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sábado, 26 de julio de 2025

Reggio Calabria

           No hay sorpresas. Las afueras de Reggio Calabria son tan lamentables y tercermundistas, como esperábamos, porque ya tenemos bastante experiencia en el maltratado sur de Italia. El centro está casi igual de mal y conviene no pasear por sitios, que no sean la larga y peatonal Vía Garibaldi y el paseo marítimo y este último hoy, está cortado en algunas zonas por varios eventos privados.

          Nos toca andar -tipico en el país transalpino - más de cuatro kilómetros para encontrar un supermercado y encima es el Coop, que resulta carísimo. Las aceras son abruptas y estrechísimas, cuándo las hay y están llenas de cosas de todo tipo, menos de peatones. ¡Nos hacemos un India y a caminar por la agresiva calzada!.

          El bonito castillo -fue mucho más grande, pero buena parte de él se lo llevó un terremoto en el siglo pasado-, la iglesia otomana y la discreta plaza del Duomo, con su catedral,  y las estatuas de bronce de dos guerreros griegos de Riace, que se encuentran en el Museo de la Magna Grecia, constituyen los mayores atractivos de esta ciudad,  que tiene, como ventaja, la proximidad del aeropuerto y su céntrica estación de tren, que nos servirá mañana para llegar a Scilla y Tropea, pueblos costeros no muy distantes de aquí. Nos sorprende un bello -aunque muy caluroso y húmedo atardecer-,  que contemplamos desde un animadísimo lungomare.

          Tenemos buenas noticias en cuanto al alojamiento, porque por 43€ y en Booking, hemos conseguido un céntrico apartamento completo para nuestro disfrute. Disponemos de cocina americana bien equipada -incluso con cafetera-, una salita de estar y dos aparatos de aire acondicionado. La habitación y el baño se encuentran en la planta de abajo, debiendo descender por una endiablada escalera de caracol. Sin duda, un lugar muy reconfortante para dejar atrás el caos y las penurias, que hemos padecido esta tarde en esta caótica ciudad y que previsiblemente, continuarán durante los próximos calurosos días. 

          El domingo a última hora y desde Lamezia, regresaremos a Valencia, completando un atractivo viaje triangular.

          En cuanto al retorno desde la capital del Turia, a Madrid, las cosas se complican, cada día más. El tren -da igual, los tres operadores- ronda los cien euros, al igual, que el autobús. No nos va a quedar otra, que tirar de Bla Bla Car, donde hay opciones por menos de veinte. Aunque en el pasado no tuvimos mucha suerte con esta plataforma de conductores.

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