Esta y las tres siguientes son, de Tordesillas (Valladolid)
Sigo con malas noticias, que luego
vendrán las buenas. También me parece una gran insensibilidad, que
la calle principal, que cruza la plaza Mayor y se dirige al río, no
sea peatonal y se permitiera circular a los moteros, entre niños y
ancianos, a velocidades de hasta 90 kilómetros por hora -en algunos
casos-, sin que las autoridades intervinieran. Añadamos para nuestra
desgracia, que se ha permitido fumar en las carpas cerradas, lo cual
esta prohibido taxativamente por la ley antitabaco.
Uno de los mayores esfuerzos de la
organización -no el único, por supuesto-, ha sido la vigilancia de
la entrada de la carpa principal -donde se ofrecen los conciertos-
por adiestrados sabuesos, para impedir la entrada personal de bebidas
alcohólicas y obligar a consumir en las carísimas barras (un litro
de cerveza, seis euros, un pequeño cubata, cuatro). Registro
exhaustivo de mochilas, pero no cacheo, por lo que metimos lo que nos
dio la gana en botes pequeños en los bolsillos de los abrigos.
Maqueta del castillo de Simancas, en Tordesillas
Carpa de Motauros, en Tordesillas
Voy a hacer un breve resumen
orientativo para novatos. El evento funciona en dos direcciones. Por
un lado, inscripciones de cuatro días -jueves a domingo- y por otro,
entradas para los conciertos de la jornada, sin más derechos (a
diferente precio, dependiendo del cartel). Tras pagar -en distintas
taquillas-, los primeros -que han rellenado un formulario,
previamente- obtienen una pulsera y los segundos una entrada, que
deben canjear por un sello en el brazo a la entrada de la carpa de
conciertos. A mi modo de ver, sería más fácil darles otra pulsera
de diferente color, como se hizo en Fiesta de la Moto. Estos
mecanismos tan sencillos, nos costó un mundo averiguarlos in situ.
Cruce de Caminos, arriba y Mojados, debajo
Llegan las buenas críticas.
Organización esmerada, diversidad de exitosas actividades, acogedora
y dotada zona de acampada, carpa de conciertos enorme y muy
confortable, carpas auxiliares en casi idénticas condiciones,
participación masiva, ambiente genial, puestos de comida de calidad:
el de los bollos preñados resultó mi debilidad, habiéndolos de más
de veinte ingredientes, como por ejemplo, queso, lomo y carne... Por
cierto: el bocadillo estrella contenía lomo -carne, no embutido-,
beicon, roquefort, pollo, pimientos rojos y alioli o mayonesa.
Esta y la siguiente son, de Los Secretos
Lo único, en que Motauros no superó
a Festa de la Moto, fue en el nivel de los conciertos, aunque no fue
malo. A continuación, os hablo de los del viernes, único día de
nuestra asistencia. El programa completo lo podéis encontrar en:
http://motauros.es/.
Comenzaron los toresanos Cruce de
Caminos, tocando magistralmente versiones -fundamentalmente
internacionales- de temas clásicos, cercanos al heavy metal, Tras un
receso, continuaron Mojados -originarios del vallisoletano pueblo del
mismo nombre-, con versiones españolas de décadas pasadas, que no
cantan habitualmente los grupos tributo.
El plato fuerte fueron los Secretos,
que llenaron la carpa (calculo, unas 3.000 o 4.000 personas). Resultó
curioso el contraste entre cincuentonas bien conservadas y rudos
moteros de chupas con calaveras o con motos cruzadas, cantando al
unísono los temas más lentos y románticos del veterano grupo. Me
da la sensación, que esta banda, como otras ochenteras, van a seguir
teniendo su incondicional público en 2.650 (ya en forma de
hologramas, porque claro está, habrán muerto). Hora y cuarto de actuación, sin un solo tema del siglo XXI.
Jimenos Band
Conmovedores recuerdos, a Enrique
Urquijo -como es habitual en sus conciertos-, durante una actuación
brillante y muy currada, que dejó paso a Jimenos Band, grupo de
tributo a Sabina, que fue el único, que quitó el logotipo de
Motauros para poner el suyo: una gamba. Su cantante imita a la
perfección la voz rota del artista madrileño. Abandonamos el
recinto a las siete de la mañana, a tres grados bajo cero y las
fiestas de dj's, aún seguían.
Deciros para acabar, que Tordesillas
-en la ribera del Duero- es pequeño, pero bastante bonito.