Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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viernes, 2 de junio de 2017

Porque cumplas cincuenta, tu vida no va a dejar de ser una mierda. ¡Vente con nosotros, a Bangkok!

          Desde hace ya unas cuantas semanas, cada mañana me levanto y el panorama resulta, entre una rutina y una obsesión. Como, quien saca a pasear al perro, lleva los niños al colegio o va a hacer su compra diaria, pero con mucha más adrenalina y nubarrones emocionales. Los buscadores de vuelos -especialmente, Trabber y Skyscanner- me odian y por supuesto, yo también a ellos. ¡Todo un sin vivir, en una vida, que me he buscado, sin que tuviera ninguna obligación!.

          Para más inquietud y turbulencias mentales, me faltan poco más de 20 días para cumplir los 50. Y antiguos amigos de mi ya desgastada generación -instituto, universidad y primeros curros-, de los que aún tengo su teléfono, llevan a cabo estupideces palmarias, al cumplir esa edad. 

          Llevo más de un año, despachándome con esos perfiles de whatsapp, que dan la sensación, de personas agotadas, deprimidas, frustradas, aisladas, vencidas..., que lo único, que han celebrado en sus vidas es, que tienen cincuenta tacos. ¡Porca miseria!.

          Un@s lo celebran con la hortera e infumable tacita conmemorativa –que le regalan sus injustos, incautos y despiadados, aunque sea, inconscientemente, hijos o familiares- y otros, lo hacen con camisetas, que indican -¡oh miserables esperanzados!-, que la vida empieza a los cincuenta. ¿Y para eso se gasto el estado el dineral, que invirtió, para educarlos y hacerlos seres prósperos?.

          Con cincuenta, habiendo tenido tan poca vida y siendo tan torpe, a lo mejor, que puedes aspirar -y lo dudo, tal como están las cosas-, es a prejubilarte y dedicarte a contar ovejitas. O si no, a quedarte en paro -después de una sacrificada vida-, a que te engañe el decadente y putrefacto sistema y “emprender”: vamos, lo de poner una tienda de mierda, de toda la vida, con elevado alquiler y escasas expectativas. O si no, a esperar a los 67, a ver si te toca la lotería de la pensión y te dedicas de por vida en cuerpo y alma, a gastar tus escasos ahorrillos en el Mercadona y a darle caprichitos a fierecillas de padres absorbentes, desaprensivos, egoístas y siempre ocupados (sobre todo, para hacerse cargo de sus hijos).

          Si todo va bien y antes de que esa maligna efeméride atraviese mi ya dilatada existencia, en muy poquitos días partimos para Bangkok. ¡El séptimo viaje largo, ya no puede esperar más!. 14 horas de escala, en Moscú, nos aguardan.