Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

jueves, 31 de julio de 2025

La hostelería tocada y esperamos...que el actual modelo se hunda.

          Si nosotros tenemos una cantidad de ahorros muy importantes -no daremos la cifra, mientras no nos invite Broncano a La Revuelta, aunque haced cálculos de que  resulta bastante elevada-, es sobre todo, debido a inversiones muy acertadas a lo largo de la vida - nuestros trabajos han sido, felizmente intermitentes- y además porque hace más de treinta años, no pisamos un bar,un restaurante o una terraza en el primer mundo y así, no hemos sido víctimas del latrocinio descarado, que a diario se comete en estos establecimientos.

          Y eso que de jóvenes, quemábamos la noche, la tarde o lo que se pusiera por el medio, hasta gastar la última peseta de entonces. ¡Pero eran otros tiempos!. Menos tóxicos.
 
          En un reciente y largo reportaje del diario.es , que cayó en nuestras manos hace poco, los hosteleros de la emblemática Sóller, en Mallorca, se quejaban amargamente, porque tienen las terrazas medio vacías este verano y casi nadie paga ya 4€ por un café o 25 por un discreto menú del día. Ya era hora de que se les empezara a terminar el descomunal chollo, entendiendo eso sí, que vivimos en un mercado libre y cada uno pone los precios, que le da la gana.

          El hosteler@ es por lo general, una persona gris, arisca, egoísta y poco empática. Y digo hostelero y no camareros, cocineros, etc, que son otra cosa. Desde hace años, se creen las víctimas de España, apoyados por esa señora, cuyo novio es presuntamente defraudador -aunque confeso-, haya pandemia o no.

          Se pasan el día, la tarde y también la noche, lloriqueando por las esquinas, para quien los quiera escuchar, que desgraciadamente, no son pocos. Se quejan de los ciudadanos, de las instituciones o de quien se ponga por el medio. Pagan unos salarios de mierda, pero la culpa no es de eso, sino de que la gente no quiere trabajar y prefiere la paguita. ¡Ojalá tuvieran, que vivir ellos con menos de 500€ al mes!.

          De forma agresiva, invaden las calles con sus cientos o miles de mesas y sillas desordenadas y no te quejes por la difícil movilidad, porque como mínimo, te llevas una mala contestación, sino dos hostias.

          En ese reportaje anteriormente citado y por supuesto, la culpa de todo es de los demás, no asumen una sola responsabilidad. Primero, que a ellos les vaya mal, es culpa de las aerolíneas, que han subido los precios de los billetes. Pero yo sigo volando por Europa y el norte de África por 15€ -y menos- como hace cinco años.

          Después, es imprudencia de los apartamentos turísticos, que no solo han elevado sus tarifas, sino que invitan a la gente -a mano armada- a comprar en los supermercados y a cocinar. ¡Ni que no se hubiera hecho, desde hace cincuenta años, cuando los primeros curritos iban quince días a Benidorm!.

          Y también, cargan contra la gente. Según ellos, ahora viaja cualquier persona con pocos recursos -o que no se los quieren gastar en sus desgarradores negocios-, que compran el bocadillo y la lata de cerveza en las tiendas de 24 horas de los chinos o de los indios o que les ocupan una mesa de la terraza seis personas y solo piden un zumo para todos (eso aseguran ellos, aunque nosotros no hemos visto nada parecido). Por cierto, por el susodicho jugo te soplan 6,5€.

          Autocrítica cero y se ofenden hasta el infinito, si les sugieres que sería necesario, que ajustarán los precios. Radicalmente, te dirán que no. 

          Y además amenazan: "Lo que vamos a hacer es bajar la calidad". Ya es lo que faltaba por oír, teniendo en cuenta, que más del 90% de la hostelería de masas y especialmente en comida, siempre ha servido género poco fiable -o altamente procesado- y en muchas, muchas ocasiones, alcohol de garrafón. Aún recuerdo aquella fabada, que no pude comer, hace años en el Lago de Sanabria, porque además de ser de bote, no se habían molestado en descongelarla correctamente. Puse una reseña en mi entonces web y poco más, que me amenazaron de muerte 

          Y lo que nos quedará por escuchar de estos sátrapas!.

          Por no hablar de la nueva moda venida del norte y el centro de Europa, por la que los restaurantes obligan a gastar un alto importe mínimo por persona, lo quieras, te lo comas, lo bebas o no.

          ¡Basta ya de invadir las calles y plazas de nuestras ciudades y de tomar el pelo y de saquear, impunemente, a gente honrada y poco formada!. 

          El turismo en España supone casi el 13% del PIB; la hostelería, el 6,7%, aunque los datos incluyen también los alojamientos -de los que ya hablaremos en el próximo post- y no hemos encontrado el desglose. Defendamos la economía patria y no dejemos, que un amplio grupo de especuladores y sinvergüenzas maten la gallina de los huevos de oro.

miércoles, 30 de julio de 2025

¡A viajar a cualquier parte, que no sea , España!

           Corría julio de 1988, cuando mi pareja y yo, empezamos la relación, que a día de hoy, aún mantenemos. Pronto, comenzaron los viajes. Primero por España y no tardando mucho, por Europa.

          Nuestro primer destino continental en marzo de 1989, no fue demasiado original: París, pero nos sirvió para foguearnos, a lo grande.

          Con nuestros pocos más de veinte años, nos trataron de estafar en un alojamiento, consiguiendo impedirlo. Por otra parte y desde el principio, nos dimos cuenta, de que no todo era rancio en España y avanzado por ahí, cuando una tosca señora francesa nos echó la bronca por besarnos expansivamente en la calle. Estuvimos más de una semana, en la que no entendimos nada, de por qué la capital francesa era la ciudad de la luz y el glamour.

          Pero, lo que más nos chocó, fue la abismal diferencia de los precios de las cosas en Europa -en Austria, por ejemplo, salimos realmente asustados y casi con hambruna-, que en muchos casos, duplicaban  los de nuestro país. No obstante, parecía normal, porque ganaban, bastante más, que nosotros.

          Hoy en día -y hace algunos años, también - esas diferencias no solo han desaparecido, sino que España y a lo bestia, se ha convertido en uno de los países más caros -si no, el que más -, del viejo continente. Con un sueldo medio de dos mil cien euros -y un salario mínimo de mil ciento ochenta y cuatro-, estamos bastante por debajo de Francia -alrededor de tres mil quinientos y mil ochocientos, respectivamente - y de Italia, nuestros dos últimos destinos. En el país transalpino no existe  un SMI fijado por ley, pero la media de ingresos es de unos tres mil euros al mes.

          Por no cansar mucho, resumo: el anterior fin de semana y consultando Booking, era prácticamente imposible encontrar una habitación en Asturias y Cantabria por menos de 100-120€. Nosotros, en Toulouse, Marsella, Reggio Calabria y Lamezia hemos dormido por menos de 50. Las excepciones fueron las turísticas Carcassonne y Tropea, pero aún así, en estos lugares existen ofertas, rondando los 70.      

          Sobre la hostelería no voy a hablar en este post -aunque si, en el siguiente, para no dejar títere con cabeza-, pero los precios son absolutamente abusivos a lo largo y ancho del continente, por lo que allá cada uno con su vida.

          Cierto periódico nacional ha llegado a sugerir, que sale más, a cuenta ir a Bali, que a Mallorca o Menorca .Aunque la comparación nos parece algo exagerada, al ritmo, que van las cosas...

          Pero, además de hacer turismo o viajes, hablemos de la cesta de la compra y del día a día. La brutal inflación ha llevado a España -junto a Portugal, Reino Unido o Albania-, que hayamos visto  últimamente- a unos precios desproporcionados en la alimentación básica, nada acordes con los sueldos.

          Por cierto: si queréis comprar relativamente barato en Francia las opciones son, por este orden, Lidl, Aldi y en ciertos productos, Auchan. Se debe evitar a toda costa el Coop, como en Italia.

          La estrella de los precios bajos en Italia es Eurospin, aunque está cadena de supers, solo la hemos visto en el sur del país y en Cerdeña y no en el norte ( lo cual no significa, que no la haya).

          ¿Cuándo explotará España, como destino turístico de masas?. Creemos y hay síntomas, que lo denotan, que más pronto, que tarde. Lo que aguanten los alemanes y los británico, pero ya ha empezado la desbandada.

martes, 29 de julio de 2025

¡Ave César (parte II)!....y también Alejandro

           El viaje va fluyendo y después de los primeros cincuenta kilómetros, comienza el intercambio comunicacional. Primero, sobre temas generales, como las renovables o las placas solares -quien cuenta con un tejado, tiene un tesoro -y después, sobre asuntos más personales.

          César y Conchi -él, antiguo trabajador de Telefónica, ella, maestra jubilada -, entretienen su incipiente vejez haciendo de figurantes en series y películas punteras de plataformas y televisiones. Por supuesto, no viven de ello, pero acumulan experiencias y anécdotas, además de viajar por buena parte de España, porque van a casi todos los lugares, donde los llaman.

          Precisamente, hoy van a la calle Prim, de Madrid, junto a Recoletos, a participar en varias escenas, aunque no saben de que serie es o de qué va, porque según dicen, en este mundo, hay mucho secretismo.

          Y para financiar su tardía afición, transportan a gente, como nosotros, a lo largo del país, según los llaman para los castings.

          Son muchas, las preguntas, que les hacemos, durante el entretenido viaje, pero se nos olvida la más importante: ¿dónde lo pasáis mejor y tenéis más anécdotas, en los rodajes o compartiendo el coche con gente divertida?. ¡Quedará para la próxima ocasión!.

          Pero, ¡oh sorpresa!. El gran tapado del viaje es, Alejandro, que con algo  más de un par de décadas menos que nosotros, ha tenido casi tantas experiencias de nivel como las nuestras. Se trata de un hábil y dicharachero emprendedor, que ha triunfado mil veces y ha fracasado otras tantas o más. Nos cuenta mil historias, pero las resumimos en dos, de distinto calado y consecuencias, aunque ambas muy emotivas.

          Con veintipico y con dos socios, montó un barco fiestero en la bahía de Valencia, con capacidad para cuatrocientas personas. El éxito fue inmediato y las borracheras eran tan descomunales, que pronto, se quedaron sin capitanes que quisieran acometer las travesías, por lo que el proyecto acabó en la ruina y él no, pero sus compañeros terminaron endeudados con los derechos de amarre, acabando la embarcación en el desguace.

          La segunda historia resulta muy contundente y pone los pelos de punta, al más templado. Tuvo un accidente en 4 por 4 en el desierto del Sáhara y terminó debajo del vehículo.

          Sufrió heridas gravísimas y pérdida de parte de órganos vitales, que aún hoy padece y se quedó sin casi sangre en su cuerpo. Como él dice, se vió muerto y fue un milagro salir de aquel hospital desastroso. Pero, sin seguro, no volvió a España en un avión medicalizado, sino en el vuelo de vuelta regular, que tenía, comprado desde el principio del periplo 

          Llegamos a la calle de Alcalá y nos despedimos de tan agradable y amena compañía. Gran y vibrante experiencia, aunque a estas alturas vitales y por no arriesgar, preferimos la tranquilidad y previsibilidad del tren, que los trepidantes viajes compartidos.

          En Méndez Álvaro y sin demasiado calor, cogemos el ALSA para Valladolid y el veraniego viaje languidece y ya no da más de si.

¡Ave César! (parte I)

           Reposamos, sobre el cálido, aunque duro suelo de Manises, mientras tratamos de coger el sueño. Barrunto, que pueda ser, como dicen Veintiuno, que lo que llamáis poliamor, son los cuernos de siempre o, tal vez sea, como indica Sidonie, que los que creéis en la monogamia, también pensáis, que la tierra es plana. O, quizás y como aseguran Carolina Durante, Santi -así, me llamo yo- y Cristina -la estoy buscando sin éxito, porque sigo con Ana, mi pareja de toda la vida-, seamos la dupla histórica de la noche, como se refiere en su temazo, "Granja escuela"...

          Amanece en Valencia, aunque no entre montañas, como en Santiago de Chile, que diría Amaral. Son las ocho y levantamos nuestros cuerpos del piso. Encontramos, todavía fresquitas, cuatro cervezas San Miguel especial, por lo que ya tenemos listo el desayuno.

          Son las nueve y media, cuando nos colocamos delante de la puerta de salidas del aeropuerto. No pasa, ni un minuto, cuando recibimos la llamada de César, que nos pregunta, como nos puede identificar.

          Subimos al cómodo Tesla en la parte de atrás. Cesar es mayor -jubilado ya- y en el asiento del copiloto viaja una mujer coetánea. No nos la presenta, pero pronto, acabamos deduciendo, que se trata de su mujer y no de una pasajera anónima.

          Aún, nos queda por completar el pasaje para iniciar el viaje, a Madrid. En una rotonda de las afueras sube Alejandro. ¡Ya estamos todos!

          César es un conductor muy experimentado -cuarenta mil kilómetros al año o lo que es lo mismo, una vuelta al mundo por el Ecuador - y lleva el coche equipado con la tecnología más puntera, así, que viajamos en volandas, sin esfuerzo y sin superar nunca los límites de velocidad y teniendo a cada rato noticia sobre los radares fijos del aburrido recorrido, que nos va a llevar cuatro horas, parando media en una gasolinera - restaurante, para recargar la batería del coche, que cuenta con una autonomía de 350 kilómetros. Aunque, no es lo mismo, de Madrid, a Valencia, cuesta abajo, que en la dirección contraria.

          César y esposa son buena gente y muy comunicativos, aunque resultan algo frikis, porque la friqueza , no tiene edad. Es muy visible, que ella padece Parkinson.

          En la primera parte del viaje recibimos una clase magistral sobre coches eléctricos y carga de baterías, que no parece casual, pero que es de agradecer, porque nosotros no tenemos ni idea del tema. Es claro, que esta fórmula renta y que por treinta y cinco mil euros, quitando diez mil de subvenciones estatales, puedes hacerte con un vehículo de estos, de Elon Musk.

          Comparado con los días anteriores, la mañana no es muy calurosa y no debemos tirar del aire acondicionado del coche. Mejor, ¡porque César lleva todo el gasto del viaje calculado!.

lunes, 28 de julio de 2025

Bla Bla Car, al rescate

           La primera vez -y única, hasta la fecha-, que nos servimos de Bla Bla Car fue en mayo de 2014, en un recorrido entre Valladolid y Madrid, que daba inicio a nuestro sexto viaje largo.

          Entonces, todo era una chapuza. Desde la forma de contratar, a través de la plataforma -en nuestro caso, no se llevaron un euro, al poder contactar fácilmente, con el conductor-,hasta la forma de concertar las citas o el desarrollo del recorrido.

          Al final, tuvimos una muy mala experiencia en un coche de siete plazas, que paraba más que andaba, que se perdía en las rotondas y que nos dejó en la capital de España en tres horas y media, que es bastante más, de lo que se tarda en el tren o autobús más lento.

          Caímos en desánimo y nunca más hasta hoy, volvimos a requerir los servicios de este gremio organizado de conductores.

          Sí supimos -somos curiosos-, que la plataforma mejoró su forma de gestión y empezaron a cobrar una comisión a los usuarios, cambiando más adelante el modelo y cargándosela a los drivers. Al final, pagas lo mismo, pero una manera es más elegante, que la otra.

          Once años después y debido a los intolerables precios del tren y del autobús no nos ha quedado otra, que acordarnos de Bla Bla Car y está vez -lo detallamos en el siguiente post-, para bien.

          Hoy en día y en Bla Bla Car, la mayoría de los conductores suelen estar bien puntuados, disfrutan de buenos comentarios de los pasajeros, aunque se debe estar atento al precio, porque por el mismo itinerario, te pueden cobrar tres o cuatro veces más, sin ninguna contraprestación, a cambio.

          ¿Que nos gusta de Bla Bla Car? Sin lugar a dudas, la funcionalidad de la aplicación y la facilidad para comparar, elegir y pagar.

          ¿ Que no nos gusta de esta aplicación cochera? Fundamentalmente, que los conductores tengan el privilegio de elegir, si te aceptan o no. Tienen tres horas para decidirse, si es de día y doce si contratas de noche. A ver: cuando yo compro un billete de AVE, de ALSA o pido una pizza a domicilio no tengo, que pasar ningún filtro de idoneidad, por lo que este asunto parece muy feo y atraviesa el umbral de la discriminación.

          El caso es, que tras concretar pequeños detalles, como el tamaño del equipaje o el lugar exacto de recogida, César nos acepta en menos de media hora. Quedamos a las nueve y media de la mañana del lunes y deberemos estar pendientes de un Tesla azul, con una antigüedad de siete años.

Salvo, que sea por prescripción médica, mejor evitar Lamezia.

           Lo malo de los viajes "roller coaster" es, que vivir la noche en blanco sea divertidísima o un horror, termina pasando factura por la mañana, pierdes habilidades básicas y sobre todo, te vuelves muy irascible, con el peligro, que ello tiene. Y además, porque la imperante moda -no hay vuelta atrás- obliga a qué cada vez, se tome más tarde la posesión del alojamiento. Hace décadas y en todos los casos, era a las doce de la mañana y hoy en día, no resulta raro, que sea a las cuatro o las cinco de la tarde.

          Y algo parecido ocurre con el check out, que puede ser a las nueve o diez de la mañana y los propietarios del alojamiento se quedan tan anchos. Actualmente, poder disponer de una habitación o apartamento, durante 24 horas -sería lo suyo- es absolutamente imposible.

          Expuesto lo dicho, indicar, que nosotros hoy estamos tan a gustito en nuestra confortable habitación de Lamezia, con servicios muy cuidados, un amplio baño y potente aire acondicionado, con la temperatura exterior marcando 40 grados y el sol aplastándolo todo.

          Ya no existe más margen y debemos tomar una decisión, sobre como volveremos desde Valencia, a Madrid. No hay sorpresas y lo haremos por 20€ por persona, con un conductor, llamado César, que nos acepta rápido y sin problemas. Para evitar inconvenientes , hemos dejado un margen de doce horas entre el aterrizaje y la partida y nos recogerá en el mismo aeropuerto de Manises, evitando bajar hasta el centro.

          Para volver, de Madrid, a Valladolid, cogeremos un ALSA, durante la tarde del lunes, que se oferta con un 30% de descuento, desde Méndez Álvaro.

          Dormimos genial y a media mañana y ya sin errores, conseguimos volver en tren desde Lamezia Terme Nicastro a la Estación Central de trenes y sin gastar un euro, porque la máquina automática de billetes no funciona (costumbres y normalidad italiana)

          Como ya he dicho, Lamezia es   una ciudad lamentable, asquerosa e insufrible. Sus dos únicos atractivos, una torre y la catedral no llegan a la altura del betún.

          El aeropuerto se encuentra cerca del centro, pero resulta imposible llegar andando, porque hay, que atravesar y transitar por carreteras asesinas. Así, que tomemos un cómodo y funcional autobús -lo único público, que da la talla en esta urbe- y llegamos a la terminal con varias horas de antelación.

          Partimos más de media hora tarde, hacia la capital del Turia, pero eso no afecta en nada a nuestros planes. Dormimos a pierna suelta y tumbados en el suelo en la zona de salidas che, sin ninguna molestia o ingerencia. A las nueve y media de la mañana hemos quedado con César, en la puerta de esta misma terminal.

domingo, 27 de julio de 2025

De la mágica noche de Tropea, a la zozobra de Lamezia

           Versa un cartel, frente a la estación de trenes, de Tropea: "Bienvenidos a uno de los pueblos más bonitos de Italia". Sin duda, lo es, aunque nosotros seguimos super enamorados  de Cinque Terre y de los enclaves de la costa de Amalfi.

          Llega la noche calabresa, pero no desaparecen, ni el calor, ni la humedad (está última, se incrementa). La zona histórica y comercial se hallan muy animadas, aunque sin agobios. Una hora antes de la medianoche, nosotros descendemos hasta la playa, ahora casi despoblada. El ambiente es entre mágico y místico y nos recuerda algo -salvando las distancias, por supuesto-, al que vivimos, hace quince años en la playa de Riazor, de Coruña, contemplando las decenas de efímeras hogueras llenas de deseos en la noche de San Juan.

          El promontorio de enfrente -el de la iglesia -, se encuentra maravillosamente iluminado. Sentados en la fresca arena no vemos el mar, aunque sí, a l@s bañistas, que entran y salen del agua y escuchamos el rítmico sonido de las olas.

          Hay grupitos de personas haciendo botellón, conversando sin más, parejas besándose o tumbadas y permitiendo, que la gruesa arena, llegue hasta sus partes más íntimas. Todo, muy informal y relajado, mientras abordamos la madrugada con calma y con premeditado botellón.

          El sensacional ambiente se trunca, cuando los potentes altavoces del único chiringuito playero -llamado así-, empieza a escupir a toda pastilla, la música urbana del momento, fundamentalmente en español y con las letras llenas de mamitas, culos, coños y demás distopías. Pero el alcohol lo puede todo y hasta acabamos tarareando esos ritmos, nosotros , que somos del indie más radical.

          Sobre la arena, el amor es descarado y no furtivo, mientras afrontamos el bellísimo amanecer y nos batimos en retirada. Habíamos pensado en bañarnos, pero nos puede la pereza.

          Toca volver al Eurospin, que abre a las ocho del sábado, para hacer las compras del día y no complicarnos.

          A las once de la mañana estamos en Lamezia. Junto a Algeciras y Madrás creo, que son las tres ciudades más asquerosas e inhóspitas del mundo (aunque de este trío, salvo a la metrópoli india).

          Veníamos preparados, sabiendo, que como buena ciudad del mundo caótico, este lugar se divide en tres núcleos aislados entre si. Cada uno , más feo que el anterior. Aún así, nos entra la caraja total, nos equivocamos de transporte, andamos mucho más de la cuenta y sobrevivimos a la discusión más salvaje y desagradable del viaje.

          El resto del día, aunque con resquemor, pasa tranquilo en nuestra magnífica habitación en un apartamento turístico, con baño y reparador aire acondicionado.

Scilla y Tropea

           A partir de ahora, encomendamos nuestro periplo calabrés, a Trenitalia, cuyos trenes regionales son frecuentes y de los más baratos del continente.

          Nuestro primer destino es Scilla, a unos 25 kilómetros de Reggio Calabria, hacia el norte, en el estrecho de Mesina y frente a Sicilia.

          Se trata de un pequeño pueblo, casi sin infraestructuras turísticas -salvo caros restaurantes- y con una amplia playa pedregosa, como la de ayer. Además del baño, para apagar el insoportable calor, el mayor atractivo del lugar es su castillo, ubicado en un bonito promontorio. Hay ascensor de pago para subir, pero nosotros sin esfuerzo alguno ascendemos, caminando. Tras un túnel con bonitas vistas marinas, se encuentra otro micro pueblo y un desaliñado puerto pesquero.

          Es la una y cuarto de la tarde del viernes y nos vamos hacia Tropea, adonde arribamos, después de hora y media, en la que se alternan los largos túneles, con los agradables paisajes marinos. La estación de encuentra algo lejos del centro y por los precios, que hemos visto en Booking, somos conscientes, de que de ninguna de las maneras, hoy tendremos hotel y en el mejor de los casos, nos tocará dormir sobre la arena de la playa (aquí, aunque algo gorda, no son piedras).

          Tropea, sin lugar a dudas, es la joya de Calabria y se lo tiene bien merecido. No hay ni la mitad de masificación de la prevista y el turismo es mayormente, nacional.

          La calle principal, que llega hasta el mar está plagada de caros restaurantes, tiendas y heladerías de postín, con más de sesenta gustos. Son típicos de aquí, la 'nduja de Spilinga -una especie de botillo picante, que se unta en el pan -, las cebollas moradas alargadas y los chiles. ¡Todo muy fuertecito, pero rico!

          El pueblo tiene dos espectaculares miradores sobre la bahía. Abundan  los palacios -la mayoría de ellos hoy son B&B- y otros edificios históricos, que dan fuste a las estrechas y bonitas calles secundarias.

          El casco histórico se ubica en un promontorio y la playa abajo, a una considerable y escalofriante altura, que debe ser salvada a través de una incómoda y larga escalera. Es estrecha, curvilínea y superpoblada de sombrillas. Sus aguas -dependiendo de tramos- son verdosas o azuladas y llaman al baño hasta al más de secano y perezoso. Casi enfrente, otra maravillosa y abrupta roca gigante, en cuya cumbre se erige una iglesia y que junto con el arenal, forman una estampa, casi inigualable.

          Fuera del casco histórico, todo es al estilo calabrés. O sea, con aceras estrechísimas, inservibles, destrozadas, llenas de basura o de cosas. Y las debemos recorrer, para llegar al mejor supermercado de Italia, el Eurospin (solo lo hemos visto en el sur del país y en Cerdeña). Nos proveemos de viandas, cervezas y barato y rico Limoncello (ayer, tocó Amareto). Además, casi un kilo de helado de cereza -con guindas enteras- y vainilla, por menos de 2€.

          Calor húmedo, insoportable e incertidumbre sobre como pasaremos la noche, antes de que mañana, partamos en tren para Lamezia.

sábado, 26 de julio de 2025

Reggio Calabria

           No hay sorpresas. Las afueras de Reggio Calabria son tan lamentables y tercermundistas, como esperábamos, porque ya tenemos bastante experiencia en el maltratado sur de Italia. El centro está casi igual de mal y conviene no pasear por sitios, que no sean la larga y peatonal Vía Garibaldi y el paseo marítimo y este último hoy, está cortado en algunas zonas por varios eventos privados.

          Nos toca andar -tipico en el país transalpino - más de cuatro kilómetros para encontrar un supermercado y encima es el Coop, que resulta carísimo. Las aceras son abruptas y estrechísimas, cuándo las hay y están llenas de cosas de todo tipo, menos de peatones. ¡Nos hacemos un India y a caminar por la agresiva calzada!.

          El bonito castillo -fue mucho más grande, pero buena parte de él se lo llevó un terremoto en el siglo pasado-, la iglesia otomana y la discreta plaza del Duomo, con su catedral,  y las estatuas de bronce de dos guerreros griegos de Riace, que se encuentran en el Museo de la Magna Grecia, constituyen los mayores atractivos de esta ciudad,  que tiene, como ventaja, la proximidad del aeropuerto y su céntrica estación de tren, que nos servirá mañana para llegar a Scilla y Tropea, pueblos costeros no muy distantes de aquí. Nos sorprende un bello -aunque muy caluroso y húmedo atardecer-,  que contemplamos desde un animadísimo lungomare.

          Tenemos buenas noticias en cuanto al alojamiento, porque por 43€ y en Booking, hemos conseguido un céntrico apartamento completo para nuestro disfrute. Disponemos de cocina americana bien equipada -incluso con cafetera-, una salita de estar y dos aparatos de aire acondicionado. La habitación y el baño se encuentran en la planta de abajo, debiendo descender por una endiablada escalera de caracol. Sin duda, un lugar muy reconfortante para dejar atrás el caos y las penurias, que hemos padecido esta tarde en esta caótica ciudad y que previsiblemente, continuarán durante los próximos calurosos días. 

          El domingo a última hora y desde Lamezia, regresaremos a Valencia, completando un atractivo viaje triangular.

          En cuanto al retorno desde la capital del Turia, a Madrid, las cosas se complican, cada día más. El tren -da igual, los tres operadores- ronda los cien euros, al igual, que el autobús. No nos va a quedar otra, que tirar de Bla Bla Car, donde hay opciones por menos de veinte. Aunque en el pasado no tuvimos mucha suerte con esta plataforma de conductores.

viernes, 25 de julio de 2025

Aix en Provence y adiós al sur de Francia

           Se acabaron las bondades de Flixbus en este viaje. El resto del transporte en Francia se paga a golpe de atraco, a mano armada.

          Dudamos de si ir, a Aix en Provence, pero a pesar del abusivo esfuerzo económico, no nos queda otra, porque lo demás sería malgastar el tiempo, que no nos sobra, ni estamos dispuestos a dilapidar o regalarlo.

          Pero pongamos los datos sobre la mesa: hacer unos 450 kilómetros entre Toulouse y Marsella y con Flixbus nos ha costado menos de 25€ por persona. Ahora, por los poco más de 20 kilómetros a Aix en Provence y por la misma distancia al aeropuerto marsellés, nos piden, respectivamente, siete y diez euros. ¡Porca miseria¡, ahora, que estamos a punto de largarnos, a Italia.

          Aix en Provence es un lugar interesante, aunque nada espectacular y se ve rápido, porque su atractivo casco histórico se pasea en un plis plas, tras visitar la agradable plaza del Ayuntamiento, el Palacio Episcopal y la algo decepcionante catedral.

          En Marsella, son muy típicas las tiendas de lavanda y de jabón del lugar. En Aix, hay que añadir las de magdalenas con forma de platillo volante, rellenas de casi todo lo imaginable, aunque a precios exhorbitados para una mente económicamente sana.

          En fin. Nos encontramos en el día siete del viaje, agotándolo y quedan cinco. La noche la7u6u7 pasamos en el aeropuerto de Marsella de forma muy cómoda y confortable, dado, que no existen controles de ningún tipo y puedes dormir en el suelo, cuantas horas quieras ( los asientos resultan una tortura). 

          Con todos los objetivos cumplidos, decimos adiós a este trepidante periplo por el sur de Francia y nos disponemos a afrontar el reto de unos pocos días por Calabria, unica región italiana, que todavía, no conocemos.

          Cada día, se nos va complicando la vuelta a casa, desde Valencia, porque los trenes y los autobuses no paran de disparar sus precios. ¡Eso nos pasa por perezosos! Estamos valorando, servirnos de Bla Bla Car, aunque la única experiencia en el pasado con esta plataforma fue realmente muy negativa.

          El vuelo de Ryanair, hacia Reggio Calabria sale con media hora de retraso, aunque eso no nos desestabiliza ningún plan. Llegamos a la punta de la bota del país transalpino y para nada, hace más calor -que ya es mucho-, que en el país galo

          Estamos en un pequeño aeropuerto y el bus al centro de la ciudad es frecuente y barato. ¡Pero no todo va a ser tan fácil en la desgobernada y caótica Calabria!

          Nos esperan días intensos y estamos dispuestos a asumir el reto, porque logros mayores en nuestras vidas, ya hemos conseguido muchos.