretenden hacer cosas excepcionales, para poner fotos en Instagram o presumir ante los amigos. Tiran de chequera para suplir otras muchas carencias. Normalmente, ni se decepcionan hasta con lo más deprimente. Son el objetivo preferido de casi todas las agencias, al asalto.

          4.- Babojeros -mezcla entre babosos y viajeros -, que son capaces de gastarse un dineral y pegarse trece horas de avión, para tocarle el culo a una jovencita y después, tirarsela hasta la saciedad y hasta, que los huevos, no le den más de si.

¿Por que vinimos, a Flores?

           ¿Por que vinimos, a Flores?

          Aún nos lo seguimos preguntando, pero menos, que ayer. En un principio, habíamos planificado zonas de Tailandia y Vietnam, para un mes, que no conocíamos. Cuando este periplo llegaba a su fin, decidimos volver a Indonesia, por descarte. Y la decisión de Flores fue sencilla y poco estudiada. Habíamos estado, en Bali y Lombok y dijimos: "pues a por la siguiente", sin ni siquiera mirar el mapa.

          Y otra razón es, que los vuelos son mucho más baratos, que a Sulawesi. El día antes de partir, nos dimos cuenta, de que es una isla muy estrechita, pero bastante larga y que no podíamos hacer un circuito circular teniendo que volver por el mismo sitio. A todo esto, no teníamos ningún interés, ni en la estafa de los ladrones -dragones - de Komodo, ni en bucear, ni en los caros tours de uno o varios días por los alrededores de Labuan Bajo.

          Frustrados parcialmente y ya in situ decidimos, que no recorreríamos la isla, hacia el este, porque las ciudades no son interesantes y los lugares a visitar son poco espectaculares  y son inaccesibles en transporte público. Tiraremos hacia el oeste, descubriendo Sumbawa y regresando a lugares no visitados de Lombok y Bali, para volver por tierra a Surabaya, desde donde tenemos vuelo a Kuala Lumpur, el 21 de diciembre.

          Y, nosotros, que sin haber mirado nada, queríamos hacer, sin quitarnos las chanclas y en un mes, Flores, Timor y Sumbawa. Quizás ver, veamos lo justo, pero solo con las experiencias vitales que llevamos aquí en dos días, nos ha merecido la pena.

          En cualquier país del sudeste asiático -salvo Tailandia -, si te sales de los circuitos convencionales, las cosas se complican muchísimo. Ahí están presentes la desesperación y el subidón. A cambio, también, en estas zonas, los pelmas y los buscavidas, sencillamente, no existen.

Clara mejoría de nuestras vidas, en Flores

           Si el día de ayer fue el del sufrimiento y la supervivencia, el de hoy ha sido el de la felicidad y las recompensas. Lo teníamos merecido, sin duda. Pero antes deciros, que se me olvidó un importe suceso de ayer. Como no tenemos tarjeta de móvil local y estábamos desesperados por el tema de los alojamientos, entramos en unas oficinas, a ver si nos conectaban al wifi. Fueron muy amables. Descubrimos un homestay 150.000 rupias más barato, que la mejor oferta que teníamos. Con la bolita azul de Google, para allí nos fuimos, por un camino difícil, que primero perdió el asfalto, luego se llenó de cacharros, basuras e interminables obras, que desembocó en un canal inaccesible. Con la colaboración de los lugareños y saltando numerosos obstáculos, de toda índole como troncos, gallinas, pedruscos y ovejas. Al final, al llegar a la puerta, los dueños no estaban. Menos mal, que no habíamos reservado en Booking, porque cobraban por adelantado.

          Volvamos al día de hoy. La noche fue muy calurosa y dormimos a trompicones. Al levantarnos, una buena sorpresa: espléndido desayuno gratis con arroz, verduras y blanda carne. Aún así, ya habíamos decidido cambiar de hotel, previamente y más cuando encontramos una oferta flash, 75.000 rupias más barata.

          Volvimos al aire acondicionado, a una mejor habitación y a una ducha y lavabo normales. No teníamos muchas exigencias para el día, más allá de cambiar una cantidad grande de dinero, para gastar en la desconocida Sumbawa. 

          Hoy comenzó oficialmente el monzón y cayeron dos trombas de agua, que inundaron la ciudad. Los que dicen que Labuan Bajo es un sitio feo e inhóspito, no es que mientan, si no que ni siquiera se detuvieron aquí para comprobarlo, porque estaban poseídos por la estafa de los dragones de Komodo. Una vergonzante experiencia -ya me explicaré, cuando toque-, que encima conlleva frustraciones personales y maltrato animal.

          Nosotros, a lo nuestro, a descubrir el paseo marítimo vacío, con varias pasarelas, que penetran en el mar y ofrecen extraordinarias vistas de la bahía. Llegamos a una cercana playa, tan llena de mierda y de trastos, como de cotidianidad. Cayó una tromba de agua tremenda, pero el sol permaneció brillante, nítido, sin inmutarse y sin arcoiris. Terminamos la jornada en un mercado nocturno de pescado, con acceso a otro paseo marítimo, lleno de mesas para yantar hasta desfallecer.

          Tuvimos tiempo, incluso, para disfrutar de extraordinaria y barata fritanga local, con una especie de croquetas de tofu, vegetales y patata.

          Mañana volvemos a la incierta guerra de Sumbawa.

jueves, 4 de abril de 2024

Nuestros inminentes viajes

           Sirva esta breve entrada para hacer referencia a nuestros próximos viajes, que comienzan en unos pocos días.

          El 10 de abril -festividad del Eid al Fitr, posterior al Ramadán -, volamos a Essaouira hasta el 17. Pretendemos recorrer parte de la costa Atlántica, desde este lugar, hasta Mirleft. Previsiblemente, lleguemos hasta Tafraute - estuvimos allí, en 2010- y volvamos por el interior.

          Después de la exitosa experiencia de septiembre pasado, con nuestro viaje de ciudades a salto de mata, con visitas relámpago y durmiendo en hoteles y/o aeropuertos, vamos a repetir con un proyecto parecido y bastante nórdico:

          22 de abril: Madrid -Billund (Dinamarca)

          24 de abril: Billund-Gdansk (Polonia)

          25 de abril: Gdanks -Alesund (Noruega)

          28 de abril: Alesund -Gdanks

           2 de mayo: Gdanks -Tronhein (Noruega).

          Los dos primeros vuelos serán con Ryanair y los otros tres, con Wizzair. Hemos pagado por todos ellos unos 70, euros cada uno. Así, seguimos haciendo incursiones en Noruega, sin utilizar el carísimo transporte terrestre nacional (solo el de los aeropuertos).

          Queda por dilucidar, como regresaremos de Tronhein, aunque nos tememos, que esos tramos aéreos nos van a salir más caros, que los otros cinco juntos.

          Así, llegaremos a la segunda semana de mayo, víspera del inicio de las fiestas de san Pedro Regalado, de Valladolid y san Isidro, en Madrid.

Mucho esfuerzo y pocas flores, en la isla de Flores

          Y llegamos al día 38 de viaje, que parecía complicado y terminó siendo de total y absoluta supervivencia. Nuestro vuelo partió en punto y sin novedad, desde Bali, a la isla de Flores. Viajan bastantes extranjeros en el pasaje, entre ellos, unos cuantos españoles.

          Llegamos en hora, dimos plantón a los pelmas del transporte y con la bolita azul de Google, nos fuimos al centro de la ciudad, caminando. Compramos una coca cola helada y no tardamos en darnos cuenta, de que los alojamientos aquí, cuestan el doble o el triple, que en Bali. Son cutres y ofrecen muchos menos servicios. Y lo de bajar el precio -aún estando vacíos-, no es lo suyo.

          Como somos muy tenaces, estuvimos recorriendo el centro, durante más de tres horas y entendimos que no debíamos claudicar fácilmente. Sin embargo, no nos quedó otra. Terminamos gastándonos cien mil rupias más, que en Kuta y a cambio, perdemos el aire acondicionado, la piscina, los productos de higiene, la televisión, la ducha y taza automáticas (hay que llenar un cubo y a jarrazos o bolsazos para completar tus necesidades de aseo).

          Anduvimos tanto, que nos dimos cuenta de dos cosas más: comeremos mejor, que en Kuta -hay muchos puestos de platos locales variados-, pero beberemos más caro, la cerveza y el güisqui. En el caso del segundo, cuesta casi el doble, que en nuestro anterior destino.

          Después de ir un par de veces -el empleado de turno no estaba- conseguimos por cien rupias más/euro, el mejor cambio en el país. Premio de consolación en una jornada tan dura.

          Nos costó encontrar la estación de ferris -hay varios edificios -, las taquillas de billetes estaban cerradas y los horarios solo escritos, en indonesio. Al volver, preguntamos por los precios de tours en las agencias y todo ha subido al doble en relación a lo que indica la Lonely Planet de 2017.

          Agotados por el calor extremo y el estrés, nos fuimos a dormir la siesta. Al pisar mal en un falso escalón, me caí al suelo y me hice tremendo daño en una costilla, que ya traigo dolorida por el peso de la mochila. Y después, estuvimos peleando con un agresivo Booking, para cambiar de hotel mañana.

          No tenemos ni idea, de que vamos a hacer en esta isla. La mitad es culpa de nuestra dejadez y la otra, del desconcierto y las informaciones de hoy.

          Nos recomponemos y volvemos a la calle principal. Tenemos premio: hay unos empleados de los ferris, que nos dan los horarios y los días que operan los barcos. Además nos enteramos también, de que los buses públicos por esta isla han subido mas del cincuenta por ciento, durante el último lustro. La información sobre esta isla en la Lonely Planet e internet es pésima, escasa y contradictoria. Tan solo es fiable el relato de una chica, pero su viaje fue de lujo y en coche con chófer.

El insoportable aeropuerto de Bali

          Nuestra experiencia en el aeropuerto de Bali ya sido la más nefasta y lamentable que hayamos tenido en nuestros ya casi infinitos viajes. Y eso, que compite con lo que nos ocurrió hace poco más de un mes, en Kuwait, que parecía insuperable.

          Ya habíamos volado desde esta isla de Indonesia en 2018, pero fue en la terminal internacional y con una espera de poco tiempo. Está vez salimos desde la doméstica. Llegamos al aeródromo a las seis de la tarde. No podíamos hacer noche en la ciudad, porque el vuelo sale a las siete de la mañana. La terminal doméstica es antigua, fea, hormigonada hasta las trancas y en el exterior apenas tiene aperturas al cielo o para la entrada de aire, que por otra parte, aquí no corre nunca.

          La entrada y como en India o Filipinas, está vetada para quien no tenga una tarjeta de embarque. Y pensamos: cuando falten cinco o seis horas para el vuelo nos dejarán entrar. Asfixia y respiración casi imposible, sudando y con la ropa pegada al cuerpo. Nos dirigimos por un largo pasillo -ir por el exterior es peligroso y caluroso - fantasmal, donde no existe ni un solo ventilador. Caminas tan solo, que da miedo. En la terminal internacional han hecho una sola concesión: unas pocas tumbonas y sillas para la espera, pero allí no aguanta nadie, a más de treinta grados y sin el más mínimo flujo de aire.

          Alternamos paseos y sentadas y no sabemos, de que forma sufrimos más. A estas zonas, no llega el wifi del aeropuerto. Las instalaciones, pretender emular -supongo -, a KLIA, en Kuala Lumpur. Se trata de hacer una especie de centro comercial inmenso antes del acceso al check in, donde te puedas entretener y comprar, antes de volar. Pero los malasios, lo hacen con unas condiciones agradables, con cerramientos y aire acondicionado, mientras aquí, te comes los 30 grados y la humedad de recintos semicerrados y sin ninguna protección. Ya hartos y exhautos, a las 9, tratamos de entrar en busca de fresco. El segurata nos dice, que no puede ser, hasta las cinco de la mañana ¿Con solo dos antes para obtener la tarjeta de embarque?.

          Alternamos la tortura, con periodos dentro de un cajero automático, con el aire acondicionado tan fuerte que casi produce chupiteles.

          Sobre media noche nos tiramos a dormir al suelo, como otros tantos de cientos de personas. Los escasos sueños, más que húmedos, resultan sudados. A las tres, tratamos de volver a entrar, como sea y descubrimos, que salidas, está directamente cerrado, hasta las cinco.

          Casi al lado, una composición de palabras en relieve, ahora tan de moda y en la que se hace fotos todo el mundo, Expone: "Bienvenidos al paraíso de la isla de Bali". Y mañana por la noche, volverán a lo mismo:   hacer sufrir a los pasajeros.
      

miércoles, 3 de abril de 2024

Los alojamientos son el mayor problema y el mayor gasto en un viaje a India

           En nuestro primer viaje a India, allá por 2011, por un euro te daban unas sesenta rupias. El mejor cambio, que hemos obtenido en este periplo nos ha llevado a conseguir,  noventa y uno con cincuenta. Quiere ello decir, que en trece años, nuestra moneda se ha revalorizado un 50%, con respecto a la divisa local (han desaparecido los billetes de mil y de dos mil, siendo ahora el de importe mayor de quinientas rupias)

          Sin embargo y para nuestra suerte, no ha ocurrido lo mismo, con los precios de las cosas, a los que sí aplicamos la devaluación, son a veces más baratos o idénticos, a los de entonces. Aunque lo normal sean diez, aún sigue habiendo samosas, bondas o tés por cinco rupias, como hace casi tres décadas. Y el transporte sigue teniendo unas tarifas de risa, pudiendo llevar a cabo por unos diez euros, 1700 kilómetros en una cómoda litera de tren. No ocurre lo mismo con las visitas a los lugares turísticos de pago, que el/los gobiernos han multiplicado su importe hasta por tres o cuatro veces y especialmente, con los alojamientos.

          En 2011, una habitación de precio medio rondaba las 400 rupias. Hoy en día, tienes mucha suerte, si la encuentras en la franja de 800-1000. Una de las lamentables razones es, que en muchos lugares se ha empezado a aplicar un sistema de doble tarifa, para lugareños y extranjeros. Para nuestra desgracia, está práctica discriminatoria y humillante, cada vez es más frecuente. Por ejemplo, en Palitana, pagamos 1500 rupias por una noche, por una alcoba similar, por la que una familia de indios abonaron 700. ¡Más del doble!. Es verdad, que los hoteles han mejorado algo sus prestaciones y son más modernos, que entonces, aunque ni la mitad, que en Malasia e Indonesia, donde además, han mantenido casi intactas las tarifas 

           Al hilo de estos últimos dos destinos, donde transcurrió buena parte de nuestro noveno viaje largo y en los que trabajamos muy exitosamente, con Booking, tratamos de hacer lo mismo en India, pero solo fue posible en Sikkim y en algún alojamiento de West Bengal. En el resto de destinos, nos ha sido imposible trabajar con esta plataforma, porque los propietarios o incumplen sus propias condiciones y ponen otras más favorecedoras para ellos o sencillamente o no te aceptan, por mucha reserva de Booking

       Y los de Sikkim, fueron realmente, tramposos y poco éticos. Cogieron y le dijeron al portal, que no nos habíamos presentado, cuando no era verdad, para evitar pagarles su comisión. Algo así, ya habíamos visto en el sur de Italia, hace un año, pero allí son más elegantes: cancelan ellos la reserva, cuando llegas y la parte del pastel de Booking se la reparten a medias contigo, haciéndote un descuento de en torno al diez por ciento. 

          En definitiva, los alojamientos son el mayor problema y el mayor gasto en un viaje a India. 

          Nuestro presupuesto mensual para los dos, en India y en 2011, era de 400 euros. En la actualidad, ha sido de 500. En ambos casos, se incluye la totalidad de los gastos, menos los del visado.

          Con este post, finaliza el relato en directo de este décimo viaje largo, desarrollado entre el 19 de enero y el 26 de marzo. Pero, aun quedan por publicar, más de 30 entradas del noveno.

domingo, 31 de marzo de 2024

¿Habrá un sexto viaje a India?

           ¿Habrá un sexto viaje a India en un futuro cercano?. Existe una poderoso argumento, que indica, que no y ese es, que lo poco interesante, que nos queda por visitar, es de segundo orden y está muy disperso. Pero, hay otro, también contundente, que señala, que sí: le tenemos mucho vicio al país, disponemos de un visado válido y abierto hasta enero de 2025 y hemos aprendido a ir y volver en compañías de bajo coste. Además, cabe destacar, que en la actualidad disponemos de mucho tiempo libre.

          Antes de empezar el quinto viaje, a India, nos quedaban por visitar a fondo, diez estados: Sikkim, West Bengala -solo habíamos estado en Calcuta -, los siete del nordeste y Gujarat. Pretendíamos, dejar este último destino para las próximas navidades y acometer el resto en este periplo.

          La cosa empezó bien, porque en West Bengala  y Sikkim cumplimos -incluso ampliamos- todos los objetivos. Por aquellos días, de los del nordeste, eliminamos dos: Nagaland y Arunachal Pradesh. La realidad fue que solo visitamos uno, Assam, porque encontramos muchos inconvenientes y pocas satisfacciones.

          Entonces, hubo que rehacer el viaje y darle un giro de 180 grados, escogiendo dos lugares aislados de Maharastra, Gujarat y los territorios autónomos de Daman y Diu. Con más esfuerzo todavía que si hubiéramos ido al nordeste, conseguimos nuestras metas.

          Si existe un sexto viaje a India, será a esta última zona. Si esto ocurre, al menos sabemos, lo que nos vamos a encontrar.

          Si tuviera, que elegir, los tres destinos favoritos de este viaje, estos serían, Palitana -imprescindible en cualquier viaje, a India -, Matheran y Gangtok (Sikkim, en general). Pero, como me quedo con ganas de meter a Nashik y sus ghats, pues añado a Darjeeling y así, son cinco. Me olvido de Calcuta, porque ya era un destino conocido.

La larga y accidentada vuelta a casa (parte VII y última)

           Después del desastroso vuelo desde Kuwait y de la anarquía y los sofocos del aeropuerto de Estambul, era casi imposible, que las cosas siguieran yendo a peor y afortunadamente, asi va a ser. 

          El  avión de Anadolu, que nos debe depositar en Bérgamo, es algo más confortable, que el primero, con asientos más amplios y la comida, aunque igual de escasa, al menos es apetitosa: bocata de queso, embutido de cerdo ahumado y tomate estrujado. Como teníamos más hambre, que los pavos de Manolo, en el desembarque, vamos recogiendo varios de ellos, que se ha dejado la gente sobre los asientos y tras pasar los controles de seguridad italianos, nos damos un festín.

          Lo primero, que nos damos cuenta, nada más salir a la calle es, que hemos vuelto al duro invierno, después de estar a 42 grados hace un par de días. Vamos muy ligeros -como es natural, viniendo de India- de ropa de abrigo y eso va a ser una molestia. Lo segundo es, que los alrededores del aeropuerto y del centro comercial, que está enfrente, están plagados de obras y eso, tampoco nos agrada.

          Después de comprar cerveza -dos días sin ella-, subimos andando hasta la Ciudad Alta con amenaza de lluvia, porque estamos locos por qué nos de el aire y por movernos. Hemos estado muchas veces aquí, pero al menos, hace una década, que no veníamos. Sigue siendo un lugar encantador, aunque casi nada ha cambiado.

          Hace casi dos meses y medio, que abandonamos Europa y ahora al volver, las sensaciones son las mismas, que cada vez, que regresas de India o de África subsahariana: aceras amplísimas, edificios nuevos, tráfico mesurado, predominio absoluto de gente muy mayor por las calles... Pero, sobre todo, una por encima del resto: esa invulnerabilidad -,idiota-, de que aquí estás a salvo y no te puede pasar nada.

          Al segundo día, poco queda de este sentir. Hace diez o quince años, el aeropuerto de Bérgamo ya era el más inhóspito de toda nuestra Europa conocida. Hoy en día, todavía es peor.

          Por resumir: sobre las diez y media de la noche aparece una señora cincuentona, gorda, con gafas y sobre todo, con muy mal carácter. Se nota, eso sí, que disfruta del trabajo, que vale han encomendado. Este consiste -acompañada de un par de palmeros menos molestos-, en menospreciar a los mendigos, que se refugian en la terminal, y pedir la tarjeta de embarque a todo el mundo, de muy malas y amenazadoras maneras. En el pasado, podías tirarte a dormir al suelo hasta las 4:30  de la madrugada. Hoy está estrictamente prohibido. Los asientos tienen reposabrazos cada dos, por lo que es incomodísimo encontrar una posición para dormir, por mucha experiencia, que tengas en estas líneas. Menos mal, que habíamos comprado una botella de Amaretto.

          El premio vino a la mañana siguiente, con nuestro desayuno buffet. Si no se observa, es imposible creer, la cantidad de comida integra y sin tocar y la bebida, que deja la gente antes de los controles o en las cafeterías: bocadillos, dulces diversos, yogures, patatas y snacks, fruta, zumos, café envasado, bebida de soja con chocolate...

          El vuelo Bérgamo - Madrid, gracias a Dios, sin novedad.

sábado, 30 de marzo de 2024

La larga y accidentada vuelta a casa (parte VI)

          ¿Por qué decimos, que lo de Turkish ha sido una estafa?. Fundamentalmente, porque desde un principio, nos ocultaron a conciencia, que el vuelo era con Anadolu. No nos hablaron de viajar con una filial o con un código compartido como hacen las compañías honestas. En todo momento, los números de los vuelos -en el e-ticket y en las pantallas -, empezaban por las letras TK. Y en las tarjetas de embarque pone Turkish y no, Anadolu, la peor aerolínea, en la que hemos volado en nuestras vidas. Pongamos un ejemplo, para que se entienda mejor. Singapore Airlines tiene una espectacular filial de bajo coste, que se llama Scoot, con la que hemos viajado, desde Kuala Lumpur a Atenas, o desde Australia a Singapur. Cuando nosotros compramos los billetes, en todo momento supimos, que volábamos con esta aerolínea más barata y no con su matriz.

          Si así lo quieren, así lo haremos: no volveremos a volar jamás con ellos y así, evitaremos sorpresas.

          Ha sido la primera vez, que hemos volado a Estambul al aeropuerto Sabiha Gokcen y no, al Internacional. Queremos decir, que se trata de un aeródromo lamentable, en el que una escala de cuatro horas se nos hizo más larga, que las treinta y dos en Kuwait. No hay fuentes con agua fría gratuita, ni puntos accesibles de recarga de los cacharros electrónicos diversos , el acceso al wifi se debe hacer en una máquina donde registras el pasaporte y donde la cola da la vuelta al pasillo y la comida y la bebida -hasta 14 euros por una cerveza o 10 por una botella de agua- son el doble o el triple, que en Europa occidental.

          Pero, las dos razones más poderosas, por las que odiamos, visceralmente, este aeropuerto son, el absoluto caos y dislate en todas sus instalaciones y que por la megafonía estén, constantemente, recitando todos y cada uno de sus vuelos, el 90% de Pegasus.

          Eso sí: nos hace mucha gracia ver, a los numerosos calvitos de todas las nacionalidades, que vienen de recibir tratamiento y que muestran en sus cabezas puntitos rojos o los primeros indicios de pelo. Nunca nos los habíamos encontrado en el aeropuerto Internacional, donde las compañías que operan son mucho más caras.

          Se nos había olvidado comentar, que a la salida de Kuwait, había recibido mi pareja un salvaje registro, igual, que en octubre pasado, cuando desde allí, volamos a Mascate. Como no existe zona de tránsito, los controles de equipaje se hacen en las puertas de embarque y resultan humillantes (hasta seis veces pasaron por un scanner una mochila vacía, hace seis meses).

          Con el cortauñas y las cucharas tirados a la basura, al salir de India, está vez, los objetos sospechosos fueron: una cartera con las rupias sobrantes, las llaves de casa, el estuche de las lentillas, la cartera con los abonos gratuitos de media distancia y cercanías de RENFE y un protector labial.

La larga y accidentada vuelta a casa (parte V)

           Con la nueva situación, nos hemos ahorrado veinte euros de las visas y tener, que llevar a cabo ingeniería financiera para hacernos con una cantidad de moneda local suficiente. A cambio, nos tocará aburrirnos otras dieciocho horas más en este aeropuerto. Ya hemos visto, a dos viajeros -chico y chica-, que están en nuestra misma situación.

          Y todos hacemos lo mismo: dormitar, pasear, beber agua como tontos -hay fuentes, que la dispensan bastante fría -, comer de las viandas enteras abandonadas por los caprichosos y desaboridos y fundamentalmente, trastear con el móvil, que aquí, hay buenos y accesibles puntos de recarga (no, como en otros aeródromos, donde debes colgarte de una lámpara o hacer el pino).

          A las doce menos cuarto de la noche probamos, obtener las cuatro tarjetas de embarque de Turkish. Hay un follón tremendo con un vuelo de Pegasus anterior al nuestro, así, que el empleado nos toma nota de los pasaportes y nos indica, que volvamos en una hora.

          A lo largo de la tarde, se nos ha ido cimentando esa idea/obsesión, de que nos multen o impidan volar por estar más de 24 horas aquí. Bastaría,  con que nos pidieran la tarjeta del vuelo, de Bombay, aunque alegariamos, haberla tirado. De todas formas, creo, que tendrían otras vías para descubrirlo.

          Cerca de la una de la madrugada volvemos al mostrador de NAS. Ahora ya, podemos, hablar de caos. Una chica rubia está llorando a moco tendido -desconocemos la causa- y varias personas más están muy nerviosa. A la mujer, que va delante de nosotros, le piden la boarding pas anterior y entramos en pánico. Pero, al ser atendidos, nos entregan toda la documentación, sin más preguntas o gestiones. Empezamos a fantasear, con que si la cena tendrá pescado o cordero.

          Como ya explicamos, este mismo tramo Kuwait -Estambul -Bergamo, salía más barato con Pegasus: 66 euros, por los 95 de Turkish. Nosotros había volado  con esta compañía a lugares como Seul i Biskek y habíamos quedado encantados con sus asientos infinitos y la excepcional comida y por eso decidimos gastarnos algo más 

          Embarcamos a través de finger y en la cabina, ningún distintivo de nada, cosa, que nos extraña. Ya teníamos alguna sospecha de que algo no iba bien, cuando al comprar los billetes vimos, que el destino final era Bérgamo y no Malpensa o Linate.

          Finalmente, los indicios se convierten en pruebas, cuando observamos, que los asientos son estrechísimos -los peores de nuestras vidas y hemos volado más de 250 veces- y que la copiosa comida va a consistir en un minúsculo bocata de pan rancio, queso invisible y pepino duro (como la cara de estos sinvergüenzas, que nos han estafado). Y, para beber solo zumo de naranja o café, sin posibilidad de tomar las dos cosas.

          Al descender de la aeronave comprobamos, que habíamos volado con Anadolu, una apestosa filial de Turkish, que es la low cost más rastrera, en la que nos hemos transportado nunca.

          Lo de ESTAFA -con todas las letras-, lo explicamos en el próximo post.

jueves, 28 de marzo de 2024

La larga y accidentada vuelta a casa (parte IV)

           Una grave negligencia de mi pareja -no se puede hacer algo así, después de 36 años viajando - y un descubrimiento posterior, van a hacer saltar todo por los aires. Siendo las nueve de la mañana, nos vamos a gestionar la visa kuwaití, que ya habíamos obtenido seis meses atrás. Estamos solos, a diferencia de la multitud, que había anoche. Pero ya os hemos contado lo del Ramadán. En el formulario, Ana ha dejado en blanco, la dirección del hotel y la funcionaria nos dice, que así, no podemos ingresar al país.

          Nos vamos a Booking y ponemos la primera, que viene, pero como la empleada no tiene otra cosa,que hacer, nos indica, que quiere la reserva confirmada. Podríamos haber seguido haciendo trampas, porque varios establecimientos pueden contratarse sin tarjeta de crédito o podríamos haber aceptado una alcoba y cancelarla después sin gastos, donde dan esta opción. Pero, sobre la marcha, hemos recapacitado.

          La meticona señora -a la que, no le ha servido de nada, que le hayamos insistido cien veces, en que no vamos a hacer noche en Kuwait - nos ha mandado a ese mostrador NAS (National Aviation Service), del que os hablé en el post anterior.

          Allí, nos explican, que como pasa habitualmente, no es necesario salir a gestionar las tarjetas de embarque, ni siquiera, aunque hayas venido con una compañía y te vayas con otra diferente. Eso sí: la documentación nos la preparan dos o tres horas antes del vuelo y no ahora. Nos convence el plan, aunque le vemos un riesgo importante, que es, que cuando partamos, habrán pasado 32 horas de nuestra llegada y en tránsito, en la mayoría de aeropuertos, no se puede está más de 24. Podríamos sufrir una severa multa o una denegación de embarque y ambas cosas serían fatales.

          Además y como ya insinuamos, el plan de bajar a Kuwait tenía lagunas. El billete más pequeño, que tenemos este 50 euros y no lo vamos a cambiar para un solo día. Sacar del cajero pequeñas cantidades tiene una penalización durísima. Es verdad, que podríamos pagar casi todo con tarjeta, como hicimos en Abu Dhabi, pero no el autobús hacia el centro, que como recordamos, solo acepta efectivo.

        Pero, donde supuestamente, se soluciona un problema, ahora se crea otro. Ya hemos dicho, que no tenemos dinero local, ni tampoco comida, porque pensábamos comprarla en la ciudad. Conseguimos sacar el día adelante, sin inversión alguna, al tirar de los abandonos ajenos. Hay mucha gente, que compra alimentos y se los deja enteros, por lo que recopilamos cuatro piezas de pollo crujiente, tres paquetes de patatas, dos ensaladas, cuatro salsas, dos bollos de canela del Starbucks...

          De haber sabido sobre la opción NAS por adelantado -nunca habíamos visto algo asi-, podríamos haber reducido la escala a 8 horas, pero ahora toca esperar y pasar el día.

La larga y accidentada vuelta a casa (parte III)

           Habíamos estado campando a nuestras anchas toda la mañana del día anterior por los indescriptibles suburbios de Bombay. Y es, que por fin, habíamos conseguido saber, como llegar al aeropuerto en transporte público - estación de cercanías de Ville Parle más bus número 35-, sin necesidad de tuck tuck o taxi. El buen dinero, que nos ahorramos, nos lo gastamos en las tiendas de alcohol de esas barriadas, adquiriendo güisqui y cerveza. La consecuencia más inmediata fue, que me pasé la mayor parte del vuelo durmiendo y continúe haciendolo las cinco primeras horas -de ocho p.m., a una p.m.-, en los cómodos asientos de la pequeña terminal aérea de Kuwait.

          No os hablaré de la desagradable zona de embarque de este aeropuerto, porque ya lo hice en un post del noveno viaje largo, en nuestra primera visita aquí y ahí lo podéis leer.

          En el interior, sin embargo, tiene muchas peculiaridades y algunas resultan bastante beneficiosas para el viajero. En casi todos los aeródromos del mundo y una vez has aterrizado, debes decidir si desde llegadas, te vas a la zona de tránsito -con los correspondientes controles-, a tomar otro vuelo o gestionas la salida a la calle si tienes todo en regla. En Kuwait City no es necesario decantarse y puedes permanecer en esa especie de limbo o de tierra de nadie, durante horas  y es, lo que hemos hecho en nuestras dos estancias aquí.

          Otras ventajas de la terminal de este emirato son: excelente wifi gratuito; cómodos asientos sin reposabrazos, donde te puedes tumbar a cualquier hora del día o de la noche, sin que nadie te moleste; baños impecables, aunque encharcados, por esa manía, que tienen de usar el agua para limpiarlo todo; accesibilidad rápida a todos los servicios, fuentes de agua potable fresquísimas...La mayor sorpresa positiva, sin embargo, la dejaré para más adelante.

          En cuanto a lo malo, poca cosa: escasa oferta gastronómica y un aire acondicionado asesino -a través de bocas heladas y huracanadas-, que además, no tiene ningún sentido, estando en el exterior a una temperatura de entre 13 y 20 grados.

          Nuestro plan era sencillo: pasar la noche dentro, para a la mañana siguiente, bajar a la ciudad -tenia ciertas lagunas, que ya os contaremos - y por la tarde y antes de volver a entrar, llevar a cabo la facturacion con Tuskish. ¡Nada muy original!.

          La noche no va a tener nada de especial: mi pareja durmiendo y yo, desvelado ya, paseando arriba y abajo, bebiendo güisqui de forma discreta. Me llama la atención, el gran trasiego nocturno de este aeropuerto y la tranquilidad, a la mañana siguiente. Lo entendimos, fácilmente,  al constatar, que estamos en pleno Ramadán ¡Otra vez!.

          Reparé varias veces, en un mostrador -siempre atendido - con las siglas NAS, pero no le di mayor importancia, pensando, que se trataría de algún órgano administrativo de este espacio de tránsito.

miércoles, 27 de marzo de 2024

La larga y accidentada vuelta a casa (Parte II)

           Llegamos al aeropuerto de Bombay a las dos de la tarde, tres horas y media antes de la hora prevista para nuestro vuelo, a Kuwait. Hasta hace año y medio -fecha de nuestra anterior visita, a India -, para entrar en los aeropuertos de este país exigían un billete confirmado. Pues bien: ahora, ya solo puedes acceder con las tarjetas de embarque electrónicas y en este punto, va a comenzar el primero de nuestros interminables problemas.

          El check in on line con Air India no es sencillo, ni intuitivo, pero lo habíamos logrado llevar a cabo la tarde anterior. Tras una larga pelea virtual, conseguimos un borrador de nuestras preciadas tarjetas con un mensaje, que indicaba, que no son validas para viajar y que debemos ir al mostrador. Es lo que intentamos hacer, pero un policía nos lo impide y da igual, el número y la calidad de las explicaciones, que les des 

         Para colmo de las dos boarding simuladas, solo encontramos una en mi teléfono y es la de mi pareja. Sin comentario alguno, el madero la agarra del brazo y se la lleva al interior de la terminal. Trato de seguirla, pero otro poli m lo impide. Me cabreo, hago aspavientos y hasta grito, pero ni se inmuta y educadamente -eso sí -, me dice, que me siente, cosa, que no hago.

          Pasa un interminable cuarto de hora de desesperación. No sé, que está ocurriendo dentro y no resulta posible contactar con mi pareja, porque este aeropuerto no dispone de wifi público y gratuito. Creo, que vamos a no embarcar en este vuelo y por efecto dominó, perderemos todos los demás. Planeo, incluso, fingir sentirme enfermo, a ver si así, alguien me hace caso. Es entonces, cuando la veo salir por la puerta, sonriente, acompañada del mismo policía y con las dos tarjetas de embarque físicas de la mano.

          ¿Que ha ocurrido, durante este tiempo, dentro? Primero, fue llevada a business de la compañía, donde la empleada no hizo mucho caso, a pesar de ir con el poli. Pero más tarde y saltando toda la enorme cola de facturación y en un instante, le entregaron los preciados documentos, que ya seguro, nos permitían viajar. En India, normalmente, siempre te ofrecen una solución a tu problema, aunque la mayoría de las veces, no es, la que tú esperas.

          La segunda incomodidad llega en el control de equipajes. Las llaves de casa, ya nos han dado bastantes problemas en los escáneres de paises en vias de desarrollo. Bien. A ellas, se añaden hoy el cortaúñas y dos cucharas metálicas -grande y de postre -, que llevamos. No son ilegales, pero quieren verlas. No me extraña, que estás últimas les parezcan utensilios  exóticos, comiendo, como comen la mayoría de ellos con las manazas.

          El control y sellado de pasaportes, resulta rápido y sin pegas y el vuelo es tranquilo. La comida, solo regular, siendo el plato principal arroz con pollo y verduras -o biryani vegetal -, la ensalada incomestible y los postres -yogur y pastelito de limón con natillas -, aceptables.

La larga y accidentada vuelta a casa (Parte I)

          Abandonamos Matheran en taxi compartido y en tan solo veinte minutos -cruzando varias veces las vías del tren y abordando un vertiginoso descenso -, nos pusimos de nuevo, en Neral, donde nos acomodamos en el mismo alojamiento, aunque no en la misma habitación. Con 42 grados en la calle, no volvimos a salir de ella, una vez, que nos hicimos con un cargamento de güisqui, cerveza y fritanga variada.

          A la mañana siguiente nos largamos para Bombay y sufrimos el aplastamiento habitual en nuestro penúltimo tren de cercanías (el último sería el del aeropuerto). En este caso, tomamos aposento también, en el hotel de nuestra última visita a la ciudad, en 2022. Aquí sí, nos dieron la misma lúgubre  alcoba sin baño - la segunda del viaje en la que debemos compartir el aseo-, aunque con potentes wifi y ventilador. Solo nos quedaba pasar la tarde y la noche, para iniciar la vuelta a casa.

          Con el fin de abaratar el regreso, habíamos asumido bastante riesgo, contratando cuatro vuelos con tres compañías diferentes. Para mitigarlo un poco, alargamos lo más posible las escalas con el fin de no quedarnos tirados en un punto intermedio, sin posibilidad de continuar. En total, invertimos 220 euros por pasajero. Haberlo hecho de una forma algo más cómoda -la opción más barata era la compañía Barhein - nos hubiera supuestamente cien euros más a cada uno.

          Primer tramo: Bombay - Kuwait, con Air India, con 32 horas de escala en el Emirato y con pretensiones de bajar a la ciudad, aunque ya la conocemos.

          Segundo y tercer tramo, con Turkis Airlines, Kuwait - Estambul y Estambul - Bérgamo, con cuatro horas de espera en la ciudad turca. Decir, que con Pegasus, esta misma ruta nos salía 30 euros mas barato por persona, pero preferimos hacerla algo más confortable, con mejores aviones y con comidas incluidas. Ya daremos más adelante los detalles, pero nos llevamos un buen chasco con este asunto.

          Cuarto tramo: Bérgamo - Madrid, con Ryanair, debiendo hacer noche en el aeropuerto italiano. La razón de no ajustar más este vuelo a los anteriores fue, que es el primero, que compramos y al terminar el puzzle aéreo no hubo forma de cuadrarlo mejor.

          Habíamos planificado todo al dedillo, pero la realidad siempre es muy tozuda y aunque todo salió bien, el desarrollo de los acontecimientos resultó ser bastante diferente e inesperado, en relación con lo previsto.

viernes, 22 de marzo de 2024

miércoles, 20 de marzo de 2024

Matheran: del cielo al infierno (parte II)

           La peatonalidad de la calle principal de Matheran ha mejorado -evidentemente-, la calidad de vida de sus habitantes -y de los visitantes-, pero quedarnos en esa mera reflexión, resultaría bastante inocente. Además de un lugar -relativamente- tranquilo por donde pasear, está avenida soporta la mayor parte de la actividad económica de la localidad. Esto podría ser hasta bueno y algo a imitar en otras partes, sino fuera porque mucho de lo que en ella se desarrolla, raya con la ilegalidad y con la vulneración de los derechos humanos/animales y laborales.

          En cada franja del día se lleva a cabo una actividad -algunas se solapan-, siendo la más evidente y duradera, el paseo turístico en caballo. No hay indicios, de que sus dueños los traten mal, peto sí comprobamos -es fácil, porque todos tienen nombre, que suele ser ocurrente-, que se les obliga a llevar a cabo largas jornadas de trabajo.

          A primeras horas se realiza el transporte de mercancías y aquí -lo vimos de primera mano y cuando no hay turistas por la calle -, la explotación es mayúscula. Los encargados de esta labor son los burros y chicos jóvenes. A los primeros -da igual su edad -, se les sobrecarga con exceso y se les maltrata de diversas formas, cuando se quedan rezagados. A algunos, se les cuelga un saco con comida sobre el cuello, para que se alimenten mientras trabajan y así, no paren.

          Algo similar ocurre con los chicos, aunque mayormente y en este caso, llevan las enormes cargas sobre ruedas, dos tirando y otros tres empujando. Es tal el esfuerzo, que van gritando o gimiendo para evitar el sufrimiento .

           Otra forma de degradar y humillar a los individuos son los numerosos rickswaw tirados por humanos -a modo de coche de caballos -, que hace tiempo y salvo en la zona de alojamientos de Calcuta, han desaparecido de toda India.

          El gran peligro intimidatorio de Matheran son los infinitos monos -especialmente cuando van con sus crías y te ven como una amenaza-, que la mayoría de las veces te molestan por diversión. Nosotros nos dimos la vuelta de algún sendero, por donde caminaban en aglomeracion amenazante.

          Al respecto, se añade otra anécdota: estábamos durmiendo con la ventana abierta, dado que tenía reja y de repente, oímos un estruendo. Un primate había metido una mano por los barrotes y como no pudo llevarse nada, con rabia, se dedicó a tirar todo lo que pudo (dos vasos metálicos).

          Otro asunto es el de los precios de las cosas, siendo los más caros, de India. Ya no solo los hoteles o el paseo a caballo, sino también la comida. A modo de ejemplo: un biryani con pollo, en Nashik, 60 rupias. El mismo plato aquí, pero solo con vegetales, 200.

          Y esto se extiende a la tarifa de los productos tasados en el envase, como galletas, agua, snacks. En Matheran de saltan está obligación, que impone el proveedor y les añaden un 20% más.