Adiós, a los bonos recurrentes -estoy seguro, que volverán en enero-, a nuestra relación amor/odio con Madrid, al insoportable calor/frío de la estación de Príncipe Pío, a los repetitivos y cansinos olores del centro comercial adyacente, además de a sus estúpidos seguratas.
Adiós, a las deficientes máquinas de convalidación de billetes de cercanías y a los constantes problemas operativos de RENFE, que nunca sabes, donde te terminarán dejando tirado.
Adiós, a las noches de vino y rosas en el aeropuerto de Barajas, compartiendo techo y comida con los mendigos, durante todas las estaciones del año y en la cuatro terminales
Adiós, a perder el tiempo en parques, plazas y otros asentamientos de Madrid, esperando tomar un tren de vuelta a casa. Adiós a los conciertos de los barrios, a las paellas gratuitas y al botellón infinito.
Adiós, a contemplar, como Madrid te mata y te revive, a cada instante, mientras las hordas turísticas, lo arrasan todo.
Adiós, a un fantástico crisol, gobernado por políticos fascistas, torpes e intolerantes.
Adiós, a todos los negocios, que vimos nacer, crecer o morir en la capital, en estos tres increíbles años. Adiós, igualmente a las eternas e insoportables obras de Madrid.
Good bye, Caixa Forum, Serrería Belga, Reina Sofía, Museo Arqueológico, Fundación Canal, Casa Encendida..., que tanto nos habéis dado. Y a los cadáveres de otros lugares, machacados por la derecha, en los últimos tiempos, como el edificio de Tabacalera, por ejemplo, o la antigua UNED, que llegó a ser casa social de los vecinos del barrio.
Adiós, al ascensor de Plaza España, roto un día si y otro también. Adiós, a los impagables precios de casi todo -ya lo dicen muchas canciones indies-, a las tiendas de los indios/chinos y a los supermercados 24/7.
Adiós, a Samplia, que tanto tiempo nos ocupó en busca de recompensas gratuitas, unas veces gratificantes y otras, decepcionantes. Adiós, a las decenas de tabletas de turrones variados, que nos hemos comido by the face en la calle Mayor y la del Arenal.
Adiós, a los carísimos alojamientos de Madrid, aunque lamentablemente, no podamos despedirnos para siempre del monopolio de Booking.
Adiós, a esos pueblos madrileños -la mayoría ciudades -, que nos hicieron felices. Adiós, a los problemas con la catenaria.
Adiós y mil veces adios, a tres fantásticos años de nuestras vidas.
¡Vale ya! Podíamos seguir despidiéndonos, eternamente y aún así, dejaríamos emociones por contar.
El transporte gratuito debe volver, más pronto que tarde, porque beneficia a muchísima gente y al caudal de sus vidas.
No entenderemos nunca, con un gobierno progresista retira estas ayudas, mientras el PP las implementa en Castilla y León en el transporte regional y local.
Como dijo Mago de Oz el otro día: " Peter, nos has salvado del 5% de la OTAN". Pues, yo añado: " déjanos seguir siendo esclavos de RENFE" (que en nuestro beneficio, llevamos también, nuestra tortura)
¡Falta un día menos, para que vuelvan los bonos gratuitos del transporte!
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