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lunes, 7 de marzo de 2011

El calor asfixiante y los pelmas hicieron, que Zanzíbar no cumpliera nuestras elevadas expectativas

Dar es Salaam
Dar es Salaam es caotica, polvorienta -algunas calles del centro estan sin asfaltar-, llena de cacharros de todo tipo, que no dejan de moverse y de puestos en el suelo, que venden todo lo inimiginable, que a uno nunca se le ocurriria comprar. Paradojas de la ironia, el significado del nombre de esta ciudad en arabe, es "remanso de paz".

            A pesar de lo anterior, nosotros le hemos cogido carino. Un buen hotel -con aire acondicionado, imprescindible aqui-, a ocho euros la noche, un ciber que funciona y san Soprite para comer, tienen la culpa de ello. Tambien, los puestos de calamares y pulpo a la plancha y de pescaditos fritos, que moran junto al puerto o los bares cercanos a la estacion de autobuses, donde llegamos la primera noche y que destilan un ambiente muy animado y caluroso.

            Si, tres cosas me quedaran en la mente de Dar, son los vendedores ambulantes haciendo chocar entre ellas las monedas de 20 shillings, el ruido y la imagen de los generadores de electricidad, que hay por todas partes -la luz va y viene, a su libre albedrio- y los dispensadores de te, con teteras apoyadas sobre brasas incandescentes, como si el fuego que saliera del suelo -estamos a mas de 35 grados y con humedad-, no fuera suficiente.
                                                            Zanzibar
            Tras unos dias aqui, nos fuimos para Zanzibar, donde no hay forma de librarse de pagar tres veces mas, que lo que abonan los lugarenos, por el billete de ferry. El viaje tuvo poco de idilico: barco abarrotado y antes de partir y al encender los motores, erupcion de la chimenea, lanzando sobre el pasaje montones de hollin, que tineron nuestros cuerpos y ropa. A la vuelta nos enteramos, que por el importe pagado, podiamos haber viajado en clase VIP (una estancia con ligero aire acondicionado y donde no hay cuatro personas tiradas, por cada metro cuadrado.

            Zanzibar es bello, pero no colmo nuestras espectativas. Parte de la culpa, la tuvo el asfixiante calor y los numerosos pelmas, que te dan la lata, bien para vender, bien para entretener su desocupado tiempo. Dispone de un casco historico interesante, aunque algo descuidado y buenas playas, donde me pico un bicho, causandome una erupcion en el pecho.

                                                                     Zanzibar
            Hay decenas de turistas, pero paradojicamente, es complicado tomarse una cerveza fuera de los caros hoteles o comer, a precios no extratosfericos, si no hace en los puestos donde almuerzan los lugarenos -deliciosas patatas fritas, con ensalada por encima y pinchitos de carne-.
                             Zanzibar
            Eso si. No parece, que te encuentres en Africa subsahariana: hay alcantarillas, relativa limpieza y no es necesario esquivar a cada rato, fosos y zanjas. El ambiente es absolutamente musulman y a pesar de haber viajado mucho, aun nos choca ver bajo el hijab, piel negra como el carbon.

            Por hacer amistad -al estar enredando, como casi siempre-, conocimos a uno de los vigilantes de la casa del presidente, de este territorio autonomo de Tanzania. Con pistola en mano, le reimos todas y cada una de las gracias, que nos fue haciendo, hasta que nos dejo marchar. En esta zona del planeta, un "no english, no english" a tiempo, te salva de muchas molestias, a pesar de que no se lo acaben de creer.