Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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lunes, 11 de enero de 2016

Fiesta de la Moto 2.016

          Nuestro primer viaje del año ha sido bien cerquita -a tan sólo unos 12,5 kilómetros de nuestra casa-, aunque no por ello, menos emocionante o enriquecedor, que otros más lejanos. Los días 8, 9 y 10 de este mes de enero, se ha celebrado a lo largo y ancho de toda la ciudad de Valladolid, aunque especialmente, en las instalaciones de la Antigua Hípica militar -a unos 4 kilómetros del centro comercial Vallsur, por la carretera de Rueda- la primera edición de la Fiesta de la Moto (herencia de la antigua Pingüinos, por simplificar).

          Desde este blog, queremos felicitar al Ayuntamiento de Valladolid -se nota la mano y el trabajo del nuevo gobierno de izquierdas- y a los patrocinadores -asociación de hosteleros de la ciudad, Coca Cola, el Norte de Castilla y la cadena Ser, como más significativos-, por lo que ha sido un evento casi perfecto.

          La primera decisión, que nos llevó un tiempo, fue concretar, si iríamos con la tienda de campaña a la zona de acampada, a pasar las dos noches. Concluimos, que hacerlo nos traía desventajas por la cantidad de horas muertas, a entretener. Luego, estaba el tema de si adquirir la entrada para un sólo día -12 euros en anticipada, 14 en taquilla- o el pase para todo el certamen (17 y 20). Optamos por esto último, dada la calidad de los conciertos y lo barato del precio.

          Aunque todo es mejorable -faltaría más-, la zona fue perfectamente acondicionada. Un espectacular escenario central encabezó dos carpas laterales -donde avituallarse de bebida- y una tercera, destinada a la rica gastronomía local. En el resto del pinar se habilitó el terreno para los acampados -bastante numerosos-, varios baños con duchas de agua caliente y madera para hacer hogueras y calentarse.

          Hicimos acto de presencia el viernes, a las siete de la tarde. Quisimos llegar con tiempo, porque nunca habíamos estado en Pingüinos y desconocíamos el funcionamiento de las actividades. Tras recoger la mochila de obsequios -camiseta, pin, bolígrafo...- e inspeccionar la zona minuciosamente y comprobar, que todo estaba a nuestro gusto, asistimos a la degustación de vino Cuatro Rayas, de la denominación de Rueda. Como no había límite, nos tomamos seis cada uno.

          Estaba tan bueno, que bebimos demasiado deprisa, por lo que pusimos freno temporal a la ingesta de alcohol, hasta acabado el primer concierto, El de Trogloditas: canciones de su época con Loquillo y otras propias, durante tres cuarto de hora. A partir de ahí, el resto de los grupos tocaron unos sesenta minutos cada uno, con intervalos de 20 para reponer fuerzas y huir de la maldita lluvia.

          Y es, que esta última, fue la gran protagonista de la sesión -desde las cinco de la tarde, hasta más de la una y media de la madrugada-, por mucho que Los Rebeldes se empeñarán en que, “bajo la luz de la luna, yo te amé”.

          En tercer lugar, saltó a la palestra Burning -que ya habíamos visto en las fiestas de septiembre pasado-, que se entregaron a fondo, como en ellos es costumbre. Con “Una noche sin ti”, llegó el momento más emotivo de la velada, siendo coreado el estribillo por casi todos los asistentes.

          Cerraron el programa, La Guardia y La Frontera, a quienes ya habíamos disfrutado no hace mucho, para completar seis horas y media de conciertos. La banda de Javier Andreu -para mi, el mejor directo en los 30 últimos años de la música española- estuvo menos motivada, que otras veces. Quizás, debido a las altas horas y a que han tocado en le provincia de Valladolid 3 veces, en cuatro meses.

          La mañana del sábado comenzó con un guiso motero en el centro de la ciudad, si por tal se puede entender un calduverio compuesto -mayormente- por agua, ajo abundante y rabioso, virutitas de algo desconocido y pimentón. Sin lugar a dudas, la peor sopa de ajo, que haya probado en mi vida y la única actividad no satisfactoria (nos repitió a lo largo de toda la tarde).

          Tras un insulso y pequeño vaso de caldo de pollo industrial, el protagonista de la tarde del sábado fue el viento, con rachas de hasta 60 kilómetros/hora. Fue imposible mantener caldeados los pies, durante las cuatro horas y media de conciertos de -por este orden- Los Extraños, Danza Invisible y Mago de Oz (el de mayor asistencia de público de los dos días).

          La primera banda, la componen músicos locales de muy buena formación, que interpretan versiones de rock nacional e internacional. Danza Invisible fue, como desempolvar el armario de la abuela, con canciones de hace treinta años, que por desgracia, casi no canta ningún grupo de los de tributo a aquella época. Javier Ojeda corrió más que nunca y el guitarrista tocó con bufanda. Malagueños, Valladolid y enero son difíciles de conciliar

          Aunque el folk-metal nos gusta lo justo, durante hora y media, Mago de Oz nos encandiló con un espectáculo muy cuidado y cañero. Delirio total con “Fiesta Pagana” y con la afirmación del vocalista de que “por fin, ya se ha dio el puto ginecólogo”.


        Después, dos Dj's -ya no nos quedamos- y el diluvio universal. A las tempranas actividades del domingo -desayuno y sorteos incluidos-, ya no asistimos, aunque tenemos constancia de que alguna se suspendió por el tiempo. No así, los dos exitosos desfiles de los moteros.


          Finalmente, animar a los organizadores a continuar con el evento y a todos vosotros a asistir en próximas ediciones. La web: https://www.fiestadelamoto.com/