Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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jueves, 15 de septiembre de 2016

14 "pequeños" destinos imprescindibles en África

Frontera entre Sahara y Maurittania
          Afortunadamente, terminó este insoportable verano, lleno de tardes soporíferas, aunque también de fiestas, conciertos, limonadas, barbacoas... Por diferentes circunstancias -que no vienen al caso- el periodo estival ha transcurrido sin un viaje, que llevarnos a la boca. El debate, a fecha de hoy, es si nos iremos 20 días a Grecia, en octubre; arrancaremos el séptimo viaje largo, en noviembre o pasaremos este año en blanco. Ya iremos viendo.
                                                                                                                                       Rosso (Mauritania)
          Mientras tanto y después de tres meses sin publicar, retomo el blog con el objetivo de haceros llegar catorce “pequeños” lugares de África, que no deberíais perderos en los periplos por este continente. No se trata de sitios famosos, pero si entrañables, encantadores o pintorescos. No se exponen ni en orden ascendente, ni descendente, sino simplemente geográfico, de este a sur y de noroeste hacia abajo. Y además, sin repetir un solo país.

          -Bahariya (Egipto): A unas cuatro horas en coche de El Cairo, este oasis no tendría nada de especial, sino fuera porque a unas decenas de kilómetros, se hallan los desiertos Blanco y Negro, muy sorprendentes, poco turísticos y maravillosos.

                                                               Fadiouth (Senegal)
          -Harar (Etiopía): Se trata de la cuarta ciudad sagrada del Islam y aunque es una gran urbe, su centro histórico se presenta bastante recogido y muy atractivo, con casi cien mezquitas de diferentes épocas, bellas casas tradicionales y calles gremiales, a casi 2.000 metros de altitud.
Vilankulos (Mozambique)
          -Lamu (Kenia): La más antigua y tradicional ciudad swahili del África oriental, ofrece encantadoras calles, que parecen haberse detenido en el tiempo, además de gentes muy amables y bonitos paisajes de mar. Quizás, no sea tan bello, como Zanzibar, pero sí, mucho menos turístico.

          -Namanga (Tanzania): Se trata de un pueblo de unos 10.000 habitantes, en la frontera con Kenia, que penetra parcialmente en este país. Es uno de los lugares donde contemplar la cultura masái en estado puro, sin la contaminación de las agencias de viajes y sus tours. Las celebraciones religiosas musulmanas están a la orden del día.
                                                                                                                                                 Djenné (Mali)
          -Chipata (Zambia): A pesar de no ser un núcleo muy pequeño, la ciudad conserva su indiscutible talante rural y agrícola, dentro del parque nacional de Luangwa del Sur. El mercado es puramente africano y sus gentes resultan entrañables, en un país, donde la hostilidad hacia los extranjeros blancos se hace incuestionable.

          -Michinji (Malawi, en la frontera con Zambia): Malawi es de las naciones más pobres del planeta, pero el turista siempre es bienvenido y -en la medida de lo posible- agasajado. Tiene todos los encantos de las pequeñas ciudades de frontera y ninguno de sus inconvenientes. Al menos, durante nuestra estancia, las actividades lúdico-festivas nos llenaron de gozo.
-Vilankulos (Mozambique): Una de las joyas de este país, algo dispersa -como es frecuente, en África-, pero encantadora, donde parece que uno ha retrocedido varios siglos atrás, cuando se observan las artes de la pesca y preciosos barcos, que parecen sacados de una película medieval. Me ha costado decidirrme entre este núcleo urbano y Cuchamano, en la frontera de Zimbabwe, uno de los lugares más entrañables del continente.

                                                                                                Michinji (Malawi)
          -Kariba (Zimbabwe): Disperso enclave de cultura y tradiciones muy rurales, donde contemplar animales salvajes está a la orden del día. Nosotros llegamos a fotografiar elefantes a dos metros de distancia, además de ver hipos, cebras y otras muchas especies. Afortunadamente, nuestras imprudencias no tuvieron castigo.
                                                                                                                                    Mamamga (Kenia)
          -Tozeur (Túnez): Que yo sepa, se trata del mayor palmeral del mundo, donde acabamos odiando y vomitando los dátiles, debido a los excesos, que como otras tantas veces, cometemos. Un lugar con mucho encanto, con pocos viajeros y con ningún pelma.

           -Mulay Idris (Marruecos): Después de siete viajes al país, resulta difícil elegir un sólo sitio. Nos quedamos con este, por ser poco conocido y maravilloso. Enclavado en una roca, se puede disfrutar de sus estrechas calles empedradas, las colinas adyacentes y las cercanas ruinas de Volubilis.            Lamu (Kenia)


          -Frontera de Sahara Occidental: Los cinco o seis kilómetros, que separan este país, de Mauritania, se constituyen en una de las experiencias más alucinantes para el viajero. Territorio salvaje, lleno de minas y coches quemados, donde sin un conductor experto, se pierde la vida, seguro. No hay más población, que los numerosos empleados y buscavidas chantajistas de los puestos fronterizos.
                                                                                    Harar (Etiopía)
          -Rosso (Mauritania): Otra localidad fantástica de frontera, sino fuera por sus lamentables y tenebrosas infraestructuras hoteleras. Existe un mercado -al menos, los domingos-, genuino, muy animado y maravilloso.

          -Fadiouth (Senegal): Conectada por un largo puente de madera con la población de Joal, esta isla artificial llena de conchas, resalta la cotidianidad y convivencia de cristianos y musulmanes -con sus respectivos cementerios- en plena Petite Coté. ¡Un momentazo!.

          -Djenné (Mali): Sus construcciones tradicionales en adobe, hacen de este lugar un destino incomparable, sobre todo, si se visita los lunes, día del animado y bullicioso mercado, donde conocer gente y comer mil cosas distintas, resulta bastante factible. ¡Recomiendo las sabrosas albóndigas de pescado!.
Entradas  a monumentos egipcios

lunes, 28 de marzo de 2016

Lo que hemos hecho por la cerveza (parte III, de IV)

Zanzibar (Tanzania)
          Seguimos en África oriental, para continuar por occidente de este mismo continente y terminar, en Líbano, en esta tercera entrega de lo que hemos hecho por la cerveza en nuestros viajes.

          13º, Corrían los primeros días de marzo, de 2.011, cuando arribamos, a Dar es Saalam ( Tanzania). Eran las once y media de la noche y el viaje había sido duro -por carreteras horrorosas y en un vehículo insufrible-, puesto que habíamos partido a las cuatro de la madrugada, desde Kiela (frontera con Malawi). No disponemos de plano, ni guía y desconocemos, donde nos ha dejado el autobús.
                                                                                                  Estas dos siguientes son, de San Luís, en Senegal
          A pesar de que el lúgubre escenario impresiona, tratamos de controlar los nervios para pensar con claridad. Lo normal, hubiera sido tratar de buscar alojamiento, pero decidimos sentarnos en la terraza de un bar cercano, a tomar varias cervezas, sin prisa. Afortunadamente, conocemos al vigilante de un hotel de lujo, que por una pírrica cantidad de dinero, nos lleva en su coche por los hoteles de las inmediaciones, hasta que nos conformamos con uno. ¡Noche salvada!. Al día siguiente constatamos, que estamos a más de cinco kilómetros del centro.

          14º.- Unas jornadas después, desembarcamos en Zanzibar, una isla preciosa. Tenemos problemas para encontrar un alojamiento adecuado en la capital, a pesar de que hay decenas de ellos. Pero, aún es peor, encontrar bares o tiendas de cervezas. Desesperados y tras preguntar a mucha gente, entramos en una agencia de viajes, a ver si su propietario nos puede ayudar. Él no, pero nos pone al teléfono con un desconocido, que habla perfecto inglés y que nos describe el camino hacia la escondida y única tienda de la ciudad.
Tambacounda, en Senegal
          15º.- A finales de febrero, de 2.012, llegamos a San Luís, en Senegal. Hemos atravesado Marruecos, Sahara Occidental y Mauritania y llevamos más de dos semanas sin poder tomar una maldita cerveza. En la guía vienen dos pequeños ultramarinos, donde las venden, pero han desaparecido. No encontramos otras opciones. Juro y vocifero con enorme enfado, que o aparece la cerveza y las bebidas alcohólicas o me vuelvo a casa, sin visitar Senegal, Mali, Burkina Faso y Costa de Marfil. La tienda de una gasolinera nos salva la vida una hora después, cuando ya hemos perdido la esperanza.
2, de Bamako, en Mali
          16º.- En el mismo país, en Tambacounda, existen numerosos bares. El caso es, que el más cercano nos pilla a más de diez minutos de nuestro periférico hotel. De forma absolutamente inconsciente, arriesgamos nuestras pertenencias -y tal vez, nuestras vidas- por tomar cerveza fresca, a la luz de la luna, regresando por un camino amenazante y casi oscuro.

          17ª.- La siguiente historia se las trae. Llegamos a Bamako, en Mali, a última hora de la tarde, después de un viaje accidentado, que nos ha tenido tirados en la carretera toda una noche. Hay tanques en la calle y hombres armados. Milagrosamente, encontramos alojamiento, junto a la estación de autobuses.

          A la mañana siguiente todo está cerrado y nos indican, que permanecerá igual, durante los próximos cinco días, por “oup d'etat”. Maldecimos nuestra suerte, pensando de que se trata de una festividad musulmana.

          Andamos unos cuatro kilómetros en busca de un supermercado, que viene en la guía. No hay civiles por la calle y si militares, que circulan en tanque o pegan tiros al aire. Y nosotros pensando: “como son estos africanos, que lo celebran todo a lo grande”.Por supuesto, el súper cerrado y a volver por el mismo camino, con idénticos peligros y sin la preciada cerveza. ¡Día de abstinencia!, para darnos cuenta, de que estamos en medio de un golpe de estado.

          18º.- La ciudad más conservadora, de Líbano, es por supuesto, Trípoli, en el norte del país. Allí pusimos nuestros pies, en abril, de 2.012. Comprar cerveza no es difícil, pero tratar de beber una lata en la vía pública, puede causar muchas molestias, como mínimo. Por este hecho, un alocado individuo radical, trató de arrebatárnosla y de agredirnos, físicamente. Tuvimos, que salir por patas y perdernos por las callejuelas del zoco.
Tripoli, en Líbano 

          En la vecina Siria -en 2.007-, nunca nos pusieron inconvenientes por tomar cerveza en la calle.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Cosas, que pensamos que nunca haríamos -o soportaríamos- y que nos resultan tan naturales, ahora

            Viajar por África subsahariana, te cambia la mentalidad. Debes aferrarte en cada momento, a las condiciones existentes, sin tener demasiada elección. Por eso o te adaptas o sufres más de la cuenta.



            Aquí va una relación de cosas, que ahora nos parecen de lo más normales y que antes del viaje, nos habrían resultado bastante incómodas:

                                         Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

            -Darnos la vuelta, al llegar a dos fronteras y retornar cabreados, al país de origen (hemos constatado con otros viajeros, que no hemos sido los únicos).



            -Lavarnos la cabeza con pastillas de jabón o espuma de afeitar, por no poder conseguir champú o por el elevado precio de este producto (especialmente, en Malawi, donde no había ninguno, por menos de cuatro euros).
 Navidad, en Ciudad del Cabo



            -Llegar de noche, a una gran e insegura ciudad y tener que decidir en dos segundos, si una persona a la que acabas de conocer,  te parece de confianza, para que te gestione lo más básico (que suele ser el alojamiento). En cualquier otro continente, puedes elegir de quien te fías o simplemente, rechazar ayuda externa. En África, tarde o temprano, tendrás que acabar acudiendo a ella y tener instinto, a la hora de arrimarse a alguien, te resuelve tantos problemas, como te evita.



                                                                            Kariba (Zimbabwe)
            -Llegar casi a pegarnos con los ladrones, que nos robaron la cámara –y, que posteriormente, recuperamos- o con los cambistas más agresivos de las fronteras.



            -Montarno en el coche, furgoneta o camión, del primero que pasa y te lo ofrece.



            -Dejarnos pagar el alojamiento y la manutención, por el primero que te lo ofrece, tendiendo nosotros dinero suficiente. O irte a casa, del primero que te invita, a dormir gratis.



            -Pernoctar en la antesala de una tienda de fotografía, el día de Nochevieja o esperar en plena calle y en zonas no seguras, la partida de autobuses, con horarios intempestivos.



            -Cortarnos el pelo el uno al otro, con unas tijeras de costurero (y encima, no quedar demasiado mal).



            -Estar dispuestos a dormir en plena calle y sin pestañear, en lugares no seguros.



            -Vivir tan tranquilamente sin reloj (casualmente, se nos estropearon a los dos, entre el día 50 y 60 de viaje) y con el móvil descargado, no teniendo por tanto, conocimiento de la hora.



            -Explorar países sin planos, guías y mapas y con la única ayuda de internet, cuando era posible acceder.


Lamu (Kenia)

            -Coser mosquiteras a la luz de velas o de linternas.



            -Orinar en botellas o bolsas, por las malas condiciones del baño o la inseguridad del alojamiento en cuestión.



            -En los autobuses y para el sexo masculino, se hace bastante fácil, realizar la mencionada necesidad, en una botella de litro y medio de agua. Basta con un poco de práctica y con saber dejar salir el aire, mientras entra el líquido (puras cuestiones de física). Y es que a veces te tienen durante más de ocho o diez horas, sin parar para orinar.



            -Viajar en un tren, completamente a oscuras. Pensar, que es lo más normal, la segunda vez, que lo hicimos. Y dormir a pierna suelta, en ambas ocasiones



            -Dejar las pertenencias –no, ni mucho menos, los objetos de valor-, en una habitación, que solo tenía pestillo por dentro y que cuando te vas a la calle, queda abierta.


            -Acercarnos demasiado y sin las mínimas prevenciones, a animales salvajes, para tomar fotografías.



            -Considerar normal y no molesto, estar sin agua, sin luz, sin asearte, sin poder lavar la ropa, después de jornadas sudorosas, a más de 35 grados de temperatura y con humedad…

                                          Delta del Okavango (Botswana)

            -Afortunadamente y aunque, trasgredimos unas cuantas líneas rojas, tuvimos suerte y las muchas incidencias que padecimos, se quedaron en simples sustos y terminaron bien. Tampoco, acabamos devorados por ninguna tribu africana o en el fondo de una olla de cocina, como seriamente temían, algunos de nuestros familiares y amigos, en España. ¡Tenemos la carne demasiado dura, hasta para las perfectas y ansiosas dentaduras de los negritos!.

martes, 22 de marzo de 2011

Vendiendo mangos, sentada en el suelo


Maseru (Leshoto)
Acabo de enterrar a mi madre y hace menos de un mes, hice lo propio con mi padre. Ahora, soy yo la responsable de lo que queda de mi familia: mi abuela, una prima de mi madre y mis cuatro hermanos.

Ya de pequeña, mi mamá me enseñó a cultivar el huerto, para después llevar los productos a la puerta del mercado y montar allí un tenderete, con todos ellos. Mi padre era zapatero remendón. Debajo del árbol de los deseos, tenía su negocio.Todos los vecinos de la aldea le querían mucho, pues era capaz de arreglar, hasta las zapatillas más viejas y estropeadas que te puedas imaginar.
                         
Reserva de Mlilware (Suazilandia)

            Yo soñaba con ser algún día como él, pero el consejo de hermanos jamás habría permitido que una mujer, realizara ese trabajo. Nos creen incapaces, pero en los últimos días de la vida de mi progenitor, él ya no estaba en buenas condiciones fisicas y era yo, quien se encargaba de cuidar que los pies de todos los habitantes, fueran bien cubiertos con un calzado casi nuevo y reluciente.

            Ahora, me dedicaré a vender mangos, papayas y plátanos. Todos mis conciudadanos, pasan varias veces al día por delante de mi: Los niños, camino de la escuela, se paran a saludar. Las comadres siempre tienen algún chisme que contar. Disponen de unas lenguas muy ligeras y afiladas, pero la cartera va bien atada, dentro de la capulana. Los hombres del pueblo observan desde lejos.
            Pietermaritburg (Sudáfrica)
            Cuando se detiene en la carretera un autobus, se forma un gran alboroto. Todas corremos a vender a los viajeros, que llegan cansados y hambrientos, o eso suponemos, porque la verdad es, que no compran mucho.

            Otro acontecimiento importante y del que se hablará, durante las veladas de varios meses, es la llegada casual de algún turista. Estos, algunas veces compran algo de fruta, pero primero pasan y miran, después pasan y preguntan el precio y por último, antes de llevarse un mango, tocan todos los del montón pensando, que debajo del todo, van a encontrar el más grande y el más apetitoso.

            Cuando empieza a oscurecer, todos encendemos velas -mi papá decía, que eran los espiritus de los muertos-, pues todavía no han acabado de montar el tendido eléctrico, que prometieron hace un par de años. Aunque, a estas horas ya no se vende nada, se está más a gusto aquí, que en casa, donde lo único que me voy a encontrar son caras largas y recriminaciones, por no haber vendido todo con lo que salí esta mañana, bien temprano.

            Quizás, en otra vida pueda cumplir mi sueño y montar un gran negocio, que supere al de mi padre.

                                                                                                 Chipata (Zambia) 

martes, 15 de marzo de 2011

Nos encantan las ciudades de frontera, entre ellas, Namanga (camino de Nairobi)

                                                                       Camino de Namanga
Nos encantan las localidades fronterizas, con su halo de misterio y constante olor a trapicheo -lo que aqui, llaman "bisnis"-.

            La que separa Tanzania de Kenia, viniendo desde Arusha, es Namanga, un pueblo polvoriento y de calles muy escarpadas –autentico trekking urbano-, que comparten ambos paises y que resulta mas genuino y animado, del lado tanzano. Pasear por aqui, es como estar dentro de un documental, viendo a los masais, con su colorida vestimenta -tunica roja hasta las rodillas y otra cruzada al hombro y atada a la cintura-, orejas perforadas y anudadas y su omnipresente baston o vara.

            Son gente amistosa y simpatica, que comparten habitat con musulmanes de los de siempre -pero negros-, que hoy estan de celebracion. Al ritmo de tambores, canticos y de la musica de un altavoz -colocado en una bicicleta en movimiento-, bailan con extraordinario ritmo, durante casi dos horas, en la carretera principal, cortando el trafico de la frontera, en ambas direcciones.
                                        Namanga 
            Acabado el fasto, ya de noche, las unicas diversiones aqui, son jugar al billar y contemplar los partidos de las ligas inglesa y espanola. Ambas cosas, las viven con mucha pasion.

            Partimos hacia Nairobi, situada ya casi, en el ecuador del planeta. La primera buena noticia, es que al entrar por esta frontera, los habituales 50 euros de visado, se convierten en 25. Gran alivio!!.


La segunda, que en la ciudad, al estar en altura, el calor no es, ni mucho menos, asfixiante. El centro urbano esta lleno de hoteles baratos, restaurantes de pollo y carnicerias, que cocinan, donde te puedes dar el festin de un kilo de carne a la plancha o asada, poir menos de 3 euros.

            El caos circulatorio -y eso, que es domingo- y las constantes avalanchas de gente, que camina a gran velocidad en todas las direcciones, hacen del asfalto un entorno salvaje, donde dar o recibir un codazo, un empujon o hasta un punetazo, no tiene la mas minima importancia.
                                                                                            Namanga 
            Es de esas ciudades vibrantes, donde bendices con alegria, el momento de regresar al hotel, al comprobar un dia mas, que has llegado entero. Entonces, ya solo quedan por resolver pequenos problemillas, como la ausencia de luz y que del grifo del lavabo, solo salga un hilillo de agua.                                                                                                       Namanga 

La primera, vuelve en un par de horas. Para ducharnos, lo hacemos con la linterna y llenando con paciencia, una botella de coca cola. Resultaba imposible permanecer sin lavarnos el pelo, despues del polvoriento viaje, realizado esta manana.

            Por cierto. Nairobi es una ciudad normal. Ni anti ciudad, ni no ciudad. ¡!Que bendicion!!.

Arusha, otra ciudad anti ciudad, aunque con mucho encanto

                                                    Todas las fotos de este post, son de Arusha
Casi al principio del viaje, escribi sobre las ciudades no ciudad. Ultimamente -Lilongue, Dar el Salaam y Arusha-, con lo que nos estamos encontrando, es con ciudades anti ciudad.
                           
            El fenomeno, se percibe mucho mas facilmente, de noche, que de dia, cuando viajas en el bus hacia ellas. Empiezas a ver luces, pero de repente, desaparecen y vuelves a estar en medio de la nada y asi, repetidas veces, hasta que -en ocasiones, despues de una hora-, llegas a la terminal de autobuses.

            La primera vez, que contemplas este fenomeno, resulta algo angustioso, sobre todo, si vienes de un largo viaje. Hasta bien has entrado en la ciudad, no llegas a saber, si se trata de esta o de nucleos rurales dispersos.

            En un continente tan poco abrupto como este, parece que el terreno no es un problema y este tipo de capitales, se construyen a lo ancho y no a lo alto, dejando espacios vacios, entre unos núcleos poblacionales y otros. No es de extranar, ver a todas horas, infinito numero de cacharros -microbuses-, que conectan el centro, con cada una de esas celulas de poblacion.
                                                                             Arusha
            A pesar de ser ciudad anti ciudad, a Arusha no le falta encanto. El asfixiante calor de Tanzania, da aqui un alivio al viajero. No hay excesivo caos y la limpieza es mucho mayor, que en Dar es Salaam. Tambien es un lugar, mucho mas urbanizado, con aceras muy nuevas en algunos tramos, fosos tapados -aunque, no todos- por rejillas o losetas y farolas encendidas por la noche -solo algunas-. Eso si, tampoco escapan en este lugar, a los cortes aleatorios de luz y agua.

            Empezamos a barruntar y dado el diferente estado de conservacion, que los males de las ciudades de esta zona del planeta, son mas achacables a la autoridades locales, que al gobierno de la nacion.
 
            Hasta la policia aqui, tienen sus chalecos nuevos -de un amarillo impoluto-. Y que decir, del encantador gran mercado, inmaculado, pero con mucho encanto y donde las vendedoras, se dejan fotografiar de cerca, como replica, a un exhasperante individuo, que corre tras nosotros, la grito de, "no photo, no photo". Al menos en Arusha, no nos han intentado robar, como si lo hicieron en dos ocasiones, en Dar es Salaam.

            Solo hemos visto una agencia de safaris. Es normal, porque no hay turistas a los que venderselos. Al entrar, se nos ha encogido el corazon: 850 dolares por barba, por cuatro dias en Serengeti!!. Y se trata del safari "budget", que no incluye ni el agua. Ni siquiera trató, de vendernos el "luxury”.

lunes, 7 de marzo de 2011

Y ademas, 50 dolares de visado

Desde antes de que salga el sol, ya me despierta el canto del muecin de la cercana mezquita. Si la llamada a la oracion, no me hubiera sacado de mi sueno, lo hubiera hecho el calor insufrible, pues otra vez se ha ido la luz y con ella, el alivio que significa poder dormir con aire acondicionado, en esta ciudad donde la temperatura, no baja de 35 grados a la sombra.
                                                          Zanzibar
            Despues de ducharme -hoy si que hay agua-, salgo a recorrer las calles del centro. Todavia es pronto, pero ya oigo a los ayudantes de los minibuses gritar su destino, a pesar de que lo llevan escrito en el parabrisas delantero. Los hombres- asno tiran de carretillas, cargadas con sacos, cajas y bidones, hasta limites insospechados. Los esquivo como puedo, pero en direccion contraria, amenaza con aplastarme una enorme hilera de cajas de Coca Cola.

Zanzibar
Me aparto, con el riesgo de quemarme con las brasas del chico de las teteras., que acaba de servir unos tes a los taxistas, que ya se encargan de recordarme agresivamente sus servicios. Al mirar atras, para decirles, "no thank you", casi me caigo en una de las zanjas, que adornan las calles de esta ciudad. El sudor empapa mi cuerpo, formando junto con el polvo una masilla, que impregna mi pelo.

            Al fondo de la calle veo un oasis, en forma de bar. Me acerco sedienta y con la lengua pegada al paladar, consigo que la camarera me entienda. Parece, que no soy la unica que tiene necesidad de colmar su sed: esta lleno de lugarenos, que sentados, miran al vacio, mientras los vendedores de perfumes, calcetines, camisas, libros para aprender ingles... pasean entre las mesas, intentando colocar productos, que nadie quiere o puede comprar.
                                                                                                                                              Zanzibar 
            El sol cae de plano, cuando me decido a volver a las calles: mostradores ambulantes de fruta, maices o zumos, recorren el asfalto, indiferentes ante la turista, que  les hace una foto. Sus vecino, sin embargo, son mas atentos. Tanto, que en un descuido, quieren ayudarme a limpiar mi cartera. Consigo esquivarles.

            Creo, que despues de comer, me acercare a un ciber cercano al hotel, para comunicar a la familia y amigos, que todavia sigo viva.

            Cuando termine, me refugiare en mi habitacion, con el aire aconicionado, -si ya ha vuelto la corriente electirca-, enchufado a tope, para esperar, que manana comience un nuevo y estresante dia. Y ademas de todo, 50 dolares de visado
                                                                                              Zanzibar 

El calor asfixiante y los pelmas hicieron, que Zanzíbar no cumpliera nuestras elevadas expectativas

Dar es Salaam
Dar es Salaam es caotica, polvorienta -algunas calles del centro estan sin asfaltar-, llena de cacharros de todo tipo, que no dejan de moverse y de puestos en el suelo, que venden todo lo inimiginable, que a uno nunca se le ocurriria comprar. Paradojas de la ironia, el significado del nombre de esta ciudad en arabe, es "remanso de paz".

            A pesar de lo anterior, nosotros le hemos cogido carino. Un buen hotel -con aire acondicionado, imprescindible aqui-, a ocho euros la noche, un ciber que funciona y san Soprite para comer, tienen la culpa de ello. Tambien, los puestos de calamares y pulpo a la plancha y de pescaditos fritos, que moran junto al puerto o los bares cercanos a la estacion de autobuses, donde llegamos la primera noche y que destilan un ambiente muy animado y caluroso.

            Si, tres cosas me quedaran en la mente de Dar, son los vendedores ambulantes haciendo chocar entre ellas las monedas de 20 shillings, el ruido y la imagen de los generadores de electricidad, que hay por todas partes -la luz va y viene, a su libre albedrio- y los dispensadores de te, con teteras apoyadas sobre brasas incandescentes, como si el fuego que saliera del suelo -estamos a mas de 35 grados y con humedad-, no fuera suficiente.
                                                            Zanzibar
            Tras unos dias aqui, nos fuimos para Zanzibar, donde no hay forma de librarse de pagar tres veces mas, que lo que abonan los lugarenos, por el billete de ferry. El viaje tuvo poco de idilico: barco abarrotado y antes de partir y al encender los motores, erupcion de la chimenea, lanzando sobre el pasaje montones de hollin, que tineron nuestros cuerpos y ropa. A la vuelta nos enteramos, que por el importe pagado, podiamos haber viajado en clase VIP (una estancia con ligero aire acondicionado y donde no hay cuatro personas tiradas, por cada metro cuadrado.

            Zanzibar es bello, pero no colmo nuestras espectativas. Parte de la culpa, la tuvo el asfixiante calor y los numerosos pelmas, que te dan la lata, bien para vender, bien para entretener su desocupado tiempo. Dispone de un casco historico interesante, aunque algo descuidado y buenas playas, donde me pico un bicho, causandome una erupcion en el pecho.

                                                                     Zanzibar
            Hay decenas de turistas, pero paradojicamente, es complicado tomarse una cerveza fuera de los caros hoteles o comer, a precios no extratosfericos, si no hace en los puestos donde almuerzan los lugarenos -deliciosas patatas fritas, con ensalada por encima y pinchitos de carne-.
                             Zanzibar
            Eso si. No parece, que te encuentres en Africa subsahariana: hay alcantarillas, relativa limpieza y no es necesario esquivar a cada rato, fosos y zanjas. El ambiente es absolutamente musulman y a pesar de haber viajado mucho, aun nos choca ver bajo el hijab, piel negra como el carbon.

            Por hacer amistad -al estar enredando, como casi siempre-, conocimos a uno de los vigilantes de la casa del presidente, de este territorio autonomo de Tanzania. Con pistola en mano, le reimos todas y cada una de las gracias, que nos fue haciendo, hasta que nos dejo marchar. En esta zona del planeta, un "no english, no english" a tiempo, te salva de muchas molestias, a pesar de que no se lo acaben de creer.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Otra vez, salvados in extremis

                                                        Kyela
Viajamos por Tanzania, sin guia, mapa o plano. Nada de ello hemos podido conseguir a lo largo de los 9 paises, que llevamos recorridos en Africa. Previsiblemente, igual ocurrira en Kenia. Aunque al menos, en Dar es Salaam, internet se muestra opertativo, siempre y cuando no este cortada la luz, que es muy frecuentemente.
                                 Kyela
            Con tanta imprevision, nos embarcamos en un viaje, que nunca debimos hacer de un tiron, entre Kiela y Dar es Salaam, distantes entre si, 1000 kilometros. Para colmo, nos enganaron. Cierto es, que el bus salio a las cinco y media de la manana, pero no llegaba a las seis de la tarde, como no dijeron, sino a las diez y media.

            El detalle era importante, porque ademas de tener que aguantar cuatro horas y media mas, de las doce y media previstas, nos supuso llegar por primera vez de noche, a una gran ciudad africana, sin siquiera saber donde ir.

            Aunque el autobus no era muy incomodo, el viaje resulto una tortura, solo aliviada, por la contemplacion esporadica de elefantes, cebras o jirafas, junto a la carretera. Lo demas, paisaje aburrido, nucleos poblacionales dispersos, asidos a su pozo de agua y miles y miles de tumulos -elevaciones de la carretera-, que el conductor salta a toda velocidad, con los consiguientes botes y caidas.
                                                                                                            Dar es Salaam
            Una sola parada para orinar, en 17 horas de viaje, en la que aprovechamos para comprar pollo con patatas fritas. Menos mal, que como el vehiculo va bien cerradito -como siempre-, se suda y se suda (los blanco, claro).

            Nuestra suerte podria haber sido peor, si nos hubieros visto involucrados, en un accidente entre un camion y un autobus, que han salido muy malparados y que provoca un enorme atasco en ambas direcciones, que aun demora mas nuestra llegada.

            Finalmente y sin creerlo, desembarcamos del bus ante el peor de los ecenarios posibles: no hay estacion. Nos hallamos en un enorme garaje sin techo, apenas iluminado y con decenas de inquietos taxistas y buscavidas, pensando en nuestro dinero. Nos movemos con firmeza, aunque con cierto temor, tratando de esquivar en la inmensidad de la noche, las numerosas zanjas y fosos, tan habituales en este continente.
                       Dar es Salaam
            Las unicas luces que nos guian, son las de un enorme edificio, que parece y es un hotel, de 120 dolares la noche y con recepcionista poco amable. Afortunadamente, mas simpatico resulta el vigilante del aparcamiento. Nos gestiona transporte -que aun nos atrevemos y conseguimos regatear-, con un coche del propio establecimiento. Por 4000 shillings, el conductor nos va llevando de un hotel a otro y preguntando la tarifa de la habitacion, hasta que despues de cuatro intentos fallidos, estamos conformes con el precio, de 25000 shillings (12 euros), que nos ofrecen.

            Al lado del alojamiento -que dispone incluso de aire acondicionado, muy necesario aqui-, hay una zona de bares y pubs, donde tomamos cerveza tras cerveza, hasta las dos de la madrugada.

            La unica duda que ya tenemos, es si nuestro angel de la guarda africano, sera blanco o negro.