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sábado, 25 de enero de 2025

Lo bueno de Dakhla y como orientarse

   


       Como ya se dijo, Dakhla es una península en forma de dedo alargado. Por ello, sus dos principales arterias -calle y carretera- dan al mar, aunque, como veremos más adelante, se trata de litorales muy distintos. Existe una vía perpendicular a ambas, ancha, bien asfaltada y repleta de bonitos murales, que las conecta.

          En la calle principal se encuentra el paseo marítimo fraccionado en mil partes, debido a los molestos complejos militares. La playa es tan larga, como fea y llena de piedras. El agua tiene mal color y apenas se agita, ni siquiera las jornadas de más viento.

          Nos ponemos en la plaza principal, casi la única de la ciudad, bien cuidada, arbolada, con una fuente y con la fea iglesia cristiana del Carmen. Con el mar de espaldas, podemos ir hacia la izquierda. A doce minutos caminando, se encuentra la plazoleta de los hoteles económicos, el mercadillo nocturno, los restaurantes y la mayoría de tiendas pequeñas de alimentación (en Dakhla no operan ni Carrefour, ni Marjane, siendo la única cadena de supermercados MOD). Si se continúa en el mismo sentido, se llega al mercado municipal interior y exterior, a la gran mezquita y al extraño y cutre cementerio. Tras un desagradable polígono industrial, se arriba a una punta rodeada de mar y de un paisaje bastante horrible.

          Si se camina hacia el derecha, se encuentran, sucesivamente, una buena y barata pastelería de bollería dulce y salada, la sórdida tienda de alcohol -la lata de cerveza de 33 centilitros, a 2€, por lo que no compramos ninguna, habiendo traído el güisqui de España en botecitos -, el aeropuerto y barriadas populares y populosas, que llevan hasta una puerta estilo árabe, en mitad de la carretera. A un lado y de forma casi permanente, el mayor acuartelamiento de la ciudad y en frente, embajadas y edificios oficiales.

          Volvemos a la plaza principal y casi de frente, abordamos  la calle perpendicular de los murales, que lleva hasta la otra costa. Nada más salir al mar, ya nos encontramos con unos espectaculares y bulliciosos acantilados, aunque no se ven del todo bien, porque están hacia dentro. Si vas hacia la derecha y por un camino desigual, abrupto y molesto llegas hasta el faro, algo deteriorado y construido por los españoles, en 1920, cuando esta localidad se llamaba Villa Cisneros.

          Hacia la izquierda, arranca una plana pista, que termina en un cuidado y desierto paseo marítimo. El premio para el andarín son dos impresionantes playas, además de acantilados más visibles. La primera está encajonada entre rocas y resulta de difícil acceso -aunque no para los lugareños, que bajan a pescar con enormes neumáticos negros -, mientras, que la segunda, de arena fina y a la altura del asfalto, es ancha y disfruta de tantas revoltosas olas como de espuma. 

          Llegados aquí, os recomendamos, que volváis por el mismo camino y que no copiéis nuestra gilipollez, de ir por una arteria paralela a la de los murales, donde se ubica un horroroso polígono industrial repleto de basura y una barriada infame de aluvión -o de garbanzón, quizás -, absolutamente plagada de obras, socavones, pedruscos y arenales.

          Por tanto, hay buenas playas sin irse muy lejos de Dakhla y sin llegar a la famosa de Puerto Rico, ubicada al sur, a unos 80 kilómetros.

          Para terminar este post, dar las gracias a la pareja autora del blog salimosdebilbao, que con su relato del viaje a la zona en 2017, nos ayudó bastante.

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