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jueves, 11 de septiembre de 2014

¡Cuando las cosas se enredan!

Incluida esta selfie, todas las fotos de este post son de Kanchanaburi, salvo las 2 últimas, que pertenecen a Sangkhlaburi (Tailandia, en ambos casos)

          Después de 25 años de viajes, aún mantenemos muchos misterios sin resolver, afortunadamente (dicho sea de paso). Y uno de ellos, ocurre en Asia: cuando las cosas tienen posibilidades de enredarse, siempre se enredan. No recuerdo casi ningún día de viaje por este continente, en que no me enfrentara a una situación surrealista. Casi nunca, nos pasó en África y eso, que en términos generales, los asiáticos son más templados, que los del continente negro. Creo, que asiáticos y europeos, tenemos formas de ver la vida muy distintas. Ni mejores, ni peores, pero incomprensibles para ambos. Sirva esta endeble y poco argumentada teoría, para detallar un hecho, de cuando las cosas se enredan.

          Sólo habíamos cambiado 50 euros en Khaosan, a muy buena tasa, por cierto. Para que más: sitios habrá en la turística Kanchanaburi. Pues no. Calle kilométrica de bares, restaurantes, guest houses y, sobre todo, viejos babeando y babeando en los bares y ni una sola oficina/chiringuito de cambio.

          Aguantamos, porque todavía teníamos bahts y nos vamos a Sanghklaburi. Llegamos justo, siendo viernes al mediodía, cuando los bancos están cerrando y no admiten ni un único cliente más. Ni una sola casa de cambio o sitio donde canjear nuestra -supuestamente- poderosa moneda occidental. A duras penas, tenemos para comer, pagarnos el alojamiento y el tedioso transporte de vuelta.

          Son las ocho de la tarde del sábado y ya de retorno, en Kanchanaburi, continua la pesadilla, dado que los alejados cambios del puente sobre el río Kwai cierran a las cinco de la tarde y el de un banco más céntrico, a las seis. Ni siquiera una agencia de viajes usurera -como comprobaríamos al día siguiente-, que nos recomiendan, está abierta.

          Tentamos un alojamiento nuevo, que creemos mejor que el anterior. Todo son amabilidades y facilidades, hasta que hablamos de pagar mañana: “is full”, responden entonces, sin más miramientos o compasiones.

          Volvemos, entonces, al de la otra vez, esperando que confíen en nosotros, por ser clientes ya contrastaddos. El chico habla un poco de inglés, pero no lo entiende (algo no infrecuente en Tailandia). Ha aprendido, mecánicamente unas frases, pero no sabe interactuar. Acepta acogernos, pero mantiene nuestro equipaje bajo llave, retenidos, hasta que hagamos el check-in. Salimos, entramos, volvemos a salir y a entrar, durante un par de horas y siempre la misma pregunta: “check-in now?”. Como no queremos tener sorpresas, le entregamos los justificantes de pago de las noches anteriores. Ahora sí, parece que lo ha entendido y nos devuelve nuestras pertenencias. !Que alivio, tan solo se trata de pagar por la mañana, una vez consigamos efectivo!.

          Pero, la enredada y -a priori- insignificante historia, no termina ahí:

          A las 7:30 horas de la mañana, alguien llama a nuestra puerta, interrumpiendo nuestros placenteros sueños. El chico de ayer, sonriente, ha terminado su turno y nos despierta para devolvernos nuestros recibos de las noches anteriores. Parece ser -nada es seguro en esta Tailandia menos explorada- que todo está aclarado con su jefe. Pero, aún tuvimos que sufrir. En la oficina de cambio del centro, tenían el ordenador estropeado y nos echaron con cajas destempladas y sin más. Sobre la bocina y ya temiendo, que fuéramos a acabar en la cárcel, conseguimos pagar la habitación. Tailandia es el país de la eterna sonrisa, pero como en otros muchísimos lugares, siempre con el dinero por delante.

          Al hilo de todas estas vicisitudes, propongo varios y preventivos consejos:

          -En general, Tailandia es bastante turística -aunque hay zonas y otras, que muy poco-, pero si estáis bastantes días y os vais a mover por el país, tratad de cambiar en Khaosan, más de lo que necesitéis (lo que te sobre te lo reconvierten a euros o dólares con escasa penalización).

          -Sacar del cajero: podría ser la alternativa, pero los bancos thais meten una abusiva comisión que se os quitaran las ganas


          -Si tenéis sólo 250 bahts -era nuestro caso- y no hay posibilidades de conseguir más, mejor abastecerse de comida, bebida y alcohol y luego, ya pensar, como negociar una habitación. Si lo hacéis al contrario, tendréis sábanas y almohada, seguro, pero dudo, que hidratación y viandas varias, que llevaros a la boca.   

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay pocas partes del mundo donde las sonrisas abundan cuando se acaba el dinero, incluido en este caso, Tailandia.

Eva dijo...

¡Cuánta razón tienes y lo mal, que se pasa en esos momentos!.

Gracias por el comentario y saludos.