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jueves, 25 de septiembre de 2014

¡oh my God, acaba de estallar mi indiómetro!

                                                  Todas las fotos de este post son, de Calcuta
          Dado, que muchas de las aceras de Calcuta tienen ladrillos en el medio y cemento en sus extremos, el primer día de nuestra estancia -ingenua de mi-, me lo pasé elucubrando, que tal hecho respondía a criterios estéticos (dado, que la cosa no queda tan mal, es una fórmula barata e imaginativa). Me dije: “un ejemplo a seguir, sin dedicar muchos recursos, dentro de un país, dejado de la mano de Dios”.

          A la jornada siguiente, mientras degustaba un delicioso chow mein cárnico y, un aún más rico roll de pollo y verduras, observé como varias mujeres y hombres, anárquicamente -al menos, en apariencia-, iban rellenando esos huecos con un curioso y arcaico sistema de construcción: una -burriña ella-, vuelca una enorme carretilla de cemento. Otro, lo extiende y aplana con las manos desnudas. Una tercera, coloca periódicos encima y su compañera, para que no se vuelen con el aire, esparce arena sobre ellos.Los paseantes, pisa que te pisa, nos encargamos de hacer el resto.

          Aún así, quise intuir -aún más ingenua de mi y romántica-, que la obra creativa era fruto de un mandatario anterior, más sensible, ahora defenestrado y sustituido por una bestia parda (especie predominante del país).

          Pero. la tercer día, ya constaté, con decepción, que Calcuta, -como la cocina de Ferrán Adriá- se construye y deconstruye, constantemente. De tal forma, que nada parece lo del día anterior y tampoco, es posible imaginar la entrega siguiente. A estas alturas, mujeres-albañiles de cierta edad, colocan enormes bordillos, rodeados de la nada, de arena o de grava, que hay que ir saltando o esquivando, como si fuera una carrera de obstáculos. Y, mañana..., Vishnu, Brahma o Shiva dirán.

          Aunque seguro, estaremos aquí para verlo, dado que aún no tenemos cerrada nuestra salida de un país que tras dos trepidantes meses, ya nos cansa.

          Desde hace ya varias semanas, he tenido la constante y agobiante sensación, de que el momento que estábamos viviendo, no iba a acabarse nunca (generalmente, en los transportes diurnos). Por no hablar del indiómetro, que desde hace tiempo, tiene su aguja en la zona más roja. Aunque eso,ya no es problema: acaba de explotar y se ha hecho añicos.

          Por lo demás y a la espera de la decisión, que nos saque de aquí, nuestros días transcurren entre cervezas, comidas copiosas -con el consiguiente ardor de estómago-, siestas a cualquier hora y sobre todo, bajo la alcachofa de la ducha de agua fría, para combatir el insoportable calor húmedo, que ya no esperábamos, después del buen tiempo en Allahadabad y Varanasi.


          Pero, Calcuta y por múltiples razones -entre las que no se encuentran la calidad de los alojamiento económicos, con bibhos varios incluidos en los colchones-, ¡es, sin dudarlo, mi lugar favorito de India!.   

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola

he estado en India pero no en Calcuta y nunca pensé, que tuviera calles tan chulas. En general muy buenas las fotos del blog.

Salu2

Eva dijo...

Hola:

Para nosotros, Calcuta, es la mejor gran ciudad de India y podríamos vivir allí años. Eso sí, alquilando algún pisito, porque los alojamientos baratos son lamentables.

Por lo demás, buena comida, excepcional mercado y mercadillo, no muchos plastas y suburbios alucinantes, si se investiga un poco (fácilmente accesibles en transporte público).

Saludos y gracias por leernos.

Anónimo dijo...

Ja, ja, ja. Qué gracias me ha hecho lo del indiómetro!!. Me lo estoy pasando genial con vuestro viaje.

Un besito

Raquel