Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 31 de mayo de 2023

La logística del viaje al norte de Marruecos

           Saco de este epígrafe el asunto de la comida, que tendrá su artículo propio.

          Los vuelos a Tánger, los llevamos a cabo, con Ryanair. Por los cuatro trayectos, pagamos un total de 56 euros y nos permitieron disfrutar del tiempo a tope, dado que salimos la madrugada del primer día y volvimos, en la noche del último. 

          Un detalle importante es, que Ryanair, en Marruecos, no permite hacer el checkin on line con la aplicación de la compañía. Hay, que llevarlo a cabo a través de la web y resulta además, un proceso incompleto, porque aunque te asignan ya el asiento - incluido el aleatorio-, debes acudir al mostrador y obtener de forma gratuita -menos mal, porque teníamos dudas- una tarjeta de embarque física.

          Para ir o volver al aeropuerto de Tánger sigue sin haber transporte público. Los precios de los taxis son fijos y están expuestos de forma clara en la propia terminal: 100 dirhams por el día y 150 por la noche.

          Como era de esperar, el cambio en el aeropuerto de Tánger es bastante malo: cambiamos solo 20 euros, a 10 dirhams, mientras en las medinas de Chaouen y Tetuán te llega a dar hasta10,73.

          Los autobuses entre los tres destinos visitados son bastante frecuentes. Entre Tánger y Chaouen son de tres a tres horas y media. Entre este punto y Tetuán, entre una y media y dos y entre el antiguo protectorado español y Tánger, de 1 a 1:30. La nueva estación de buses, de Tánger, estå a unos ocho kilómetros de la ciudad, mucho más alejada, que la vieja. Las de Chaouen y Tetuán no están cerca tampoco, pero se puede ir andando sin problemas.

          Los tres lugares se pueden recorrer caminando, sin necesidad de más transporte 

           Muy afortunadamente y a diferencia de Europa, aún se puede transitar y sobrevivir en  Marruecos, sin la "ayuda" de Booking. Y es una suerte, porque los hoteles, que encuentras sobre la marcha cuestan la mitad, que los más baratos de la plataforma. No son para tirar cohetes, habiendo tenido tiempos mejores. El inconveniente más palpable suele ser, que la mayor parte del día - o todo, el agua de la ducha este fría. Hemos pagado 120-150 dirhams por cada habitación doble y cada noche. Según constatamos, un porcentaje bastante elevado de los alojamientos económicos del país disponen de wifi aceptable.

          El mejor sitio para comprar cerveza, vino y bebidas alcohólicas en Tánger es el Carrefour de Zoco Alto donde venden de todo, lo que te puedas imaginar, en su "Cueva del Alcohol"  . De halla a unos seis kilómetros de la plaza del Zoco Grande. El camino es casi todo recto y nosotros lo hicimos andando y preguntando. Birras desde 1,50 euros, litro y medio de buen vino marroquí por unos 4,5 y espirituosa desde 9. Por el contrario, el duty free de llegadas del aeropuerto es cutre y muy caro,

          Como llevábamos provisiones desde España, en Chaouen y en Tetuán no nos informamos sobre este asunto, pero me temo, que en el primero de los lugares, resulta bastante complicado conseguir alcohol (al menos, de manera legal).

Todo sigue igual

           Más de una década después de nuestra última visita a Marruecos, prácticamente, nada ha cambiado allí. Supongo, que los viajeros, que se acerquen o adentren en el Sáhara Occidental, si  notarán diferencias. Nosotros anduvimos por esa zona en 2012 y los controles a los españoles eran bastante férreos y exigentes. Intuyo, que ahora y después de la normalización de las relaciones entre ambos gobiernos, las cosas para nuestros compatriotas serán más sencillas. Pero, en el norte de Marruecos, que es a lo que vamos, todo sigue casi igual.

          Quizás, uno de los pocos matices a tener en cuenta sea, que Chaouen se ha convertido en un lugar más amable y seguro, que lo fuera en otros tiempos.  El cambio parece bastante consolidado, después de que en la ciudad azul sus habitantes se hayan dado cuenta, que sale más rentable atraer a un turismo de ciertos posibles, que al sórdido mundillo de las drogas. Aún, hay quien las ofrece por la calle, pero en bajito, a solas y con mucha menos insistencia, que en el pasado.

          Chaouen -o Chefchaouen- es hoy en día un pequeño Disney world -para lo bueno y para lo malo -, del que disfrutan apaciblemente los turistas, fundamentalmente, españoles y franceses, mayoritariamente, mayores, pero no exclusivamente. Todas las tiendas disponen de productos enfocados al supuesto interés del viajero, a diferencia de la preciosa medina de Tetuán, donde se comercializan cosas para el disfrute de los lugareños.

          Creemos, que el fenómeno de los falsos guías ,-tan solo nos asedió uno, a lo largo de nuestra estancia -, tan frecuente hace quince o veinte años, también se  ha desinchado, beneficiando sobre todo a los niños, que eran, fundamentalmente, los que ejercían estás actividades, llevándote a terrazas de tiendas y otros lugares requeridos, a cambio de unos pocos dirhams, de bolígrafos o de golosinas. Aunque debo matizar, que la mayoría de ellos estaban en las medinas de Fez y de Marrakech, ciudades, que en esta ocasión, no hemos visitado.

          Por supuesto, que sigue habiendo pesados en el norte de Marruecos, abarcando todas las edades ,(un señor mayor nos acusó de llamar animales a los marroquíes, por declinar amablemente, unas indicaciones, que nos dió). Pero son menos, que hace una década y están localizados, principalmente, en Tánger, lugar, donde siempre hay mucha gente de fuera, buscándose, la vida. Resultaban agresivos y suelen pedir dinero, pero basta con frenarlos con contundencia.

          Cuando fuimos por primera vez a esta ciudad, en 2005, la Kasbah era un lugar algo peligroso. Pero, desde que en 2011, abrieron el paseo marítimo, ya no.

          Por el contrario, en Chaouen, abunda la gente "demasiado simpática". Su amabilidad es, evidentemente, interesada, aunque no ofensiva y es llevada a cabo por la mayoría de los tenderos. El problema básico, que genera es, que después de cuatro horas de paseo acabas muy cansado de agradecer las constantes bienvenidas, de saludar a todo lo que se mueve y de reír las gracias (la mayor parte de las veces, poco graciosas).

          En este sentido, Tetuán es una delicia, porque como no viven del turismo, nadie te dice nada.

          Un dato a si tener en cuenta: en Marruecos se fuma mucho menos, que antes y que en España.

          Tan poco ha cambiado Marruecos, que aún te siguen entrando con las mismas muletillas de siempre: "hola, Radiola"; "hola, Pepsicola"; " más barato, que en Andorra o que en Carrefour"... ¡Podían renovarse un poquito!.

martes, 30 de mayo de 2023

De por mayo era por mayo...

           A mediados de junio partiremos para un viaje de unas dos semanas y media, a Azerbaiyán, aunque aún sin billetes de avión, no son descartables otros destinos, como Arabia Saudita y Omán, donde ya estuvimos, fugazmente, en 2011.

          Pero lo que tocaba, en este mes de mayo y además de los habituales viajes recurrentes a la comunidad de Madrid, era volver a Marruecos, después de que la última y séptima visita al país alauita datara ya de once años atrás. ¡Mucho tiempo!.

          Se ha tratado de una escapada de tan sólo cinco días, al norte del país. Parecida en duración, a la que en mayo del año pasado llevamos a cabo en fechas similares, a La Palma. Pero, entonces, las circunstancias eran bien diferentes. Durante esa estancia en la isla canaria, el Real Madrid obtuvo su decimocuarta Champions y el Valladolid consiguió el acceso directo, a primera división. En esta ocasión contemplamos, como el equipo capitalino cayó goleado de mala manera en las semis y el Pucela, compraba la mayor parte de boletos para bajar a segunda.

          Disquisiciones y desgracias futboleras al margen, decir, que se ha tratado de un viaje modesto, de escasas pretensiones, en el que no hemos visitado destinos nuevos, porque aunque el cabo Espartel y las cuevas de Hércules estaban entre nuestros objetivos, al final y por motivos logísticos, que ya explicaremos en otro momento,no fuimos a esos lugares. Queríamos conocer de primera mano, si se habían producido cambios en el país, después de no haber estado por allí en más de una década.

          Con algo más de un mes de antelación, compramos billetes de ida y vuelta, desde Madrid a Tánger, con Ryanair, a un precio bastante bueno para los tiempos que corren. Además de esta ciudad, hemos recalado en la turística Chaouen -españoles y franceses de todas las edades para aburrir, aunque, especialmente, mayores- y en la tranquila Tetuán, que es una de nuestras ciudades marroquíes favoritas. En ambos sitios, ya habíamos estado, durante 2010.

          El periplo, llevado a cabo en transporte público, se ha ajustado a los planes previos y no ha tenido más contratiempos, que la inesperada, indeseada y casi constante lluvia, que ha mantenido nuestros pies mojados, durante casi todo el tiempo.

jueves, 25 de mayo de 2023

Por el camino, yo me entretengo

           Es tan importante el destino, como el propio viaje y al decir esto, no descubro nada. El domingo, 14 de mayo, cumplimos nuestro viaje número 50, desde el pasado septiembre, en la línea Valladolid -Madrid-Valladolid. Casi 150 horas de tren, en las que hemos vivido multitud de anécdotas, sobre todo con gente joven, que es la que más utiliza los servicios ferroviarios recurrentes y gratuitos. En este artículo, me voy a referir a varios hechos, ocurridos a bordo, durante ese fin de semana y que demuestran, que no toda la juventud es igual. Aunque en lo que si coinciden es, en la maldita expresión, "en plan", que ha sustituido al "o sea" de toda la vida.

          Sábado, 13 de mayo. Tren de las 14:26 horas. Nos dirigimos hacia la capital con el objetivo de asistir a dos conciertos en la pradera de San Isidro y pasar la noche de fiesta. En nuestro vagón y casi al lado, viajan tres chicas y dos chicos bastante jóvenes. Hablan tanto y tan alto, que no resulta difícil conocer sus planes más inmediatos.

          Son gente altamente superficial. Ni una sola conversación profunda, ni siquiera personal. Fuman, como corachas tabaco de liar, en casi todas las paradas. Se dirigen a un lugar llamado Fabric y para llegar allí, deben tomar un metro y una lanzadera. Hablan de música maquinera y electrónica y de ponerse de alcohol de supermercado hasta las trancas. No saben hacer nada sin el móvil y sus aplicaciones, ni son capaces de tomar decisiones sin consultar, a Google. Después de la fiesta, regresarán en el tren de las 9:07 de mañana 

          No nos costó mucho descubrir, que Fabric es una macro discoteca -dicen, que entre las cien mejores del mundo-, con siete barras y capacidad para unas cuatro mil personas, que se encuentra en un polígono industrial, en las afueras de la localidad madrileña, de Humanes.

          Domingo, 14 de mayo. Tren de las 16:28 horas. Regresamos a casa. Antes de abandonar la provincia de Madrid aparece un revisor, que va a llevar a cabo la primera inspección, de la que tenemos constancia, desde que usamos los abonos gratuitos. Para ello, nos pide a todos los pasajeros, que tengamos a mano el billete y un documento de identificación.

          Un joven, al lado nuestro, asegura no estar identificado, pero el interventor tiene demasiadas tablas para rendirse tan pronto. Entonces, empiezan las excusas, cada vez más endebles, hasta derrumbarse.  Y es, que el pasajero, que va a Ávila, está viajando con el abono de su hermano. Llega a agobiarse tanto, que incluso, mete de por medio a su abuela, la cual está muy enferma y para demostrarlo, le muestra un chat de WhatsApp.

          El empleado de RENFE está molesto con la mentira inicial, pero permanece templado. Le contesta: "Por esta vez, te lo voy a pasar. Pero, lo que yo debería hacer es bajarte en la próxima estación y denunciarte allí ante la guardia civil. Después, se te pondría una multa, se te retiraría el abono y perderías la fianza. Ten en cuenta, que al viajar sin un título de transporte válido, no estás cubierto por el seguro de viajeros y me estás haciendo a mi responsable, de lo que te pueda pasar".

          El chico, compungido, se baja en su destino y allí embarcan dos jovencitas estudiantes de enfermería, que se pasan la casi hora y media, que hay hasta Valladolid, hablando de sus estudios y de sus proyectos profesionales y de cursos complementarios, a llevar a cabo en el futuro. Ni una sola mirada al teléfono móvil, ni una sola palabra sobre aplicaciones, internet, Google, redes asociales...

          Lo dicho: viajar no sólo es el destino.

miércoles, 24 de mayo de 2023

La pradera de San Isidro y los conciertos

           Para quien no quiera leer más, empecemos por el final: ¿Es la pradera de San Isidro un lugar adecuado para los conciertos? La respuesta, definitiva y contundente es, NO. O al menos, no en el lugar donde ha estado ubicado este año.

          Nosotros estamos muy acostumbrados a disfrutar de espectáculos musicales en la plaza Mayor de Valladolid y de Salamanca. Para nosotros son lugares tan normales y no entendíamos muy bien, por qué muchos artistas alucinan por tocar en marcos tan incomparables. Después de ver el lugar, donde se celebran estos conciertos en la capital, ahora lo comprendemos todo.

          Pero es, que además, esas plazas castellanas son mucho más seguras para las acumulaciones de gente y para regular el flujo de tránsito, antes, durante y después del evento, dado que en el caso de Pucela, son siete u ocho calles por donde llegar o escapar, mientras para el escenario de Madrid, hay una única avenida de acceso y no es muy ancha, si es que no se quiere ir por el agreste campo a través, lo cual resulta más peligroso aún, de noche.

          Por otra parte he visto mejores escenarios y juegos de iluminación en poblaciones mucho más pequeñas. No se entiende de ninguna de las maneras, como si ocurre en la mayoría de sitios, que el ayuntamiento no colocara pantallas gigantes laterales, a cada lado de la escena, con el fin de poderse ver el show desde más lejos. Así, la gente trataba de llegar a la parte delantera, como fuera, lo que generó bastante situaciones de conflicto.

          El terreno no es liso y tiende a ahondarse algo por el centro. Por lo cual, puedes estar de frente y cerca y no ver nada, como nos pasó al principio de la actuación de Carolina Durante. Desplazarte a otro punto lateral supone -en la mayoría de los casos -, subir escaleras o bordillos, que de noche, no siempre se ve bien y menos, entre tanta gente.

          Al final del espectáculo, invertimos más de veinte minutos en salir de la zona colapsada, con muy escasa iluminación y sin saber, que sería lo siguiente, que tendríamos bajo nuestros pies, a cada paso, porque la cantidad de basura de cierta envergadura era masiva. Andar en esta situación resultó todo un proceso mecánico de aceleración y desaceleración. Te empujan desde atrás, te frenan desde adelante y así, una y otra vez.

          Tuvimos, que cambiar de ubicación un par de veces, por visibilidad y por los gamberros de turno, que siempre nos tocan a nosotros al lado y que suelen ir mamados. Gentes, que van a los conciertos a generar bronca y a darse culazos en corro o a llevar a cabo movimientos abiertos e imprevisibles, para desplazar o tirar, a quienes tienen alrededor.

          Dos aspectos muy positivos: un sonido perfecto y puntualidad suiza. Los dos conciertos empezaron en punto, a la hora señalada. Nos llamó la atención, que en ninguno de ellos, se reclamarán bises por parte de los asistentes.

lunes, 22 de mayo de 2023

jueves, 18 de mayo de 2023

En la pradera de San Isidro

           Los escenarios para conciertos en las Fiestas de San Isidro, en Madrid, son fundamentalmente, cuatro: plaza Mayor, las Vistillas, el Matadero y la pradera del mencionado santo. Es en este último lugar, donde se desarrollan los eventos más importantes y multitudinarios.

          Nuestro último contacto con las fiestas de San Isidro databa de casi cuarenta años atrás. Allá por el segundo lustro delos ochenta, cuando se celebraban conciertos enlazados de grupos de la época, durante mas de seis o siete horas, a 400 pesetas la entrada. El escenario era el antiguo palacio de los deportes, del Real Madrid, que ya hace tiempo, dejó de existir.

          Por increíble, que parezca y a pesar de haber vivido dos décadas en la capital de España, nunca habíamos acudido a la pradera de San Isidro. Ni en fiestas, ni en otra época del año. Aunque si hemos sido siempre conscientes, de lo que allí se celebra 

          Para acceder al lugar, ni es mala idea bajarse en la estación de cercanías de Pirámides, aunque también es adecuado en la del metro del mismo nombre. Después, se desciende por la avenida de las Acacias y se cruza el puente de Toledo.

          Casi, a partir de aquí y durante las fiestas, se acota la extensa zona peatonal, que abarca la avenida del 15 de mayo y la de la ermita de San Isidro. A los lados y durante todo el recorrido, aparecen centenares de puestos callejeros, predominando los de comida de batalla, bebiday los de rosquillas (ya no sólo son listas y tontas, sino de más de veinte sabores). Chorizo, morcilla, lomo...y las omnipresentes y cutres salchipapas sudamericanas, que han mandado a paseo, definitivamente, a la tradición tortilla de patatas patria. Por supuesto, cada partido político tenía su bareto, llamándonos la atención, que el se Vox, estaba atendido por camareros inmigrantes.

          Todo carísimo, así que mejor, llevarse la merienda y el botellón desde casa. A modo de ejemplo: un litro de cubata, 14 euros; un bocadillo, siete y una rosquilla, 1,50, cuando en las fiestas del barrio de San Isidro, en Valladolid, te dan seis por cuatro euros.

          La pradera es un enorme caos semicontrolado, apenas sin asfaltar, en el que también se ubican las atracciones de feria, los merenderos populares y el público esparcido por todos los huecos de suelo -apenas existe hierba- disponibles para sentarse. Nunca habíamos visto a tanta gente junta, ni creo, que la volvamos a ver, a no ser, que vayamos allí, el próximo año por estas mismas fechas. Las colas para el baño eran de varios centenares de metros, especialmente, en el de chicas. Por supuesto, pretender visitar la famosa ermita del Santo resultaba misión imposible.

          No hay duda, de que el ambiente es increíble, pero ido tiene un límite. Si permaneces por allí más tiempo de la cuenta, hasta el más sereno y templado ser humano termina agobiado y odiando al resto de sus semejantes. Especialmente, cuando mucha gente empieza a estar pasada de alcohol.

          Fuera de la pradera, la vida y la noche siguen y nosotros también . Madrid es tan grande, que fuera de los recintos festivos, no parece, que sean fiestas. No hay, casi calle, sin un camión de basura armando estruendo y trasgrediendo todo civismo. El que va por la calle Arenal circula a toda velocidad, esquivando bolardos y rocas de granito disuasorias, sin tener en cuenta, que la vía es peatonal. Los gloveros y similares tratan de sacar su exiguo jornal, jugándose sus propias vidas y las de los demás.    

          Al menos, dos escenas nos hacen gracia. El menaje escrito de un repartidor de Popeyes, que asegura: "si tú me dices ven, ....te llevo pollo". O la clínica canina, cercana a la plaza del 2 de mayo, a la cual han llamado: "El dog de mayo".

miércoles, 17 de mayo de 2023

Maratón de conciertos

           El primer fin de semana de mayo, después del puente, no fuimos a Madrid. Eso no significa, que descansaramos. Ni muchos menos. Nos dimos una buena paliza de conciertos. El viernes y el domingo, asistimos a la feria del Vino, en la plaza Mayor, de Valladolid y disfrutamos de los espectáculos de grupos tributos genéricos, como Bloody Mary y Holly Bitch.

          El sábado, nos presentamos en las fiestas patronales de Arroyo de la Encomienda, donde contemplamos la actuación de los Sultanes del Pop.

          El siguiente fin de semana se presentaba arduo, dado, que coincidían las fiestas de San Pedro Regalado en la capital pucelana y las de San Isidro, en Madrid. Tras estudiar los dos programas de actividades, nos decantamos por dividir los días al 50%.

          Jueves 11. Tras visitar el Mercado Castellano y la Feria del Disco, nos fuimos a los conciertos de Lonegan -grupo leonés - y Rock Ryders. Nos deleitó, especialmente,cel primero, con rockeros y cuidados temazos propios y unas pocas versiones conocidas, para hacer más amena la velada 

          Viernes 12. Seguimos en Valladolid. La lluvia estuvo amenazando los conciertos, durante toda la tarde, pero finalmente, pudieron celebrarse. Habíamos varias opciones, pero nosotros nos decantamos por el espectáculo, que homenajeaba a los grupos pioneros de la movida vallisoletana, allá por el año 83. Ya pasados de canas, tocaron tres bandas y no con todos sus componentes: Analgésicos, Reflejos. Disidentes (alguno de los miembros de este último, ya han muerto). Solo faltó Objetivo Perdido, desconociendo las causas. Lo pasamos genial, a pesar del intenso frío.

          Sábado 13. Finde en Madrid. Nos esperaban dos platos fuertes en la Pradera de San Isidro. Primero, un grupo navarro de solo chicas, llamado Melenas. No estuvo mal, aunque para nuestro gusto, resultan demasiado psicodélicas. Después, la gran actuación de Carolina Durante, que colapsó de gente el espacio festivo. Sencillamente, un concierto impresionante, lleno de rock y de fuerza. Y eso, que ya los habíamos visto anteriormente en una sala cerrada, aunque en acústico.

          A medianoche, contemplamos unos discretos fuegos artificiales sobre. el río Manzanares. Los hemos visto mejores en nuestro lugar de residencia, que apenas cuenta con 10000 habitantes.

          Domingo 14. Tiempo para la nostalgia en la Plaza Mayor de la capital, con tributo a la inolvidable y espléndida música de los años ochenta.

          Como veis, aún sigue siendo posible disfrutar de buenos ritmos y sin rastro de la mierda de la denominada música urbana, que más bien, suena a suburbana, a alcantarilla de ratas, a ciénaga...

          Habíamos recibido un correo electrónico de Mahou,ceb el que durante este día y en el Mercado de Motores, por tomarte una cerveza te regalaban un clavel, una bolsa de tela y una birra sin filtrar de su marca. Pero, como la bebida costaba 3,50 euros, acabamos en la máquina de Samplia, de Príncipe Pío, degustando de manera gratuita una Sheweppes de frutas del bosque.

lunes, 8 de mayo de 2023

Otro de Holly Bitch


Holly Bitch, en la feria del vino, de Valladolid


Bloody Mary, en la feria del vino, de Valladolid


Un Madrid poco sostenible y nada preparado para el cambio climático

           Al fin -que casualidad, poco más de un mes antes de la celebración de las elecciones municipales y autonómicas -, han terminado las eternas obras de la Puerta del Sol, de Madrid, que tanto nos ha molestado a todos y la decepción, la frustración y la indignación se reparten por partes iguales.

          El espacio se ha convertido en un lugar inhóspito, sin un solo árbol,ni una sola sombra, sin entornos acuáticos, que trasmitan frescor y sosiego, sin una mínima zona verde... Solo, una interminable y desaliñada exposición de adoquines de diferentes formatos y colocados con escaso criterio, para el sufrimiento de los miles de pies, que estresados, transitan por allí cada día. Escuché el otro día decir a alguien sobre el tema: "Esto parece una fábrica de baldosas, con muestras de elementos diferentes de todo tipo, tamaño y color".

          A ello, hay que añadir, que Madrid es actualmente, la capital internacional de la basura. No sé, como estaría la ciudad, cuando gobernaba Carmena, porque no íbamos mucho por allí en aquella época, perola situación en la actualidad, se torna en absolutamente lamentable, con suciedad -veces, rancia- por todas partes.

          No sé, como han podido permitir, que céntricos lugares, como la plaza de Jacinto Benavente o las inmediaciones de la estación de Príncipe Pío, se hayan convertido en pestilentes urinarios sobre la acera -formándose hasta enormes charcos-, donde miccionar sin rubor a cualquier hora del día o de la noche es lo habitual. Ya doy consciente, de que los mendigos tienen, que vivir en alguna parte, pero corresponde a las abúlicas autoridades municipales -entretenidas atacando a Pedro Sánchez -, dar una solución, que sea buena para los comerciantes de esas zonas, los vecinos, los turistas y los propios indigentes.

          Otro asunto es el terraceo. Hay centenares -tal vez, miles- de calles, que se encuentran absolutamente invadidas por las terrazas, sin el más mínimo remordimiento de los propietarios de los bares. En la mayoría de ellas, han montado una especie de estrechos corredores humanitarios atestados y apestados por enfermos del tabaco -hora va siendo, de que prohíban fumar en la vía pública -, para que malamente, puedan transitar los peatones, como quien huye de una guerra. Y, como en el tránsito cotidiano, se te ocurra rozar a un camarero -casi siempre son ellos, los que te golpean a ti, porque van deprisa y sin mirar -, prepárate para una mala cara o un comentario diez y salido de tono.

          Es una vergüenza sin igual e intolerable, que el Sky line de la Plaza Mayor sea una enorme sucesión de extensos toldos, que impide ver el lugar con perspectiva, Alós numerosos viajeros, que llegan a ella, para visitarla. Y todo, para que los hosteleros de la zona se hagan ricos con sus alucinantes precios. Existen lugares, que deberían estar protegidos. Esto no ocurre en las plazas mayores de Valladolid y Salamanca, do de las terrazas están esquinas o son laterales y dejan el resto del espacio para las visitas o eventos puntuales.

          Para que hablar de los Kamikazes de los patinetes, los agresivos ciclistas -estén trabajando o de ciclopaseo -, las motos aparcadas en la acera ...

          En otras ciudades, se han tomado medidas contra las incesantes olas de calor, como son sistemas estratégicos de arbolado y cinturones verdes, suelos drenantes o estanques artificiales para ahorrar agua, entre otras muchas. En Madrid, ni se han tenido en cuenta esas necesidades, ni se las espera. Al menos, mientras sigan en sus sillones los incompetentes, qi en la actualidad, gestionan el ayuntamiento 

domingo, 7 de mayo de 2023

Los improvisados superamigos en los viajes: tan imprescindibles, como absolutamente decepcionantes

           Hace ya mucho tiempo, que quería escribir un artículo sobre este asunto, pero por una u otra razón, siempre me terminaba dando pereza. Tal vez, la más fundamental sea, que no es lo más apetecible hablar sobre decepciones.

          El título de este post es bastante descriptivo, pero no tengo ningún problema en ampliarlo. Se trata de personas -generalmente, de tu misma nacionalidad o al menos, del mismo idioma -, que conoces durante los viajes y que de repente, los llegas a considerar, como si fueran amigos íntimos de toda la vida.

          La razón fundamental de esta casi inmediata sinergia es la afinidad. En nuestra rutina cotidiana, tenemos personas de confianza o compañeros de trabajo, pero es difícil llegar a sintonizar a un nivel tan alto, porque no tienen esa necesidad enfermiza por viajar, lo que si sueles encontrar, cuando te largas por ahí y te topas con estos trotamundos, con los que compartes la forma de pensar, de actuar, el estilo de vida, las aflicciones y los intereses.

          Los inesperados e irrompibles lazos se pueden estrechar todavía más, si concurren otros tres factores: estar bastante lejos de tu país -generalmente, en lugares exóticos o poco turísticos -, tener un recorrido común y por encima de ellos, incluso, afrontar un problema o una necesidad común (por ejemplo y recientemente nos ocurrió, que te cancelen el mismo vuelo).

          Entonces y llegado el caso, lo que suele suceder después, admite muy pocas variantes: euforia desmesurada, no parar de hablar -si la ocasión lo permite, en torno a litros y litros de cerveza -, contar hasta los más insignificantes o íntimos detalles de tu vida, hacer planes juntos para el presente -el viaje en curso- y para el futuro, fotos y más fotos, invitaciones a la vuelta al domicilio personal... Y por supuesto, intercambiar teléfonos y correos electrónicos.

          Nosotros llevamos treinta y cinco años viajando, así, que podéis imaginar, la cantidad de amigos de este tipo, que hemos tenido en los cinco continentes. Aunque, durante el desarrollo de los viajes, hemos tenido alguna mala experiencia aislada, debemos decir, que la mayoría de esas relaciones han funcionado a la perfección y hemos desarrollado experiencias humanas intensas e increíbles, como nunca hemos tenido con la gente de nuestro entorno habitual.

          Otra cosa muy diferente es, a la vuelta. Normalmente, esa amistad inquebrantable, se va esfumando en diferentes grados. Solamente con un par de personas, volvimos a compartir otro viaje y nos visitamos en nuestras respectivas ciudades. La mayoría de las relaciones quedaron en un par de correos o WhatsApps posteriores o sencillamente, en si te he visto, ni me acuerdo.

          Es una pena, pero a pesar de las repetidas y esperadas decepciones, no rehuiremos en nuestros viajes futuros a amigos de este tipo, porque el momento vale mucho la pena.

          La última experiencia de este calado sucedió el pasado noviembre, en Abu Dhabi, con un donostiarra, que viajaban solo. El día de Nochevieja -creo yo, que algo subido de alcohol-, esta persona nos felicitó el año y nos ofreció su casa para cualquier fin de semana, que quisiéramos. Tratamos de arreglar los flecos a lo largo de enero y las primeras semanas de febrero. Su último mensaje es del 20 de ese mes -lo tengo guardado- y en él, nos decía: "no os preocupéis, mañana sin falta os doy una respuesta". Cuando esto escribo y siendo cinco  de mayo, aún estamos esperando, que conteste.

Del museo de motores, al cementerio de la Florida

           La intensidad del primer día del puente de mayo había sido tal, que debimos bajar el ritmo las dos jornadas siguientes, porque además, la noche del sábado no dormimos nada bien.

          Habíamos reservado para el domingo a media mañana, entradas para el Museo de Motores, situado en el barrio de Pacífico. De camino y sin haberlo planificado, nos encontramos con el Panteón de España y con la Real Fabrica de Tapices. Quisimos visitarla, pero no ábrelos fines de semana. Solo de lunes a viernes por la mañana y cuesta seis euros en visita guiada obligatoria

          El Museo de Motores supuso nuestra cuarta visita a las exposiciones permanentes del Metro de Madrid. Ya solo nos quedará para otro finde, el vestíbulo de la estación de Pacífico, donde cuesta encontrar plazas libres. Elegimos el recorrido no guiado, porque hay muchos paneles informativos. Es el recinto, que menos nos ha gustado de todos, pero está bien. La extensa sala contiene los tres impresionantes motores, que generaban la electricidad del suburbano en los primeros tiempos de vida y otros más pequeños, además de accesorios diversos.

          La tarde nos la tomamos con más calma y nos fuimos a Guadalajara, sobre la una y media, donde cambiamos el hotel de otras veces, por otro más barato, aunque de características similares. Más o menos, utilizamos el mismo tiempo en descansar y sestear, que en dar paseos por la ciudad manchega, entre un calor axfisiante.

          El lunes, 1 de mayo y de regreso, a Madrid, tuvimos inesperados problemas logísticos. En la capital, casi todo abre los domingos y festivos, pero casi nada, el día del Trabajo, Navidad, Año Nuevo y Reyes. Finalmente, el único de los grandes abierto, el Lidl, nos sirvió para avituallarnos de comida y bebida.

          Previamente, habíamos parado a dar un paseo, en San Fernando de Henares -de camino, volviendo desde Guadalajara-, localidad de vestigios reales, aunque no quedan más, que una plaza principal y la mayoría de los edificios de esta tienen las puertas tapiadas. Buen ambiente festivo, aunque sin demasiados atractivos.

          Para regresar a casa, tomamos el último tren del día, por lo que tuvimos tiempo para disfrutar del cementerio de la Florida, situado cerca de la iglesia del mismo nombre -donde están los frescos de Goya, que ya vimos en otra ocasión - y dela estación de Príncipe Pío.

          Vimos la parte de fuera y alrededores y nos sorprendimos, porque había muchos extranjeros pululando por allí. Estaba cerrado, porque solo abre de once a dos, determinados días, por lo que habrá que volver otra vez. En él están enterradas las víctimas mostradas en el cuadro del pintor aragonés, fusiladas por los franceses el 3 de mayo, de 1808.

          ¡Tantos años viviendo y yendo, a Madrid y no teníamos ni idea de su existencia!

           Durante el puente de mayo se celebraron también las participativas fiestas de Malasaña. Lamentablemente, no lo supimos hasta el domingo, por lo que nos perdimos la actuación de los rockeros Mendoza, la jornada anterior. ¡El año, que viene, estaremos más atentos!

          Este próximo fin de semana descansaremos, para retornar con fuerza a la capital, durante las fiestas de San Isidro.


viernes, 5 de mayo de 2023

Mercadillo y mamuts, en el puente de mayo

           Se está convirtiendo en un hecho muy recurrente, al que a pesar de las molestias, ya nos hemos acostumbrado, el no poder pernoctar en Madrid capital, ni en las poblaciones más cercanas, del alfoz, durante los fines de semana o vísperas de festivos. Como no estamos dispuestos  a abonar los s 80 o cien euros, que piden por una habitación doble -de ahí para arriba, lo que quieras-, son demasiadas ya las veces, que nos hemos ido a Cercedilla o Guadalajara, distantes del centro, más de sesenta kilómetros. Y eso, porque los trenes de cercanías son gratis, porque si no, no saldría tampoco a cuenta.

          Nos frotamos los ojos al ver en los buscadores, como hostales, que el primer verano de la pandemia nos alojaban por poco más de veinte euros -incluso, por menos - en las proximidades de Sol o de Gran Vía, ahora y un sábado cualquiera, piden más de 300. Tal vez, ¡ni lo uno, ni lo otro!. Pero, ellos sabrán.

          El sábado del puente de mayo madrugamos y tomamos el primer tren de la jornada, a las seis y veinticinco de la mañana. El objetivo era, llegar a tiempo al famoso mercadillo de Majadahonda, que se celebra en un aparcamiento público, ese día y los martes 

          El camino desde la estación de cercanías es largo -media hora-, tedioso y cuesta arriba, pero el lugar merece bastante la pena, porque la ropa y los complementos, que se venden, tienen -en términos generales- bastante estilo, aunque no son baratos. Está concurridisimo, especialmente, de chicas jóvenes con vestidos de punto, que al salir se ponen a un lado en las aceras  para hacerse pomposas fotos con sus compras y después, subirlas a las redes (asociales). Durante la vuelta, disfrutamos de las únicas cuatro gotas del viaje, entre intenso y apestoso calor 

          Desde ya hace algún tiempo y para más comodidad, hemos establecido un sistema alimentario, que consiste en desayunar fuerte y cenar con contundencia, dejando algo frugal para el mediodía. Así, podemos tirar de corrido toda la jornada, sin tener, que andar buscando restaurantes o supermercados para comer.

          Por tanto, al volver desde Majadahonda, nos bajamos en Atocha y nos fuimos a la cercana Fundación Caixa Forum -gratis para clientes -, a contemplar dos novedosas exposiciones. La primera, de Genios, Sabios y Magos nos encantó, pero la segunda, sobre la historia de los Mamuts, resultó ser delirante. Además de numerosas maquetas pequeñas y paneles informativos muy explícitos, cuenta con una espectacular reproducción, a tamaño real.

          En Samplia, de Gran Vía, tocaba recoger de forma gratuita, bebidas de litro de avena y almendras y caramelos.

          Fue de locos, porque la jornada terminó con más de 68000 pasos sobre nuestras castigadas piernas.

martes, 2 de mayo de 2023

Seguimos con los museos del metro de Madrid y con Samplia

           Cuando iniciamos el ciclo de viajes recurrentes a la Comunidad de Madrid, allá por mediados de septiembre y después de venir de un periplo por los Balcanes y Corfu, intuíamos, que se podía hacer algo pesado acercarnos a la capital de España todos -o casi- los fines de semana. También pensamos, que se nos terminarían agotando las actividades, eventos o los lugares de interés, a visitar. Afortunadamente, ninguna de esas dos cosas ha ocurrido. Es más: casi lo echamos de menos, si un finde en concreto, no podemos -o queremos- ir.

          Puede parecer entre curioso y ridículo, que dos personas, que han vivido casi dos décadas en Madrid y que han tomado el suburbano miles de veces, se asombre y disfruten de su reencuentro con el metro. Fácilmente, hacía más de quince años, que no tomábamos este medio de transporte, porque solemos ir a todos los sitios andando o en cercanías. Como mucho y en los últimos cuatro lustros, hemos llevado a cabo algunos recorridos al aeropuerto, cuando no conocíamos la más barata opción del autobús 200, desde Avenida de América. Pero, la línea, que lleva hasta la terminal 4 es moderna, amplia y funcional.

          Nuestro shock y tremenda nostalgia ha tenido lugar con el retorno a las líneas viejas, sus estaciones en curva y en forma de tubo y sus estrechisimos y abarrotados andenes. Donde en su día veía normalidad, ahora y quizás debido a los años, detecto peligro y la sensación, de que fácilmente, podemos caer a las vías (en inconscientes noches de borrachera universitaria, las hemos cruzado por el medio más de una vez).

          Emociones y recuerdos al margen, pasamos a contaros, brevemente, lo acontecido el fin de semana del 22y 23 de abril.

          El sábado fue un día caluroso y algo fallido. Recogimos una lata de Sheweppes de tónica al limón en la máquina de Samplia, ubicada en Príncipe Pío y tomamos unos güisquis Ballantines, también gratuitos, en su sede de Gran Vía. Después, nos dimos una vuelta por las degustaciones de las tiendas de los turrones. Hay alguna nueva, pero en estas últimas no dan nada.

          Posteriormente, nos fuimos hasta Getafe, donde había un evento de cervezas Mahou con una feria varias casetas, aunque ran pocas, caras y casi sin ambiente. De vuelta, en Madrid, quisimos volver al Museo Reina Sofía, pero la cola era tan larga, que desistimos.

          Para el domingo, habíamos reservado entradas gratuitas en el museo de trenes de la estación de metro de Chamartín. Como en Ópera y en Pacífico, se debe ingresar con un título de transporte (por ejemplo, abono de diez viajes). Elegimos la visita no guiada. Entre el ensordecedor ruido de los metros en circulación, se contemplan algunos vagones antiguos y materiales diversos de la historia del metro -cartelería, fotos de época, utensilios, videos...-, haciendo bastante hincapié en el centenar de la institución, celebrado hace cuatro años. Está bien, pero nos gustaron más, la estación fantasma de Chamberí y los Caños del Peral, en Ópera.

          Desde la propia estación, de Chamartín, llegamos en metro hasta el centro comercial de Hortaleza, donde Samplia regalaba botes de diversas salsas de la marca Rana. El lugar se ha quedado algo obsoleto, para lo que hay, hoy en día. Después y en una larga marcha, regresamos al centro, caminando.