Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

martes, 30 de noviembre de 2021

Guadalajara y alrededores

 
         Comer, en México, resulta variado y barato. También es muy accesible y las entradas a los sitios de pago sin económicas. Pero el sablazo te lo pegan en los buses interurbanos. Ya lo recordábamos de nuestro anterior viaje. Con estos mimbres, nos fuimos a Guadalajara, pagando 35 euros por cabeza, o lo que es lo mismo, siete noches de alojamiento. Abordamos su casco histórico al alba, con la magia de no haber apagado aún las luces y de la soledad silenciosa en esas primeras horas. 

          Guadalajara es un fantástico cúmulo de plazas, a cuál más interesante, donde se puede disfrutar de numerosas iglesias y edificios civiles, en un ambiente casi peatonal (salvo en los cruces).

        La ciudad se visita en un solo día, pero el extrarradio esconde muchas agradables sorpresas. Entre ellas, la basílica de Zapopan y su entorno. No se trata de una iglesia extraordinaria, pero el fervor y la fe se respiran por todos sus poros.

          Siguiendo la misma línea del tren ligero, pero en dirección contraria, se llega en poco tiempo a Tlaquepaque, con su zona peatonal llena de galerías y de impresionantes esculturas en mitad de la calle. Ambiente muy bohemio y relajado. Si tenéis curiosidad, investigad sobre el parian, lugar de ejecuciones, mercado indígena, gran cantina latinoamericana y conjunto de 7 bares, que es lo que es en la actualidad.

        A unos 13 kilómetros, no demasiado lejos, se encuentra Tonalá. También es un enclave artesano, aunque algo más modesto y, sobre todo, dedicado a la cerámica.

          A cincuenta kilómetros, Tequila. Estamos investigando, pero parece ser, que sale más barato en un tour organizado -von catas, incluidss-, que en el autobús y haciéndolo por tu cuenta.

          Los hoteles, aquí, baratos y buenos.

domingo, 28 de noviembre de 2021

Los perdedores siempre acaban en la capital


        Aún faltan más de diez días para Halloween y para la famosa fiesta del Día de Muertos. Pero Ciudad de México rezuma de motivos y emblemas de esta festividad, a cada paso que das. Y, todo al ritmo de los organilleros, que con una mano le dan a la manivela y con la otra piden. Son decenas de ellos, solo por el centro y te acaban sacando de quicio. Yo si les daría un donativo, pero por qué se fueran a su casa.

        Después de visitar otros lugares, concluyo que Ciudad de México es la capital de los perdedores. Muchos llegaron aquí buscando fortuna y ahora nadan en la turbulentas aguas de la miseria. Son miles de personas, las que se ven obligadas cada día a tomar las calles para ganarse la vida (eso que hayamos visto, solo ocurre aquí, afortunadamente). Gentes, que desde otros territorios arribaron aquí y ahora pagan sus frustraciones voceando, cualquier negocio en la calle a cambio de migajas. Vendiendo las cosas más diversas -a veces, inservibles-, improvisando conciertos o gestionando un puesto en el suelo -innumerables sobre todo en el entorno de la calle Moneda-, en interminables y caóticos mercadillos.

        De verdad, ¿Alguien puede creer, que todo lo que hay por la calle se puede vender en un período razonable de tiempo?. Y, además, hay que hacerlo llamando la atención. En el DF nunca se vende en silencio. Se pone música estridente, se gesticula, se grita, si es a través de un micrófono mucho mejor o se aborda al viandante sin miramientos.

          La conflictividad social en la ciudad es enorme, pues la plaza del Zócalo rebosa de protestas frente al palacio presidencial, menos en una ocasión y fue porque había un ruidoso concierto.

          Apenas existen supermercados en el centro aunque hay bastantes buenas opciones de llevarse algo a la boca, fundamentalmente en forma del omnipresente taco. Y todas las bonanzas o penurias se pueden compartir con quién quieras gratis, porque la ciudad dispone de 18000 puntos de wifi, que te dan conexión casi permanentemente.

          Creo que en 2008 pasamos muy deprisa por esta ciudad y nos perdimos cosas. El centro es maravilloso y muy animado -un sábado cualquiera, puede haber más de veinte conciertos a la vez-, y en sus límites, existen buenos itinerarios para encontrar algunas iglesias dispersas, mercados -nos encanta el de San Juan-, o bares y pulquerías como los de la calle Regina. 

        Los templos de Guadalupe son un remanso de paz y fervor, aunque haya que visitarlos con mascarilla.

          Los hoteles económicos son una lotería: malos, buenos o regulares.

Tristes escenas cotidianas de la Ciudad de México


           Estamos acostumbrados a asociar el tercer mundo con la pobreza y la realidad no lo desmiente, sin embargo, tal condición no solo está relacionada con la capacidad económica sino por el despotismo y la falta de respeto reiterada y constante, a las personas.

          Tú compras un billete para poco más de 500 kilómetros y te soplan 35 euros -una habitación de hotel decente, cuesta unos 10-, pero si quieres orinar antes de partir, debes pagar por ello. Llegas a una estación desconocida y la única forma de coger el transporte hacia el centro de la ciudad, es depositar el importe exacto en una máquina que no da cambio y que no admite billetes. O lo tomas o lo dejas. Durante la estancia en ese lugar , te pasas el tiempo Dee forma obsesiva, intentando recolectar monedas, como un poseso.

        Luego vas al supermercado de turno. Te cobran mal por culpa suya y no tener los precios actualizados, pero la bronca te la llevas tú, por no haber estado al tanto. Para devolverte un triste, pero legítimo peso te tiras media hora. Entre reproches y teniendo que firmar dos justificantes de que te devuelven el dinero y estás de acuerdo.

          Como veis, el tercer mundo no es solo un asunto de carencia de recursos. Pero si es verdad -sobre  todo en la capital-, que estos son muy limitados. Pongamos varios ejemplos, de lo que uno puede ver en un día y sin prestar muy atención, en las céntricas calles del DF:

      - Niña de seis años, vendiendo churros, en solitario, y en paquetes de tres unidades. Lo que nos extraña -al margen de la explotación infantil-, es que la cría no va comiendo ni una sola pieza, lo que sería un comportamiento de lo más natural.

         - Niña de unos tres años, vendiendo flores, sin vigilancia de ningún adulto y sentada en el suelo.

          - Niño de unos seis años, requiriendo que le compremos sus golosinas, para poder adquirir comida para sus dos gatos, que reposan a su lado.

        - Cantante veinteañero con guitarra en ristre, con dos niños muy pequeños y un gato, interpretando canciones de Duncan Dhu. ¿Dónde estará la madre? No, no es mala, estará buscándose la vida en otro sitio.

          - Jóvenes comiendo una pizza. Dejan los bordes y una pequeña parte del centro. Aparece en escena un niño pequeño, que les pide las sobras y cuando se las dan, le hacen chiribitas los ojos.

          - Octogenaria enjuta, arrugada y pasiva vendiendo flores y cestas de mimbre, acomodada -es un decir-, sobre el asfalto.

          Y lo curioso y triste es que quienes tienen que arreglar la vida de esas personas -los transeúntes- son casi tan pobres como ellos.

sábado, 27 de noviembre de 2021

Arribando a México


        Decidimos acceder a la zona de tránsito de Barajas tres horas y media antes del horario de salida del vuelo. Salvo el tradicional control de explosivos, que esta vez le tocó a mi pareja -nuestra vida no sería igual, si desde hace tres años no recayera tal requisito en uno de los dos-, lo demás fue genial: amabilidad, rapidez y sin registro de equipaje.

          Paradójicamente y desde la pandemia en los controles de seguridad, todo es más ágil y menos puñetero. Si tuvimos que soportar, en la puerta 38 de la T4S los exagerados controles de Iberia, para los que la compañía nos abrasó a SMS y emails.

        A la llegada al DF y a pesar de las largas y accidentadas colas para el acceso al país, mucha más tolerancia. Ni te ponen sello en el pasaporte, ni te hacen foto, ni tienes que dejar tus huellas, ni te piden el formulario de salud que ellos mismos emiten. Entre medias un largo y tedioso vuelo de 12 horas, con películas, juegos de mesa, casino, trivial y rico pollo con arroz, sándwich de queso y apestoso taco de espinacas con exceso de pan enrrollable.

          Varias cosas nos llamaron la atención desde el primer momento y que son contrarias a las normas habituales. El cambio de moneda en el aeropuerto es el mejor de toda la ciudad de largo. El metro hasta el centro solo tarda 45 minutos, con un trasbordo y su precio es de cinco pesos (20 céntimos).

  ,       Hasta aquí lo muy bueno. Lo malo empieza por el metro del DF. Accesos y transbordos interminables de 10 o 15 minutos, llenos de escaleras larguísimas, que a modo de capricho suben o bajan, atravesando zonas de muy mala iluminación, trenes que se demoran una eternidad y vagones atestados hasta la axfisia. Mientras la megafonía te recuerda, que mantengas "la sana distancia". Y, también, frenazos agresivos y constantes.

        Llegamos al hotel, casi a deshora y lo que encontramos fue un gerente mal educado y chulo que nos acosó con la limpieza de pies -muy frecuente aquí- , el gel desinfectante, la toma de temperatura y un montón de malas palabras. Nos pidió, además, una fianza por las llaves, la mitad del precio de la habitación, pero conseguimos reducirla bastante.

Bosa, Oristano y Cagliari


         Bosa es un lugar magnífico, quizás el sitio más bonito de la isla. La visita se divide en tres: la imponente iglesia de San Pedro -a unos dos kilómetros-, la marina de Bosa -a unos tres, en la otra dirección-, zona de playa y paseo y el casco histórico con su calle principal -apenas sin comercios ni bares- y sus callejuelas. La corona el bien conservado castillo, actualmente cerrado por mantenimiento.

          Resulta impresionante pasear de noche. Su único defecto es el caos casi constante de tráfico que convierte a la urbe en una auténtica fusión de la belleza con el desastre.

        Oristano resultó ser el punto débil del viaje. Su casco histórico es pequeño, aunque muy animado por la gente joven y la plaza del Duomo también merece la pena. A dos kilómetros y sí, se puede ir andando está la bonita iglesia de Santa Justa, aunque en la actualidad está llena de andamios. Algo más alejadas se encuentran las ruinas de Tharros, a las que no fuimos.

          Cagliari es la capital y ciudad más animada de la isla. El centro se divide en cuatro barrios principales: la Marina, el del Castillo -sin lugar a dudas el más bonito de todos-, Stampace y Villanova.

        En el norte de la isla las grandes "piazzas" a la italiana son casi inexistentes, mientras en Cagliari abundan y están llenas de terrazas y buen ambiente. Preparaos para unas buenas cuestas y escaleras y para encontrar pocos hoteles. En el debe de esta ciudad tres aspectos: el puerto es feo, el paseo marítimo más y las playas están a casi diez kilómetros.

          Al día siguiente y tras volver a Alghero, abandonamos la isla, hacia Madrid, para acometer México. Si a la ida no había habido ningún control, en esta ocasión nos pidieron el pasaporte, la tarjeta de embarque, el certificado de vacunación y el QR de acceso a España. Lo teníamos todo.

viernes, 26 de noviembre de 2021

Cataluña en Alghero


        Bueno, pues a la quinta, que ya hablamos de Cerdeña, en plan visita. Empezamos por Alghero, donde nos dejó el avión, de Ryanair. Es una población agradable, que mira al mar por todos sus costados, a través del extenso y agradable paseo marítimo. Lleno en esta época de paseantes locales y terrazas donde los escasos guiris de forma ruidosa, se dan al Aperol, el Campari, el Spritz o el más internacional mojito. Tiene un casco histórico coqueto y cuidado -con muchos locales comerciales y bares-, que por la noche se ilumina con luces encerradas en jaulas.

        La conexión de Alghero con Cataluña es mágica, tanto en el pasado, comí en la actualidad. Los nombres de las calles están escritas en italiano y catalán. Hay señeras colgadas de las casas, el trenino turístico Catalano, que recorre toda la ciudad... Como anécdota, y en la oficina de turismo, nos entregaron un folleto en italiano, inglés y catalán y en muchos restaurantes, no aparece la carta en español, pero si en la lengua de Cataluña. Y hablando de comida y aunque no sea de Cataluña, la paella es aquí más emblema y reclamo -normalmente, a 18 euros el plato-, que en la mismísima Valencia. 

          Traduzco del inglés, literalmente, los ingredientes expuestos en el cartel de un local, lo que lleva a pensar, que el plato tiene más compango, que arroz: "arroz, cigalas, gambas, almejas, mejillones, calamares, cebolla -ojo para los puristas-, pimientos, guisantes, azafrán, aceite, vino blanco, conejo, tomates (cherry) y laurel. ¡Buen provecho!.

        Alghero pertenece a la provincia de Sassari, en cuya capital también hemos estado. Tiene edificios viejos con el encanto de la decadencia y un entramado de callejuelas en torno a dos plazas y a la catedral. Ambiente muy cosmopolita de diversas nacionalidades, regenerando sus negocios y atendiendo a su clientela, cerca de la está de trenes.

martes, 23 de noviembre de 2021

Diferencias entre el norte y el sur de la isla


           Pues si, parece que al fin, acabamos con el capítulo del transporte y el alojamiento. Por el sur de la isla es más fácil moverse en tren y este es más frecuente y cómodo que los autobuses, aunque también para en todas partes.

        Por cierto y ya que hablamos de zonas geográficas, las diferencias entre norte y sur son palpables, incluso para quien viaja ocho días si es observador. Otra cosa es profundizar y hacer  teorías, que para eso hace falta algo más de tiempo.

          A la contra del mundo - y a Cerdeña eso se le da bien-, el sur supera al norte. No me refiero al cuidado de los cascos históricos, que todos están bien, sino en lo que se refiere a cuando sales de ellos. A mi, me viene a la mente la ciudad de Samarkanda, con un casco antiguo conservado de forma ejemplar, pero en el momento de salir de él es el horror, incluso con tapias, para que los turistas no vean, lo que hay al otro lado.

        El entorno de los barrios antiguos de Alghero by Sassari -norte-, es absolutamente estremecedor: casas de aluvión, calles sin acera, cómo mal endémico, que no es de ahora. Si una de las características fundamentales de Italia siempre han sido sus plazas, sencillamente, en el norte casi no las hay y están descuidadas, las pocas que encuentras. Por no haber, no existen estaciones de autobuses al uso, y para que, porque diariamente circulan muy pocos. En el sur, sí, y bastante concurridas. Como los grandes foros llenos  de terrazas 

       A medida, que bajas al sur, van subiendo los precios pero no los servicios. El ambiente es más agradable y distendido, aunque las bestias de la mayoría de conductores, hacen lo que les da la gana. ¡Policía poca!. A veces nos autoflagelamos en España, pero es porque la mayoría de la gente no ha visto más, que el miserable mundo, que los rodea.

Seguimos con los problemas del alojamiento, los transportes y la maldita tasa

        Pues mirad, que ya tenía yo ganas de hablar de los atractivos y peculiaridades de Cerdeña, pero no va a poder ser. Seguimos enraizados en el tema del transporte, el alojamiento y añadimos otro nuevo: la maldita tasa. Sobre el primero, una muy mala y otra regular.

          La mala es que en Bosa y después de dar mil vueltas e indagar mucho - menos mal que íbamos con tiempo-, descubrimos, que solo se pueden comprar los billetes de autobús online y que hay que descargar una aplicación local y ponerte en manos de un hombre algo borde, que te vende los boletos en su tienda papelería-kiosko.

          La regular es que en Oristano, existe estación de autobuses, la primera del viaje. Ya ahondaremos si las vicisitudes del viaje nos lo permiten sobre las diferencias entre el norte -pobrisimo- y el sur de la isla -pobre-.

          En cuanto al alojamiento y al margen de la habitual presencia en el establecimiento y la demora en los check-ins, más problemas. Cada vez ponen la entrada más tarde y la salida más pronto. No es normal que no puedas acceder hasta las 16 horas y a las 9:30 de la mañana te peguen la patada en el culo. Hay muchos establecimientos antiguos y decadentes a los que las estrellas se les caen a cachos, la única ventaja es la presencia de empleados y guest houses o B&B, que se lo curran mucho. Un cuatro estrellas de Cerdeña, equivale a un dos de España (como mucho a un 3).

        Sirva de ejemplo el hotel de hoy, un cuatro estrellas en Oristano. Tras una recepción impecable atendida por una amable chica, se encuentran una serie de deficiencias o ahorro, que no se corresponden con la tarifa: desconchones en la pared o en el techo, cisterna elevada de la época de mi abuela, falta de calefacción y de mantas, radiador del baño bloqueado para no gastar. ¿ Y la tasa? Pues va de uno a dos euros por persona, dependiendo, supongo, de lo listo que es cada ayuntamiento. Resulta -no es novedoso-, que tú vienes aquí a gastarte tu dinero a manos llenas y como agradecimiento, te colocan un impuesto y encima los hoteles te lo desglosan. ¿Os imagináis que los supermercados hicieran lo mismo por cada producto que compramos?.

domingo, 21 de noviembre de 2021

El transporte y el alojamiento en Cerdeña, un quebradero de cabeza


           Pues nada, yo tengo que seguir hablando del transporte, después de los acontecimientos acaecidos esta mañana en la estación de autobuses de Alghero, cuando íbamos a tomar el vehículo hacia la bellísima Bosa.

        Lo de la estación es mucho decir, aunque ellos lo afirman sin sonrojos. No hay ni edificio, ni siquiera una triste marquesina que te protege de la lluvia o el viento en los momentos difíciles. Su ubicación es la acera y los billetes no se adquieren en el bus como suele ocurrir en estos casos.

          Hay que cruzar la calle y caminar unos cien metros, hasta un kiosko y una máquina expendedora que no admite billetes (solo moneda). El kioskero se ampara en que esta última es la única posibilidad, pero si le acabas dando pena o le pides cambio, te vende el mismo el billete. Hemos visto escenas de pánico, de gente que no sabía lo que hacer. El lema bien podría ser: "O haces todo lo que te pedimos o te vas a tomar por el culo" . Pero, por otro lado, le tenemos que agradecer a ARTS - no confundir con SARS- que siga ofreciendo los servicios, porque nosotros hemos viajado solos esta mañana.

         Atento, también me tiene el asunto de la mayoría de las calles peatonales de Cerdeña, donde el caminante -a modo de India, pero con peor asfalto- resulta el último mono ( en el país asiático, hay muchos). Hay carteles de solo vehículos autorizados pero esto en realidad se refiere a todos los de la isla, de Italia, de Europa y el mundo, además de los cohetes de la NASA y las naves extraterrestres con tripulantes con certificado COVID. A casi todas horas, entran enormes camiones de reparto, coches o motos a toda leche, bicicletas de imberbes inconscientes y las terrazas, ni moverlas ni un centímetro. Pero esto también pasa en España. Y, todo, mientras tratas de esquivar, como buenamente puedes, ese empedrado de miles de piedras erectas, que te destrozan los pies.

        Otro día os hablo de la extensa influencia catalana en Alghero, aunque Wikipedia os puede dar algunas pistas.

Empieza el viaje de cinco semanas


      Y partimos para Cerdeña, como primera etapa del viaje. No sé si fue nuestro aturullamiento o un cuatro de bastos, que vimos hacia arriba en los exteriores de Barajas, pero el primer día fue una pequeña pesadilla, que en la isla, normalmente, está motivada por el alojamiento y el transporte público.

        Por cierto: para entrar nuevamente, a Italia, nada de nada; ni pasaporte, ni certificado de COVID. Y la chica que debe controlar la temperatura de los pasajeros en Alghero, en lugar de mirar al ordenador, se distrae con su móvil.
 
        Pero vayamos al turrón. El alojamiento en Cerdeña es variable. Mucho en los sitios turísticos, como Alghero y escasos en los menos visitados como Sassari. El problema general es que la mayoría está gestionando por particulares. Son apartamentos, guest houses, pisos turísticos... Se pueden alquilar por días, semanas, meses... No atienden si les llamas al número que ponen en sus puertas, tampoco contestan los emails y si reservas por Booking te cobran por adelantado por lo que si el propietario no aparece, pierdes dinero y alojamiento. Cómo mal menor te puede tocar esperar unas horas, como hemos visto varias veces en otros sitios. Así, que nosotros, solo a hoteles con personal en la recepción.

          Lo del transporte, también te hace perder la paciencia. Los trenes son muy lentos y paran en todas partes. Al menos tienen frecuencia, cosa que no ocurre con los autobuses muy escasos. Alghero-Bosa, solo dos al día y uno es a medianoche y no llegan de forma directa a ningún sitio de los interesantes.

          Italia sigue siendo un país diferente, gobernado por las normas de la cabeza de cada individuo. Cerdeña más bien se parece, al país transalpino que nosotros conocimos por primera vez hace treinta años.

viernes, 12 de noviembre de 2021

miércoles, 10 de noviembre de 2021

martes, 9 de noviembre de 2021

domingo, 7 de noviembre de 2021

viernes, 5 de noviembre de 2021

miércoles, 3 de noviembre de 2021