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domingo, 21 de septiembre de 2014

Pesadilla Pradesh (parte I)

                                    Todas las fotos de este post, son de MacLeod Ganj (India) o pueblos de alrededores 
         Teníamos muchas esperanzas depositadas en Himachal Pradesh e incluso en Cachemira y Ladakh. Aunque al segundo de los estados citados no acabamos recalando y a Leh -perteneciente al tercero- nos terminó dando pereza, por resultar muy caro -25 euros por trayecto, desde Manali- y largo -un día completo o dos, según tu elección-.

        La cosa no empezó mal, con tres ventajas clarísimas, sobre lo que estábamos viviendo: tiempo fresquito -después de venir de casi 50 grados-, comida tibetana excelente -aunque no veníamos muy perjudicados en esta materia- y ausencia casi total de los pelmas de todos los ramos, que veníamos padeciendo durante nuestra estancia en India.

          Pero pronto, comenzamos a constatar los inconvenientes: 10 horas de autobús para hacer 250 kilómetros por nefastas carreteras, en cacharros insufribles -de noche o de día, a gusto del consumidor-; ciudades taponadas eternamente -como MacLeod Gang-, de las que para entrar o salir y hacer dos kilómetros, tardas hora y media; lugareños que colapsan los pequeños núcleos úrbanos con el coche, cuando se tarda la cuarta parte de tiempo andando; hoteles racistas, que no te admiten -”no roms”, “is full”- o informaciones erróneas sobre transporte público, que te pueden hacer perder un día.

          Ejemplo de esto último: según los horarios de la propia estación de Mcleod Gang, el bus de Dharamsala, a Manali sale a las 20,30 horas. Pero, cuando llegas a este último sitio constatas, que es a las 18,00. Por todo esto y muchas cosas más, en nuestro argot particular, este estado se llama, Pesadilla Pradesh. Y con más motivos añadidos. Los sitios -siendo aceptablemente atractivos, en general-, no valen ni la mitad de lo que se suele decir.

          Me parece vergonzoso –y no encuentro otra palabra más adecuada-, que en el bus estatal a Mcleod Gang vayamos 14 guiris y en la maravillosa Hampi, no aparezcan, sumados, en una semana, ni veinte. Pegarse diez horas infernales a Manali es absurdo, para ver un lugar, que no le llega ni a a la esencia -por no decir a los tobillos-, a cualquier pueblecito de España o Italia.

          Pero, meditadores, buscadores de sí mismos, yoguistas de pro, colgados diversos, guitarreros -que no guitarristas-, drogadictos, lamas en potencia, flores de loto andantes..., llevan a cabo su particular aventura en esta parte del país. O más bien, los indios -mayormente tibetanos aquí- se forran a su costa, que derecho tienen. El que no se incluya en los grupos señalados, cual es nuestro caso, puede sentirse un poco decepcionado.


          Pero, sí es cierto y cuantificable, que hemos visto más guiris en este Pesadilla Pradesh, que en el resto del viaje por India (pocos, en cualquier caso). El mayor flujo turístico aquí es interior, con familias enteras.

          ¡Menos mal, que siempre nos quedará la magnífica Shimla!, que además de ser una joya, resulta la ciudad más sostenible de India. No os lo vais a creer: limpia y con casco histórico peatonal.

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