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martes, 21 de octubre de 2025

Sobre costumbres, niños y churris en Marruecos

           En Marruecos la actividad vital y comercial no empieza hasta tarde por las mañanas. No son muy de madrugar. En la tarde se incrementa el bullicio con los hombres en los bares y las mujeres en grupo y con sus "churus", dándolo todo (cuerpos orondos tienen de sobra para ello). A las diez de la noche y con precisión suiza, todo se va diluyendo, caen con estruendo las chapas de los negocios, se agotan las ultimas conservaciones breves y llega el silencio duradero, tan solo alterado por el molesto rugir de las motos furtivas o el maullido de las trifulcas de los gatos.

          Pero hoy y en Safi, no ocurre así. Son las once de la noche y desde nuestros aposentos contemplamos y escuchamos una abrupta -el árabe siempre suena así, aunque hables con cariño y mimo- conversación monocorde. Si, monocorde, porque como ellos no beben alcohol no se alborotan más de la cuenta. Y al final, también largos, porque en ese ambiente de férrea masculinidad, no existe la posibilidad, de que una churri te distraiga para llevarte al huerto y al sinfín de tus sueños. Pasada ya de largo la medianoche consigue reinar la paz.

          Abandonamos Safi, con el tiempo revuelto, como ayer, aunque con constancia, el sol se va imponiendo. El autobús a Esaouira es entre reguleras y maleras. Nada de autovía, como en jornadas precedentes y si, pueblo tras pueblo, aldea tras aldea e infinitas paradas en medio de la nada, donde siempre baja alguien. Todavía nos sorprende este hecho y eso, que llevamos observándolo décadas a lo largo de todo el tercer mundo.

          Al final y tardando media hora más, que ayer, para 30 kilómetros menos, llegamos a la estación de buses  de la antigua Mogador, de infausto recuerdo para nosotros, durante el Ramadán del año pasado, aunque ahora no vamos a recordar eso. Las obras y otros imponderables dificultan  nuestra movilidad 

          Para llegar hasta el autobús que nos deposite en Sidi Kauki, no resulta necesario ingresar en la medina. Basta con arribar al exterior de la muralla, que se encuentra frente a la tienda de la cerveza, abierta y donde un camión descarga decenas de cajas.

          De todas las partes van saliendo niños: unos distraídos, otros timoratos, la mayoría vacilones y osados y solo unos pocos, descarados o con malas intenciones. Le digo a mi pareja: "ya tengo la frase para iniciar mi próxima novela". "¿Cuál?", responde. "Amaneció un lunes y todos los niños de Marruecos y  misteriosamente, habían desaparecido ". "Y, ¿qué pasó después?", me interroga. "No lo sé, tengo que darle cuerpo al argumento, pero ya tengo el final: todos habían sido empalados en la exuberante muralla de Tiznit". No os confundáis: a nosotros nos encantan esos pequeños seres humanos.

          Desde la muralla de Esaouira existen diversas líneas de autobuses a los alrededores. Para los viajeros, la más interesante es la 2, que te transporta al aeropuerto y a Sidi Kauki. Hay cierta frecuencia a primera hora y por la tarde y menos en las horas intermedias.

          Los horarios los encontráis fácilmente en internet, pero no debéis fiaros de ellos. Siempre resulta bueno preguntar al conductor, previamente, porque no se corresponden con la realidad y además, no todos llevan a cabo el mismo recorrido. Los hay, que paran en el aeropuerto, los que no y los que lo hacen a la ida o a la vuelta, sin criterios lógicos. ¡Un lío, que el amable driver os va a resolver!.

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