Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
Mostrando entradas con la etiqueta Tordesillas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Tordesillas. Mostrar todas las entradas

domingo, 17 de enero de 2016

Motauros 2.016

                                                         Esta y las tres siguientes son, de Tordesillas (Valladolid)

          Nuestro segundo viaje del año, también ha sido motero. En este caso, a la tradicional concentración de Motauros, que se celebra en Tordesillas, a 30 kilómetros de Valladolid. Lo primero, que nos sorprendió al llegar a esta localidad es, que estaba invadida por zapatos rojos de mujer. En los escaparates de las tiendas, en los cables de la luz, en las ventanas de las casas, en las luces de Navidad, en los bares... Más tarde, nos enteramos de que el lema era protestar contra la violencia de genero. Se insinúa al menos curiosa, la escasa concienciación de los vecinos en cuanto a la tortura animal y la extrema sensibilidad hacia los malos tratos a las mujeres.

          La organización de Motauros lleva a cabo ímprobos esfuerzos por desligar su evento del bochornoso espectáculo del Toro de La Vega, sin conseguirlo. Varios grupos nacionales no han querido tocar aquí -entre ellos, Tequila- por este motivo. Y es, que poco ayuda el propio logotipo de la concentración, consistente en un astado conduciendo una moto.

          Sigo con malas noticias, que luego vendrán las buenas. También me parece una gran insensibilidad, que la calle principal, que cruza la plaza Mayor y se dirige al río, no sea peatonal y se permitiera circular a los moteros, entre niños y ancianos, a velocidades de hasta 90 kilómetros por hora -en algunos casos-, sin que las autoridades intervinieran. Añadamos para nuestra desgracia, que se ha permitido fumar en las carpas cerradas, lo cual esta prohibido taxativamente por la ley antitabaco.

          Uno de los mayores esfuerzos de la organización -no el único, por supuesto-, ha sido la vigilancia de la entrada de la carpa principal -donde se ofrecen los conciertos- por adiestrados sabuesos, para impedir la entrada personal de bebidas alcohólicas y obligar a consumir en las carísimas barras (un litro de cerveza, seis euros, un pequeño cubata, cuatro). Registro exhaustivo de mochilas, pero no cacheo, por lo que metimos lo que nos dio la gana en botes pequeños en los bolsillos de los abrigos.
Maqueta del castillo de Simancas, en Tordesillas
          Más palos. A diferencia de la Fiesta de la Moto, la web de Motauros es realmente lamentable. No resuelve casi ningún interrogante de los que se plantea el que va por primera vez. Tuve que leer mucho en su foro para obtener pistas. Eso sí: el servicio de contacto resultó excelente. Planteé varias cuestiones y a los diez minutos me contestaron.

                                 Carpa de Motauros, en Tordesillas
         Voy a hacer un breve resumen orientativo para novatos. El evento funciona en dos direcciones. Por un lado, inscripciones de cuatro días -jueves a domingo- y por otro, entradas para los conciertos de la jornada, sin más derechos (a diferente precio, dependiendo del cartel). Tras pagar -en distintas taquillas-, los primeros -que han rellenado un formulario, previamente- obtienen una pulsera y los segundos una entrada, que deben canjear por un sello en el brazo a la entrada de la carpa de conciertos. A mi modo de ver, sería más fácil darles otra pulsera de diferente color, como se hizo en Fiesta de la Moto. Estos mecanismos tan sencillos, nos costó un mundo averiguarlos in situ.

                                                        Cruce de Caminos, arriba y Mojados, debajo

          Llegan las buenas críticas. Organización esmerada, diversidad de exitosas actividades, acogedora y dotada zona de acampada, carpa de conciertos enorme y muy confortable, carpas auxiliares en casi idénticas condiciones, participación masiva, ambiente genial, puestos de comida de calidad: el de los bollos preñados resultó mi debilidad, habiéndolos de más de veinte ingredientes, como por ejemplo, queso, lomo y carne... Por cierto: el bocadillo estrella contenía lomo -carne, no embutido-, beicon, roquefort, pollo, pimientos rojos y alioli o mayonesa.

Esta y la siguiente son, de Los Secretos
          Lo único, en que Motauros no superó a Festa de la Moto, fue en el nivel de los conciertos, aunque no fue malo. A continuación, os hablo de los del viernes, único día de nuestra asistencia. El programa completo lo podéis encontrar en: http://motauros.es/.

          Comenzaron los toresanos Cruce de Caminos, tocando magistralmente versiones -fundamentalmente internacionales- de temas clásicos, cercanos al heavy metal, Tras un receso, continuaron Mojados -originarios del vallisoletano pueblo del mismo nombre-, con versiones españolas de décadas pasadas, que no cantan habitualmente los grupos tributo.


          El plato fuerte fueron los Secretos, que llenaron la carpa (calculo, unas 3.000 o 4.000 personas). Resultó curioso el contraste entre cincuentonas bien conservadas y rudos moteros de chupas con calaveras o con motos cruzadas, cantando al unísono los temas más lentos y románticos del veterano grupo. Me da la sensación, que esta banda, como otras ochenteras, van a seguir teniendo su incondicional público en 2.650 (ya en forma de hologramas, porque claro está, habrán muerto). Hora y cuarto de actuación, sin un solo tema del siglo XXI.
Jimenos Band
          Conmovedores recuerdos, a Enrique Urquijo -como es habitual en sus conciertos-, durante una actuación brillante y muy currada, que dejó paso a Jimenos Band, grupo de tributo a Sabina, que fue el único, que quitó el logotipo de Motauros para poner el suyo: una gamba. Su cantante imita a la perfección la voz rota del artista madrileño. Abandonamos el recinto a las siete de la mañana, a tres grados bajo cero y las fiestas de dj's, aún seguían.


          Deciros para acabar, que Tordesillas -en la ribera del Duero- es pequeño, pero bastante bonito.