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miércoles, 14 de febrero de 2024

New Jalpaiguri

           La última tarde en Siliguri -el lugar hasta la fecha más caótico y desagradable del viaje - descubrimos, que varias agencias ofrecen autobús directo, a Tezpur, en Assam. De haberlo sabido antes, podríamos haber cambiado de planes, aunque veinte horas por carretera por carretera en India, son siempre muy duras.

          Pero, no, porque nosotros ya teníamos nuestros billetes de tren, a Guwahati, convoy, que seguía subiendo inapelablemente, ya por el centro de India -Andra Pradesh-, según nuestra aplicación, con aproximadamente una hora de retraso.

          Cuarta noche en esta ciudad y tercer hotel distinto, por problemas con los dos anteriores, sin duda, el mejor. Dormimos casi el sueño eterno y apuramos el check out hasta las doce, dado que el día iba a ser largo. Nuestro tren -ya iba por el estado de Orissa- se había ido a más de hora y media de retardo, durante la noche.

          Cruzamos la carretera de la muerte y una pequeña confusión, estuvo a punto de arruinarnos la jornada. Tomamos un bus, pero este no iba a New Japailguri, a 8 kilómetros, sino a Japailguri, a secas, a 47. Afortunadamente, el ayudante nos solucionó parte del problema y nos dejó en un cruce, a 4 kilómetros de la terminal. Había cacharros, pero como teníamos mucho tiempo, fuimos andando por una carretera fácil, aunque tan polvorienta, que nos dejó el pelo, la cara y los brazos hechos un asco.

          Al llegar, comimos las mejores samosas del viaje y nos valimos del wifi de nuestro hotel de hace días, para seguir controlando el 22503 -no jugamos nunca lotería, pero la próxima Navidad compraremos un décimo con este número -, que se acercaba peligrosamente a las dos horas de demora.

          De día, New Japailguri no es un lugar peligroso y puedes moverte con relativa soltura. Está la calle principal, algo caótica, que lleva a la wine shop. Está la de los numerosos restaurantes, que sirven todos lo mismo. Y por último, la tranquila arteria de los hoteles de tipo medio, bien asfaltada, que da acceso a un barrio modesto, pero muy bien acondicionado y presidido por un templo.

          Otra cosa diferente y bastante molesta, es la numerosa pandilla de pesados, que pululan por sus calles y que son bastante agresivos. Se dividen en cuatro gremios y no sabría decir, cual es peor: los del transporte, los de los restaurantes, los de algunos hoteles cutres -entre ellos, el nuestro de la otra vez- y los insoportables niños pedigüeños. Nosotros y otra guiri sola -que habíamos visto, en Darjeeling - para pelear con todos.

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