Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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domingo, 12 de noviembre de 2017

Nuestros planes viajeros para 2.018. ¿Habrá octavo viaje largo?

          Baku (Azerbaiyán) 
         Aunque teníamos un par de proyectos viajeros para este año, que va terminando, consistentes en ir, a Grecia o a las provincias, de Sevilla y Huelva, después de que Ryanair tenga en promoción el vuelo, entre Valladolid y Sevilla, inaugurado hace poco; finalmente, hemos decidido, que no haremos más escapadas, en 2.017. Reservamos todas nuestras fuerzas y nuestro dinero, para el octavo viaje largo, que empezaría en el segundo trimestre, de 2.018.
Lhasa (Tibet)
          Volvemos, a recuperar uno de nuestros viejos sueños, como era el inicio de la vuelta al mundo, prevista para 2.011 y que, finalmente, se quedó en dos viajes largos (el tercero y el cuarto). Si hay un año perfecto, en un principio, para visitar Rusia, huyendo de los altos costes del visado y de la burocracia, ese es, 2.018.
San Petersburgo (Rusia)
          Parece ser -nosotros estábamos fuera y no lo podemos constatar, personalmente-, que ya se aplicó la exención de visado, en la pasada copa de Confederaciones, a los que portaron una entrada para el evento. Según hemos leído, lo mismo ocurrirá en el Mundial de Fútbol. Los que hayamos comprado entradas -no sé, cuando se ponen a la venta- podremos circular por el país, realizando unos trámites menores y al parecer, sin coste, durante todo el periodo del torneo, además de los diez días anteriores y los posteriores, al mismo.
Tabriz (Irán)
          Nuestros planes consisten en organizar un periplo de medio año o más, echando el resto. Es decir, poniendo los objetivos por encima de los costes. Si hay, que dejarse cinco mil euros más de lo previsto, lo haremos, sin remordimientos y no, como otras veces. Está previsto, que este sea el último viaje largo, pero lo he dicho tantas veces..., que mejor no poner límites, cuando nadie me los ha exigido.
Paisajes de Mongolia
          Partiremos para Rusia, de forma directa o si sale algo más barato, hacia algún país limítrofe. Prevemos, visitar Moscú y San Petesburgo y después, haciendo varias paradas aún no definidas, alcanzar Mongolia, en el tren transmongoliano y disfrutar de este país. Sabemos, que nos va a resultar difícil y caro y que tendremos, que entendernos con agencias, , pues hay muchas cosas, que no se pueden hacer por libre, Pero, por lo demás, estamos en pañales, sobre esta enigmática nación.
Dajeerling (India)
          Seguiríamos en nuestro camino, hacia China. Como ya conocemos lo principal, transitaríamos por destinos más secundarios y gestionaríamos los permisos para alcanzar, el ansiado Tibet.

          Volveríamos, a Nepal y después, nos trasladaríamos al noreste, de India, para ver si de una vez, podemos alcanzar Darjeeling, Sikkim y los pequeños estados de esta zona, para los que nos den permisos.

          Conseguido este objetivo, volaríamos, a Kuala Lumpur, con el fin y con alguna compañía de bajo coste, de arribar, a Australia y Nueva Zelanda.
                                                                Sydney (Australia)
        Finalmente, intentaríamos, alcanzar Azerbaiyán -y las repúblicas díscolas independentistas y no reconocidas por nadie- e Irán, volando desde algún país del golfo Pérsico.

          Si no resultara posible este ambicioso proyecto y tuviéramos, que tirar de viajes más cortos, las prioridades son, por este orden.

          -Rusia, Azerbaiyán e Irán (o dos de estos tres destinos).

          -Canadá y el este de Estados Unidos.

          -Islandia.

          -Burkina Faso, Costa de Marfil, Benin y Togo.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Camino del Sol Naciente, con escala en Moscú

                                                              Esta y la de abajo son, de Tokio (Japón)
          Aeroflot, Aeroflot o Aeroflot. Como si fueran lentejas, que sino las quieres, las dejas, fue la única opción, que nos aparecía como accesible, desde hace meses, para volar a Bangkok, Delhi o Tokio, que finalmente ha sido nuestro primer destino.

          No suelo dedicar post a compañías aéreas, en concreto, pero dado que se ha tratado de un viaje tan lejano, quisiera daros algunas pistas, para que lo podáis valorar. Según mis investigaciones previas, a casi todos los destinos asiáticos, las escalas son o muy ajustadas -una hora- o larguísimas -14, como en nuestro caso-. Como siempre nos han dado tanto respeto los rusos -su fama les precede-, optamos por el lado conservador, dadas además, las no muy buenas críticas de las que siempre ha gozado la compañía.

          Partiendo desde la T1, de Barajas, debíamos llegar a la terminal D, de Moscú, pero sabíamos de antemano, que para enlazar con el siguiente vuelo se debe pasar un control de policía- estricto, aunque rápido, al menos, en la madrugada- y otro de equipajes, menos meticuloso. Si la cosa va bien, te puedes poner en el siguiente avión en 30 minutos (al menos, en su cola de embarque).

          Si se parte o se llega de la terminal señalada o de otras, como la E o la F, la buena noticia es, que están conectadas, peatonalmente por el interior, por lo que todo resulta muy sencillo. Para nuestra sorpresa, Sheremetyevo es muy paseable, a pesar de los enormes y cilíndricos cacharros del aire acondicionado, de estilo soviético.

          Todo es muy caro en este lugar, pero el ambiente resulta relajado, que no es poco pedir. Debes pagar tus compras en euros y raramente, te admiten dolares o moneda local. Aunque tu escala sea extremadamente dilatada, Aeroflot no te invita ni a un vaso de agua -en Rusia la del grifo no es potable, pero en el aeropuerto, existen bastantes fuentes de fresca agua mineral-, ni a una maldita bolsa de pipas, así, que llevaros unos tentempiés de casa. Se pueden encontrar algunas sillas de tres, donde tumbarse y nadie os levantará, aunque sean las dos de la tarde.
                                                 Esta y la de abajo son, del aeropuerto de Sheremetyevo, en Moscú (Rusia)
          Y, ¿sobre la compañía?. Pues en la línea -aunque, a la baja- de las de bandera europeas y muy lejos de las del Golfo o la de Turquía, las cuales, por otra parte, últimamente se han subido a la parra, en lo que al precio se refiere y por eso nos ha tocado entendernos con los rusos.

          Peculiaridades varias, que pueden resultar molestas, en periplos tan dilatadas: no sirven cerveza -al menos, en nuestros dos vuelos- y el vino te lo dan de una botella común y en vaso minúsculo, resultando ser peor que el de tetrabrik de supermercado y todo lo que debería estar frío y más, en pleno verano -zumos, coca cola, naranjada...- te lo entregan caliente.

          Tarda tanto en llegar la comida, que ya te has terminado la minúscula bebida y no se puede repetir, no habiendo en las bandejas envases de agua (tampoco la reparten entre comidas, aunque supongo, que si la suplicas, te la darán). De alcohol gratuito, aunque su fama etílica les preceda, nada de nada

          La comida, algo mediocre y escasa. Yo, que soy de quejarme poco y de atiborrarme en los aviones y de no dejar nunca nada, tuve que desistir por resultar incomestibles, los pankakes de vainilla del desayuno del vuelo largo, a Tokyo. Apestosos e intratables, acabaron sobre nuestros pantalones y camisetas, en vez de en el estómago.

          En el vuelo Madrid-Moscú, no hubo pantallas de entretenimiento. En el largo sí, pero sin películas en español y sin internet, para poder desplumarte vivo con el inasequible wi-fi de pago
                                                                                                        Avión de Aeroflot

          ¿Volveríamos a repetir? Sí, teniendo en cuenta, que con Turkish, -la siguiente mejor oferta en los buscadores- eran 120 euros a mayores, por billete. Y, también, porque en este caso concreto, el recorrido se antoja bastante recto: tres horas menos -sin tener en cuenta el tiempo entre escalas -que por otra parte, fue similar-, que las que invertimos en arribar, a Seúl, hace año y medio, estando Tokyo mas lejos).

martes, 12 de junio de 2012

Y ¿ahora, qué?

            Después de más de tres meses de inolvidables aventuras y algunas penurias, toca poner punto final, al quinto viaje largo, que comenzó un ya lejano, 7 de febrero de 2.0012 y que nos ha llevado a través de Marruecos, Sahara Occidental, Mauritania, Senegal, Mali, Líbano y Chipre. ¿Y ahora, qué?.
                                                 Gran Muralla China
            Prometimos, colgar las botas y de hecho, lo haremos, aunque dejamos puertas abiertas. De momento, no más viajes largos. Aún –a pesar de tener nuestros ahorros nacionalizados, en la intervenida, Bankia-, disponemos de la suficiente capacidad económica para poder, plantearnos un nuevo reto, pero nos parece algo irresponsable y arriesgado, seguir dilapidando nuestro patrimonio e hipotecando el futuro, con la que a nivel mundial, está cayendo. Cada vez, tenemos menos colchones donde amortiguar malos acontecimientos, por lo que queremos, guardarnos algunas balas en la recámara

            No obstante, no descartamos en el medio plazo, llevar a cabo ese penúltimo y ya perfilado proyecto –el séptimo y último, sería ya un viaje al espacio, para contemplar desde allí, nuestro planeta-, de duración aproximada de un año: se trataría de llegar a Rusia y tras visitar San Petersburgo y Moscú, tomar el Transmongoliano, para conocer, Mongolia. Volveríamos a China. Visitaríamos Japón y Corea, para después de retornar a la querida India, acometer Bangladesh, Pakistán y Bután.
Hampi (India)
            A través de Timor Oriental –o barajando otras posibles opciones-, pondríamos los pies en nuestro único continente inexplorado: Oceanía. Tras recorrer Australia y Nueva Zelanda –tampoco, muy a fondo-, volaríamos a Polinesia y de ahí, a la isla de Pascua, para aterrizar en Chile, posteriormente. Después, exploraríamos la parte este de Bolivia y el Brasil, que no conocemos, para de una u otra forma, acabar arribando en Venezuela.

            Desde Caracas, nos trasladaríamos a Nueva York, para descubrir el este de Estados Unidos y Canadá. Trataríamos de completar el periplo, dedicando la etapa final, a perdernos por varias islas del Caribe. Las que más nos interesan, son Cuba, Haití y Jamaica.

            Después de haber terminado un glorioso círculo, de casi cinco años, viajando, como podéis suponer, estamos de bajón. Ahora, toca reorganizar nuestras vidas y decidir, que rumbo tomar        Neva York (Estados Unidos)