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miércoles, 22 de octubre de 2025

Sidi Kauki y la anarquía tranquila

           Llegamos a Esaouira, desde donde partiremos mañana a mediodía, de regreso a Madrid. No sabemos, si dormir aquí o hacerlo en Sidi Kauki, destino -la vagancia siempre nos puede-, sobre el que no tenemos demasiadas certezas.

          Y si. Tras arribar allí y tras casi una hora de autobús, la cosa nos sorprende. Nosotros imaginábamos un pueblito de pescadores tradicional y apacible. Lo último es cierto, pero de lo primero nada.

          Sidi Kauki se mueve entre el desorden, la apatía, la búsqueda de oportunidades, el delirio neo hippie y sobre todo, una playa fantástica, interminable, melosa y donde hacer, lo que te dé la gana resulta bastante sencillo, porque normas -al menos, no hay mucha suciedad -, sencillamente, no existen.

          Si quisiéramos plasmar en pocas lineas una guía práctica sobre Sidi Kauki, podríamos decir:

          En materia urbanística no es un lugar organizado al uso. Cada uno ha construido donde y lo que le ha dado la gana y así parece, que va a ser por largo tiempo.

          Líbreme Alah de criticarlo. Simplemente, lo expongo: un caro restaurante por aquí, un alojamiento precario por allá, un negocio de camellos o paseos en caballo en esta esquina - al calor y el olor de las cagadas, que no recoge nadie -, un chiringuito aislado donde la cerveza te sale a siete euros y el gin tonic a nueve...

          La mayoría del lugar está sin asfaltar y los irrespetuosos conductores te axfisian de polvo. Existen algunas zonas donde se han construido bordillos, como incipiente modelo urbanístico. A partir de ahí, cada uno, que ha comprado un terreno o edificación, ha hecho, hace o hará seguro, lo que quiera. Una bella anarquía, ¿sostenible?. Pues, ni que a Tito Moha una vez superadas las revueltas juveniles, le importara algo.

          Definitivamente, no existe forma posible de dormir en Sidi Kauki, así, que volveremos a Esaouira y terminamos encontrando habitación y amparo, en el primer lugar, donde nos alojamos hace casi dos años, al inicio del décimo viaje largo (posteriormente, hemos estado en otros dos, también interesantes y baratos).

          Atardeciendo ya, tenemos nuestro último encuentro con el omnipresente pescado, en forma de cena, pero también, a través de los innumerables puestos de venta de peces frescos, que acaban de llegar al puerto y que ofrecen su mercancía. Mucho mundo tenemos, pero la mayoría de especies marinas expuestas, ni las conocemos.

          Y llega la vuelta. Nuestra querida Ryanair se empeña en separarnos en el avión y nosotros, en juntarnos, aunque después de treinta y siete años y medio de relación, podríamos quedarnos solos un rato.

          Llegamos a casa a las tres de la madrugada y mi pareja entra a trabajar a las siete. ¡Así somos y probablemente, así seguiremos siendo!.

          Y si y al fin, en Esaouira llego la cerveza, en la abarrotadisima tienda, ubicada frente a la muralla. La mayoría, clientes locales, aunque incluso guiris, acompañados por guías del lugar. Todos, incluidos nosotros, pudientes, porque la misma cerveza de medio litro, que valía 16 dirhams hace dos años y 20 hace uno, ahora sale por 24 (2,30€). ¡Tito Moha nunca pierde y su avaricia nos arrastra a todos! 

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