Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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jueves, 15 de septiembre de 2016

14 "pequeños" destinos imprescindibles en África

Frontera entre Sahara y Maurittania
          Afortunadamente, terminó este insoportable verano, lleno de tardes soporíferas, aunque también de fiestas, conciertos, limonadas, barbacoas... Por diferentes circunstancias -que no vienen al caso- el periodo estival ha transcurrido sin un viaje, que llevarnos a la boca. El debate, a fecha de hoy, es si nos iremos 20 días a Grecia, en octubre; arrancaremos el séptimo viaje largo, en noviembre o pasaremos este año en blanco. Ya iremos viendo.
                                                                                                                                       Rosso (Mauritania)
          Mientras tanto y después de tres meses sin publicar, retomo el blog con el objetivo de haceros llegar catorce “pequeños” lugares de África, que no deberíais perderos en los periplos por este continente. No se trata de sitios famosos, pero si entrañables, encantadores o pintorescos. No se exponen ni en orden ascendente, ni descendente, sino simplemente geográfico, de este a sur y de noroeste hacia abajo. Y además, sin repetir un solo país.

          -Bahariya (Egipto): A unas cuatro horas en coche de El Cairo, este oasis no tendría nada de especial, sino fuera porque a unas decenas de kilómetros, se hallan los desiertos Blanco y Negro, muy sorprendentes, poco turísticos y maravillosos.

                                                               Fadiouth (Senegal)
          -Harar (Etiopía): Se trata de la cuarta ciudad sagrada del Islam y aunque es una gran urbe, su centro histórico se presenta bastante recogido y muy atractivo, con casi cien mezquitas de diferentes épocas, bellas casas tradicionales y calles gremiales, a casi 2.000 metros de altitud.
Vilankulos (Mozambique)
          -Lamu (Kenia): La más antigua y tradicional ciudad swahili del África oriental, ofrece encantadoras calles, que parecen haberse detenido en el tiempo, además de gentes muy amables y bonitos paisajes de mar. Quizás, no sea tan bello, como Zanzibar, pero sí, mucho menos turístico.

          -Namanga (Tanzania): Se trata de un pueblo de unos 10.000 habitantes, en la frontera con Kenia, que penetra parcialmente en este país. Es uno de los lugares donde contemplar la cultura masái en estado puro, sin la contaminación de las agencias de viajes y sus tours. Las celebraciones religiosas musulmanas están a la orden del día.
                                                                                                                                                 Djenné (Mali)
          -Chipata (Zambia): A pesar de no ser un núcleo muy pequeño, la ciudad conserva su indiscutible talante rural y agrícola, dentro del parque nacional de Luangwa del Sur. El mercado es puramente africano y sus gentes resultan entrañables, en un país, donde la hostilidad hacia los extranjeros blancos se hace incuestionable.

          -Michinji (Malawi, en la frontera con Zambia): Malawi es de las naciones más pobres del planeta, pero el turista siempre es bienvenido y -en la medida de lo posible- agasajado. Tiene todos los encantos de las pequeñas ciudades de frontera y ninguno de sus inconvenientes. Al menos, durante nuestra estancia, las actividades lúdico-festivas nos llenaron de gozo.
-Vilankulos (Mozambique): Una de las joyas de este país, algo dispersa -como es frecuente, en África-, pero encantadora, donde parece que uno ha retrocedido varios siglos atrás, cuando se observan las artes de la pesca y preciosos barcos, que parecen sacados de una película medieval. Me ha costado decidirrme entre este núcleo urbano y Cuchamano, en la frontera de Zimbabwe, uno de los lugares más entrañables del continente.

                                                                                                Michinji (Malawi)
          -Kariba (Zimbabwe): Disperso enclave de cultura y tradiciones muy rurales, donde contemplar animales salvajes está a la orden del día. Nosotros llegamos a fotografiar elefantes a dos metros de distancia, además de ver hipos, cebras y otras muchas especies. Afortunadamente, nuestras imprudencias no tuvieron castigo.
                                                                                                                                    Mamamga (Kenia)
          -Tozeur (Túnez): Que yo sepa, se trata del mayor palmeral del mundo, donde acabamos odiando y vomitando los dátiles, debido a los excesos, que como otras tantas veces, cometemos. Un lugar con mucho encanto, con pocos viajeros y con ningún pelma.

           -Mulay Idris (Marruecos): Después de siete viajes al país, resulta difícil elegir un sólo sitio. Nos quedamos con este, por ser poco conocido y maravilloso. Enclavado en una roca, se puede disfrutar de sus estrechas calles empedradas, las colinas adyacentes y las cercanas ruinas de Volubilis.            Lamu (Kenia)


          -Frontera de Sahara Occidental: Los cinco o seis kilómetros, que separan este país, de Mauritania, se constituyen en una de las experiencias más alucinantes para el viajero. Territorio salvaje, lleno de minas y coches quemados, donde sin un conductor experto, se pierde la vida, seguro. No hay más población, que los numerosos empleados y buscavidas chantajistas de los puestos fronterizos.
                                                                                    Harar (Etiopía)
          -Rosso (Mauritania): Otra localidad fantástica de frontera, sino fuera por sus lamentables y tenebrosas infraestructuras hoteleras. Existe un mercado -al menos, los domingos-, genuino, muy animado y maravilloso.

          -Fadiouth (Senegal): Conectada por un largo puente de madera con la población de Joal, esta isla artificial llena de conchas, resalta la cotidianidad y convivencia de cristianos y musulmanes -con sus respectivos cementerios- en plena Petite Coté. ¡Un momentazo!.

          -Djenné (Mali): Sus construcciones tradicionales en adobe, hacen de este lugar un destino incomparable, sobre todo, si se visita los lunes, día del animado y bullicioso mercado, donde conocer gente y comer mil cosas distintas, resulta bastante factible. ¡Recomiendo las sabrosas albóndigas de pescado!.
Entradas  a monumentos egipcios

miércoles, 23 de marzo de 2011

Cosas, que pensamos que nunca haríamos -o soportaríamos- y que nos resultan tan naturales, ahora

            Viajar por África subsahariana, te cambia la mentalidad. Debes aferrarte en cada momento, a las condiciones existentes, sin tener demasiada elección. Por eso o te adaptas o sufres más de la cuenta.



            Aquí va una relación de cosas, que ahora nos parecen de lo más normales y que antes del viaje, nos habrían resultado bastante incómodas:

                                         Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

            -Darnos la vuelta, al llegar a dos fronteras y retornar cabreados, al país de origen (hemos constatado con otros viajeros, que no hemos sido los únicos).



            -Lavarnos la cabeza con pastillas de jabón o espuma de afeitar, por no poder conseguir champú o por el elevado precio de este producto (especialmente, en Malawi, donde no había ninguno, por menos de cuatro euros).
 Navidad, en Ciudad del Cabo



            -Llegar de noche, a una gran e insegura ciudad y tener que decidir en dos segundos, si una persona a la que acabas de conocer,  te parece de confianza, para que te gestione lo más básico (que suele ser el alojamiento). En cualquier otro continente, puedes elegir de quien te fías o simplemente, rechazar ayuda externa. En África, tarde o temprano, tendrás que acabar acudiendo a ella y tener instinto, a la hora de arrimarse a alguien, te resuelve tantos problemas, como te evita.



                                                                            Kariba (Zimbabwe)
            -Llegar casi a pegarnos con los ladrones, que nos robaron la cámara –y, que posteriormente, recuperamos- o con los cambistas más agresivos de las fronteras.



            -Montarno en el coche, furgoneta o camión, del primero que pasa y te lo ofrece.



            -Dejarnos pagar el alojamiento y la manutención, por el primero que te lo ofrece, tendiendo nosotros dinero suficiente. O irte a casa, del primero que te invita, a dormir gratis.



            -Pernoctar en la antesala de una tienda de fotografía, el día de Nochevieja o esperar en plena calle y en zonas no seguras, la partida de autobuses, con horarios intempestivos.



            -Cortarnos el pelo el uno al otro, con unas tijeras de costurero (y encima, no quedar demasiado mal).



            -Estar dispuestos a dormir en plena calle y sin pestañear, en lugares no seguros.



            -Vivir tan tranquilamente sin reloj (casualmente, se nos estropearon a los dos, entre el día 50 y 60 de viaje) y con el móvil descargado, no teniendo por tanto, conocimiento de la hora.



            -Explorar países sin planos, guías y mapas y con la única ayuda de internet, cuando era posible acceder.


Lamu (Kenia)

            -Coser mosquiteras a la luz de velas o de linternas.



            -Orinar en botellas o bolsas, por las malas condiciones del baño o la inseguridad del alojamiento en cuestión.



            -En los autobuses y para el sexo masculino, se hace bastante fácil, realizar la mencionada necesidad, en una botella de litro y medio de agua. Basta con un poco de práctica y con saber dejar salir el aire, mientras entra el líquido (puras cuestiones de física). Y es que a veces te tienen durante más de ocho o diez horas, sin parar para orinar.



            -Viajar en un tren, completamente a oscuras. Pensar, que es lo más normal, la segunda vez, que lo hicimos. Y dormir a pierna suelta, en ambas ocasiones



            -Dejar las pertenencias –no, ni mucho menos, los objetos de valor-, en una habitación, que solo tenía pestillo por dentro y que cuando te vas a la calle, queda abierta.


            -Acercarnos demasiado y sin las mínimas prevenciones, a animales salvajes, para tomar fotografías.



            -Considerar normal y no molesto, estar sin agua, sin luz, sin asearte, sin poder lavar la ropa, después de jornadas sudorosas, a más de 35 grados de temperatura y con humedad…

                                          Delta del Okavango (Botswana)

            -Afortunadamente y aunque, trasgredimos unas cuantas líneas rojas, tuvimos suerte y las muchas incidencias que padecimos, se quedaron en simples sustos y terminaron bien. Tampoco, acabamos devorados por ninguna tribu africana o en el fondo de una olla de cocina, como seriamente temían, algunos de nuestros familiares y amigos, en España. ¡Tenemos la carne demasiado dura, hasta para las perfectas y ansiosas dentaduras de los negritos!.

martes, 22 de marzo de 2011

Vendiendo mangos, sentada en el suelo


Maseru (Leshoto)
Acabo de enterrar a mi madre y hace menos de un mes, hice lo propio con mi padre. Ahora, soy yo la responsable de lo que queda de mi familia: mi abuela, una prima de mi madre y mis cuatro hermanos.

Ya de pequeña, mi mamá me enseñó a cultivar el huerto, para después llevar los productos a la puerta del mercado y montar allí un tenderete, con todos ellos. Mi padre era zapatero remendón. Debajo del árbol de los deseos, tenía su negocio.Todos los vecinos de la aldea le querían mucho, pues era capaz de arreglar, hasta las zapatillas más viejas y estropeadas que te puedas imaginar.
                         
Reserva de Mlilware (Suazilandia)

            Yo soñaba con ser algún día como él, pero el consejo de hermanos jamás habría permitido que una mujer, realizara ese trabajo. Nos creen incapaces, pero en los últimos días de la vida de mi progenitor, él ya no estaba en buenas condiciones fisicas y era yo, quien se encargaba de cuidar que los pies de todos los habitantes, fueran bien cubiertos con un calzado casi nuevo y reluciente.

            Ahora, me dedicaré a vender mangos, papayas y plátanos. Todos mis conciudadanos, pasan varias veces al día por delante de mi: Los niños, camino de la escuela, se paran a saludar. Las comadres siempre tienen algún chisme que contar. Disponen de unas lenguas muy ligeras y afiladas, pero la cartera va bien atada, dentro de la capulana. Los hombres del pueblo observan desde lejos.
            Pietermaritburg (Sudáfrica)
            Cuando se detiene en la carretera un autobus, se forma un gran alboroto. Todas corremos a vender a los viajeros, que llegan cansados y hambrientos, o eso suponemos, porque la verdad es, que no compran mucho.

            Otro acontecimiento importante y del que se hablará, durante las veladas de varios meses, es la llegada casual de algún turista. Estos, algunas veces compran algo de fruta, pero primero pasan y miran, después pasan y preguntan el precio y por último, antes de llevarse un mango, tocan todos los del montón pensando, que debajo del todo, van a encontrar el más grande y el más apetitoso.

            Cuando empieza a oscurecer, todos encendemos velas -mi papá decía, que eran los espiritus de los muertos-, pues todavía no han acabado de montar el tendido eléctrico, que prometieron hace un par de años. Aunque, a estas horas ya no se vende nada, se está más a gusto aquí, que en casa, donde lo único que me voy a encontrar son caras largas y recriminaciones, por no haber vendido todo con lo que salí esta mañana, bien temprano.

            Quizás, en otra vida pueda cumplir mi sueño y montar un gran negocio, que supere al de mi padre.

                                                                                                 Chipata (Zambia) 

miércoles, 2 de marzo de 2011

Nuestra seguridad, otra vez en peligro

                                                        Nkhata Bay
      Entre las peculiaridades, que mas nos chocan del caracter subsahariano, hay dos, que nos sacan realmente de quicio: por un lado, que siempre te esten ofreciendo ayuda, cuando no la pides y que, cuando realmente la necesitas, nadie te haga ni caso. Por otro, esa desagradable risita forzada y nerviosa, que exhiben, cuando se sienten contrariados o enojados por algo.

            Ambas circunstancias se unieron, sin ni siquiera salir de nuestra habitacion, durante la ultima noche en Malaui (concretamente, en Karonga). Andabamos con los preparativos previos al sueno, cuando llaman energicamente a nuestro cuarto. Contestamos y nos indican, que se trata de la policia, que viene a comprobar nuestro visado. Por supuesto, no abrimos, pero comienzan a forcejear con la cerradura, que afortunadamente, tiene tres puntos de anclaje, que protegen la gruesa puerta.
                                                           Nkhata Bay
            No obstante y como persisten, gritamos por entre los barrotes de la ventana, pidiendo auxilio, a los despreocupados clientes, de un cercano club nocturno (no nos habiamos dado cuenta de su existencia, al tomar la habitacion). Solo un desganado hombre, muestra un ligero interes por nuestro caso y nada resuelve.

            Ante la amenaza de los golpes, arrastramos la pesada y maziza cama -como todas aqui-, para colocarla de tapon, junto a la mesa y la mochila, delante de la puerta. Se dan cuenta de la jugada y tras carcajearse, desaparecen. Es muy probable, que llevaran siguiendo nuestros movimientos por el pequeno pueblo, a lo largo de toda la tarde.    Karonga 

            Poco dormimos esa noche. Mas por la musica del infecto garito -cuyo altavoz, parecia estar encima de nuestra cama-, que por el preocupante incidente. Al dia siguiente, partimos para Tanzania, donde nos recibieron con gran simpatia y amabilidad, aunque no nos perdonaron los 50 dolares del visado (aqui al menos, te permiten estar tres meses y no 14 dias, como en Zambia). Juguetear con los cambistas de la frontera y los agresivos bicitaxis -que te acorralan con sus cacharros-, resulto ya, una agradable tarea cotidiana. Malaui, quedara en nuestro corazon para siempre.
                                                     Nuestro recorrido por África meridional

Amanece un nuevo dia

                                         Todas las fotos de este post, corresponden a Nkhota Kota
Otra vez oigo al gallo cantar. Ya comienza un nuevo dia. No quiero abrir los ojos. Me gustaria quedarme aqui, para siempre, asi tumbada y dejar pasar los minutos y las horas. Mi vida es igual todos los dias. Me levanto, apenas amanece. Cargo toda la ropa sucia de la familia y me voy al lago a lavarla. Mis manos tienen los mismos callos, que las plantas de mis pies. Cuando termino con la colada, voy al molino -si tengo algo que ofrecer a cambio-, para moler los granos de maiz, que anteriormente he desgranado de las mazorcas, uno a uno.

Despues, arranco las malas hierbas del huerto, donde crecen dos raquiticas matas de tomates, que algun dia nos recompensaran con alguno comestible. Riego el suelo de tierra apisonada, para que el polvo no se pegue a la garganta, mientras comemos la mshima -insulso pure de maiz-. Cargo a mi hermano con un barreno lleno de bollos, para que los venda en la zona de la carretera, donde paran los autobuses.

Cuando los hombres vengan con el pescado, freire unos cuantos y mandare a mi nina mayor, para que se siente a las puertas del mercado a venderlos. Ya solo me resta acarrear a la espalda a mi reciente bebe y el canasto de platanos en la cabeza, para recorrer toda la aldea ofreciendolos: "bananas, bananas...",

            Solo quiero, que llegue la noche, para poder descansar y confiar en que el dia de manana sea un poco mejor. Aunque, veo reflejado en los ojos de mis hijos, la misma tristeza, que yo siento en mi interior.

Un pais y un lago, llamados igual

                                                                              Michinji
Nos han machacado las pulgas o los acaros y tenemos el cuerpo lleno de granos, que pican como guindillas. Tras dos meses y medio por Africa, algo asi tenia que terminar ocurriendo. Peor lo ha pasado un norteamericano -que viaja, junto a su novia chilena-, que encontramos ayer, en Nkhata Bay. Cogio tifus en Angola, donde estuvieron unos meses, como cooperantes. Dicho pais, segun aseguran, esta en unas condiciones higienicas y sanitarias, muy deficientes y las ciudades se hallan medio destruidas, tras la guerra. Una pena, porque es una nacion, que posee muchos recursos naturales.
                               Michinji
            Por lo demas, nuestra estancia en Malaui, esta siendo placentera y tranquila, en uno de los paises mas baratos del mundo, salvo en la comida, donde al margen del desabastecimiento de casi todo lo que no sea maiz, coca cola, cerveza, snacks y dulces, los precios son mucho mas caros, que en Espana (hasta a 50 euros, hemos visto el queso de bola).

            Ingresamos al pais, por Mchingi, una localidad, con mucho encanto y ambiente, donde nos empapamos de su vida cotidiana y de la simpatia y hospitalidad de la gente (especialmente, los ninos).
                                                      Michinji 
            Lilongue -la capital-, es la ciudad anticiudad. Esta llena de rotondas, zanjas, fosos y calles sin asfaltar, por las que hay que hacer, autenticos trekkings. El trafico es caotico. Sin embargo, cuenta con dos extraordinarias mezquitas y varios acogedores mercados.

            Desde alli, nos dirigimos al lago Malaui. Primero, a Nkhota kota, que nos ha enamorado, por su extaordinario mercado -sobre todo por la noche, cuando venden a la luz de las velas y estan en su maximo apogeo, los bares tradicionales y los del chibuku- y el salvaje acceso al lago, donde se pueden contemplar con calma, todas las labores diarias de la pesca.

Unos ninos lavan la ropa en el agua, mientras otros, tiran de las redes a traves de una cuerda, que los mas pequenos van recogiendo. Las ninas esperan con el barreno, para recoger los chambos -el pez mas famoso del lugar- u otras especies. No muy lejos de alli, se realizan las labores de secado del pescado. En Nkhota kota, nos sentimos como los Beckan, siendo saludados a cada paso y a cada instante, por la alegre poblacion local.
                     Nkhota Kota
            Un par de dias despues, nos fuimos a Nkhata Bay. El pueblo no vale mucho, aunque las vistas del lago son bonitas y la cercana playa de Chicale, parece sacada de una estampa caribena. A pesar de ser de agua dulce, hay oleaje, que a veces, puede llegar a generar olas, de hasta cinco metros. Mas de 500 especies de peces, moran en este habitat, en el que es bastante frecuente, hacer snorkel, por parte de la mayoria de los blanquitos, que llegamos.

            Nuestro siguiente destino, fue Mzuzu, un lugar tan insulso, como agradable por su moderada temperatura. Tras visitar Karonga -a 30 kilometos de la frontera-, abandonaremos este maravilloso pais, rumbo a Tanzania. A ver si alli, volvemos a beber agua, porque en Malaui no sale a cuenta, comparado con el precio de la coca cola, la cerveza y hasta del mismo guisqui.
                                                                                           Nkhota Kota

La vida vista desde una bicicleta

                                                          Luangwa
Entrar en Malaui ha sido un soplo de viento fresco. Ya no solo, porque te permitan tomar algo de aliento, al no cobrarte visado, sino porque hemos vuelto a ver a los ninos sonreir y al mundo -aunque con sus cosillas de siempre-, no estar enfrentado consigo mismo, en batalla fratricida.

            La ultima reyerta que tuvimos en Zambia, fue con los cambistas de la frontera. Tambien nosotros, siempre nos vamos a hacer "bussines", con lo mejor de cada casa. No solo nos querian enganar con el cambio, sino quedarse con parte de nuestro dinero. Y todo ello, ante la atenta y pasiva mirada de la policia. Pero, con cuatro gritos lo arreglamos, recuperamos el peculio y de repente, aparecio un tipo, que nos dio mejor tasa de cambio que en el banco, para nuestras kwuachas zambianas sobrantes.
                            Chipata
            La penultima, tuvo lugar en el hotel, donde nos despertaron a las 6,45, para preguntarnos si nos ibamos a quedar una noche o si no avisarnos, de que el check-out era a las ocho. A lo primero, ya habiamos contestado el dia anterior. A lo segundo, ni preguntamos, ya que habiamos visto un cartel, en el que se indica, que el horario de la salida es a las diez y media.

            Comprensible es, que te quieran estafar los buscavidas de la frontera. No asi, todo lo que vieron ayer nuestros ojos, antes y durante el viaje, que nos llevo desde Lusaka a Chipata.

            Como siempre y para hacer cualquier tramite -en este caso, la compra de los boletos del bus-, te rodean ocho negros. El vehiculo sale, con tres horas de retraso, hasta que no cabe en su interior, ni mas pasajeros, ni mas mercancia. En tres ocasiones, pedimos la devolucion del dinero.
                                                                                                Chipata 
Mas que por el retraso, estamos indignados, porque como son 10 empleados los de la compania y no tienen nada que hacer y se aburren, se decian a reirse de nosotros, pronunciando nuestros nombres burlescamente o simulando peleas, mientras nos van acorralando por toda la estacion, para luego, partirse de risa. Ni sacando nuestro peor caracter, conseguimos que se inmuten o que nos reintegren el importe pagado (que por cierto, no es bajo). Anteriormente, habian intentado sacarnos tres euros, por subirnos el equipaje al vehiculo: naranjas de la China!!.
                                                                                                                                                                        Chipata 
            A los cinco minutos de partir, paran en una gasolinera, donde nos bajan a todos, mientras se abastecen de gasolina -de nuevo ocho negros, rodean al que la dispensa- y no nos dejan subir, hasta media hora despues.

            A la hora de camino, un perro cruza la carretera y sin frenar o hacer sonar el claxon, el conductor le embiste con el potente parachoques, ante nuestro horror, al contemplarlo desde la primera fila. Al subnormal, no se le ocurre otra cosa, que reirse.  A lo largo del dilatado periplo, estan a punto de correr la misma suerte, un ciclista, un nino y decenas de despistadas cabras.

            Llegamos ya exhaustos y de noche y al bajar del bus, casi nos aplastan los agresivos taxistas. Sin embargo, Chipata por la manana, es bastante distinta de Lusaka. Comparte con ella, un extraordinario mercado, aunque aqui la gente -sin ser amable-, la menos no es hostil.

            Esta poblacion, como su vecina Michingi -ya en Malaui, a unos cuarenta kilometros- pueden ser probablemnte, las que dispongan de mayor numero de bicilcetas per capita del planeta. Se utilizan para todo: el autotransporte, el de otros pasajeros -las mujeres, siempre van sentadas de lado-, el de mercancias -todas las que se puedan imaginar- y el de las dos ultimas cosas juntas: ciclista, con senora detras y esta, con un saco de maiz encima. Resulta impresionante, contemplar la destreza de transportadores y transportados.
                                                                                                     Chipata 
            Llevamos solo, unas pocas horas en Malaui y ya hemos hecho mas de 30 fotos -la media diaria es de 13. La gente es aqui, maravillosa. Adios a Zambia para siempre!!.

lunes, 7 de febrero de 2011

La leccion mas didactica e inolvidable, que nos dieron jamas

                                                      Johannesburgo
      Ya hace tiempo que somos conscientes, de que en este viaje nos acompana un angel de la guarda, que nos saca de forma muy solvente de las situaciones mas complicadas y nos insufla buena suerte. A san Barclays, que tantas veces nos ha dado dinero del cajero -sobre todo en Zimbabwe y Mozambique-, cuando ningun otro banco estaba operativo, tenemos que anadir un nuevo santo en nuestro particular santoral africano: san Komatipoort, el pueblo donde hace unos diez dias, nos acogio un blanquito en su casa de forma gratuita.
 
      A este lugar tuvimos que volver desde Johanesburgo, despues de tomar la decision de llegar hasta Malawi, ascendiendo por Mozambique. Hay unos 500 kilometros y 12 horas de trayecto, en un colorido, incomodo y caotico tren. Tras el largo viaje y una vez en el destino, con el sol ya pegando fuerte y la mochila a cuestas, comenzamos a hacer caminado los ocho kilometros, que separan la estacion de la frontera. Son las 8 de la manana. Esta vez, nadie nos recoge en su coche.                        Middelburg 
      Salimos de Sudafrica sin problemas, siendo conscientes de que tendremos que volver a pagar, los 30 dolares de la visa de Mozambique. En tierra de nadie, nos encontramos con el mencionado blanquito, que nos dejo alojarnos en su casa gratis y que nos come a besos y abrazos.
 
      De todas formas, tratamos de ver si cuela que nos pongan el sello de entrada en el visado anterior: Ay!. Tan viajados como estamos y tan ingenuos!!!. Asi, que nos ponemos a la cola para rellenar nuevamente los papeles del visado y cuando estamos terminando, leemos en un cartel, que el precio de la visa es de 2.818 meticales o su cambio correspondiente, en divisas fuertes occidentales. Lo que significa, 64 euros u 87 dolares. Ni mas ni menos, que el triple de lo que pagamos hace escasos veinte dias.
 
      Sorprendidos -aunque con poco esperanza-, pedimos esplicaciones y la unica que nos dan, es que las cosas son asi y si queremos volver a entrar pagando lo mismo, probemos de nuevo suerte por la otra frontera, distante unos 1.800 kilometros de aqui. Sin mas controversias, retornamos a Sudafrica y deshacemos nuevamente andando, el camino hacia Komatipoort, con la cabeza ardiendo por el sol y los pies abrasados por el asfalto, como si acabaramos de salir del propio infierno.                                                                                                Middelburg  
 
      Estamos hundidos, como en ningun momento de cualquier otro viaje. Solo queremos volver a casa, pero nuestro deseo, por supuesto, no puede ser inmediato. Nos invade el silencio. Es de las pocas veces, que a un problema, no le encontramos una posible solucion. Para colmo, el tren de vuelta a Johanesburgo sale a diario, con la excepcion de los sabados y hoy es, precisamente ese dia.
 
      Aqui -en esta poblacion de 2.000 habitantes- hay pocos alojamientos y son muy caros. Estamos tan desanimados y destrozados, que ni siquiera hacemos intencion de buscarlos. Que pase lo que pase!!!. Que sea lo que sea!!!. Resulta de locos dormir a la intemperie en Sudafrica, pero hoy hasta este tema, nos da absoilutamente igual. Pasar las 30 horas, que restan hasta que salga el tren, en estas condiciones, va a convertirse en un infierno.
 
      Paseamos, retozamos en la hierba y sobre las seis y media de la tarde, nos apalancamos ante una gasolinera, que todavia permanece abierta. Cada cuarto de hora, uno de los dos se acerca a la casa del blanquito, a ver si nos puede ofrecer la misma habitacion, por una modica y razonable cantidad. Pero, no esta en su vivienda.
 
      Anochece. A los pocos minutos, un coche en el que viajan una mujer blanca y otra negra, se detiene frente a nosotros. Indagan sobre nuestra situacion y se asunstan, ante nuestras inflexibles pretensiones, de pasar la noche alli. Nos ofrecen 500 rands (50 euros) en efectivo, que por supuesto, rechazamos. Nos hacen subir a su automovil, con el pretexto de llevarnos, a un alojamiento muy barato.
 
      Llegamos hasta el. La mujer blanca se apea del coche y nos pide, que esperemos. Cuando por fin, entremos al alojamiento, ya lo tiene todo negociado y pagado con el propietario: 450 rands por la habitacion, 45 por persona por la cena y otros tantos, por el desayuno ingles completo: huevos, beicon, cereales, tostadas con mantequilla y mermelada, yogurt... En total, mas de 60 euros.Komatipoort 
      Nos negamos a aceptarlo. Pero, la mujer es expeditiva: "Tal vez algun dia, vosotros podais hacer lo mismo por mi. El dinero no tiene ninguna importancia, comparado con la vida de las personas". Nos quedamos sin argumentos. Solo somos capaces, de ofrecerle nuestros correos electronicos y nuestra casa, por si algun dia tienen a bien, visitar nuestro pais.
 
      Nos despedimos, dejamos el equipaje en la habitacion y nos dirigimos al comedor a cenar -por supuesto, pap con pollo-. Alli conversamos animadamente, con una pareja argentino-suiza, que tambien estan haciendo un viaje largo por Africa. Manana entraran en Mozambique y nos canjean por dolares americanos, todos los meticales que nos habian sobrado, circunstancia a la que no habia accedido ninguna oficina de cambio, ni siquiera en Johanesburgo.
 Beit Bridge, cerca de Musina, en la frontera entre Sudáfrica y Zimbabwe


      Esto es Africa!!!. O sufres o estas en la gloria. No hay termino medio.

      Nuestros nuevos planes, pasan por volar desde Johanesburgo a Lusaka, Lilongwe o Dar es Salam, pero hacerse composiciones de futuro aqui, es casi absurdo. La sensacion que tenemos, es que nos tocara vivir para siempre en Johanesburgo. Si, definitivamente es asi, mandadnos al menos, una felicitacion por Navidad.

miércoles, 2 de febrero de 2011

En la encrucijada


                                                                                     Komatipoort (Sudáfrica)
            Nos encontramos en la encrucijada, sin no tener claro, como seguir. Estamos encerrados, como en el viaje de America. Aunque esta vez, no es por el tapon del Darien, sino por un maldito pais llamado Zambia.

            Han quedado descartadas todas las opciones de volar. Al alto precio de los vuelos hay que anadir, el de los taxis a los aeropuertos -en Africa, no hay transporte publico hacia ellos, normalmente- y el precio de los visados. Volar hasta Zambia nos costaria 124 euros por persona + 60 de taxis, mas 75 de visados. Eso solo, por poner los pies en Lusaka. Zambia ademas de desabastecido, es un pais caro. Y despues de haber visto las cataratas y la presa, apenas nos interesa el resto.
           Vilanculo (Mozambique)
            Volar a Malawi, Tanzania, Kenia o Etiopia, sale por un ojo de la cara. Es mas barato hacerlo desde aqui a Bangkok y hasta nos lo estamos pensando. Echamos de menos la queridisima Asia. No queremos volver a Espana.

            Por tierra, las perspectivas no son mejores. Por un lado, estamos taponados por  Mozambique y Zimbabwe, donde deberiamos volver a pagar visado. Por el otro esta Namibia. Pero tendriamos que hacer unos cuantos miles de kilometros, para contemplar atractivos bastante dispersos y al final toparnos, con la maldita Zambia, tras recorrer el corredor del Caprivi.
                                                                                                       
            A alguien se le ocurre alguna idea?

            Por lo demas, en Johanesburgo hace bastante fresquito -que es de agradecer, tras el calido periplo por Mozambique-, estamos en un buen hotel, a 20 euros la noche y lo pasamos bien, en una ciudad, que es genial. Junto a Ciudad del Cabo y Durban -y con el permiso de Beira, en Mozambique-, son las que mas nos han gustado. Ademas, aqui ganamos una Copa del Mundo, cosa que no ocurre todos los dias. Por desgracia, el estadio Soccer City, donde se consiguio la gesta, esta algo lejos, en Soweto, donde no deberiamos ir solos e ir organizado, sale caro e insulso.
                                                                                                            Nata (Botswana
            Africa es maravillosa. Y aun mucho mas, tomarse una Black Label de 75 cl, despues de los torridos dias de calor, darse una buena ducha al final de la jornada o ser recogido por una camioneta, cuando vas cargado con la mochila por una carretera y recibes al arrancar, el frescor del aire en movimiento.

            Manana nos vamos a Pretoria. Ya os seguiremos contando (a arreones, como hasta ahora).
      

martes, 1 de febrero de 2011

Maravillosos encuentros en Suazilandia

                                                                   Mbabane
      Los mosquitos de Maputo -una ciudad algo destartalada, que nos ha decepcionado un poco-, hacen caso omiso hasta del repelente. Por lo que tuvimos que dormir dentro de nuestras sabanas cosidas y aun asi, nos machacaron las manos y la cara. El hotel es un conglomerado de habitaciones, a alquilar por horas, para el desfogue de hombres y mujeres calientes -que en Africa meriodnal -lo son casi todos-. No es un lugar inseguro, ni siquiera lugubre, auqnue de noche resulta algo siniestro, ver las puestas de los cuartos abiertas, a la espera de clientes, con la luz encendida y enormes ventiladores de aspas dando vueltas, cuan molinos de viento.
                Reserva de Mlilbane
      Tras dejar Mozambique, nos ocurrieron varios hechos agradables. En Komatiport (Sudafrica), un blanquito nos recogio con su coche, tras cruzar la frontera y nos ofrecio su casa, de forma gratuita como alojamiento, para pasar la noche. Dormimos en una habitacion con aire acondicionado, de las cinco que tiene la casa. En el garaje, descansa una enorme barca -manana a las siete y tras amanecer, nuestro anfitrion se va a pescar- y dos coches. Se trata por tanto de un hombre de posibles, tal vez jubilado, que tambien nos agasaja con alimentos, agua y todo el cafe con leche que pudieramos tomar.
 
      Al dia siguiente y ya en Suazilandia, nos encontamos a la primera persona, que hemos escuchado en espanol, en los dos ultimos meses. Se trata de un religioso norteamericano, de treintaytantos anos, que trabaja para el pastor de una iglesia y que nos llevo a su casa, nos presento a su rubia y amable mujer y nos ofrecio informacion turistica del pais.
                                             Reserva de Mlilbane
      Y una jornada despues, en una reserva natural poco frecuentada, de este mismo pais -donde se contemplan cebras, hipopotamos, impalas, antilopes, cocodrilos-, coincidimos con una pareja de argentinos, que llevan viajando por este continente, a lo largo de mes y medio. Compartimos mas de tres horas de experiencias, en una velada memorable.
 
      Ellos han pasado rapido por Mozambique, pero vienen encantados con Malawi, lo que aun ha despertado mas ganas de las que ya teniamos, por visitar ese pais, dominado por las creencias exotericas y uno de los mas pobres del mundo. Y no es de extranar. Porque cuando alli uno consigue prospera, por ejemplo con el ganado, los del pueblo lo achacan a la brujeria y o lo expulsan del lugar o lo apalean.
                     Reserva de Mlilbane
      En otro lugar de esa misma nacion, unos pudientes europeos, compraron una playa, para construirse casas. El dinero ingresado por los nativos, fue destinado, fundamentalmente, a comprar una segunda esposa.

      Charlamos sobre el SIDA en la zona, que en algunos lugares como Botsuana -aunque en todos los paises en general-, ha reducido la esperanza de vida, desde los 74 a los 27 anos Increible, no?. Hay una cancion de moda aqui, que dice: "Si te entra el SIDA, es parte de la vida. Si tienes un hijo no deseado -cosa muy frecuente aqui-, es parte de la vida...". Aunque parezca estremecedor, seria dificil poder subsistir aqui con una filosofia mas combativa.
 
      Al hilo del tema, el actual presidente sudafricano, fue enjuiciado, por abusar sexualmente de una sobrina con VIH. Por supuesto ha salido indemne, incluso reconociendo los hechos. En un momento del juicio, su senoria pregunto al acusado: "Y sabiendo que ella estaba infectada del virus, tomo usted alguna precaucion?". "Si -contesto el-. Una vez que acabamos, me di una buena ducha.
                                                                                 Reserva de Mlilbane