Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 7 de febrero de 2022

Cuatro días de enero en Asturias

                 Toodas las fotos son de Asturias

      Aprovechando un fin de semana, al que añadimos una festividad local y una jornada de asuntos propios, nos juntamos con cuatro días, que decidimos dedicar a Asturias, en lo que ha sido nuestro cuarto viaje a esta región, durante el último año y medio. Todas las variables se conjuraron para que el plan fuera atractivo: billetes del ALSA, al 40% de descuento; un hotel bastante correcto, en Gijón, al precio de 25 euros la doble/noche y unas previsiones climáticas impecables (desde el principio al fin, acompañados por un resplandeciente sol).

        -Era sábado, 22 de enero. Después de cuatro horas y media de autobús, llegamos a nuestro destino sobre la una de la tarde, con diez minutos de antelación (y eso sí que es raro, porque ALSA siempre va con retraso). El resto del día, lo dedicamos a acercarnos andando, por un largo y entretenido camino ascendente, que nos dejó en la verdisima campa de Torres, donde se ubican varias ruinas de la época de los astures, entre las que destacan un par de primitivas cabañas. Entre la enorme y muy molesta ventolera, observamos también desde lo alto, las impresionantes playas, que se encuentran rumbo a Cudillero y el espectacular cabo Torres y su Faro.

          -            El día siguiente lo dedicamos, casi por completo, a llevar a cabo la Vía Verde de la Camocha. Por ella y en tiempos ya algos ya lejanos, transitó un ferrocarril, que hacia la ruta hasta la mina del mismo nombre, para transportar ulla hasta el puerto. Desde el centro de Gijón hay, que andar unos cinco kilómetros, hasta el inicio del recorrido.

          Después y estando el sendero bien señalizado, se deben acometer otros ocho de dificultad baja. Se cruzan o se dejan al lado varios ríos, como el Pilón, Bustio y Llantones, aunque de muy poco caudal, al menos, en esta época del año. Finalmente y ya fuera del trazado, en el pueblo de Huerces, se encuentran los vestigios en forma de ruinas de la antigua explotación minera. El único inconveniente fue, cruzarnos con despiadados ciclistas domingueros.

        -   Para el lunes, dejamos una bonita y algo esforzada excursión. Ya conocíamos Luanco, pero teníamos pendiente realizar la senda, que conduce hasta el cabo de Peñas. Se trata de ocho accidentados kilómetros, que transcurren por superficies variadas, como asfalto, tierra, terreno pedregoso o verde, escaleras... No la hicimos entera, porque parando en muchos de los puntos de interés, se puede tardar más de cuatro horas en cada dirección. Nosotros llegamos hasta la playa de Bañugues, dejando atrás la de Moniello y la punta de la Vaca, entre otros lugares atractivos. Los más ambiciosos pueden completar el plan, arribando al faro de San Juan de las Nieves, ya cerca de Avilés.

        -Y el último día, lo dedicamos, a acercarnos a la muy bonita universidad Laboral, de Gijón, con impresionantes patio e iglesia. Está, caminando, a unos siete kilómetros del centro, aunque hay aceras en todo momento. Acogió a los huérfanos de mineros fallecidos.

          Como nos sobraba tiempo, llevamos a cabo parte de la senda del río Piles, que ya habíamos hecho al completo, durante el verano del pasado año.

        Estos cuatro viajes de diciembre y enero han estado marcados por la misma dinámica, con el fin de huir de las inclemencias del tiempo: salir tarde por la mañana -no antes de las diez y media, salvo excepciones- y recogernos sobre las seis y media, aprovechando a tope las horas centrales del día y a veces, comiendo, mientras caminabamos. No ha sido para nada, infrecuente, superar los cincuenta mil pasos diarios.

sábado, 5 de febrero de 2022

Fin de año en Medina de Rioseco


         Como habíamos estado en Cantabria, durante el puente de Navidades, decidimos buscar un destino más cercano, para el fin  de año. A unos cuarenta kilómetros de nuestra ciudad de residencia, se encuentra Medina de Rioseco. Íbamos a dedicarle tres jornadas, pero como los hoteles son caros allí, comprimimos todos nuestros itinerarios, en dos: Nochevieja y Año Nuevo. El tiempo fue soleado y agradable por el día.

        La mañana de la jornada de fin de año, la dedicamos a realizar la agradable ruta de paisaje castellano y campero, que conduce a lo largo de cuatro kilómetros, a la ermita de Castilviejo. Y aún, llegamos un par de miles de  metros más allá. Por la tarde, visitamos de forma minuciosa el centro de la villa, disfrutando del casco histórico, con calles de casas de arquitectura terracampina y sus bonitas y contundentes iglesias.

        También, dividimos en dos, la primera jornada de 2022. Por la mañana y partiendo de la dársena del canal de Castilla, caminamos más de dos horas, hasta la exclusa sexta del mismo. El desgarrador paisaje invernal nos cautivó hasta provocar emociones insospechadas. Apenas nos cruzamos con nadie, ni a la ida, ni a la vuelta. Resulta más cómodo transitar por la margen derecha del apacible cauce.


          Después de regresar, almorzar y de comprobar, lo animados, que estaban los bares a mediodía, recorrimos unos cuatro kilómetros de importantes subidas y terreno irregular, hasta una almazara, que se puede visitar por dentro, aunque no este día.

          Antes de anochecer y regresar a casa, paseamos por el cauce del río Sequillo y dimos las últimas vueltas por el pueblo.

Navidades en Cabezón de la Sal y alrededores


           Repetimos, parte de nuestro viaje del puente de diciembre, durante cuatro intensas y animadas jornadas, en las que hizo tan buen tiempo, que a ratos nos pudimos quedar en manga corta.

        Llegamos a Torrelavega, el 23 de diciembre y tras almorzar, tomamos el FEVE, hacia Cabezón de la Sal. Eran las cuatro de la tarde y apenas, nos quedaban dos horas de luz, para llevar a cabo la visita al impresionante bosque de las secuoyas. Es posible recorrer andando, los cuatro kilómetros, que lo separan de la ciudad cántabra, aunque la carretera es complicada, porque cuenta con bastante tráfico y el arcén cuándo lo hay- es escaso. Regresamos casi de noche, en lo que fue la sensación de este viaje navideño.

        En Nochebuena, nos trasladamos en FEVE a la localidad, de Casar de Periedo (cuatro paradas). Visitamos el agradable lugar y comenzamos un sinuoso circuito, rompepiernas -muchas subidas y bajadas consecutivas-, que nos condujo primero, a la modesta ermita de las Nieves y posteriormente, a los pueblos, de Duña y Bustablado, transitando por muy agradables paisajes verdes norteños. 

       El día de Navidad por la mañana, visitamos varias iglesias, que se encuentran entre Cabezón y el pueblo de Ontoria. Después de comer, volvimos a hacer, esta vez completa, la senda de la Fontanuca, que habíamos realizado de forma parcial, durante el puente de la Constitución.

        Y el último día, paseamos sin rumbo y casi sin objetivos por los cercanos campos de Cabezón de la Sal. Tuvimos un serio contratiempo para regresar, a Torrelavega. Suspendieron varias horas el FEVE, por lo que y para ahorrar gastos, tomamos un taxi compartido, junto a otros dos pasajeros. La excusa oficial fue la falta puntual de maquinistas, pero varios vecinos nos comentaron, que este es su pan de cada día.

jueves, 3 de febrero de 2022

Puente de la Constitución, en Cantabria


       Por motivos laborales, que no vienen al caso, los cinco días del pasado puente de diciembre, se nos quedaron en cuatro, que dividimos entre mar y campo. La climatología resultó muy desfavorable, estando acompañados, a ratos, por el devastador aire, por la intensa lluvia o por los dos a la vez.

        El 3 de diciembre, tomamos un autobús interurbano a Torrelavega y tras almorzar allí, otro, a Suances, localidad a la que llegamos, en unos veinticinco minutos. El vehículo nos dejó al lado de la playa de la Concha. Dedicamos la tarde, primero, a recorrerla y a pasear para el lado derecho del paseo marítimo, llegando hasta la de la Ribera y el parque del mismo nombre. Después, nos fuimos caminando, hasta el Faro y la playa de los Locos, anegada por completo y con un tremendo oleaje, a estas horas. Unas más tarde y con una gran expectación por parte de niños y mayores, inauguraron la colorida iluminación navideña.

        Pernoctamos, esa noche y la siguiente, en un muy adecuado y agradable hotel, aunque algo caro. Ya habíamos estado en Suances de paso unas pocas horas, a principios de 2017, pero no fueron suficientes para quedar saciados y por eso volvimos.

          La mañana del sábado 4, la empleamos en llegar hasta la alejada y espectacular playa y  ermita de Santa Justa, ya muy cercana a la famosa localidad de Santillana del Mar, donde se encuentran las cuevas de Altamira. De camino, visitamos la de Tablia, la de Ballota y la de Tagle. Por la tarde, volvimos a la de los Locos y paseamos por su entorno hasta un cabo, antes de que la lluvia y el viento nos mandarán a hacer las últimas compras y de forma definitiva, a la habitación.

        El domingo, cambiamos de hotel -a peor- y de localidad. Volvimos, a Torrelavega y tomamos el FEVE, a Cabezón de la Sal. Fue la peor jornada, desde el punto de vista metereológico. Pero, como lo malo, trae lo bueno, disfrutamos de un fantástico día, siguiendo la encantadora senda fluvial del Minchon, que parte desde el pueblo de Correjo. Va, durante varios kilómetros, acompañando al serpenteante curso del río Saja, que en esos momentos estaba, casi desbordado por las duraderas y aterradoras lluvias.

        El 6 de diciembre, acometimos más de la mitad del esforzado sendero de la Fontanuca, que parte de la propia ciudad. El paisaje de montaña, de casas de pueblo y de establos -algunos abandonados- resulta bastante gratificante. Solo nos cruzamos con un coche de la Guardia Civil y poco después con un angustiado paisano, que los había contactado, porque le habían robado un caballo, durante la noche anterior.

          Más tarde, volvimos a Correjo y paseamos por la cercana y rural, Santibañez. Y para finalizar, llegamos hasta la puerta del Poblado Cántabro, que actualmente, está cerrado, aunque se ve desde fuera.