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domingo, 27 de julio de 2025

De la mágica noche de Tropea, a la zozobra de Lamezia

           Versa un cartel, frente a la estación de trenes, de Tropea: "Bienvenidos a uno de los pueblos más bonitos de Italia". Sin duda, lo es, aunque nosotros seguimos super enamorados  de Cinque Terre y de los enclaves de la costa de Amalfi.

          Llega la noche calabresa, pero no desaparecen, ni el calor, ni la humedad (está última, se incrementa). La zona histórica y comercial se hallan muy animadas, aunque sin agobios. Una hora antes de la medianoche, nosotros descendemos hasta la playa, ahora casi despoblada. El ambiente es entre mágico y místico y nos recuerda algo -salvando las distancias, por supuesto-, al que vivimos, hace quince años en la playa de Riazor, de Coruña, contemplando las decenas de efímeras hogueras llenas de deseos en la noche de San Juan.

          El promontorio de enfrente -el de la iglesia -, se encuentra maravillosamente iluminado. Sentados en la fresca arena no vemos el mar, aunque sí, a l@s bañistas, que entran y salen del agua y escuchamos el rítmico sonido de las olas.

          Hay grupitos de personas haciendo botellón, conversando sin más, parejas besándose o tumbadas y permitiendo, que la gruesa arena, llegue hasta sus partes más íntimas. Todo, muy informal y relajado, mientras abordamos la madrugada con calma y con premeditado botellón.

          El sensacional ambiente se trunca, cuando los potentes altavoces del único chiringuito playero -llamado así-, empieza a escupir a toda pastilla, la música urbana del momento, fundamentalmente en español y con las letras llenas de mamitas, culos, coños y demás distopías. Pero el alcohol lo puede todo y hasta acabamos tarareando esos ritmos, nosotros , que somos del indie más radical.

          Sobre la arena, el amor es descarado y no furtivo, mientras afrontamos el bellísimo amanecer y nos batimos en retirada. Habíamos pensado en bañarnos, pero nos puede la pereza.

          Toca volver al Eurospin, que abre a las ocho del sábado, para hacer las compras del día y no complicarnos.

          A las once de la mañana estamos en Lamezia. Junto a Algeciras y Madrás creo, que son las tres ciudades más asquerosas e inhóspitas del mundo (aunque de este trío, salvo a la metrópoli india).

          Veníamos preparados, sabiendo, que como buena ciudad del mundo caótico, este lugar se divide en tres núcleos aislados entre si. Cada uno , más feo que el anterior. Aún así, nos entra la caraja total, nos equivocamos de transporte, andamos mucho más de la cuenta y sobrevivimos a la discusión más salvaje y desagradable del viaje.

          El resto del día, aunque con resquemor, pasa tranquilo en nuestra magnífica habitación en un apartamento turístico, con baño y reparador aire acondicionado.

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