Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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lunes, 24 de noviembre de 2014

España e India: cifras y datos

                                                                    Maspalomas (Gran Canaria) 
         Quiero que este post, maneje más datos y cifras, que opiniones. Las conclusiones las sacáis vosotros. ¿Demagogia o verdades escandalosas, cómo puños?. Posibilidad tenéis para opinar en los comentarios.
Rishikesh (India)
          Ya os comenté en cierta ocasión, que en India, hay un 33% de exclusión social, pero -y el dato es para alarmarse-, que en España, ya estamos en el 25% y subiendo. La semana pasada hemos conocido, que la tercera parte de los españoles, que trabajan -normalmente, por ser jornadas cortas-, lo hacen por menos del equivalente, del salario mínimo interprofesional Cada día aumentan, las personas, que disponen de curro, pero no salen de pobres, ni con todos sus esfuerzos.

          En India, uno puede acumular varios y pequeños trabajilloss. Quizás, alguno de ellos sea algo humillante, pero rsultan trabajos, al fin y al cabo. En España, recientemente escuché, a una persona con dos carreras y cinco idiomas, que se encuentra limpiando aseos, en una ciudad, de Alemania. Y tengo el caso de una amiga licenciada y con muchos años de ejercicio, a la que hoy no llaman, ni las empresas de limpieza. En India, tú decides si te humillas o no. Aquí, lo deciden los empresarios y la administración. Enhorabuena, si has conseguido la suerte de hallarte, entre los benditos humillados.

                                   Teror (Gran Canaria)
          En la actualidad, estoy escribiendo relatos de viajes anteriores -todos, por destinos nacionales-, que en su día dejé en un cajón, por pereza. Hace unos días releí y escribí, que por un trayecto de autobús muy cutre, entre Vitigudino y Aldeadávila de la Ribera (Salmanca), pagamos el año pasado, 4,40 euros cada uno, por un tramo de 31 kilómetros. Es, prácticamente, el mismo importe, que abonamos hace unos meses, por un billete de tren, en litera, entre Varanasi y Calcuta, separadas entre sí, por 680 kilómetros. Haciendo una fácil división se concluye, que viajar por España, es 22 veces más caro, que hacerlo, por India.

          11,63 euros abonamos, por un bus de Zaragoza, a Lérida (152 kilómetros), con una impresentable empresa -desaconsejada para todo el mundo-, llamada Ágreda. Por menos de ese importe, puedes hacer, en India, el trayecto entre Kanyakumari -punta del país- y Amritsar -en la frontera, de Pakistán-. O lo que es lo mismo: 3,187 kilómetros. Y creedme, si os digo, que este tren existe.
Kanchanaburi (Tailandia)
          Duración y destino de nuestros viajes, de 2.013: Cinco días en Asturias y Cantabria -Semana Santa-, 3 en la provincia de Soria, dos en la de Burgos, 8 en la Costa Brava, seis en Salmanca y 16, entre Aragón, Cataluña, Canarias y Andalucía. Sumando todos los gastos de esos periplos, sobrepasamos los 2.200 euros en total. No llegan, a 2.000, si descontamos los vuelos, los que nos gastamos en casi cinco meses, por Tailandia, India, Bangladesh, Egipto e Israel. E incluyo los costes de los visados, de tres de esas cinco naciones.               Lérida

          Y una más. A un indio, entrar en cualquiera de sus numerosos monumentos nacionales -y son incontables-, le cuesta, entre 6 y 12 céntimos de euro (un poco más caro ,pero no mucho, si hablamos del Taj Mahal). Para un español, visitar la más mínima tontería en nuestro país, no le baja de tres o cuatro euros. Cualquier catedral -Lérida, por ejemplo-, te vale 5 euros o más, Y por encima de 10, 15 ó 20, las grandes joyas de nuestro patrimonio.



           Podría seguir, pero creo, que no merece la pena., porque sería más de lo mismo

viernes, 24 de octubre de 2014

Wi-fi: el mejor amigo y enemigo del viajero

          Por primera vez en un relato largo, tenemos que referirnos a este importante aspecto, que facilita mucho la vida de los viajeros, pero que usado de una forma excesiva, puede llegar a desvirtuar y desnaturalizar el viaje. Como siempre, la tecnología se puede usar bien o se puede utilizar de forma incorrecta.

          Como no hay homogeneidad, analizaremos el asunto del wi-fi, aunque sea brevemente, país por país:


          Tailandia:

          En Bangkok, el wi-fi está presente en casi todos los hoteles económicos. En el resto del país, normalmente también, salvo en zonas escasamente turísticas. Nosotros no dispusimos de él, ni en Sangkhlaburi, ni en Petchaburi. Y cuando lo tuvimos, siempre fue gratuito.


          India:

          La implantación es, mucho menor, que en Tailandia. De todas formas, resulta muy heterogénea. En las principales ciudades turísticas, es frecuente disfrutar de este servicio en los alojamientos baratos y en restaurantes u otras tiendas. Delhi, Jaipur, Agra, Bombay, Calcuta, Udaipur, Rishikesh o Puducherry, están entre ellas.

          Sin embargo, en las ciudades de segundo orden, es muy difícil que dispongan de wi-fi en las habitaciones o zonas comunes. Y en el sur de India, esta prestación es casi inexistente, ni siquiera, en hoteles de tipo medio, como los que ocupamos en Trichy o Kanyakumari.

          Dejo constancia, de que en un par de establecimientos, donde pernoctamos, tenían wi-fi. Pero nos lo quisieron cobrar, como un extra. Ni más ni menos, que cincuenta rupias por cada jornada.


          Bangladesh:

          El wi-fi es casi inexistente, en este país. Ni en hoteles -al menos, en los económicos y los de tipo medio, como el de Cox's Bazar-, ni en restaurantes, ni en las tiendas abiertas al público. Algunos routers debe haber, dado que si enciendes el teléfono móvil o la tableta, te aparecen unos pocos. Pero, creo, que fundamentalmente, se trata de empresas privadas, dedicadas a otras actividades. Tampoco disponen de él, las numerosas agencias de autobuses interurbanos, que operan en Dhaka.


          Egipto:

          No puedo generalizar, ni hablar, de más sitios, que de El Cairo y Dahab. En el primero, el wi-fi es bastante frecuente en los hoteles económicos y en los restaurantes de tipo medio o alto. En el segundo sitio, disponen de él casi todos los locales de comidas, siendo más irregular, en los hoteles o guest houses baratos.


          Israel:

          El wi-fi está presente en todas partes. Incluso, hay muchos lugares públicos, como estaciones de tren, bus o aeropuertos, donde es de conexión libre y gratuita. ¡A ver si aprenden otros!.


jueves, 16 de octubre de 2014

La trastienda de un viaje

Camino, de Kanchanaburi (Tailandia)
          Concluye nuestro sexto viaje largo, que de momento, parece que será el último de estas características, en mucho tiempo. Diré, que probablemente, no ha sido el más bonito de todos, pero sí, el más esforzado, de los que hayamos llevado a cabo. Hemos pateado, de arriba a abajo, la India y Bangladesh, como si tuviéramos aversión a tomar, cualquier tipo de transporte.

          Hemos padecido un calor infinito, que en tramos del viaje, ha superado los 50 grados. Hemos estado horas y horas bajo el sol, disfrutando y sufriendo, de lugares maravillosos y horribles. Tales han sido nuestras condiciones extremas, que al llegar a El Cairo, en pleno mes de agosto -con 35 grados a la sombra-, el lugar nos ha parecido un balneario: aceras amplias, gente amable, conductores medio educados, ligera brisa procedente del Nilo... El esfuerzo ha sido tal, que ahora, ya de vuelta, andamos con ciertas secuelas psicológicas, cercanas a la ansiedad y los ataques de pánico. ¡Y no es broma!.
Rishikesh (India)
          Por un lado, estamos encantados, de haber vuelto sanos y salvos, después de más de tres meses pululando por India y Bangladesh (el mes y medio por Tailandia, Egipto e Israel no cuentan, al ser paradisíacos, en comparación con lo otro). Parece increíble, que nada nos haya ocurrido, después de nuestro precario modelo de viaje y de las condiciones extremas padecidas. Y todo, con casi, ni un mínimo contratiempo.
                                                                                                                  Manali (India)
          También, nos mostramos eufóricos. Desde nuestra demorada llegada, nos sentimos tan fuertes, tan reforzados por los avatares de la vida, que cualquier inconveniente, que nos surge, en esta España de chiste, nos parece una minúscula contrariedad, sin importancia. Casi diría, que nos sentimos por encima del bien y del mal, en esta España deprimida y corrupta, gracias a la vacuna recibida, en forma de sufrimientos diversos, allá, por el querido y odiado subcontinente indio.

           Pero, vayamos por partes. Este viaje ha sido extraño. Aunque, al final, siempre acabamos diciendo lo mismo de todos. Al fin y al cabo, largarte casi medio año por el mundo, siempre acaba siendo imprevisible. Al fin y al cabo, lo que teníamos claro, era que queríamos volver a India, por un tiempo dilatado y visitar Bangladesh, único país que nos quedaba de la zona. Bueno, tampoco conocemos Pakistán y fue un país muy estimado, como propuesta añadida, pero nuestro gran grado de locura, de momento, no incluye aventuras, como esta. ¡Todo se andará!.
Thanjavur (India)
          Y lo de un viaje extraño, lo argumento algo más. Debería haber empezado un 7 de febrero y acabó, iniciándose, un 2 de mayo, después de tener que renunciar, a unos boletos aéreos ya pagados, el 19 de marzo, entre Barcelona y Dubai, por razones, que no vienen al caso.    

          Deberíamos haber volado a Bombay y aterrizamos, en Bangkok, destino nunca pensado para este periplo. Pero, como nos gusta tanto Tailandia, nos acabamos quedando allí, 20 días, conociendo sitios nuevos.
                                                  Dahab (Egipto)
          Nuestros planes pasaban, por estar dos meses en India y acabamos viviendo por allí, 87 días. Las dos semanas previstas para Bangladesh, se quedaron en una. Y terminamos transitando por Egipto e Israel, países a los que nos pensábamos en volver, durante muchos años. Y no nos arrepentimos, después de haberlo hecho, porque son dos países con mucha miga y además, contratiempos así, ¡que me vengan los que sean!.
Delhi (India)
          Si la ida fue como un parto, no os cuento la vuelta. Este viaje no tenía previsto durar, más de unos 3 meses y acabamos en 129 días, a solo 2, de nuestro segundo viaje largo, más extenso. Corría un 4 de agosto en Delhi, con ya todo el pescado vendido. Los vuelos estaban caros, como suele suceder, en esta época del año. Pero, se abrió una ventana, para el día 19. 330 euros, un Bombay-Madrid. Bastante económico.

          Que si sí, que si no. Que si estamos hasta las narices de India, que si queremos irnos ya, que si es mucho esperar... Total, que entre paja y paja mental, lo perdimos. Tuvimos, que inventarnos un recorrido de sitios nuevos por Rajasthan -donde no habíamos pensado ni ir-, para entretener el tiempo y buscar otra alternativa, aunque tampoco, con mucho ahinco.

          Los nuevos destinos fueron magníficos: Bikaner, Kota, la maravillosa Bundi, Chittor... Pero, al llegar a la revisitada y redecepcionante Udaipur, se nos encendió la luz. Aparte, de querernos ir ya, nos quedaban 12 días de visa. Había que irse, sí o sí.

          Afortunadamente, nuestro alojamiento tenía wi-fi y nos pusimos, con la tablet y el móvil, a la labor de buscar unos boletos aéreos, que nos sacaran del país. Más de 20 horas -y no exagero-, en dos días, para descubrir, que en esas fechas, volar a Europa es una sangría incurable. ¡500 euros, un Delhi-Madrid!.     Jerusalén (Israel)
Kanchanaburi (Tailandia)
          Estambul, Túnez, Casablanca, Dubai, Abu Dabi, Taskent... Todos eran destinos potenciales. Sí, y finalmente El Cairo, con Royal Jordanian. Ese sería nuestro destino más inesperado, para luego transitar por el Sinaí y volver a Israel, desde donde volar con la española. Vueling, a Barcelona y así, acabar retornando, a nuestra querida y odiada España. Cuando la dejamos, hace ya casi medio año, estaba echa una mierda. Hoy, ni os cuento, porque ya lo podéis ver por vosotros mismos. ¡Han llegado el ébola y las blaxk cards!.

          Empezar este viaje, nos costó y consumió muchas de nuestras energías. Las primeras semanas nos sentíamos fuera de juego, en un país, tan fácil, como Tailandia, a pesar de padecer un golpe de estado (allí, eso es como comer pipas). Luego, nos fuimos animando, tras un par de duras semana en India. Y acabamos de forma pletórica, casi sin querer regressar.


miércoles, 15 de octubre de 2014

El viaje a vista de pájaro

          Para aquellos, que no tengan tiempo o les dé pereza, leer un relato tan largo, como el de la página web, se hace una compilación, en unas cuantas líneas, de lo que ha sido nuestro trepidante viaje, a lo largo de cinco países.
Bundi (India)
          La cosa debió empezar en febrero, para aprovechar el clima más benigno de la zona a visitar, pero se retraso hasta marzo. Compramos billetes a Dubai -con Pegasus Airlines-, pero por causas de fuerza mayor, no pudimos tomar ese vuelo y perdimos el dinero (aún peleamos, con la asegurdora de nuestra tarjeta de crédito).      Fatehpur Sikri (India)

          Finalmente, fue el día 2 de mayo, cuando nos pusimos en marcha, rumbo a Bangkok. No era nuestra intención, volver a Tailandia, pero nos lo pusieron tan a huevo, las tarifas aéreas... Dos mochilas pequeñas, los boletos a la capital Thai y una visa de India, fueron nuestro único y cómodo equipaje.

          Las dos primeras semanas las pasamos, con la cabeza más aquí, que allí, pero luego, todo se fue normalizando. El periplo por Tailandia, resultó muy tranquilo, visitando lugares escasamente turísticos, como Kanchanaburi, Sangkhlaburi, Nakhon Ratchasima, Phimai o Petchaburi. Sitios, muy recomendables y acogedores, cuando uno ya conoce, lo fundamental del país.

          India, India, India. El el 22 de mayo, aterrizamos en Chennai, para completar nuestro segundo periplo por el país, que iba a durar dos meses, pero acabó en tres. A pesar del calor, de los 13.500 kilómetros recorridos o del agobio general, que siempre supone viajar por el país, en plan trotamundos, vivimos una experiencia muy sufridamente, inigualable.
Sanggkhlaburi (Tailadnia)
          Bajamos, a tramos breves, hasta la punta de la India y ascendimos por el oeste, con menos calmas, hasta la ya conocida, Bombay (o Mumbay, que a mi, me gusta menos el nombre). Zigzagueamos por el norte, hasta Delhi y Amritsar y nos sumergimos con placer, en los maravillosos paisajes y las benignas temperaturas, de Himachal Pradesh, acabando en la maravillosa Shimla, lugar, que debería servir de ejemplo a otros estados del país, como ciudad sostenible (aunque dudo, que así ocurra).

          A partir de ahí, comenzó nuestro periodo de santidad y de abstinencia alcohólica -bueno, no fue exactamente así, pero en este epígrafe, debo ser breve-, por las santísimas ciudades de Haridwar, Rishikesh, Allahabad y Varanasi. Terminamos en Calcuta, nuestra tercera casa en el mundo, después de la de Valladolid -pagada y en propiedad- y Bangkok.   Bombay (India)

          Bhubaneswar, Puri y Konark, fueron el preludio, de un aventuroso periplo por Bangladesh, que iba para dos semanas y se quedó en una. El calor húmedo, la falta de entretenimientos, la ausencia de cerveza, el Ramadán y el escaso interés de los lugares a visitar, tuvieron la culpa. Sin embargo, vivimos ricas y enriquecedoras experiencias, además de transitar, por unos mercados magníficos (de los mejores del mundo).

          India, India, India. Vuelta a la India y además, tan contentos, después del estrés pasado en el país vecino. El pescado estaba vendido, pero como no encontrábamos vuelo de vuelta, a buen precio, acabamos haciendo un recorrido muy interesante, por ciudades secundarias de Rajasthan, destacando, la increíble, Bundi.
Jerusalén (Israel)
          Y sin quererlo, aunque estamos muy agradecidos, nuestros huesos fueron a parar a Egipto e Israel, para desde Tel Aviv, volver a Barcelona. El reencuentro con El Cairo fue apoteósico y la semana, que pasamos en Dahab y alrededores, magnífica (lastima, no haber podido subir al monte Sinaí)

          Lo de Israel, resultó ser un formato exprés. Jerusalén -ya visitada- y Tel Aviv, entre precios desorbitados, por todo, muchas medidas de seguridad y humillación en las fronteras. ¡Nada nuevo bajo el persistente sol!..

martes, 14 de octubre de 2014

El viaje en cifras

          -129 días de aventura -o lo que es los mismo, 18 semanas y tres jornadas más-, transitando por Tailandia, India, Bangladesh, Egipto e Israel. De todos esos países mencionados, solo el tercero era nuevo.
Kanchanabury (Tailandia)
          -En torno a 18.000 kilómetros realizados -unos 13.500, por India, que se suman a los 10.000, de la vez anterior-, solo por vía terrestre. 75 destinos visitados, que nos sirvieron para hacer 1.850 disparos fotográficos, de los que resultaron, 1.578 fotos. Este tema, tuvo su miga. Se nos rompió la cámara y acudimos a una segunda, de repuesto, que también falleció. Terminamos el último mes, haciendo las fotos con el móvil y a la vista están los efectos:, ¡no os podéis imaginar, cuantas han quedado borrosas!.
                                                                                                        Puri (India)
          -Pernoctamos en 59 alojamientos (42 en la India). En algunas ciudades cambiamos de hotel en varias ocasiones, por no estar conformes, con el primeramente elegido. El hospedaje más caro, lo pagamos en Israel, llegando a abonar 20 euros, por dos camas en un hostel. En India, con precios muy variables, aunque siempre baratos, logramos dormir por menos de 2 euros, en Fatehpur Sikri, en lo que fue, nuestro hotel más barato del viaje.

          -Pasamos 28 noches sin alojamiento -18 en India-, repartidas entre trenes, autobuses, aeropuertos, estaciones ferroviarias, la calle... Aunque, parecen muchas -y lo son-, no son tantas, proporcionalmente, como en algunos otros viajes largos. De todas formas, esto significa, que casi una de cada cinco noches -en concreto, 4,77-, no tuvimos hotel y en unas pocas ocasiones, siquiera, lugar para dejar el equipaje, durante el día.
El Cairo (Egipto)
          -En los 129 días de aventura, gastamos 3.629,67 euros, en total y sumando, todos los conceptos, lo que supone una cifra de risa. Ello significa un gasto medio por día, de 28,14 euros (para los dos). Y eso, que casi la mitad de lo gastado, se lo llevaron los vuelos: : 1.756,03 euros. El resto del transporte supuso, un ridículo importe, de 316,08. Para alojamientos, dispusimos de 560,10 euros y para gastos corrientes diarios, 739,52. En cuanto a los visados, utilizamos, 241,78 euros y para entradas a lugares de pago, 13,91. Conseguimos ver muchísimas cosas, buscándonos la vida, sin abonar un solo euro, como se le supone, a nuestra delicada economía de guerra.
                                                                                                        Rishikesh (India)
          -Pasamos, la friolera de 447 horas y 26 minutos, montados en diversos medios de transporte público, ya fueran trenes, buses, aviones o barcos. En este cómputo, no se incluyen, las horas invertidas en transportes locales, como autobuses urbanos, metro, tranvía. rickshaws, taxis o tuk tuks, entre otros. No hace falta saber de matemáticas, para intuir, que la cifra expuesta es una auténtica barbaridad. De los 129 días de nuestro periplo, 19, casi completos, nos los pasamos viajando

domingo, 5 de octubre de 2014

Historias de fronteras

                                                              Las primeras seis son, de Tel Aviv (Israel)
          Tanto empeño quisimos poner, en que en nuestro pasaporte no quedara ni un solo rastro de nuestra visita a Israel, que nos olvidamos de lo más importante: no solo basta con que esto no ocurra, sino que también es necesario, que no figure el sello de salida, del país que procedes (en este caso, Egipto).

          Pues, como dos principiantes pardillos, nos olvidamos de este detalle. Y lo peor: no nos hemos dado cuenta hasta ayer, casi un mes después, de haber vuelto. Efectivamente, en nuestro pasaporte figura un destacado -en la primera página-, enorme y bien tintado sello, donde de forma muy visible y además de la fecha, pone: “Taba”, punto de cruce a la israelí, Eilat.

          Así, que de un plumazo, nos hemos cerrado las puertas hasta 2.020 -fecha de caducidad del pasaporte-, a un puñado de países árabes. En un principio, todos menos Egipto, Jordania, Túnez, Turquía -no es árabe- y Marruecos. Aunque, en la práctica y según he investigado, la entrada solo te la niegan en Siria, Líbano y Arabia Saudita (tengo mis dudas, sobre Yemen). En los dos primeros lugares, ya hemos estado y al tercero, es muy difícil el acceso por libre.

          Como curiosidad, he llegado a leer, que los sirios disponen de un aparato, que detecta el pegamento de la pegatina, que te endosan los israelíes, en la tapa de atrás del pasaporte, aunque lo hayas raspado, a conciencia.

          Para cruzar de Taba, a Eilat, primero te someten a un pequeño interrogatorio, desde una ventanilla, sin ni siquiera permitirte, franquear una gruesa y aterradora verja. Luego, te dejan pasar, te retienen el equipaje y te llevan a un lugar con aire acondicionado (lo más agradecido). Van viniendo funcionario, tras funcionario y todos te preguntan lo mismo, mientras tratas de mantener tu sonrisa Profiden. Otro se lleva los pasaportes y los estudia, minuciosamente, durante cuarto de hora o más.

          El rato, que te van a hacer esperar, es directamente proporcional, a tu nacionalidad, pero sobre todo, a los sellos “peligrosos”, que encuentren en tu pasaporte. Tres horas y media nos retuvieron, en 2.007, al ver, que veníamos de Siria. Cincuenta minutos esta vez, al haber renovado nuestro pasaporte lleno de sellos y solo encontrar en el nuevo, marcas de Tialandia, India, Bangladesh y Egipto.

          Posteriormente, te aíslan y te interrogan por separado. Primero, a uno y si ven algo sospechoso, luego, al otro (no fue nuestro caso). Además de las preguntas rutinarias -entre ellas, que habíamos estado haciendo en Dahab, a lo que no contestamos, que preparando un atentado terrorista-, otras son, mucho más personales -nuevamente, sonrisa, esta vez, Colgate- y algunas, sencillamente, absurdas y/o estúpidas. No es fácil escaquearse, ni siquiera, fingiendo hablar poco inglés, porque muchos funcionarios hablan perfecto español, aunque no suelen destapar esa carta, si no es necesario, para haber si te cazan en alguna conversación privada.

Esta y las tres siguientes son, de Jerusalén (Israel)
          Todo parece estar conforme. Estamos famélicos, con la piel quemada del sol, con ropas viejas -aunque, limpias... No tenemos pinta de muy peligrosos. Pero, algo no le cuadra e insiste e insiste. ¿cómo es posible, que para un viaje de tantos meses, llevemos tan poco equipaje?. “Pues, mire: “lavando todas las noches y comprando cosas, según las necesidades y tirando otras”. No lo termina de entender, sin duda, porque nunca ha hecho un viaje largo.

          Finalmente, hay que soportar, que hasta te revisen tus escritos más íntimos y pretendan, que les cuentes cualquier anotación, que les parezca sospechosa (en nuestro caso, una serie numérica, que ya no recordábamos, ni de que era).

          Y, aún quedaba un momento de tensión: nos llevan a la zona wi-fi, para que les mostremos el correo de confirmación, de nuestro vuelo de salida de Israel. Por razones, que desconozco, no pudimos entrar y se conformaron con nuestra palabra.

          Aún nos queda, aguantar un minucioso registro y la mala cara de la empleada, a la que le pedimos que no nos ponga sello en el pasaporte. A regañadientes nos dice, que ya no estampan nada y nos da una especie de pequeña pegatina, con los datos de entrada.

          En el aeropuerto de Tel Aviv, el día de marcharnos, nuevo interrogatorio más ligero, con la siguiente pregunta: ¿Esa botella de agua, que llevan, la han llenado íntegramente en Israel o procede, parcial o totalmente, de otra parte?.

          Las cosas no terminan ahí: al llegar a Barcelona y mientras los israelíes entran a sus anchas en el país, a nosotros nos interroga una policía, sobre por que venimos por Barcelona, si somos de Valladolid y sobre, como vamos a llegar a nuestra casa. Ante nuestra estupefacción, argumenta, que es para indicarnos, donde teníamos, que hacer el tránsito, para vuelos nacionales. ¿No se le ha ocurrido pensar, que podemos viajar en bus, quedarnos unos días en la ciudad condal y que en todo caso, no tenemos ninguna obligación de contárselo?.


          Nueve días después y ya en Valladolid, sin motivo alguno, sufrimos un acoso policial, que hace de la española, la peor y más arbitraria policía, de nuestros casi 130 países visitados. Próximamente, se publicará un post sobre este asunto.
Barcelona (España)

viernes, 3 de octubre de 2014

Segundas partes: unas fueron buenas y otras, no

                                                                                         Amritsar (India)
          Reza el dicho, que segundas partes nunca fueron buenas. Pero, a mi entender y en esta cuestión, puede haber de todo. Ceñiremos este post y como ya avancé en su día, a ciudades, que hemos visitado en este viaje, por segunda o sucesivas veces (que no han sido pocas). Puede ser, que donde dije digo, diga Diego, de aquí a un tiempo. Bastan ejemplos anteriores. La primera vez, hace ya mil años, que fuimos a Florencia, me encantó, pero esta ciudad, no aguantó una segunda visita. Roma, por el contrario, me decepcionó, enormemente y ahora, después de más de diez reencuentros, es mi urbe europea favorita, con diferencia.
Bophal (India)
          Aunque, en un arranque de sensatez y en 2.004, decidimos no volver a los lugares ya conocidos anteriormente, por diversas circunstancias y en este periplo, nos ha tocado hacerlo. Y las sensaciones son, de diferente calado. Veamos:

          -Jerusalén: En esta ocasión, nos ha decepcionado, ligeramente. Sigue siendo preciosa, pero no encontramos ese alma, que nos cautivó, en 2.007. Tal vez, la razón sea, que entonces, había miles de personas, celebrando la Semana Santa y La Pascua Judía.

          -El Cairo: Nos ha emocionado y llenado de gozo. Desde luego, está mucho más apañada, que hace ocho años, a pesar de la supuesta conflictividad social (nosotros no la vimos). En esta amable argumentación, también puede influir, que veníamos de India y cualquier lugar, desde esa procedencia, resulta un paraiso.
Ellora (India)
          -Delhi: Nos aburre, vista tras visita, aunque si te curras el plano y coges el metro, tiene decenas de sitios interesantes. Su constante bruma/contaminación, no es algo que motive para volver a sus calles. Y su colapsada estación de trenes -que hay que cruzar, eternamente, si se quiere coger el metro, donde te registran, como si fueras un terrorista-, aún menos.

          -Jaipur: Un feliz reencuentro. Aunque, nos engañaran con el precio de la comida, disfrutamos más de esta ciudad, que hace tres años.
                                                         
                                                                                           Bombay (India)
           -Udaipur: Lo mejor de volver a ese lugar, el fantástico wi-fi del hotel.
Kanyakumari (India)
          -Calcuta: A pesar de los bichos de nuestro alojamiento, es nuestra segunda casa (la primera es, Bangkok). Cuanto más tiempo pasas allí y más investigas, más la disfrutas. Es la ciudad, donde mejor se come, en India.

          -Varanasi: ¡Ay Diós!. No aguantó una segunda visita y me siento culpable por ello, porque es maravillosa.

          -Bombay: Por fin, tuvimos oportunidad de explorarlo a fondo y descubrimos, que resultó lo mismo, que cuando en la anterior incursión, lo vivimos, de forma más superficial.
          Esta y la siguiente son, de Bangkok (India)
           -Margao y Goa, en general: En un lugar, donde la cerveza es tan frecuente y barata, es imposible sentirse mal, vengas una vez o cinco.

          -Madurai: Tan horrible, calurosa y caótica, como la primera vez.

          -Puducherry: Esta, sería nuestra tercera casa. Cerveza barata, paseo marítimo peatonal y un buen alojamiento de un francés, tienen la “culpa”. Acudir a ella varias veces es, como una tarifa plana.

          -Chennai: La primera vez, un horror. La segunda, el doble. Pero, no desesperéis: ¡¡están haciendo el metro!! y aún lo tienen todo, más manga por hombreo (y parecía imposible).

          -Bangkok: Es nuestro hogar, nuestra primera casa y casi, el paraiso terrenal. Después de más de diez visitas, cada vez, disfrutamos más de esta maravillosa ciudad.

          Paranoias al margen, para cualquier viajero que pase por estos destino del planeta, en su primera vez, le resultarán magníficos (salvo Chennai). Lo que he pretendido hacer aquí, básicamente, es una composición en forma de texto, que muestra, cuando alguien es tan privilegiado, que puede visitar los sitios muchas veces. Lo peor de esto -y eso, que no lo contamos mucho- es la envidia, que generas. ¡Ya es triste, que por haber disfrutado y sin deberle a nadie nada, haya gente, que te odie!. Allá ellos.


Tras casi cinco meses, ¡este viaje se acaba!

                                                             Todas las fotos de este post son, de Jerusalén (Israel)
          Desde la nada transitada -que no, intransitable- frontera de Israel, hasta Eilat, hay unos 10 kilómetros, de acceso peatonal fácil, sino fuera porque hace 47 grados y no tenemos ningún tipo de líquidos, para variar (este último inconveniente, lo resolvemos, pidiendo llenar una botella de litro y medio en una fuente de agua fresca de un club de buceo). Y es, que el camino debemos hacerlo andando, dado que no tenemos shekels y no hay un solo cajero, hasta abordar el centro.

          Eilat es una ciudad tranquila, agradable -si no fuera por el desértico calor-, algo dispersa eso sí, pero cuenta con un transitable paseo marítimo, lleno de tiendas de todo tipo y de paseantes (esa figura tan extraña, durante nuestros últimos meses). Aunque, han sido solo unos pocos kilómetros, se nota que hemos cambiado de país: los pantalones minimalistas de las chicas; los coches de gama media-alta; los centros comerciales; los cochecitos y demás inservibles e infinitos trastos de niño, que acompañan cada tarde a cualquier peque occidental; las innumerables tienda 24 horas (qué no sé de que vivirán, dado que son caras y no tienen clientes)...

          Aunque en lo que más se advierte el cambio, es en la diferencia de precio, sobre todo en los productos de alimentación y consumo diario. No es, que cuesten bastante más, que en Egipto, sino que muchos, se venden al doble o al triple, que en Europa. Qué te pidan por un shawarma 10 ó 12 euros, no es infrecuente o por una Coca Cola de dos litros, casi 3. Y esto, no es particularidad de Eilat, sino de todo Israel (durante nuestra anterior estancia en el país, no lo detectamos, dado que entre la Semana Santa, la Pascua Judía, que traíamos alcohol y que nuestro hotel ofrecía un copioso y variado desayuno, apenas consumimos nada en la calle).

          Lo que es más económico -aunque, en todos los casos, muy incómodo- es el transporte público. Y además, en este sentido, tenemos suerte: tal como habíamos leído en internet -al igual, que en Egipto, no tenemos guía del país-, hay un bus nocturno a Tel Aviv, que circula a gran velocidad y por mucho mejores carreteras, de las que estamos acostumbrados en los últimos meses. Al menos, nos ahorramos una noche de hotel. Aunque, más bien y en las próximas jornadas, lo que tenemos previsto es pernoctar en dormitorios compartidos de hostels, porque la cosa pecuniaria, no da para más.




          Y, para nuestra sorpresa, la experiencia en este sentido, no ha sido mala. En Tel Aviv, nuestra habitación compartida de ocho camas estaba completa y el escaso desayuno nos sentó fatal a los dos (ya es difícil agarrar diarrea con té y/o café, mermelada, nocilla y tostas de pan integral, pero así ocurrió). Pero, el lugar está muy acondicionado y pensado para una estancia muy satisfactoria: wi-fi, agua caliente, cocina de uso común, parrilladas nocturnas de pago -no caras-, agradable terraza con bar y tranquilo jardín en la planta baja, con minúscula piscina portátil y sugerentes sofás.

          Por cierto y hablando de desayunos, tengo una inquietud existencial. ¿Por qué unos tipos tan canijos y flacuchos, como son los japoneses, desayunan en los hostel/hoteles, dos o tres veces más, que cualquier fornido europeo?. Lo llevamos constatando, durante 25 años y esta vez, no fue menos: siete tostadas del ala, se metió para dentro un discreto nipón. Y además, ¡siempre suelen tener tendencia a quemarlas!.

          El hostel de Jerusalén resultó algo más básico, aunque como contrapartida, estuvimos solos en un dormitorio de 12 camas y disfrutamos de baño interior. El dueño resultó, muy agradable y de cierto espíritu libre: no hace falta registro de entrada, wi-fi sin contraseña, puedes irte y dejar el equipaje, hasta la hora que te de la gana del día siguiente... ¡Se agradece, enormemente!.

          Sobre Tel Aviv, ninguna queja: una sugerente y accesible ciudad, con su interminable corniche y una casco antiguo espectacular (llamada Jaffa, aunque a los efectos de pronunciación sea, “Yafo”).

          En cuanto a nuestro retorno a Jerusalén, ya ampliamos un poco más en el próximo post, más genérico, dedicado a los retornos a sitios anteriormente, ya visitados.

          Estaba previsto, acercarnos a la no muy alejada Haifa, pero el tiempo se nos vino encima y el transporte -como al aeropuerto- es muy caro. Además y una vez investigado el asunto, los atractivos no son tantos, como algunos indican.