Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
Mostrando entradas con la etiqueta Sri Lanka. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sri Lanka. Mostrar todas las entradas

lunes, 13 de junio de 2016

Comer en los aviones: una delicia con inmerecida mala fama

          Mientras terminamos de deshojar la margarita, a ver, si definitivamente, nos vamos a Japón en los próximos días -llevamos retrasando dos meses este viaje-, voy a escribir una entrada en este blog, sobre las aerolíneas donde mejor hemos comido, a lo largo de los últimos cinco años, descartando los periodos anteriores.


          Evidentemente, en ese corto periodo de tiempo, no hemos volado con más de 20 ó 30 compañías, con lo que puede haber muy buenas aerolíneas a nivel gastronómico, que no aparezcan aquí recogidas. El orden será descendente, terminando por la que más nos gusta. Vamos con ello.

5ª.- Afriqiyah Airways. Se trata de una aerolínea libia, con aviones muy nuevos, que nos transportó desde Trípoli, a Johannesburgo. Además de calidad, mucha cantidad de alimentos. Para un vuelo de ocho horas nos pusieron tres comidas. La primera, a base de carne al grill y ensaladas. La segunda, un semidesayuno, algo más ligero, pero completo. Y la tercera, un desayuno en toda regla, con kebab y una tortilla de dos huevos incluidos.


          4ª.- Qatar Airways. Hace tiempo, era la primera o la segunda en nuestro ranking, pero la calidad ha bajado en los últimos años -como sucede con otras de la zona, como Egypt Air y Royal Jordania- y también la cantidad. Una de las últimas veces, hasta nos regatearon el vino.. Hemos volado bastante con ellos. .En los buenos tiempos, un plato de enormes trozos de pollo al grill y con arroz al curry, ensalada de pescado marinado y macedonia de frutas, regados con excelente vino chileno y brandy, era una comida muy habitual. Para escalas de más de cinco horas, en Doha, sirven ricos platos gratuitos, aunque algo grasientos.



        3ª.- Emirates. En un vuelo, entre Dakar y Dubai, por ejemplo, nos sirvieron un enorme pescado con puré de patatas y ensalada de salmón y verduritas, al limón, regados con vinos de Nueva Zelanda, Sudáfrica o tinto de California, además de cuantos licores quisimos (el champán lleva cargo).El servicio a bordo resulta muy esmerado.


          2ª.- Srilankan Airlines. Extraordinaria compañía, con la que sólo hemos volado una vez, entre Dubai y Bangkok. Nos agasajaron con un delicioso, jugosísimo y enorme trozo de hammour -equivalente al mero, pero más sabroso-, sabiamente especiado y con tagliatelle, acompañado de una ensalada de dos pescados marinados.



        1ª.- Turkish Airlines. Esta aerolínea la hemos tomado hace menos de una año, para volar desde Madrid, a Seúl. La comida resulta antológica. Sirva, como ejemplo, este menú: cordero asado con puré de patatas picante, verduras varias al dente, bulgur y una fantástica ensalada de salmón marinado con crujiente de hierbas aromáticas, además de otra más normalita de aceitunas, queso y pepino. Vino y bebidas alcohólicas a discreción, al antojo del viajero. Para vuelos tan largos, se agradece este esmero



          ¿Quién dijo, qué en los aviones se como mal?. Probablemente, el mismo que ha tenido éxito con las cestas de publicidad en los portales, para evitar la publicidad en el buzón, que a mi me encanta.
Ninguna foto de las que ilustran el post, es propia.

viernes, 12 de septiembre de 2014

¡Hasta los coj...holies!

Frontera cerrada al tránsito, entre Myanmar y Tailandia, arriba y abajo, derrumbe después de una tormenta, retornando a Kanchanaburi
          En no pocos países del tercer mundo, hay decenas -diría, centenas-, de días sagrados -holy-, supuestamente festivos. A efectos prácticos significa, que te prohíben comprar alcohol, durante todo el día, incluida la cerveza (el vino da igual, porque fuera de Europa tiene precios imposibles). En realidad y por lo demás, todo sigue igual. La gente monta sus puestos, abre sus negocios, realiza sus gestiones cotidianas y, en definitiva, se dejan la vida en su trabajo, a pesar de que Buda o Visnu, estén de ostentosa y continua celebración.

Kanchanaburi (Tailandia)          
Siempre es todo lo que suene a alcohol -aunque sea de un grado-, el damnificado, dado que no hay un sólo día al año, por holy que sea, en que se prohíba aparcar la moto en la acera, comer calduverios apestosos en los tenderetes callejeroz o cederte el turno, como peatón, en los pasos de cebra. Si acaso y no faltará, en el vecino templo hay un integrista soltando discursos y arengas o si no, una grabación repetitiva, que te machaca recordándote lo sagrado que es el día de hoy y lo mucho que les debes (aunque no sepas, el qué, ni el por qué).

          Conocíamos estas incomprensibles costumbres de nuestros periplos por India o Sri Lanka, pero no nos las imaginábamos en Tailandia, donde ya habíamos estado varias veces y no nos habían tocado.
Estas tres últimas, son de Nakhon Rachasima (Tailandia)
                                                       
          Pero, como si nada, llegó el maldito 13 de mayo, con sus 42 grados a media mañana, cuando nos enteramos de que era el VISAKMA BUCHA DAY y ni siquiera -en teoría- podíamos tomar una maldita cerveza, durante toda la jornada de hoy. Si esto te ocurre en India o Sri, estás absolutamente perdido. En Tailandia, sin embargo y aunque los grandes supermercados y los Seven Eleven aplican la exigencia gubernamental -que perjudica a empresas y a clientes-, las pequeñas tiendas -con más o menos discreción-, te venden lo que les pidas. Así, que la primera, fresquísima y casi de un trago, nos la bebimos a la salud de Buda y la segunda, a la del intolerante gobierno bananero Thai (en la cuerda muy floja, aunque en esos días, aún no lo sabíamos).

          La tontería es soberana. Porque a los guiris despistados, que no estamos al tanto del “holycalendario”, nos pueden causar molestias con el asunto. Pero, cualquier lugareño, compra las bebidas, que necesite, el día antes y las ingiere, cuando le apetezca (sea holy o no)

          Por lo demás, Nakhon Raschashima nos ha parecido un lugar muy recomendable, bello, tranquilo y alejado de las rutas turísticas clásicas y del mundanal ruido de Bangkok. Tal es así, que la señora del puesto de las salchichas, que nos ha servido unas cuantas -somos hambrientos de pro, que somos-, ha flipado. La noticia, primero, se la ha contado a su vecino, el aburrido tuktukero. Después, seguro, que alborozada, lo ha transmitido como el tema familiar de la cena.

          Estamos tan a gusto por aquí, a pesar del infernal e insufrible calor, que todavía no hemos comprado los billetes para Calcuta, nuestro probable primer destino en India. ¡Todo llegará, a no mucho tardar!.

sábado, 2 de junio de 2012

Las playas del tercer mundo


            El cómodo, aunque rutinario puesto de trabajo de un ciudadano occidental y más, motivado por las sesgadas fotos de los catálogos de las agencias, hacen que determinadas playas del tercer mundo, pudieran parecer idílicas. Algunas de hecho, lo son. Pero alejarse hasta ellas, puede acarrear algunos inconvenientes, consistentes fundamentalmente, en los servicios, que se reciben a cambio del costosísimo paquete turístico.
                                            Playa de Unawatuna (Sri Lanka)
            Hoy en día, un viaje a Fuerteventura –de maravillosas playas y a solo dos horas y media de ación-, puede salirte por 10 € el vuelo, 20 el hotel –con tres piscinas- y después, dispones de una amplia gama de ocio y gastronomía. En este último caso, puedes comer desde 1 ó 2 €, en un supermercado, a 100 €, a la carta, pasando por múltiples ofertas intermedias.

En el tercer mundo –en África más-, puedes acabar pagando, por una experiencia playera, el doble o el triple, que en Europa, con infinitas menores prestaciones. Eso sí, para el posible deleite personal, es frecuente que la disfrutes tú sólo, porque no haya más viajeros. Aunque, la primera línea de playa esté llena de resorts, restaurantes o incluso night clubs o que tuvieron mejores tiempos –lo dudo- o esperan mayores expectativas, demasiado optimistas.

Demasiadas playas idílicas en el mundo –con el mismo mar y olas parecidas-, para que pretendan vivir todos los negocios del ramo, de los escasos y adinerados turistas, que deciden alejarse de Europa, para sólo darse un chapuzón o realizar actividades acuáticas o de pesca. Eso sí. Al menos, en muchos de estos lugares, se podrá disfrutar de marisco o pescado fresquísimo, a precios de risa. ¡Al final, siempre hay algo, que compensa!.  Playa del Tofo (Mozambique)

            Con el fin de contribuir a la causa, dejo una relación de playas, supuestamente, idílicas, en la que hemos estado.

1ª.- Unawatuna (Sri Lanka). Nos bañamos solos, mientras amenazaba lluvia y
rodeados de resorts y restaurantes vacíos. Dicen, que es una de las diez mejores playas del mundo, pero sobre este tema, no tengo opinión.              Playa del Tofo (Mozambique)

2ª.- Malika. Espectacular y brava playa, a 20 kilómetros al norte de Dakar, al lado de un pueblo, sin infraestructura turística.

3ª.- Playa del Tunco, en El Salvador. Aún más brava, que la anterior, con el agua de un color azul muy oscuro y muy revuelta, como es habitual en el Pacifico.

4ª.- Playas de Ipanema y Copacabana. Tan urbanas como irresistibles. Y, al menos, cubre la entrar.                                                                                        Playa de Ko Samui (Tailandia)

5ª.- Playa de Mui Ne, en Vietnam. Agradable, tranquila y con mucha oferta gastronómica.

6ª.- Shouneville, en Camboya. Buen pescado y marisco fresco, para un lugar costero, decepcionante y plagado de pelmas.

7ª.- Nilaveli, en Sri Lanka, que es nuestro país playero favorito. Agradable, interminable y vacía.

                                                                        Playa de Malika (Senegal)
8ª,. Playas de Goa, el estado más libertino de India. Son magníficas e infinitas.

9ª.- Playa del Tofo, en Mozambique. Tan salvaje, como escasamente profunda y llena de sustancias picantes –para el cuerpo, claro-. No esta mal, aunque sí, algo sobrevalorada

10ª La decepcionante playa de Ko Samui, en Tailandia. Al menos, durante la época de lluvias. Cada veraneante, toca a cuatro hoteles y ocho restaurantes.

Comparado con todas estas, seguir veraneando en Benidorm, ¿resulta rentable?. Económicamente sí y emocionalmente, también, para la mayoría de la gente. Para los más exigentes y que no se conformen con esto, hay excelentes playas patrias, a pocas horas de vuelo, en Formentera, Fuerteventura, Ibiza, la costa Brava… Y Llanes, La Coruña, Santander, la concha… Aunque en estas últimas, está el agua un poco fría. 

lunes, 2 de enero de 2012

Tópicos algo dudosos sobre India

                                                                                               Backwaters
            Madurai es probablemente –con el permiso de Fort Cochin, en la costa oeste-, el lugar con más plastas por metro cuadrado, detodo el sur de la India, incluidos, los de seguridad, que te registran a la entrada del maravilloso templo. Mientras a los hindúes apenas les tocan, a nosotros al menos, nos sobaron y pusieron pegas, hasta que consiguieron hacernos perder la paciencia.

Menos mal, que hay dos cosas, que funcionan muy bien en este país: hacerse el loco, cuando te vienen a pedir dinero por supuestos servicios, y vociferar en tu propio idioma. El contenido del mensaje resulta indiferente, aunque te quedas bien a gusto mandándolos a la mierda o similar.
                                     Fort Kochi
            Además de mucho calor y estrés, provocado por el caos circulatorio, poco más ofrece está ciudad, salvo una bonita catedral cristiana y un discreto palacio. Se ha puesto de moda, cada vez en más países, el pagar en los lugares de visita, por el uso de la cámara o por la filmación de videos e India, en lo que sea sacar dinero al turista, va a la cabeza. Las 50 rupias en este concepto, en el templo, nos las ahorramos haciéndonos los tontos. En los 15 días que llevamos en el país, aún no hemos desembolsado dinero, por contemplar atractivos turísticos y lo hemos visto todo. ¡La economía de guerra, hace agudizar el ingenio!

            Fort Cochin nos ha encantado, con sus bellas casas coloniales, iglesias y maravillosa puesta de sol –llena de lugareños, pelmas y guiris-, contemplando las famosas redes chinas. Matacherry, tampoco está mal, siendo del mismo estilo. Al otro lado de la bahía, donde se cruza por ferry, Ennakulam es desesperadamente caótico y feo.

            Un par de días más tarde y por tan sólo 10 rupias, fuimos desde Kotayan –lugar horrible- a Allepey, por un entramado precioso de canales, lleno de paisajes caribeños y sintiéndonos los protagonistas de la Reina de África. Emocionan las estampas de la vida cotidiana y las espectaculares casas-barco que navegan por la zona, llamadas backwaters.
                                                                   Matancherry
Pueden ser alquiladas por 24 horas a precios razonables. Viendo que en los lugares de visita, nos cobran veinte, treinta o cincuenta veces más que a los lugareños, aún sigo sin entender, como nos permiten hacer este recorrido en transporte público, desembolsando el mismo importe, que los nativos.

Ya muy avanzado el periplo por el sur de la India, hay unos cuantos tópicos sobre el país –tantas veces escuchados y leídos-, que no nos cuadran.

            -“India o la amas o la odias”. Pues ni lo uno ni lo otro. Probablemente acabe siendo, de los países más interesantes que he visitado en mi vida –sino, el que más-, pero sin sentimientos extremos.

            -“Para conocer un poco India, hay que ir al menos un mes”. Sencillamente, una estupidez. Hay quien en diez días, asimila más esencias, que otros en un montón de años.
Backwaters
            -“India es durísimo”. Pues de momento, tampoco es para tanto. Salvo el insufrible tráfico, no hay muchos más padecimientos, que evitar a los pelmas. Hasta ahora, es posible que en este país, hayamos encontrado a la gente más desagradable –por encima de los judíos-, de los 107 que conocemos.

El caso es, también, que mucha gente, atraída por supuestas frases hechas, leyendas y tópicos, acude a este país, apenas habiendo salido de Europa. ¡Y entonces, si que puede ser desagradable y duro¡

            -“Después de ir a India, ya ningún destino te sorprenderá”. Lo dudo. Ya he escrito bastante más de nuestra estancia en Sri Lanka, que en India. Y cuando, nos vayamos de aquí, seguro que Bangladesh o Nepal –nuestros próximos destinos-, nos resultarán maravillosos.

            “Hay mucha gente en India, que viaja buscándose a si mismo”. No se en el norte –aunque, supongo que alguna habrá-, en Phuskar, Varanasi o poniéndose ciego a gang –marihuana-, en Manali. Pero, en el sur, no encontramos a nadie con ese perfil, hasta el momento.
                                                                                  Mysore
            Seguro que en el futuro, cambiamos de opinión sobre algunas cosas. Pero, de momento, esto es lo que podemos  aportar desde nuestro pensamiento y no adaptándonos a las opiniones de Lonely Planet, que muchos viajeros toman como Biblia.

            En este viaje, hemos visitado los dos países más llenos de tópicos, que conozco:  Myanmar e India. 

Rumbo al sur: Galle, Unawatuna, Matale y Kalutara

                                                                              Playa de Unawatuna
             Aunque, no las teníamos todas con nosotros –habíamos puesto ofrendas a los dioses de las cuatro religiones, que tan pacíficamente conviven en Trincomale-, por fin, nos entregaron la visa de la India, después de esperar dos horas, sentados en una sala, junto a otras cincuenta personas. Nos fuimos a celebrarlo, a la concurrida y maravillosa playa de Colombo, donde centenares de lugareños, disfrutan todas las noches –más, durante los fines de semana-, del paseo y los puestos de comida.
Galle
Como, aún disponíamos de unos días para volar a Bangalore, nos encaminamos al sur de la isla, donde las playas son magníficas. Contemplándolas, entra casi, en un estado de éxtasis

            Nuestro destino principal era Galle –topónimo de la calle de la embajada de India-, que cuenta con una maravillosa fortificación, junto al mar, que casi se puede rodear por completo por encima de la muralla.

Y a pocos kilómetros –se puede ir andando-, se halla la playa de Unawatuna, que dicen, está entre las 10 más bonitas del mundo (se muestra excepcional, aunque no se si para tanto). Allí nos bañamos solos, constatando, como la gran mayoría de restaurantes y numerosos alojamientos, permanecen  casi vacíos. Lo de siempre: mucho arroz para tan poco pollo.
                                                                                                       Kalutara
            La llegada a Galle, fue complicada, dado que ese día –otra celebración más, que nos pilla-, visitaba el Presidente la ciudad y había más militares en el fuerte, que turistas y lugareños juntos. Creo, que hasta el último cuervo, de los miles que vagan y cagan por la isla, era atentamente vigilado y controlado. A la jornada siguiente, sí pudimos disfrutar con calma de sus encantos, que son casi eternos.

            Después, Invertimos un día para conocer Matara, ciudad de escaso valor, promocionada más de la cuenta. Sí, que nos pareció más amena, Kalutara, donde paramos unas horas a la vuelta, camino de Colombo, para comer una de las más maravillosas bondas de todo el viaje.

Continuamos, observando las maravillosas playas de camino a la capital -mejor tomar el tren, que el bus-, aunque según te acercas a Colombo, la basura y los suburbios, –sumergidos en su vida cotidiana, a la puerta de sus casas de madera y tejados de chapa-, se van comiendo al mar.

                                                                                                  Galle
            Nosotros, nos conformamos con tomar una cerveza fría, cosa que no siempre es fácil aquí, y con zamparnos unos caramelos de tamarindo, vicio que hemos cogido con fuerza, durante los últimos días.

            ¡¡¡India nos espera!!!.                        Matara


                                                                                                       Galle

Trincomalee: una bonita bahía, decenas de templos hindúes y deliciosa comida

                                                                                      Playa de Nilaveli
            Nuestro periplo por el norte, terminó en la fantástica Trincomalee, una ciudad donde predominan los hindúes, que visitan y rezan en los numerosos templos de la ciudad, al ritmo de repetitivas músicas rayantes, que amenizan sus constantes ceremonias, El más espectacular, es el que se halla, casi enfrente de la estación de autobuses, donde en uno de sus muros exteriores, existe una pintada, donde conviven juntos y en armonía, elementos simbólicos de las cuatro religiones, más seguidas, cristianismo, hinduismo, budismo e islamismo.

La bonita bahía, el Fuerte y el templo Nuevo –en esta  ocasión, dedicado al budismo- nos llenaron de gozo, en una de las localidades, que más nos ha cautivado en el país, a pesar de que nos obligaran a dejar el hotel a las 8 de  la mañana, por la llegada de los asistentes de un congreso de fanáticos religiosos, que ocuparon hasta el último rincón.
                                                              Trincomalee
            Una pequeña maldad, en forma de venganza: como en el templo Nuevo, estábamos solos, lo visitamos de arriba a bajo, pisando y repisando, sin quitarnos las sandalias

            Las bondas, variadas cada día y los rollitos –los llaman rolls, aunque se parecen más, a croquetas gigantes-, de un restaurante muy concurrido y cercano a la estación de autobuses, nos llegaron tanto al estómago, como al corazón. Pido disculpas, por haber dicho el primer día, que llegamos a Sri Lanka: “en este país, nos vamos a pasar los 17 días comiendo una puta mierda”.

            De la playa de Nilaveli, mejor ni hablamos no vaya a ser que empiece  a coger fama y la destruyan. Si me sabéis guardar un secreto, os diría, ¡qué es realmente maravillosa!.
 Trincomalee
            Hemos descartado, visitar las ruinas de Polonanaruwa y de Mihintale. En uno de los casos, por estar mal comunicadas y en los dos, por ser caras.

Por el centro de la isla: Nuwara Eiliya, Kandy y Anuradhapura

                                                                                                        Kandy
            Partimos desde Colombo hacia la fresquita –tal vez más de la cuenta- Nuwara Eliya, situada a más de dos mil metros de altitud. Durante el trayecto, pudimos comprobar, que este país dispone de maravillosos paisajes montañosos, aunque también de los peores autobuses del mundo, con diferencia, a pesar de que son baratísimos.
Nuwara Eiliya
Nada más llegar y siendo tan sólo un puesto de la calle, nos reconciliamos con la sabrosa cocina del país, que los días anteriores, nos había jugado una mala pasada. Al margen de bellos edificios coloniales tipo inglés, la localidad ofrece la posibilidad de trekkings urbanos, visitas a las plantaciones de te –salvo los domingos- y transporte directo hasta Ella, otro coqueto y recomendable pueblo montañoso.

            Más adelante, agradecimos los calores de Kandy, sólo por un rato. Nos costó bastante tiempo, encontrar un alojamiento. Kandy es una de las joyas del país. Está limpia y cuidada. Dispuestos alrededor de un lago, se encuentran varios templos, entre ellos el del diente de Buda. Es bello y se visita sin coste en su patio descubierto, aunque pretenden -y en algunos casos consiguen-, cobrar a los extranjeros la exagerada cantidad de 7€ por visitar la famosa pieza dentaria. Será, que debe recuperar el bolsillo, de algún caro empaste. No hace falta que os digamos, lo que hicimos nosotros.
                                                                                        Kandy
Cerca del lago existe una zona de edificios coloniales, bastante bien conservados. Hay partes con aceras por las que transitar y eso se agradece. No ocurre lo mismo, en el área que va desde la estación de trenes hasta el lago, donde el caos y el despiporre son absolutos e ingobernables. Desde lo alto de la colina –que hay que acometer con esfuerzo-, una gran estatua de Buda sentado, observa el ir y venir de sus conciudadanos y de los escasos guiris

            Desde Kandy, tiramos hacia Anuradhapura. Tampoco aquí es fácil encontrar alojamiento, y menos, a precios económicos. La ciudad es absolutamente desagradable, hostil y polvorienta. El núcleo principal, discurre a través de una interminable e insufrible calle, por donde el tráfico y las obras, te convierten en un sucio y gris peregrino, que va camino de las estupas.
                                                                                                Anuradhapura
Los templos –que visitamos al día siguiente-, por el contrario, son bastante interesantes y evocadores de un tiempo pasado y lejano. Son gratis o nos hemos colado. Una de dos. Pero, el problema mayor, es que caminar sin zapatos, por desnivelados y desgastados caminos de hormigón, con pequeñas piedritas y a veces, salpicados por barros y charcos, se hace insufrible. En bastantes ocasiones, te hace acordarte –y no para bien- de los padres del budismo, sin ni siquiera conocerlos.
                                                                                           Kandy
                                                                  Kandy

sábado, 31 de diciembre de 2011

Por fin, el tan deseado -y sufrido- visado de India

           Desde siempre –y casi, desde que tenemos usos de razón-, nos había dado pereza hacer el visado de India,  a  pesar de la sorpresa de muchos viajeros, que no entendían  -nosotros tampoco-, que después de haber visitado más de 100 países, aún no conociéramos tan demandado e idolatrado destino. Al comprobar la realidad, entendimos perfectamente, que nuestra desidia burocrática, estaba altamente justificada.
                                                                               Hampi
            Madrugamos y nos levantamos con buen ánimo, como no podía ser de otra forma. Caminamos hasta la bonita  -espectacular, diría- playa de Colombo, que recorremos casi entera, para llegar a las entrañas de la calle, Galle. Aquí, se haya la embajada de India, pero no es donde se hacen los visados. Hay que caminar, unos cuatro kilómetros más, hasta una agencia privada, aunque dependiente de ella, que sólo se dedica a ello.

            El primer contratiempo, consiste en el desagradable trato de la persona, que atiende al público,.tras haber sido cacheados y habernos retenido la cámara de fotos. A duras penas, logramos entender el precio de la visa -unos 34 €-, que tardan seis días laborables en concedértela y que el formulario de solicitud, hay que rellenarlo en una web, por internet y luego imprimirlo.
Varanasi
Por supuesto, han montado un chiringuito enfrente, donde a un caro precio de 350 rupias, te lo rellenan ellos, por lo que decidimos buscar un cíber –resulta esforzadamente costoso-, para responder a más de 3 páginas de preguntas: unas lógicas, otras estúpidas y la mayoría, sencillamente absurdas. Menos mal, que nunca comprobarán las respuestas y se darán cuenta, de que ni tenemos ningún amigo en India, ni somos católicos, ni actualmente, estamos trabajando.

            Volvemos a la oficina y ahora sí, nos dan un número y otro cuestionario, que hay que cubrir a mano. Llega nuestro turno y con él, nuestros problemas. Como, tenemos por costumbre, cuando reservamos vuelos, poner un solo apellido –dado, que fuera de España, es muy frecuente no tener dos-, lo hemos hecho así y resulta, que hay que poner exactamente, lo que figura en el pasaporte.

            Otra vez al cíber. Volvemos. Ahora, el inconveniente es, que hemos escrito una letra, que aparece junto al número de pasaporte. Pero, ¿no había que ponerlo todo y tal como está escrito?... ¿Y  no se puede tachar a mano?.  No, no y no y requete NO. Para colmo, nuestras fotos con fondo blanco, no presentan el tamaño adecuado, por lo que hay que hacer unas nuevas, en un tenderete lateral, que “amablemente” y pagando unas pocas rupias, han instalado al lado de las ventanillas.
                                                                             Khajuraho
            Tampoco, están conformes con que hayamos rellenado el formulario en un cíber ajeno al “sistema” y nos mandan enfrente, a su negociado. Es tarde, estamos abatidos y ya resignados, entramos por el aro. Cruzamos y nos mostramos, absolutamente sumisos y adoctrinados.

            Cuando volvemos, resulta que también se han equivocado y a uno de los dos, no  le han puesto el segundo apellido. Desesperación contenida y llanto fingido, que hace que se ablande el corazón del funcionario, que nos lleva conduciendo por la calle de la amargura, durante toda la mañana.

Afortunadamente y con súplicas gestuales –que no verbales-, ellos mismos arreglan el desaguisado. Pero, para mayor desgaste psicológico, deberemos volver a pagar la fotocopia del sello de entrada de Sri Lanka, a pesar de que han sido ellos, los que la han perdido.

            Casi una hora más tarde, tras pagar y cuadrar cuidadosamente por más de 10 veces, todos los papeles y distribuirlos en sobres distintos, nos dan su aprobación -¡aleluya¡-, tras cinco horas y media de frustrantes gestiones, que en su momento, consideramos la tomadura más grande de pelo, de nuestras vidas.¡Qué ingenuos¡
Mysore
            Si no hubiera sido, porque desde días atrás, ya teníamos comprado un billete aéreo a Bangalore, les habíamos mandado a la mierda y una vez más, no habríamos visitado India.

            Y lo peor –tras dos nuevas horas de espera-, fue comprobar al recoger la visa, que contenía defectos ortográficos, al  menos similares, a los que nos habían reprochado.

            Toca brindar con cerveza: No hay champán –ni siquiera vino-, a precios asequibles. ¡India nos espera y estamos seguros, que nos compensará con creces, todas estas auto-mordeduras de lengua, control del carácter y demás cosillas.   

Fascinados por Colombo y por Sri Lanka (Ceilán)

                                                                           Colombo
             Los escasos turistas, que visitan la maravillosa Sri Lanka, salen despepitados, como alma que lleva el diablo, de la capital – Colombo – y se pierden sin titubear, sus numerosos atractivos y su perenne  y estresante caos. Aunque, al menos y en la mayoría de la ciudad, se puede transitar por las aceras, apenas hay fosos laterales y si te aventuras, es fácil que puedas sobrevivir en los pasos de cebra.
                                     

            Esta urbe presenta varias caras. Las más amables son las de la zona de Fort – con edificios coloniales -  y donde se halla el distrito financiero y el área de la calle Galle, cerca de la magnífica, salvaje y larga playa, que muestra orgullosa un coqueto paseo marítimo –para estar en el tercer mundo– y numerosos puestos de comida, donde zamparse una bonda, un chapati relleno de vegetales o unos ricos y calientes cacahuetes fritos.

                                      Colombo

            El templo sobre el lago, hace honor  a la  fama que tiene. Mientras, los enamorados se cobijan y acurrucan en la cercana isla, a la que se accede por un puente, donde unos recién casados completan su álbum de fotos (decir reportaje de boda, sería aquí, demasiado).


            Diseminadas por varios lugares, hay unas cuantas callejuelas con encanto, donde el nativo se sorprende de ver visitantes. También, existen algunos bonitos templos, aunque en esta ciudad  y en gran parte del país, lo que predominan son los altares callejeros, ubicados en cualquier parte: desde una rotonda cualquiera, hasta introducidos entre los puestos del mercado. ¡Todo sea, para que no se enfaden los dioses, ya sean del budismo –mayoritario- o del hinduismo!. Hasta los hay cristianos, con vírgenes, jesucristos o santos, pero con las típicas ofrendas de aquí, consistentes en las coloridas flores y comida diversa



         Pero, sin lugar a dudas, la zona que más nos engancha es la de Pettah, junto a la estación de trenes. Numerosas tiendas y tenderetes, enlazan esta estación con la de autobuses. Detrás, un animado mercado de frutas y verduras y algunos puestos donde venden ropa. Es un milagro, caminar por aquí, sin ser atropellado por algo y más, cuando cae la tarde, horas en las que infinidad de carros tirados por humanos, se amontonan en las aceras, formando una bonita –y, por qué no decirlo-, molesta  composición.
                                                                                   Colombo

            Mientras, tomamos unas frescas cervezas –como en otras partes, asfixiadas a impuestos– y degustamos los ricos snacks locales (que nos acompañaran a lo largo de todo el país y también por el sur de India), buceamos en la incertidumbre: mañana vamos a tratar de intentar, obtener el visado para India y eso, nos parecen palabras mayores.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

No boarding pass

                                                                                 Bangkok
Catorce días sin tomar una sola cerveza - y eso que el Ramadán no empieza hasta mañana - por Bahrein, Omán y Emiratos, es demasiado tiempo hasta para un bebedor habitual de este líquido. Menos mal, que habíamos venido debidamente provistos de ginebra etíope, en cantidad suficiente. No refresca, ni es tan agradecida como la otra, pero al menos, sacia las necesidades etílicas, cuando estas surgen. En cualquier caso, las cosas están a punto de cambiar.
                                                                               Bangkok
Nos hallamos en la terminal de salidas de Dubai, tomando de extranjis el último cubata, mezclado en una botella no sospechosa y pensando en las fresquitas cervezas, que engulliremos mañana, nada más llegar a Bangkok, adonde pretendemos volar esta misma noche, vía Colombo. Pero ¡¡aún nos va a tocar sufrir¡¡.

Nos dirigimos al mostrador de Sri Lankan Airlines y nos piden el billete de retorno desde Bangkok, para poder entregarnos las tarjetas de embarque. Les indicamos, que hemos viajado varias veces a esta ciudad y nunca nos han solicitado tal requisito. Ni ninguna aerolínea, ni en el control de inmigración de la capital de Tailandia. Pero, la empleada sigue en sus trece: si no hay boleto de retorno, procederá inexorablemente a la negación del embarque. Y se muestra muy taxativa.

Mientras, pensamos como replantear el asunto y le damos vueltas a la cosa, de la nada aparecen Selene y Valerio, dos italianos que han contemplado la escena y que se encuentran en idéntica situación a la nuestra. Aún, seguimos –y seguiremos- siendo agnósticos, pero Dios nos acompaña a todas partes ¡y eso no podemos negarlo!. Al encontrarse con cuatro casos iguales y con una mayor presión, la empleada accede a tratar el caso con sus superiores.
Colombo
La espera es larga y tensa, aunque amena por la animada conversación de cuatro personas, que están contentas por haberse conocido, aún en esta situación. Hasta de Berluscuni y de Zapatero, acabamos hablando.              


 Definitivamente, parece que nos dan una solución razonable. Deberemos firmar una declaración, en la que eximimos a la aerolínea de cualquier responsabilidad, en el caso de que nos presenten alguna pega, a la llegada a Bangkok. Al fin y tras cumplimentarla, tenemos en nuestras manos las tarjetas de embarque.

El primer vuelo sale con bastante retraso. La compañía en sí, es bastante buena y la comida, la mejor que hemos probado en años, en el interior de un avión: como plato principal, un excelente y delicioso, hammour con tagliatelle. Apenas, dormimos, a pesar de que lo intentamos.

El aeropuerto de Colombo es un remanso de paz, sin el aire acondicionado a todo trapo y con la gente durmiendo donde le parece, sin que nadie les moleste. Todo lo contrario a Dubai. Hay internet veloz y gratuíto, que nos sirve para acortar la espera.
                                                          Sharjah
Selene está de los nervios, pensando qué vuelo comprar, por sino la dejan entrar en Bangkok. Valerio, aunque más tranquilo, también muestra sus dudas. Somos nosotros dos. los que estamos absolutamente convencidos –gracias a nuestras experiencias anteriores-, de que no habrá problema ninguno, para acceder a Tailandia. Auguramos, hasta que seremos recibidos con una sonrisa en la cara, en tan hospitalario páis. Afortunadamente, así ocurre.
    
¿Meticulosidad exagerada de un empleado de tierra del aeropuerto de Dubai o compañía aérea  "rompe cogioni" (como se diría en italiano) ?. Nunca lo sabremos. Lo cierto es, que estuvimos a punto de llevarnos un serio disgusto.