Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
Mostrando entradas con la etiqueta Perú. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Perú. Mostrar todas las entradas

sábado, 15 de septiembre de 2012

Lluvias, niebla, penosas carreteras, precipicios y hermosos paisajes


En cuanto anochece, nos vamos a la lejana y vieja terminal, de Piural y hacemos tiempo hasta la salida del bus, que parte con más de una hora de retraso, porque viene de hacer el recorrido inverso con demora. ¡Nos enteramos, de que nos va a llevar el mismo conductor, que trae ese autobús y que ya lleva diez horas al volante!. Estamos a punto de renunciar a subir, pero tampoco es plan de perder otro día aquí, para que mañana nos pase lo mismo. Nos persignamos y subimos al bus.

            Solo vamos seis pasajeros. Como el autobús tiene puerta de separación, entre el conductor y el pasaje, nos encierran, nos dejan sin luz y ponen la música a todo trapo.
                                                                        Esta y la de arriba, son de Loja (Ecuador)
Al poco, paramos en la frontera, donde el hombre que controla la oficina de inmigración peruana, parece drogado y nos pregunta, mirando las tarjetas migratorias: “¿Y esto quien os lo ha dado?”. “Pues mire usted, nos obligaron a rellenarlo a la entrada al país. Vamos, que no es cosa nuestra”, le respondemos. Las mira nuevamente, les estampa el sello y nos pone dos en el pasaporte (el normal y uno redondo, donde pone “Policía”). Salimos rápido, no vaya a tener otra ocurrencia, cruzamos un puente y llegamos al puesto fronterizo de Ecuador, donde nos ponen un sello mecanizado.

Conseguimos dormir, pero a las dos de la mañana, nos despiertan. El conductor está pidiendo ayuda, para ver si podemos mover una enorme piedra, que hay en la carretera, dado que con las intensas lluvias en la zona, llevan produciéndose derrumbes hace ya un rato y este enorme pedrusco, nos acaba de caer ahora mismo, delante.
                 Cuenca (Ecuador)
            Conseguimos quitarlo, pero a pesar de ello, el conductor dice que no sigue, porque no tiene garantías de que la carretera esté bien. Esperaremos a que amanezca y vengan las máquinas a limpiar la carretera. Se echa a dormir, pero nosotros vemos que hay tráfico en la otra dirección y le presionamos para que siga. Sabemos, que está sin pegar ojo durante casi un día, pero estamos parados al lado de un precipicio y en el otro lado, hay un terraplén rocoso y arenoso, al que no le queda mucho para desprenderse.

            Conseguimos convencerle –creo que es el primer conductor en todo el viaje, que da su brazo a torcer- y seguimos, rezando todo lo que sabemos, al borde de despeñaderos y asistiendo a derrumbamientos intermitentes, que por suerte, no cortan la carretera por completo, ni nos caen encima.
                                                                                               Cuenca
            Cuando empieza a amanecer y por fin, conseguimos conciliar el sueño, el chofer pone a todo volumen la radio, con el Jiménez Lozanitos de turno, versión ecuatoriana (en Arequipa, como ya he narrado, habíamos tenido la peruana), que está despotricando contra las autoridades, por la insoportable situación de las carreteras en el sur del país y las inundaciones, que tienen a muchas localidades aisladas. Llegamos sanos y salvos.

            Loja tiene unas cuantas iglesias bien interesantes, como la Catedral, la de Santo Domingo y la de la Merced, entre otras. También destacan el Mercado Central, la Puerta de la Ciudad y los museos del Banco Central y de la Música.
                        Cuenca
Comemos bastante mal, al estilo del norte de Perú, pero peor, en lo que va a ser el inicio de un calvario gastronómico, que nos va a llevar por todo Ecuador y buena parte de Colombia. Así, que de postre y en un establecimiento de comida rápida, nos zampamos un perrito caliente doble. Otros días, serían salchipapas, como sobremesa.

            A Cuenca, según la guía, son cinco horas de camino, cinco y media, según la compañía de buses y seis y cuarto, termina siendo la realidad, después de que nos aburramos bastante por el camino y de que estemos hartos ya de escuchar a Enrique Iglesias, en los colectivos de este continente.
                                                                                        Ingapirca (Ecuador)
            El casco histórico de esta ciudad es coqueto, está bien cuidado y empedrado. Hay casas muy bonitas, en perfecto estado de conservación e iglesias. que destacan por su inigualable belleza, como la Catedral Vieja, la Nueva (la Inmaculada), San Blas, Santo Domingo y San Francisco, entre otras.

Otros lugares de interés son el Parque Calderón, sus calles aledañas y la plazoleta del Carmen –donde se encuentra la iglesia del mismo nombre y se celebra un agradable mercadillo de flores-. También hay otro animado mercado, donde se vende de todo, más limpio y cuidado, que los de Perú o Bolivia. Llevamos poco tiempo en el país, pero nos extraña que tratándose de una nación pobre, haya tan poca gente vendiendo en la calle.
 Ingapirca
En una agencia de viajes, vemos algunos precios de excursiones por la zona: A Ingapirca, con 37 US$. Un tour a la selva amazónica -zona de Coca-, 40 US$ (precio por persona y por día).Y un circuito por las islas Galápagos, sele por 700 US$, para una semana de duración. Es por el precio, por lo que nosotros habíamos descartado este destino. Desde luego, si hubiéramos venido en un viaje corto, habríamos hecho el esfuerzo, pero para uno largo, en el que has dejado de tener ingresos, resulta un lujo.

Al día siguiente, tomamos un autobús, que a través de interminables pueblos, conduce hasta la misma puerta de las ruinas de Ingapirca y ya antes de partir, hay un sonoro incidente, en el que sin que sirva de precedente, no estamos involucrados nosotros. El vehículo va abarrotado, pero un boliviano y un canadiense, han pagado cuatro asientos. Aunque solo ocupan dos, quieren que el otro par de ellos, permanezcan vacíos. Supongo, que sus razones tendrán para obrar así, pero el hecho es, que en el pasaje hay una mujer embarazada y varias señoras mayores, que deben viajar de pie, porque el ayudante no se ha atrevido a contrariar a estos excéntricos viajeros
 Itinerario de nuestro viaje de cuatro meses y medio, por Sudamérica, Centroamérica y México
            A mitad de camino, empezamos a charlar con ellos y –contra todo pronóstico- son de lo más normal. Hasta muy agradables, diría yo, por lo que aún nos resultan más misteriosos, los motivos de su actitud, sobre la que no nos atrevemos a preguntar. El boliviano es fotógrafo y ha viajado mucho. Vienen de Perú y tienen exactamente, la misma impresión que nosotros sobre este país y los abusos de Machu Pichu.
                                                                              Nariz del Diablo (Ecuador)
Al boliviano, que llevaba una carta de recomendación del ministerio, para tener acceso gratuito a la Ciudadela peruana, le hicieron más comprobaciones para ver si era buena, que si fuera un terrorista o un traficante de armas. Él es el más hablador de los dos y alérgico al vino. ¡Vaya desgracia!.

Tras tres horas, llegamos a las ruinas de Ingapirca, dejamos las mochilas en la entrada y pagamos los 6 dólares, que nos dan derecho al acceso. Son caras para lo que hay que ver, pero están mejor, que las deprimentes Huacas, de Trujillo. Ingapirca -Muro del Inca, en quechua- fue construida por los Cañarís, hasta que la destruyeron los Incas. Pudo ser un cuartel, habitado por un destacamento de vigilancia, un Templo del Sol o, ambas cosas.
Nariz del Diablo 
Una jornada después y tras diversos sucesos –entre los que destaca, circular con niebla, a través de penosas carreteras, con tremendos precipicio y con tan solo una cinta amarilla de plástico, indicando “peligro”-, nos disponemos a tomar el tren de las ocho (7,80 dólares, ida y vuelta), hacia la Nariz del Diablo. En el convoy, de un solo vagón, vamos unos 20 extranjeros y nosotros, somos los únicos hispanos. Como otras ocho personas, hemos decidido sentarnos en el techo del tren, desde donde tanto las sensaciones como las vistas, son más espectaculares. A la vuelta, como hay pasajeros que deseaban ir arriba y no han podido, regresamos en el interior del vagón.
                                                    Alausí (Ecuador), punto de partida del tren, a la Nariz del Diablo
El paisaje es, realmente bonito, circulando por el típico escenario de montaña, con escarpados picos, una garganta, riachuelos y mucho verde. Pero, no más, que el del resto del sur de Ecuador. Menos mal, que hoy está despejado. En total, se tarda una hora y media, en hacer el recorrido de ida y vuelta, completo.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Pintorescos taxistas y yacimientos arqueológicos inventados

                                                        Lima (Perú)
            Pintorescos resultan ser los taxistas peruanos. Su estrategia habitual, nada ilegítima, consiste en ofrecerte una tarifa muy atractiva para la carrera, para después, tratar de colocarte un alojamiento de tarifa elevada. Tienen muy mala fama, pero la cosa no es para tanto. Recomiendan no tomar los taxis en la calle. Pero, nosotros lo hemos hecho así y no hemos tenido problema alguno.        
Arequipa (Perú)
El que nos transporta en Arequipa, lleva puesto a todo volumen, un programa matutino, tipo el de Jiménez Losantos, en el que el locutor va despotricando contra todo, a grito partido.

El que nos acerca al centro, en Lima, tiene 88 años y va vestido con ropa bastante moderna, dentro de su minúsculo coche, que apesta a gasolina quemada (debe de ser de los años 60). Parece, que vamos en una cafetera urbana, debido a todo lo que nos movemos hacia ambos lados y al humo que echa.

            Ha sido marino y ha servido en el ejército de Estados Unidos, por lo que conoce medio mundo. Dice –desconozco el motivo y si algo así puede suceder, aunque lo dudo-, que puede entrar en todos los países del mundo sin visado, con la excepción de Rusia. Se emociona, hablando de Sara Montiel, el Cordobés y Frank Sinatra y como le seguimos la conversación con pasión, acaba poniendo a Celia Cruz a toda pastilla, en un cassette, que lleva adosado en el salpicadero del taxi. A pesar de la edad, tiene una mentalidad y un espíritu más joven, que muchos de 20 años
                                                                                                        Arequipa
            Descartamos, hacer el tour al cañón del Colca. El más corto es agotador, porque sale a las dos de la madrugada y retornas de noche. El de dos días es demasiado relajado y se visitan unas cuantas cosas insustanciales, supongo, que para inflar el precio. Desde Arequipa,.iremos a la cercana Yura y al día siguiente, tiraremos hasta Lima, en un autobús nocturno.

            También descartamos, hacer las Líneas de Nazca, por resultar caro y considerar, que no ofrecen demasiado interés. Alguien nos ha llegado a decir, que las aran continuamente, con artilugios mecánicos, para que estén más marcadas. En las zonas de Perú, donde no disponen de atractivos turísticos, los exageran o sencillamente, se los inventan.
                Lima
            Sería el caso de las huacas del Sol y de la Luna, en Trujillo (norte del país). El paisaje es bonito, pero las huacas, apenas tienen nada, casi ni siquiera, para los friquis de la arqueología. Es una vergüenza, que cobren más de 4 euros, por entrar a ver cuatro restos, tapados con uralitas y llenos de andamios. La excursión es, obligatoriamente, guiada, porque si la hicieras solo, no aguantarías ni cinco minutos. Así, te la adornan un poco y te sacan más cuartos.

No iremos tampoco, a Ica y Paracas, aunque sentíamos más curiosidad, por ver si perduran los efectos del terremoto en este último lugar, que por sobrevolar las referidas Líneas de Nazca desde el aire, en avioneta.

            Arequipa es una ciudad caótica, donde los conductores no respetan a nada y a nadie y de la que esperábamos más. La mayor parte de sus casas y edificaciones monumentales son blancas y precisarían de una buena mano de cal, para recuperar el encanto perdido. Está llena de iglesias y patios. Las vistas son caras. En el Convento de Santa Catalina, se descuelgan pidiendo 30 soles. El resto tampoco, se quedan muy atrás y a veces no son ni siquiera, sitios interesantes.
                                                                                                Lima
            Lo que si nos encanta, es la gastronomía peruana, de Lima hacia abajo. La del norte es mucho más cansina, pobre y repetitiva. Caldo blanco, rocotos rellenos, salto de lomo, papas a la huancaina, charque, ceviche…, merecen sentarse a la mesa con calma. Sobre todo, para degustar este último

            El camino hacia Lima se hace algo pesado, a ratos y las interminables películas violentas, que nos ponen a todo volumen, no ayudan mucho a concentrarse en otras actividades. Nos damos cuenta de que, al contrario que los bolivianos, los peruanos son menos resignados y al menos protestan, cuando creen que algo está mal. Y es, que nos han vendido el viaje como un servicio directo y solo lo es a medias. “¡Que querrán ustedes por 30 soles!”, replica el descortés y malhumorado conductor. La atención al cliente, sigue brillando por su ausencia, también en Perú.
                                                                       Lima
            En algunas guías, se habla de determinadas líneas rojas en la capital, que resulta peligroso traspasar, señalando el área comprendida entre la avenida Tacna y la Avancay, como las fronteras seguras de la ciudad. Dicen, que incluso la propia zona monumental, es insegura de día, pero según constatamos y nos comentan varias personas, la seguridad en esta urbe ha mejorado bastante en los últimos tiempos. Caminando con cautela y sin ostentación, no es arriesgado visitar la zona centro. De noche es otro cantar y se hace recomendable, fuera de las calles comerciales, moverse en taxi, a todas partes.
                                 Lima
            Tres son los peligros fundamentales, a los que se expone el viajero en Lima, según nos comenta un amable empleado de nuestro hotel.

            -Robo por descuido del equipaje en la calle o los garajes de los autobuses, mediante a veces, incluso, sofisticadas tramas de varias personas, que escenifican complejas maniobras, para desorientar al desamparado turista.

            -Tirones, fácilmente evitables, no llevando bolsos.
               Trujillo (Pesrú) 
            -Las pandillas de “pirañitas”. Se trata de grupos numerosos de adolescentes, que actúan en equipo. Tiran a la víctima al suelo, la desvalijan y se van tan tranquilamente, andando, conscientes de que como son muchos, no te vas a enfrentar a ellos.

            Lima  nos gusta bastante, aunque menos que otras capitales, que ya hemos visitado, como La Paz o Santiago. Llegados aquí, nos siguen sin atraer los peruanos, que en términos generales, siguen siendo tan maleducados y poco atentos, como en las zonas del sur y de Cuzco
                                                          Ambas son, de Trujillo
            Además de su basta zona monumental, plagada de Iglesias y conventos, se puede transitar por Miraflores, que es un barrio elegante y urbanísticamente bien trazado No parece Sudamérica. Todo es de mucho mayor nivel aquí que en el centro de la ciudad y eso también, se nota en los precios. Damos un paseo por los Óvalos, la avenida principal y finalmente, llegamos al mar. Ahí también reside el encanto de este núcleo residencial: en las bonitas, anchas y abiertas playas, que lo acercan al océano Pacífico.
                      Piura (Perú)
El complemente final, que ya lo hace magníficamente agradable, son sus cuidados parques, entre los que destaca el del Amor, inaugurado un día de San Valentín y lleno de frases “tontitas” y algo horteras, que le dan un toque –discutiblementne- romántico. ¡Llevamos sin ver el mar, cerca de un mes, desde que estuvimos en la bonita Valparaíso!.

            Con las visitas a las discretas Chiclayo y Piura, ponemos punto final, a Perú.

martes, 11 de septiembre de 2012

¡Hacer boicot a Machu Pichu!


Como es imposible llegar a Machu Pichu por carretera, nos vamos a la terminal de trenes, a preguntar los precios del billete, a Aguas Calientes. Llega el primer atraco a mano armada: Ida y vuelta son 96 dólares, desde aquí y 62, desde Ollantaytambo. Eso, en el tren denominado Backpacker, porque el Vistadome resulta bastante más caro y el Hiram Bingham, supera los 550, en lo que dicen, es la forma  más lujosa de llegar a las ruinas.         
Machu Pichu 
Sacamos dinero –en Perú hay policías vigilando los cajeros- y compramos los pasajes desde Ollantaytambo, pagando en efectivo –no dejan hacerlo con tarjeta-. Obtenemos también, las entradas para Machu Pichu, dado que en teoría y tal como nos han dicho en la oficina de Turismo, no se pueden conseguir en la puerta de la Ciudadela. Tenemos que recogerlas en la oficina de Recaudación –el nombre le viene al pelo-, tras pagar 122 soles (cerca de 30 euros). Los boletos son válidos para un único día y van con fecha cerrada, así que no me quiero ni imaginar, con lo sacacuartos que son, que ocurre si tienes algún problema y no puedes ir esa jornada, en concreto.           
                                                                                                Machu Pichu
            Lo que el gobierno peruano está haciendo con Machu Pichu, es para denunciarlo ante los organismos internacionales. No se puede permitir, que nos obliguen a pagar 96 dólares, por un recorrido de 112,5 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta., en unos trenes roñosos y con un trato maleducado y desagradable.

Mi recomendación es clara, si la visita no se hace a través de las formas económicas expuestas en el anterior post: ABSTENERSE DE VENIR A MACHU PICHU y no contribuir y participar de la extorsión vergonzosa, a la que nos somete impíamente y sin derecho a defensa, el gobierno peruano. Si yo volviera a empezar hoy este viaje, es lo que haría. Y baso mi argumentación, en las siguientes razones:
 Aguas Calientes
-Presionar al gobierno peruano, vaciándole los trenes y la Ciudadela, para que reaccionen y vuelvan a la normalidad.

-No alentar a los gestores de otras atracciones del mundo, a actuar de la misma manera. ¿Os imagináis lo que podría pasar, si en todas las partes hicieran lo mismo que aquí?. 

            -Machu Pichu es bonito, pero tampoco y como algunos quieren vender, es la número uno de las atracciones naturales o de ruinas del continente.

            Sé que no me haréis caso y no dejareis de pagar lo que os pidan, por llegar hasta Aguas Calientes y visitar Machu Pichu, pero al menos, yo he dejado aquí la advertencia y mi conciencia estará tranquila.
                                                                                                      Machu Pichu
            Matamos las últimas horas, en Ollantaytambo, tomando rico ron. Damos una vuelta última por el mercado, mientras esperamos al tren, que sale con más de una hora de retraso, porque no hay máquina. ¿Acaso nadie ha sido capaz de darse cuenta, de que un   tren para funcionar, precisa de una locomotora?. No, deben andar demasiado ocupados, contando la extraordinaria recaudación del día.
 
          Como es natural y después de haber pagado 62 dólares por un viaje de dos horas, estamos indignados. Pedimos la hoja de reclamaciones y nos responden, de forma muy maleducada y con desaires, que no la hay. Solicitamos explicaciones de cuando vamos a salir y nos contestan literalmente “cuando nos parezca bien”. ¿Es este el personal que atiende, al tan propugnado turismo exclusivo, de Cuzco y alrededores?
                             Machu Pichu
              El tren es viejo, sucio e incómodo, con unos asientos que no gozan de ningún confort. Hace frío. ¡Que vergüenza!. La gente tapándose con el gorro, la bufanda o mantas. Ni siquiera ponen la calefacción (si es que la hay). Llegamos y nos alojamos.

            Cuando nos despertamos de madrugada, parece que está cayendo el diluvio universal y en el momento en que salimos a la calle, pertrechados con nuestros impermeables, nos damos cuenta de que solo pintea, debido a la extensa niebla meona y que el ruido que escuchamos, es el de los rápidos y cascadas del río, que no queda lejos de nuestro hotel. ¡A ver, si después de lo que nos está costando esto, no vamos a ver nada!,
                                                                                              Aguas Calientes
Hemos decidido, que subiremos hasta Machu Pichu en el autobús, que es bastante caro (17 soles), como todo aquí y a la vuelta, bajaremos andando por la carretera. Nos toca también pagar el doble, de lo habitual en Perú, por una botella de agua, pero no hay otra opción.

Tras recorrer una serpenteante carretera, con precipicios al lado derecho -las vistas deben ser espectaculares, pero la niebla impide verlas-, llegamos a la entrada, a las seis de la mañana. Ya debería estar abierto, pero todavía esta cerrado y hay una larga y alborotada cola, donde casi todo son grupos con guías y apenas hay cuatro o cinco turistas individuales, además de nosotros. Nadie da explicaciones.

            Cuando conseguimos entrar, media hora más tarde, preguntamos que ha ocurrido y con muy malas maneras se nos dice, que se ha caído un techo y por eso, el acceso es más lento. Preguntamos, si nos pueden dar un plano de las ruinas y con mala educación, nos indican que teníamos que haberlo cogido en la oficina anterior –donde también está la consigna- y que ya no podemos volver.
                     Machu Pichu
            No se ve nada, porque la neblina lo Cubre todo y para más desgracia, comienza a llover con fuerza. Tiramos, hacia un punto donde se indica el Puente del Inca, pero tras trekkinear un buen rato, no lo encontramos y volvemos a la ruta más convencional, que consiste en ir bajando por las distintas plantas escalonadas, en las que se encuentran las ruinas. Como todas los vestigios incas, que vimos en Sudamérica, no pasan de ser bonitas y por supuesto, no llegan a la categoría de espectaculares. Si no estuvieran en el marco natural donde se encuentran, en forma de terrazas y con el Huayna Pichu en frente –además del verdor de todo el entorno-, no serían tan famosas
                                                                                                                              Machu Pichu
            Nos encaminamos hacia el Huayna Pichu. Antes de ascender, hay que apuntarse en un puesto de control, donde te agregas a una lista –hacemos los números 47 y 48 de hoy- y firmas, tanto antes de la subida, como después de haber bajado. Así, saben quien está dentro y si a la hora de cerrar el acceso, ha bajado todo el mundo. Aunque hay gente, que ha tenido la desgracias de perderse –generalmente por imprudencias- y quedarse toda la noche allí dentro, con el frío que hace y rodeados de luciérnagas.  No van a rescatarla

            Primero, bajamos por un sendero, para luego ascender por otro. Nueva bajada y al final, se encuentra el empinado sendero escalonado –a veces, con cuerdas a los lados, para poderte sujetar o impulsarte en la ascensión-, que conduce hasta la cumbre.
 Aguas Calientes
            Ha dejado de llover, pero el suelo está resbaladizo y más para nuestro calzado, poco adecuado para la montaña, dado que se trata de simples zapatillas de deporte. La subida se hace larga y esforzada, pero los encuentros con la gente, que vamos adelantando, los que nos adelantan a nosotros y los que bajan, resultan muy agradables.

            Por fin y tras subir casi a gatas, la última parte escalonada, hacemos cumbre, tras casi hora y media de camino. ¡Es impresionante!. .Después de haber coronado, la bajada es complicada. Como casi siempre, entraña más riesgos, que la subida
                                                                     Machu Pichu
 Es justo, cuando retornamos abajo, el momento en que de forma milagrosa y en apenas unos instantes, desaparecen las nubes y la niebla, que dejan paso al sol y a un día resplandeciente, así que volvemos a hacer el mismo camino por las ruinas. Pero, para ver la gran montaña despejada, que sale en todas las fotos, aún hay que esperar otra hora más. Hemos pasado del duro invierno al caluroso verano, en poco menos de una hora

Ponemos punto final a la visita, llegando hasta el Templo del Sol: Se cree, que fue un mausoleo y que en sus grandes hornacinas, reposaban momias. Menos mal que hemos traído algunos tentempiés, porque el buffet del restaurante, que hay a la entrada de Machu Pichu, cuesta 90 soles. Es decir, ¡¡más de 20 euros!!.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Como arribar a Machu Pichu

Todas las fotos de esta entrada son de Machu Pichu. Salvo esta, que es de Ollantaytambo
1ª.- De manera Organizada: Visitamos algunas agencias y el circuito más barato, que nos ofrecen, es un tour conjunto, a Machu Pichu y al Valle Sagrado, por 155 dólares, que incluye todo (hasta las entradas). Tiene guía para todas las visitas, pero nos lo quitan si así lo queremos.

Estamos bastante tentados, a tomar esta opción, que nos permite recorrer toda esta zona, en tan solo 2 días. Hacemos cuentas y constatamos, que los márgenes son muy ajustados. La agencia gana, por supuesto, porque para eso la montan, pero se trata de una horquilla razonable, de en torno a un 15%, en relación a lo que nos costaría hacer lo mismo, por nuestra cuenta.

También ofrecen desde aquí, tours a la selva, de cuatro días y tres noches, por 350 dólares (supongo, que son negociables). Esas cifras se escapan de nuestro presupuesto. Miraremos, a ver que nos cuesta ir al Amazonas, cuando lleguemos a Ecuador.

Cuando, estamos a punto de decidirnos por esta fórmula organizada, damos marcha atrás, puesto que nos invade la desconfianza. Ayer, nos habían dicho, que podíamos pagar con tarjeta de crédito y hoy indican que no, que solo hay un cupo determinado mensual y ya se ha cubierto. Si ahora queremos abonar la excursión con Visa, se nos carga un 10% más. Suponiendo, que lo del tope mensual sea verdad, que lo dudo, ¿cómo se va a haber agotado el día 3 –que es hoy- por la mañana?.

2ª.- Realizando el Camino del Inca, fórmula, que ya habíamos descartado días atrás, porque hay que hacerlo de forma organizada y resulta carísimo. Antes, se podía hacer por libre y por muy poco dinero, pero debido a sus incontrolables ansias recaudatorias, más que de la alegada protección del medio ambiente, el gobierno peruano lo prohibió y subió los precios de todo. Creo que está limitado a 500 personas diarias. Es una pena, porque de no haber sido por la tarifa, esta habría sido la opción elegida.

Se puede recorrer en dos días desde un punto intermedio, pero lo recomendable es, hacerlo en un tour de cuatro: se inicia en el kilómetro 88 de la línea férrea, hacia el Valle de la Convención, en el lugar denominado Qoriwayrachina y se recorre una distancia total hacia el santuario maya, de 40 kilómetros.

La caminata se inicia, cruzando el puente Kusichaca, que como en la época incaica, se ha construido a manera de puente colgante con cables de acero, sobre el río Urubamba. Luego, se atraviesa un bosque de eucaliptos. Poco después, se llega a los grupos arqueológicos de Q'ente, Pulpituyoc, Kusichaca y Patallaca, para arribar, tras varias horas de caminata, a Wayllabamba, donde se recomienda pasar la noche.

            El segundo día es el más duro y difícil, puesto que se debe subir a cuatro mil doscientos metros de altitud, para luego bajar hasta el valle del río Pakamayu, donde se pernocta.

Durante la tercera jornada es posible observar, impresionantes restos arqueológicos, como Runkuraqay, la laguna de Yanacocha y Phuyupatamarca, muy cerca del centro de visitantes de Wiñayhuayna, donde se puede acampar. Aunque el atractivo del camino, son más sus paisajes y el reto que supone, que la arqueología.

El último día se hace recomendable madrugar, para arribar lo antes posible a Machu Pichu, después de tres horas de caminata y tras atravesar áreas de selva y bordear precipicios. Así, se pude visitar el Huayna Pichu, antes de que cierren el cupo de visitantes.

            3ª.- Por libre, utilizando el transporte público: Se toma el tren, bien desde Cuzco, bien desde Ollantaytambo. Los precios del ferrocarril son extraordinariamente, abusivos.

            4ª.- En helicóptero. Es una pena, porque de esta opción me enteraría a la vuelta. Me han comentado, que no sale mucho más caro que el tren. Debe resultar estremecedor, contemplar desde el aire, estos maravillosos paisajes y el Huayna Pichu.

            5ª.- Las forma más económicas:

a) A través de Santa Teresa: Es una muy buena opción. Se puede llegar en una jornada, a Aguas Calientes y es la fórmula que –mediante transportes públicos-, requiere más tiempo de todas: Hay que tratar, de tomar el primer bus de la mañana, hacia el pueblecito de Santa Maria. En época de lluvia, este tramo puede tornarse bastante peligroso, dado que discurre entre las montañas y puede haber derrumbes.

Desde ahí, se sube a un microbús hacia otro pueblo, llamado Santa Teresa. Allí, existen unas termas, que son gratuitas.. Luego, se hace necesario, llegar hasta un paraje llamado Hidros. Son 2 horas caminando, a través de un bonito paisaje o se toma un camión vecinal. Desde Hidros, se tienen 2 opciones: caminar 8 kilómetros. -otras dos horas- por la vía del ferrocarril o tomar el tren (que cuesta 8 dólares).

b) Caminando desde el kilómetro. 82, a través de la vía del tren. Lleva entre 7 y 9 horas, hay que estar en buena forma y llevar buen calzado, pues en el camino hay muchas piedras de punta. A ese kilómetro 82, donde hay un pueblecito, se llega por medio de un microbús, que se toma en Ollantaytambo.

Parece ser, que en el kilómetro 88, hay un puesto de vigilancia, por lo que se recomienda pasar por este punto de noche, cuando no hay vigilantes. Al menos, a la ida.

            6ª.- Si se es peruano y previa presentación del DNI, en tren con tarifas locales, que rondan los 30 soles, menos de una décima parte, de lo que nos obligan a pagar a los extranjeros.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Extraordinaria belleza, entre pelmas y sacacuartos

Ambas imágenes pertenecen a Cuzco (Perú)
Salimos a ver Cuzco, ya de noche y después de haber peleado con los comisionistas y los dueños de los alojamientos, durante buena parte de la tarde. Se nos está agriando el carácter. En esta ciudad -y en el resto de Perú- o sacas las uñas o te comen con patatas. Hemos llegado desde Puno, tras un largo viaje y con diferentes incidentes. Hemos venido en un autobús normal. De haber tirado por lo alto, existen servicios –a 25 dólares-, pensados para turistas y que van parando en diversas partes destacadas del recorrido, que en un largo tramo, si muestra paisajes muy interesantes. En Perú, si tienes dinero y estás dispuesto a despilfarrarlo, siempre te ofrecerán una solución a tu medida. ¡Imaginación, no les falta!.
Urubamba (Perú) 
Todas las palabras que se digan sobre esta ciudad, son pocas y no llegan a definir ni al juntarlas, su impresionante belleza. Cuzco está lleno de restaurantes y agencias, que ofrecen excursiones al valle Sagrado, a Machu Pichu, a la selva… y casi a Marte.

Todo es aquí, en torno a un 20% más caro, que en el resto de Perú, aunque si te mueves y te alejas del centro, no es difícil encontrar un sitio, donde comer bien, por poco más de un euro. Las tasas de conversión de divisa en las casas de cambio, también son bastante desfavorables, para el sufrido viajero.
                                                                                                    Ollantaytambo (Perú)
            En la oficina turística no nos dan especiales recomendaciones en materia de seguridad. Parece lógico, porque en Cuzco, casi hay un policía por cada turista (somos muchos, por cierto). Ya en estos momentos, nos encontramos con la primera trampa, de todas las que se producen en este país (especialmente, en esta zona): Para ver las ruinas del Valle Sagrado, hay que sacar un boleto conjunto para todas, no pudiéndose comprar las entradas sueltas. Así, te obligan a abonar todas las visitas, las quieras hacer o no.

Lo mismo ocurre, si se quieren ver los distintos monumentos de pago, de Cuzco. El boleto parcial para estos últimos, cuesta 40 soles y si queremos ver el Valle Sagrado también, hay que desembolsar 70 soles- No estamos dispuestos ni a una cosa, ni a otra, más por principios, que por economía.

                    Machu Pichu y las dos siguientes de abajo, Aguas Calientes (Perú)
En Cuzco, comienza a hacerse familiar, lo que luego nos perseguiría por otros países del continente: El constante latiguillo: “Llamadas, llamadas, llamadas….”. Se trata de personas –generalmente chicas jóvenes, aunque hay de ambos sexos y todas las edades-, que visten camisetas de cualquiera de los operadores móviles del país y que ofrecen en plena calle, el teléfono móvil para llevar a cabo comunicaciones telefónicas, por un importe que resulta bastante económico.

            Pero, en las calles de Cuzco hay mucha más gente, que ofrece cosas. Desde los pesados camareros de los restaurantes, a los artistas que venden su obra –generalmente, láminas o grabados-, en plena calle, pasando por todo tipo de actividades mercantiles, para ganarse la vida. No son especialmente persistentes, como por ejemplo en muchos países árabes, pero son tantos, que a lo largo de un día, el transitar por la ciudad, se acaba convirtiendo en un calvario.

                              Esta y la de más abajo, son de Pisac (Perú)
Empiezas por la mañana, diciendo amablemente, “no gracias” y terminas por la tarde, con cara de mala leche y mostrando la más absoluta indiferencia –como mínimo- hacia ellos. ¿Es así como las autoridades de Perú, quieren hacer –como dicen- de Cuzco un lugar para el turismo exclusivo?. O simplemente, ¿lo que el gobierno de Perú llama turismo exclusivo, no es otra cosa, que desplumar a los turistas por todo, a cambio de nada?. En este sencillo test de dos respuestas, marcamos la casilla b.

En el valle Sagrado, Chinchero y Urubamba son lugares discretos. El primero, destaca por unas escasamente interesantes ruinas y el segundo, por un animado mercado sin encanto. Un lugar más pintoresco resulta ser, Ollantaytambo.

Al ser ya tarde y no estar presente el vigilante, conseguimos colarnos en sus ruinas. Pero, lo más atractivo de este lugar es su imponente y montañoso paisaje, además de las estrechas callejuelas con casas de piedra, surcadas por sonoros regatillos de agua, en constante fluir.
                                                                        Ollantaytambo
Damos también, una vuelta por el mercado, mientras esperamos al tren a Aguas Calientes, que sale con más de una hora de retraso, porque no hay máquina. Acaso, ¿nadie ha sido capaz de darse cuenta, de que un   tren para funcionar, precisa de una locomotora?. No. Deben andar demasiado ocupados, contando la extraordinaria recaudación del día. Y es, que del asunto del sangrante y vergonzoso ferrocarril a Machu Pichu, ya hablaré en otro post.

En Pisac, también hay ruinas, no muy destacables. Pero, lo mejor es el apoteósico mercado. Para mí, uno de los mejores de Sudamérica y desde luego, más auténtico que el de afamado de Otavalo, en Ecuador. Se divide en dos zonas, bien diferenciadas: las calles donde se comercian los objetos para turistas (ropa, calzado, plata, cuero…) y la plaza de Armas, donde se ubican los puestos para los lugareños y donde se venden frutas, verduras, carne, salsas al peso, tientes naturales –de cactus, por ejemplo- o minerales… y los de la comida cocinada. Este es sin lugar a dudas, el área más genuina y animada. La otra, se halla bastante más vacía y es por la que los guiris se pasean, a la búsqueda de gangas, que desde luego, no existen.
 Cuzco
Al contrario de lo que ocurría en los mercados de Bolivia, aquí resulta mucho más fácil poder, fotografiar a la gente. Te puedes acercar y se dejan retratar, sin mayores problemas y sin aspavientos o huidas.

Algunos dicen, que las empanadas de Pisac tienen mucha fama. Pero, si es por las que hemos probado de postre en una tienda especializada, es inmerecida, porque saben a pizza y están escasamente rellenas. Aunque la masa no es mala ¡Qué se vayan a Argentina, a aprender a hacer empanadas!.