Nos levantamos el sábado, muy animados, en busca del segundo gol del hat trick. Medina y su fiesta ochentera eran nuestro destino -a pesar, de que estamos hasta los huevos de aquella gloriosa época-, porque además, aunque habíamos estado varias veces en este lugar de cañas, ni siquiera hemos visto de lejos, el celebre Castillo de la Mota.
Pero, inexplicablemente, el ambiente fue decayendo y el plan se fustro, acabando de compras en el Lidl. Dijimos : ¡Nos reservaríamos para el concierto de Inmaculate Fools, en la noche del domingo, en las fiestas de San Antolín, de Palencia!
Pero, tampoco. Lo preparamos todo, ordenadamente, hicimos la mochila y hasta llegamos a salir de casa, rumbo a la estación de trenes. Pero, a medio camino la pereza y las malas vibraciones domingueras pudieron con nosotros y regresamos a casa.
Nos consolamos: mañana toca Iván Ferreiro en el mismo escenario palentino y esta vez, si. Y además, con transporte gratis, gracias a la copia de la Junta de Castilla y León, con los autobuses, de lo que hizo el gobierno con los trenes y que inexplicablemente, ha abandonado.
Por lo demás, ha habido algunos cambios en nuestros planteamientos viajeros hasta final de año y algunos más habrá. Amortizadas de antemano las fiestas de Valladolid, tributo a un ayuntamiento severamente rancio y casposo, planeamos el próximo finde a Madrid -con billetes de AVLO comprados desde hace tiempo - y los dos siguientes, entre Asturias y Cantabria.
En octubre y en vez de en Alemania, es probable, que acabemos en la región italiana de Friuli - Venecia Julia, donde solo conocemos Trieste. Parece un plan más factible.
Y para el periplo por el norte de Argentina, en diciembre, hemos cambiado de destino de aterrizaje, por logística y precio y volaremos a Santiago de Chile (La Paz está más cerca, pero es bastante más caro). Es posible, que ampliemos ese viaje hasta finales de enero, tomando vacaciones del año que viene.