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viernes, 19 de septiembre de 2014

Encuentro con María y Carol, en plena ola de calor

                                                                Esta y las tres siguientes son,  de Bhopal (India)
          Bhopal acabó con mis nervios y eso, que en cuanto a calor, lo peor aún estaba por llegar, días después. Sus zanjas y de noche, estuvieron a punto de terminar con mis huesos -rotos- en un hospital de la India, sino llega a ser por mis reflejos, mi pareja y un indio, que estuvo raudo al quite (no, si la final son buenos).

          Por lo demás y al margen de los ya mencionados atractivos turísticos, tratamos de ver los efectos de la catastrófica y malamente resuelta tragedia química de 1984, pero,ni rastro, ni nadie que nos hiciera caso. ¡Han cambiado hasta el nombre de la calle!.

          El camino hasta Gwalior -siguiente destino- fue tedioso y tenso. Fuimos victimas de un intento de extorsión, algo que para ser justos,nos ha ocurrido por primera vez en India. En los trenes diurnos casi nunca piden el billete y se puede viajar sin reserva (aunque sin plaza). Mientras el revisor oficial vagaba risueño a sus anchas por el convoy, falsos controladores -vestidos con uniforme de color cagalera, el mismo que llevan todos los que trabajan en algo semidigno en India-, trataron de sacarnos 700 rupias, por supuestos suplementos, que está claro, no pagamos. ¡Y lo intentaron varias veces!.

          Después de haber llegado a destino y cuando ya estábamos al borde de la extenuación, apareció un socorrido chow mein, caro plato en esta ocasión, que no degustábamos desde hacía tres años, en Nepal y que nos devolvió la vida. La majestuosa fortaleza de Gwalior resulta bastante interesante, aunque, como casi siempre, la mayor parte de ella se puede ver sin pagar. Nuestro cambio de hotel -en la segunda noche-, a uno más digno, supuso encontrarnos con una nueva realidad futbolística: España 1- Holanda 5.

          Los trenes diurnos en India te matan, mientras los nocturnos -con reserva- te resucitan. Así, que ya sólo nos quedaban dos de los primeros por sufrir -a Agra y a Delhi- y uno para disfrutar, hacia Amritsar.
                 Esta y la siguiente son, de Gwalior (India)
          En la magnífica Fatehpur Sikri -quién nos lo iba a decir-, nos encontramos con unas españolas, hermanas, aunque de vida diversa, pero asimilable. Buenas conversadoras, aunque más activas en montarse en transportes y en ocupar habitación, que en moverse por los sitios. De todas formas no me extraña, porque la arrasadora ola de calor, con casi 50 grados, estaba en sus desalentadores inicios. Carol y María: os queremos y nos volveremos a encontrar en India, a pesar de que tras mes y medio en el país, no conozcáis lo que son las bebidas gaseosas retornables de 200 centilitros o las bolsas de agua potable.


          Lo que más nos sorprendió -y a la vez, alarmó- de ellas, es que bebían el agua del grifo en cualquiera lugar, sin pestañear, como si fueran lugareñas. ¡Y luego se quejaban, que a veces les dolía la tripa!.   
                                                                               Fatehpur Sikri (India)

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