Lo malo de los viajes "roller coaster" es, que vivir la noche en blanco sea divertidísima o un horror, termina pasando factura por la mañana, pierdes habilidades básicas y sobre todo, te vuelves muy irascible, con el peligro, que ello tiene. Y además, porque la imperante moda -no hay vuelta atrás- obliga a qué cada vez, se tome más tarde la posesión del alojamiento. Hace décadas y en todos los casos, era a las doce de la mañana y hoy en día, no resulta raro, que sea a las cuatro o las cinco de la tarde.
Y algo parecido ocurre con el check out, que puede ser a las nueve o diez de la mañana y los propietarios del alojamiento se quedan tan anchos. Actualmente, poder disponer de una habitación o apartamento, durante 24 horas -sería lo suyo- es absolutamente imposible.
Expuesto lo dicho, indicar, que nosotros hoy estamos tan a gustito en nuestra confortable habitación de Lamezia, con servicios muy cuidados, un amplio baño y potente aire acondicionado, con la temperatura exterior marcando 40 grados y el sol aplastándolo todo.
Ya no existe más margen y debemos tomar una decisión, sobre como volveremos desde Valencia, a Madrid. No hay sorpresas y lo haremos por 20€ por persona, con un conductor, llamado César, que nos acepta rápido y sin problemas. Para evitar inconvenientes , hemos dejado un margen de doce horas entre el aterrizaje y la partida y nos recogerá en el mismo aeropuerto de Manises, evitando bajar hasta el centro.
Para volver, de Madrid, a Valladolid, cogeremos un ALSA, durante la tarde del lunes, que se oferta con un 30% de descuento, desde Méndez Álvaro.
Dormimos genial y a media mañana y ya sin errores, conseguimos volver en tren desde Lamezia Terme Nicastro a la Estación Central de trenes y sin gastar un euro, porque la máquina automática de billetes no funciona (costumbres y normalidad italiana)
Como ya he dicho, Lamezia es una ciudad lamentable, asquerosa e insufrible. Sus dos únicos atractivos, una torre y la catedral no llegan a la altura del betún.
El aeropuerto se encuentra cerca del centro, pero resulta imposible llegar andando, porque hay, que atravesar y transitar por carreteras asesinas. Así, que tomemos un cómodo y funcional autobús -lo único público, que da la talla en esta urbe- y llegamos a la terminal con varias horas de antelación.
Partimos más de media hora tarde, hacia la capital del Turia, pero eso no afecta en nada a nuestros planes. Dormimos a pierna suelta y tumbados en el suelo en la zona de salidas che, sin ninguna molestia o ingerencia. A las nueve y media de la mañana hemos quedado con César, en la puerta de esta misma terminal.
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