En El Jadida encontramos cerveza a medias. A pesar de su pasado portugués, ni una sola tienda de alcohol. Ni siquiera en el Carrefour, donde al menos, es posible comprar agua relativamente barata. Porque en la mayoría de tiendas, 1,7 litros de Coca Cola o Fanta, cuestan lo mismo o parecido, que un 1,5 del líquido elemento. ¡El alcohol es impuro, pero el azúcar hasta la muerte y hasta destruir las venas!.
En realidad, si es posible tomar cerveza en El Jadida y nada lejos del mencionado supermercado francés, pero no os vendemos el plan: un garito cutre, caro, con clientela y dueño poco fiables e incluso, con angustiosas habitaciones para alojarse. ¡Bueno, a otra cosa!
Abandonamos El Jadida en un autobús de Sáhara Prestige, siempre circulando por autovía y sin paradas y en dos horas nos ponemos en Safi, a escasos 120 kilómetros de nuestro aeropuerto de vuelta, en Esaouira. La estación se halla a unos dos kilómetros de la calle peatonal principal -casi colindante con la medina-, aunque el trayecto resulta incómodo por las numerosas rotondas.
Este tipo de viajes son un poco agotadores, porque todos los días hay, que buscarse las habichuelas, en forma de transporte, alojamiento, comida, visitas... Y ya, cuando lo tienes todo controlado, te largas para otra parte. ¡Y suma y sigue!
Al menos, en Safi, el alojamiento no va a suponer un problema, porque nos quedamos en el primero, que preguntamos, bastante céntrico. 130 dirhams por una habitación grande, aunque antigua, con wifi dubitativo, pero con ducha. Es difícil dormir en Marruecos por este importe.
Desconocemos el motivo, pero los de la Lonely Planet -guias venidas muy a menos- deben tener manía a esta ciudad, tachándola de poco interesante. Pues no y no.
Safi está bastante bien y más hoy, que el calor ha remitido, está nublado y y a ratos, debemos ponernos el jersey.
Su medina es de las más arqueadas y abovedadas del país alauita y aunque resulta tranquila, tiene bastantes puestos de cerámica, sector motor de la ciudad, que tiene numerosos hornos y tiendas en una colina colindante.
Y además aquí, vamos a comer el bocadillo de anchoas fritas más rico del viaje y tan solo por 7 dirhams.
En 2010, ya se hablaba de la reconstrucción de la fortaleza de esta ciudad. Ahora y tímidamente, andan en ello, aunque la cosa va para larguísimo. Sí han construido un agradable y cómodo paseo marítimo -o corniche -, aunque el entorno paisajístico no resulta nada privilegiado.
A unos cinco kilómetros y por un camino sencillo, rodeando el feo puerto, se encuentra una extensa -mas ancha, que larga-, playa de arena fina y dorada, parecida, a la que hemos visto está misma mañana en El Jadida. Ambas están impolutas. Menuda diferencia con 2010, año en que eran soberanos vertederos de basura y excrementos.
El día termina con un placentero paseo por la zona,supuestamente, peatonal plagada de motos, bicicletas y de la última novedad del país, no vista en viajes anteriores. ¡Si!. Aquí también han llegado los putos patinetes eléctricos!.
Mañana partimos para Esaouira y Sidi Kauki, en lo que será la última fase del viaje. Es seguro -vamos a tiro hecho-, que allí podremos engullir la primera -y unica- cerveza de este periplo.
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