Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

sábado, 6 de abril de 2024

Clara mejoría de nuestras vidas, en Flores

           Si el día de ayer fue el del sufrimiento y la supervivencia, el de hoy ha sido el de la felicidad y las recompensas. Lo teníamos merecido, sin duda. Pero antes deciros, que se me olvidó un importe suceso de ayer. Como no tenemos tarjeta de móvil local y estábamos desesperados por el tema de los alojamientos, entramos en unas oficinas, a ver si nos conectaban al wifi. Fueron muy amables. Descubrimos un homestay 150.000 rupias más barato, que la mejor oferta que teníamos. Con la bolita azul de Google, para allí nos fuimos, por un camino difícil, que primero perdió el asfalto, luego se llenó de cacharros, basuras e interminables obras, que desembocó en un canal inaccesible. Con la colaboración de los lugareños y saltando numerosos obstáculos, de toda índole como troncos, gallinas, pedruscos y ovejas. Al final, al llegar a la puerta, los dueños no estaban. Menos mal, que no habíamos reservado en Booking, porque cobraban por adelantado.

          Volvamos al día de hoy. La noche fue muy calurosa y dormimos a trompicones. Al levantarnos, una buena sorpresa: espléndido desayuno gratis con arroz, verduras y blanda carne. Aún así, ya habíamos decidido cambiar de hotel, previamente y más cuando encontramos una oferta flash, 75.000 rupias más barata.

          Volvimos al aire acondicionado, a una mejor habitación y a una ducha y lavabo normales. No teníamos muchas exigencias para el día, más allá de cambiar una cantidad grande de dinero, para gastar en la desconocida Sumbawa. 

          Hoy comenzó oficialmente el monzón y cayeron dos trombas de agua, que inundaron la ciudad. Los que dicen que Labuan Bajo es un sitio feo e inhóspito, no es que mientan, si no que ni siquiera se detuvieron aquí para comprobarlo, porque estaban poseídos por la estafa de los dragones de Komodo. Una vergonzante experiencia -ya me explicaré, cuando toque-, que encima conlleva frustraciones personales y maltrato animal.

          Nosotros, a lo nuestro, a descubrir el paseo marítimo vacío, con varias pasarelas, que penetran en el mar y ofrecen extraordinarias vistas de la bahía. Llegamos a una cercana playa, tan llena de mierda y de trastos, como de cotidianidad. Cayó una tromba de agua tremenda, pero el sol permaneció brillante, nítido, sin inmutarse y sin arcoiris. Terminamos la jornada en un mercado nocturno de pescado, con acceso a otro paseo marítimo, lleno de mesas para yantar hasta desfallecer.

          Tuvimos tiempo, incluso, para disfrutar de extraordinaria y barata fritanga local, con una especie de croquetas de tofu, vegetales y patata.

          Mañana volvemos a la incierta guerra de Sumbawa.

jueves, 4 de abril de 2024

Nuestros inminentes viajes

           Sirva esta breve entrada para hacer referencia a nuestros próximos viajes, que comienzan en unos pocos días.

          El 10 de abril -festividad del Eid al Fitr, posterior al Ramadán -, volamos a Essaouira hasta el 17. Pretendemos recorrer parte de la costa Atlántica, desde este lugar, hasta Mirleft. Previsiblemente, lleguemos hasta Tafraute - estuvimos allí, en 2010- y volvamos por el interior.

          Después de la exitosa experiencia de septiembre pasado, con nuestro viaje de ciudades a salto de mata, con visitas relámpago y durmiendo en hoteles y/o aeropuertos, vamos a repetir con un proyecto parecido y bastante nórdico:

          22 de abril: Madrid -Billund (Dinamarca)

          24 de abril: Billund-Gdansk (Polonia)

          25 de abril: Gdanks -Alesund (Noruega)

          28 de abril: Alesund -Gdanks

           2 de mayo: Gdanks -Tronhein (Noruega).

          Los dos primeros vuelos serán con Ryanair y los otros tres, con Wizzair. Hemos pagado por todos ellos unos 70, euros cada uno. Así, seguimos haciendo incursiones en Noruega, sin utilizar el carísimo transporte terrestre nacional (solo el de los aeropuertos).

          Queda por dilucidar, como regresaremos de Tronhein, aunque nos tememos, que esos tramos aéreos nos van a salir más caros, que los otros cinco juntos.

          Así, llegaremos a la segunda semana de mayo, víspera del inicio de las fiestas de san Pedro Regalado, de Valladolid y san Isidro, en Madrid.

Mucho esfuerzo y pocas flores, en la isla de Flores

          Y llegamos al día 38 de viaje, que parecía complicado y terminó siendo de total y absoluta supervivencia. Nuestro vuelo partió en punto y sin novedad, desde Bali, a la isla de Flores. Viajan bastantes extranjeros en el pasaje, entre ellos, unos cuantos españoles.

          Llegamos en hora, dimos plantón a los pelmas del transporte y con la bolita azul de Google, nos fuimos al centro de la ciudad, caminando. Compramos una coca cola helada y no tardamos en darnos cuenta, de que los alojamientos aquí, cuestan el doble o el triple, que en Bali. Son cutres y ofrecen muchos menos servicios. Y lo de bajar el precio -aún estando vacíos-, no es lo suyo.

          Como somos muy tenaces, estuvimos recorriendo el centro, durante más de tres horas y entendimos que no debíamos claudicar fácilmente. Sin embargo, no nos quedó otra. Terminamos gastándonos cien mil rupias más, que en Kuta y a cambio, perdemos el aire acondicionado, la piscina, los productos de higiene, la televisión, la ducha y taza automáticas (hay que llenar un cubo y a jarrazos o bolsazos para completar tus necesidades de aseo).

          Anduvimos tanto, que nos dimos cuenta de dos cosas más: comeremos mejor, que en Kuta -hay muchos puestos de platos locales variados-, pero beberemos más caro, la cerveza y el güisqui. En el caso del segundo, cuesta casi el doble, que en nuestro anterior destino.

          Después de ir un par de veces -el empleado de turno no estaba- conseguimos por cien rupias más/euro, el mejor cambio en el país. Premio de consolación en una jornada tan dura.

          Nos costó encontrar la estación de ferris -hay varios edificios -, las taquillas de billetes estaban cerradas y los horarios solo escritos, en indonesio. Al volver, preguntamos por los precios de tours en las agencias y todo ha subido al doble en relación a lo que indica la Lonely Planet de 2017.

          Agotados por el calor extremo y el estrés, nos fuimos a dormir la siesta. Al pisar mal en un falso escalón, me caí al suelo y me hice tremendo daño en una costilla, que ya traigo dolorida por el peso de la mochila. Y después, estuvimos peleando con un agresivo Booking, para cambiar de hotel mañana.

          No tenemos ni idea, de que vamos a hacer en esta isla. La mitad es culpa de nuestra dejadez y la otra, del desconcierto y las informaciones de hoy.

          Nos recomponemos y volvemos a la calle principal. Tenemos premio: hay unos empleados de los ferris, que nos dan los horarios y los días que operan los barcos. Además nos enteramos también, de que los buses públicos por esta isla han subido mas del cincuenta por ciento, durante el último lustro. La información sobre esta isla en la Lonely Planet e internet es pésima, escasa y contradictoria. Tan solo es fiable el relato de una chica, pero su viaje fue de lujo y en coche con chófer.

El insoportable aeropuerto de Bali

          Nuestra experiencia en el aeropuerto de Bali ya sido la más nefasta y lamentable que hayamos tenido en nuestros ya casi infinitos viajes. Y eso, que compite con lo que nos ocurrió hace poco más de un mes, en Kuwait, que parecía insuperable.

          Ya habíamos volado desde esta isla de Indonesia en 2018, pero fue en la terminal internacional y con una espera de poco tiempo. Está vez salimos desde la doméstica. Llegamos al aeródromo a las seis de la tarde. No podíamos hacer noche en la ciudad, porque el vuelo sale a las siete de la mañana. La terminal doméstica es antigua, fea, hormigonada hasta las trancas y en el exterior apenas tiene aperturas al cielo o para la entrada de aire, que por otra parte, aquí no corre nunca.

          La entrada y como en India o Filipinas, está vetada para quien no tenga una tarjeta de embarque. Y pensamos: cuando falten cinco o seis horas para el vuelo nos dejarán entrar. Asfixia y respiración casi imposible, sudando y con la ropa pegada al cuerpo. Nos dirigimos por un largo pasillo -ir por el exterior es peligroso y caluroso - fantasmal, donde no existe ni un solo ventilador. Caminas tan solo, que da miedo. En la terminal internacional han hecho una sola concesión: unas pocas tumbonas y sillas para la espera, pero allí no aguanta nadie, a más de treinta grados y sin el más mínimo flujo de aire.

          Alternamos paseos y sentadas y no sabemos, de que forma sufrimos más. A estas zonas, no llega el wifi del aeropuerto. Las instalaciones, pretender emular -supongo -, a KLIA, en Kuala Lumpur. Se trata de hacer una especie de centro comercial inmenso antes del acceso al check in, donde te puedas entretener y comprar, antes de volar. Pero los malasios, lo hacen con unas condiciones agradables, con cerramientos y aire acondicionado, mientras aquí, te comes los 30 grados y la humedad de recintos semicerrados y sin ninguna protección. Ya hartos y exhautos, a las 9, tratamos de entrar en busca de fresco. El segurata nos dice, que no puede ser, hasta las cinco de la mañana ¿Con solo dos antes para obtener la tarjeta de embarque?.

          Alternamos la tortura, con periodos dentro de un cajero automático, con el aire acondicionado tan fuerte que casi produce chupiteles.

          Sobre media noche nos tiramos a dormir al suelo, como otros tantos de cientos de personas. Los escasos sueños, más que húmedos, resultan sudados. A las tres, tratamos de volver a entrar, como sea y descubrimos, que salidas, está directamente cerrado, hasta las cinco.

          Casi al lado, una composición de palabras en relieve, ahora tan de moda y en la que se hace fotos todo el mundo, Expone: "Bienvenidos al paraíso de la isla de Bali". Y mañana por la noche, volverán a lo mismo:   hacer sufrir a los pasajeros.
      

miércoles, 3 de abril de 2024

Los alojamientos son el mayor problema y el mayor gasto en un viaje a India

           En nuestro primer viaje a India, allá por 2011, por un euro te daban unas sesenta rupias. El mejor cambio, que hemos obtenido en este periplo nos ha llevado a conseguir,  noventa y uno con cincuenta. Quiere ello decir, que en trece años, nuestra moneda se ha revalorizado un 50%, con respecto a la divisa local (han desaparecido los billetes de mil y de dos mil, siendo ahora el de importe mayor de quinientas rupias)

          Sin embargo y para nuestra suerte, no ha ocurrido lo mismo, con los precios de las cosas, a los que sí aplicamos la devaluación, son a veces más baratos o idénticos, a los de entonces. Aunque lo normal sean diez, aún sigue habiendo samosas, bondas o tés por cinco rupias, como hace casi tres décadas. Y el transporte sigue teniendo unas tarifas de risa, pudiendo llevar a cabo por unos diez euros, 1700 kilómetros en una cómoda litera de tren. No ocurre lo mismo con las visitas a los lugares turísticos de pago, que el/los gobiernos han multiplicado su importe hasta por tres o cuatro veces y especialmente, con los alojamientos.

          En 2011, una habitación de precio medio rondaba las 400 rupias. Hoy en día, tienes mucha suerte, si la encuentras en la franja de 800-1000. Una de las lamentables razones es, que en muchos lugares se ha empezado a aplicar un sistema de doble tarifa, para lugareños y extranjeros. Para nuestra desgracia, está práctica discriminatoria y humillante, cada vez es más frecuente. Por ejemplo, en Palitana, pagamos 1500 rupias por una noche, por una alcoba similar, por la que una familia de indios abonaron 700. ¡Más del doble!. Es verdad, que los hoteles han mejorado algo sus prestaciones y son más modernos, que entonces, aunque ni la mitad, que en Malasia e Indonesia, donde además, han mantenido casi intactas las tarifas 

           Al hilo de estos últimos dos destinos, donde transcurrió buena parte de nuestro noveno viaje largo y en los que trabajamos muy exitosamente, con Booking, tratamos de hacer lo mismo en India, pero solo fue posible en Sikkim y en algún alojamiento de West Bengal. En el resto de destinos, nos ha sido imposible trabajar con esta plataforma, porque los propietarios o incumplen sus propias condiciones y ponen otras más favorecedoras para ellos o sencillamente o no te aceptan, por mucha reserva de Booking

       Y los de Sikkim, fueron realmente, tramposos y poco éticos. Cogieron y le dijeron al portal, que no nos habíamos presentado, cuando no era verdad, para evitar pagarles su comisión. Algo así, ya habíamos visto en el sur de Italia, hace un año, pero allí son más elegantes: cancelan ellos la reserva, cuando llegas y la parte del pastel de Booking se la reparten a medias contigo, haciéndote un descuento de en torno al diez por ciento. 

          En definitiva, los alojamientos son el mayor problema y el mayor gasto en un viaje a India. 

          Nuestro presupuesto mensual para los dos, en India y en 2011, era de 400 euros. En la actualidad, ha sido de 500. En ambos casos, se incluye la totalidad de los gastos, menos los del visado.

          Con este post, finaliza el relato en directo de este décimo viaje largo, desarrollado entre el 19 de enero y el 26 de marzo. Pero, aun quedan por publicar, más de 30 entradas del noveno.

domingo, 31 de marzo de 2024

¿Habrá un sexto viaje a India?

           ¿Habrá un sexto viaje a India en un futuro cercano?. Existe una poderoso argumento, que indica, que no y ese es, que lo poco interesante, que nos queda por visitar, es de segundo orden y está muy disperso. Pero, hay otro, también contundente, que señala, que sí: le tenemos mucho vicio al país, disponemos de un visado válido y abierto hasta enero de 2025 y hemos aprendido a ir y volver en compañías de bajo coste. Además, cabe destacar, que en la actualidad disponemos de mucho tiempo libre.

          Antes de empezar el quinto viaje, a India, nos quedaban por visitar a fondo, diez estados: Sikkim, West Bengala -solo habíamos estado en Calcuta -, los siete del nordeste y Gujarat. Pretendíamos, dejar este último destino para las próximas navidades y acometer el resto en este periplo.

          La cosa empezó bien, porque en West Bengala  y Sikkim cumplimos -incluso ampliamos- todos los objetivos. Por aquellos días, de los del nordeste, eliminamos dos: Nagaland y Arunachal Pradesh. La realidad fue que solo visitamos uno, Assam, porque encontramos muchos inconvenientes y pocas satisfacciones.

          Entonces, hubo que rehacer el viaje y darle un giro de 180 grados, escogiendo dos lugares aislados de Maharastra, Gujarat y los territorios autónomos de Daman y Diu. Con más esfuerzo todavía que si hubiéramos ido al nordeste, conseguimos nuestras metas.

          Si existe un sexto viaje a India, será a esta última zona. Si esto ocurre, al menos sabemos, lo que nos vamos a encontrar.

          Si tuviera, que elegir, los tres destinos favoritos de este viaje, estos serían, Palitana -imprescindible en cualquier viaje, a India -, Matheran y Gangtok (Sikkim, en general). Pero, como me quedo con ganas de meter a Nashik y sus ghats, pues añado a Darjeeling y así, son cinco. Me olvido de Calcuta, porque ya era un destino conocido.

La larga y accidentada vuelta a casa (parte VII y última)

           Después del desastroso vuelo desde Kuwait y de la anarquía y los sofocos del aeropuerto de Estambul, era casi imposible, que las cosas siguieran yendo a peor y afortunadamente, asi va a ser. 

          El  avión de Anadolu, que nos debe depositar en Bérgamo, es algo más confortable, que el primero, con asientos más amplios y la comida, aunque igual de escasa, al menos es apetitosa: bocata de queso, embutido de cerdo ahumado y tomate estrujado. Como teníamos más hambre, que los pavos de Manolo, en el desembarque, vamos recogiendo varios de ellos, que se ha dejado la gente sobre los asientos y tras pasar los controles de seguridad italianos, nos damos un festín.

          Lo primero, que nos damos cuenta, nada más salir a la calle es, que hemos vuelto al duro invierno, después de estar a 42 grados hace un par de días. Vamos muy ligeros -como es natural, viniendo de India- de ropa de abrigo y eso va a ser una molestia. Lo segundo es, que los alrededores del aeropuerto y del centro comercial, que está enfrente, están plagados de obras y eso, tampoco nos agrada.

          Después de comprar cerveza -dos días sin ella-, subimos andando hasta la Ciudad Alta con amenaza de lluvia, porque estamos locos por qué nos de el aire y por movernos. Hemos estado muchas veces aquí, pero al menos, hace una década, que no veníamos. Sigue siendo un lugar encantador, aunque casi nada ha cambiado.

          Hace casi dos meses y medio, que abandonamos Europa y ahora al volver, las sensaciones son las mismas, que cada vez, que regresas de India o de África subsahariana: aceras amplísimas, edificios nuevos, tráfico mesurado, predominio absoluto de gente muy mayor por las calles... Pero, sobre todo, una por encima del resto: esa invulnerabilidad -,idiota-, de que aquí estás a salvo y no te puede pasar nada.

          Al segundo día, poco queda de este sentir. Hace diez o quince años, el aeropuerto de Bérgamo ya era el más inhóspito de toda nuestra Europa conocida. Hoy en día, todavía es peor.

          Por resumir: sobre las diez y media de la noche aparece una señora cincuentona, gorda, con gafas y sobre todo, con muy mal carácter. Se nota, eso sí, que disfruta del trabajo, que vale han encomendado. Este consiste -acompañada de un par de palmeros menos molestos-, en menospreciar a los mendigos, que se refugian en la terminal, y pedir la tarjeta de embarque a todo el mundo, de muy malas y amenazadoras maneras. En el pasado, podías tirarte a dormir al suelo hasta las 4:30  de la madrugada. Hoy está estrictamente prohibido. Los asientos tienen reposabrazos cada dos, por lo que es incomodísimo encontrar una posición para dormir, por mucha experiencia, que tengas en estas líneas. Menos mal, que habíamos comprado una botella de Amaretto.

          El premio vino a la mañana siguiente, con nuestro desayuno buffet. Si no se observa, es imposible creer, la cantidad de comida integra y sin tocar y la bebida, que deja la gente antes de los controles o en las cafeterías: bocadillos, dulces diversos, yogures, patatas y snacks, fruta, zumos, café envasado, bebida de soja con chocolate...

          El vuelo Bérgamo - Madrid, gracias a Dios, sin novedad.

sábado, 30 de marzo de 2024

La larga y accidentada vuelta a casa (parte VI)

          ¿Por qué decimos, que lo de Turkish ha sido una estafa?. Fundamentalmente, porque desde un principio, nos ocultaron a conciencia, que el vuelo era con Anadolu. No nos hablaron de viajar con una filial o con un código compartido como hacen las compañías honestas. En todo momento, los números de los vuelos -en el e-ticket y en las pantallas -, empezaban por las letras TK. Y en las tarjetas de embarque pone Turkish y no, Anadolu, la peor aerolínea, en la que hemos volado en nuestras vidas. Pongamos un ejemplo, para que se entienda mejor. Singapore Airlines tiene una espectacular filial de bajo coste, que se llama Scoot, con la que hemos viajado, desde Kuala Lumpur a Atenas, o desde Australia a Singapur. Cuando nosotros compramos los billetes, en todo momento supimos, que volábamos con esta aerolínea más barata y no con su matriz.

          Si así lo quieren, así lo haremos: no volveremos a volar jamás con ellos y así, evitaremos sorpresas.

          Ha sido la primera vez, que hemos volado a Estambul al aeropuerto Sabiha Gokcen y no, al Internacional. Queremos decir, que se trata de un aeródromo lamentable, en el que una escala de cuatro horas se nos hizo más larga, que las treinta y dos en Kuwait. No hay fuentes con agua fría gratuita, ni puntos accesibles de recarga de los cacharros electrónicos diversos , el acceso al wifi se debe hacer en una máquina donde registras el pasaporte y donde la cola da la vuelta al pasillo y la comida y la bebida -hasta 14 euros por una cerveza o 10 por una botella de agua- son el doble o el triple, que en Europa occidental.

          Pero, las dos razones más poderosas, por las que odiamos, visceralmente, este aeropuerto son, el absoluto caos y dislate en todas sus instalaciones y que por la megafonía estén, constantemente, recitando todos y cada uno de sus vuelos, el 90% de Pegasus.

          Eso sí: nos hace mucha gracia ver, a los numerosos calvitos de todas las nacionalidades, que vienen de recibir tratamiento y que muestran en sus cabezas puntitos rojos o los primeros indicios de pelo. Nunca nos los habíamos encontrado en el aeropuerto Internacional, donde las compañías que operan son mucho más caras.

          Se nos había olvidado comentar, que a la salida de Kuwait, había recibido mi pareja un salvaje registro, igual, que en octubre pasado, cuando desde allí, volamos a Mascate. Como no existe zona de tránsito, los controles de equipaje se hacen en las puertas de embarque y resultan humillantes (hasta seis veces pasaron por un scanner una mochila vacía, hace seis meses).

          Con el cortauñas y las cucharas tirados a la basura, al salir de India, está vez, los objetos sospechosos fueron: una cartera con las rupias sobrantes, las llaves de casa, el estuche de las lentillas, la cartera con los abonos gratuitos de media distancia y cercanías de RENFE y un protector labial.

La larga y accidentada vuelta a casa (parte V)

           Con la nueva situación, nos hemos ahorrado veinte euros de las visas y tener, que llevar a cabo ingeniería financiera para hacernos con una cantidad de moneda local suficiente. A cambio, nos tocará aburrirnos otras dieciocho horas más en este aeropuerto. Ya hemos visto, a dos viajeros -chico y chica-, que están en nuestra misma situación.

          Y todos hacemos lo mismo: dormitar, pasear, beber agua como tontos -hay fuentes, que la dispensan bastante fría -, comer de las viandas enteras abandonadas por los caprichosos y desaboridos y fundamentalmente, trastear con el móvil, que aquí, hay buenos y accesibles puntos de recarga (no, como en otros aeródromos, donde debes colgarte de una lámpara o hacer el pino).

          A las doce menos cuarto de la noche probamos, obtener las cuatro tarjetas de embarque de Turkish. Hay un follón tremendo con un vuelo de Pegasus anterior al nuestro, así, que el empleado nos toma nota de los pasaportes y nos indica, que volvamos en una hora.

          A lo largo de la tarde, se nos ha ido cimentando esa idea/obsesión, de que nos multen o impidan volar por estar más de 24 horas aquí. Bastaría,  con que nos pidieran la tarjeta del vuelo, de Bombay, aunque alegariamos, haberla tirado. De todas formas, creo, que tendrían otras vías para descubrirlo.

          Cerca de la una de la madrugada volvemos al mostrador de NAS. Ahora ya, podemos, hablar de caos. Una chica rubia está llorando a moco tendido -desconocemos la causa- y varias personas más están muy nerviosa. A la mujer, que va delante de nosotros, le piden la boarding pas anterior y entramos en pánico. Pero, al ser atendidos, nos entregan toda la documentación, sin más preguntas o gestiones. Empezamos a fantasear, con que si la cena tendrá pescado o cordero.

          Como ya explicamos, este mismo tramo Kuwait -Estambul -Bergamo, salía más barato con Pegasus: 66 euros, por los 95 de Turkish. Nosotros había volado  con esta compañía a lugares como Seul i Biskek y habíamos quedado encantados con sus asientos infinitos y la excepcional comida y por eso decidimos gastarnos algo más 

          Embarcamos a través de finger y en la cabina, ningún distintivo de nada, cosa, que nos extraña. Ya teníamos alguna sospecha de que algo no iba bien, cuando al comprar los billetes vimos, que el destino final era Bérgamo y no Malpensa o Linate.

          Finalmente, los indicios se convierten en pruebas, cuando observamos, que los asientos son estrechísimos -los peores de nuestras vidas y hemos volado más de 250 veces- y que la copiosa comida va a consistir en un minúsculo bocata de pan rancio, queso invisible y pepino duro (como la cara de estos sinvergüenzas, que nos han estafado). Y, para beber solo zumo de naranja o café, sin posibilidad de tomar las dos cosas.

          Al descender de la aeronave comprobamos, que habíamos volado con Anadolu, una apestosa filial de Turkish, que es la low cost más rastrera, en la que nos hemos transportado nunca.

          Lo de ESTAFA -con todas las letras-, lo explicamos en el próximo post.