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miércoles, 20 de agosto de 2025

Angustiados, porque el norte ya no es verde

          A nosotros, desde hace décadas, nos socorre un ángel: visto lo visto y tal, como andan los fuegos, hemos hecho muy bien en no ir este puente al Lago de Sanabria.
  
          La temperatura ha caído en picado, el fresco aire lo alborota todo, aunque a nosotros nos cuesta perder el calor y seguimos con cierta deshidratación, por lo que nos zampamos un kilo de helado del Lidl para desayunar. A lo largo de la tarde, sin embargo y atrapados por un furibundo nublado, terminaremos poniéndonos el jersey. La playa de San Lorenzo tiene la mitad de gente, que ayer y son pocos los valientes, que se bañan.

          A la una, tenemos cita con otro grupo tributo, en este caso, de música internacional de siempre. Se llaman The Clasic Rock Band. Hablar -o cantar- con un inglés de mínimos, sigue siendo la asignatura aprobada de este nuestro país. ¡Que le vamos a hacer!

      Ponemos el GPS, para que nos lleve a Campa Torres, distante unos 6,5 kilómetros del centro. Ya estuvimos en ese lugar, durante el invierno de hace cuatro años y se encuentra algo deteriorado. Los castros prehistóricos han perdido parte de su techo y lo que era una prospera pradera, ahora es un patatal.

          Durante décadas, llevamos yendo al norte en verano y siempre lo vimos verde y frondoso. Este año está hecho un auténtico asco y tendremos que aguantarlo y adaptarnos, al igual, que a los gilipollas - por no decir palabras mayores -, que niegan el cambio climático.

          Se debe tirar de mucha imaginación para hacerse una idea de cómo fue este enclave en la ya lejana edad del hierro, porque los restos son mínimos.

          Pero, las vistas lo compensan todo y eso, que el mar hoy se encuentra bastante quieto. Por un lado, contemplamos la fantástica playa de Aboño, con escasos bañistas. Pero se ve la de Xivares y al menos, un par de rías discordantes, que se adentran en la escarpada costa. Por otro, el panorama desde Cabo Torres -a pesar de su feo faro-, se torna espectacular, divisando desde lo alto varias enrevesadas cuevas marinas.

          Algunos conciertos de las fiestas han sido en la Plaza Mayor, pero allí ya han desmontado el escenario. Los pocos que quedan se celebran en la Playa de Poniente, un marco extenso y práctico, aunque sin encanto alguno. Para nada, somos nosotros catetos del terruño, pero debemos reconocer, que la Plaza Mayor de Valladolid supone un escenario incomparable y sugestivo para cualquier evento musical (hasta para los que no nos gustan).

          Nos hubiera apetecido otro plan, pero como no lo hay, nos dejamos llevar por el espectáculo del Grupo Radar, que ofrecen sobre su camionaco de diez metros de alto. Digamos, que son una versión mejorada de las verbenas de toda la vida. Saben sectorizar bien los géneros, para atraer a todo el mundo. Desde la música casposa italiana del siglo pasado, hasta éxitos internacionales de toda la vida o del más recalcitrante pop patrio, pasando por lo que sea. La modernidad y espectacularidad de estos escenarios móviles ayudan mucho a entrar en éxtasis, aunque lo que estás viendo, no te apasione.

          No podemos más, así, que el próximo finde y contra lo previsto, descansaremos. Pero, tenemos cuerda para rato y hasta final de septiembre, gracias a los nuevos e irresistibles bonos de ALSA.

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