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viernes, 12 de septiembre de 2025

La inolvidable y mágica noche de Barón Rojo y la banda municipal de Valladolid

         Las tres cosas, que más me gustan en esta vida son viajar, la música y Madrid, dejando a la cerveza, como ente superior y guía de mis destinos. En materia musical somos ochenteros -cada vez menos, por saturación - y sobre todo, del amplio y difuso género indie (algún día alguien se remangara y lo clasificará).

          De verdad. Somos ya mayores, pero intencionadamente, nunca habíamos asistido a un concierto de una banda heavy. Otra cosa es, haber pasado por allí y quedarnos un ratito o toparnos con un grupo de ese género en un cartel compartido con otros artistas.

          Pero si y como única presencia en estás fiestas en la Plaza Mayor de Valladolid, decidimos, muy ilusionados, presentarnos en el concierto de la legendaria banda Barón Rojo. Dos eran las motivaciones principales para plantearnos está experiencia: no solo son heavy sino hard rock y esa categoría de música si nos gusta y la actuación iba a ser junto a la banda municipal de música de Valladolid. La mezcla entre lo pasado, lo duro y lo sinfónico nos excitaba bastante.

          Y allí nos presentamos y allí se presentaron todos ellos, en lo que ha sido una de las vivencias más vibrantes y satisfactorias de los últimos años. ¡Un auténtico chorro de placer!.

       La plaza no está llena, aunque no hay mala entrada para ser un grupo, que se fundó en 1980. Ha venido gente de fuera, sobre todo de Madrid. Predominamos los maduros pero hay muchos más jóvenes. Las dos parejas, que se ubican detrás de nosotros y que fuman todo tipo de hierbas, se saben todas las canciones al completo y tendrán treinta y pocos. Hay más calvas, que melenas y casi nadie lleva chupa de cuero, a pesar,  de que la noche es fresca. Como la mayoría somos de la generación bajita -ahora las chic@s son como castillos-, el escenario se ve perfectamente, sin tener, que moverse y buscar hueco o ponerse de puntillas.

          Todo puntual. Salen los cuarenta miembros -la mayoría chicas- de la banda municipal y se sientan en la parte de atrás del escenario, junto a la pantalla. El espectáculo comienza con una proyección de aviones de combate de la primera guerra mundial y del piloto , que da nombre a la banda. Después, un sensacional solo de los jóvenes sinfónicos y más tarde, el éxtasis. La mezcla de instrumentos es prodigiosa y a los viejos rockeros y a los chavales se les ve compaginadisimos, a pesar de la dificultad de adaptación en canciones , como "los desertores del rock".

          Van desfilando los temas más clásicos: "Resistiré", "Cuerdas de acero", "Los hijos de Caín"-maravillosa-, "Larga vida al Rock and Roll", "Los rockeros van al infierno". Y casi todos y sin casi charlas o gracietas, presentados a la antigua usanza: nombre de la canción, álbum y año de edición. ¡Nos encanta esta manera vintage!.

          Y mientras tanto, en la pantalla, se proyectan calaveras, esqueletos rompiendo guitarras contra bafles, puños de hierro, dedos rockeros, ojos rojos, telarañas, que el director de la banda municipal ve perfectamente, porque está de espaldas al público. ¡Fantástico!.

          Llega el momento final y es hora de tocar su primer single, que no está dedicado a una jovencita de quince años chapada a la antigua, "si no a los chorizos de la compañía discográfica CBS". Y por ello se llama: "Con las botas sucias ". Les mataban de hambre, mientras sus directivos vivían en la opulencia.

          Uno de los momentos más tiernos es cuando los de Barón Rojo tocan un tema solo musical y las chicas y chicos dejan los instrumentos, se ponen de pie y bailando y aplaudiendo se suman a la ovación del público a esta gran banda rockera.

          La canción "Insurrección" de El último de la Fila, no es de desamor, como se podía pensar, sino contra la rácana compañía PDI, que tampoco los trataba muy bien.

          Este fin de semana, compaginaremos las fiestas de Valladolid, con las del pueblo de Barajas, en Madrid, donde toca Marlon, que nos encanta.

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