En el Sáhara Occidental, en la costa y aún más en el interior, el calor y el sol te destrozan en casi cualquier época del año, noviembre incluido. Eso sí: se hace de noche casi a las ocho de la tarde, al tener la misma hora, que en España, lo cual resulta una gozada.
Pero no ha sido la climatología -ni gota de agua -, el mayor quebradero de cabeza del viaje, sino el transporte. En general y resumiendo: escasa frecuencia, horarios y paradas confusas y vehículos pesadilla (no todos).
Para empezar, decir, que básicamente, son cuatro las compañías de autobuses, que operan en Sáhara Occidental. De mayor a menor precio -no siempre más comodidad -: Supratours, CTM -la estatal-, SAT y SATAS. Os recomendamos evitar la última, que utilizamos en el nocturno de Dakhla a El Aaiun. Sin duda, el peor transporte, que hemos cogido en los últimos quince años. Vehículo viejo y con tan poco espacio para las piernas, que hasta un bebé sentado se da con las rodillas en el asiento de delante.
Todas las compañías y especialmente SATAS, transportan a la vez, pasajeros y mercancías diversas, lo que alarga los trayectos y aumenta las paradas. La carretera principal -unica recorrida por nosotros- entre Dakhla y El Aaiun es bastante buena, en casi todo su trazado. Los buses de medio y largo recorrido salen mayormente, a primera y última hora del día, desapareciendo en las intermedias. Aún en el mismo trayecto entre dos puntos, no siempre los vehículos paran en idénticos sitios, lo que aumenta enormemente el lío y el estrés. Por el contrario, no suele haber problema alguno en conseguir billetes para el día en curso, porque la afluencia de pasajeros no cubre la oferta.
No tenemos constancia de autobuses urbanos en Dakhla, pero si en El Aaiun, donde al menos, funcionan dos líneas. La 18 enlaza la ciudad con Marsa y el puerto y la 19 lleva a cabo otro recorrido para nosotros desconocido.
A diferencia de las zonas más turísticas de Marruecos, los alojamientos económicos no abundan, aunque con más o menos paciencia se terminan encontrando. Pagamos 15 y 20€ por dos habitaciones excelentes, una de ellas con el baño dentro.
La mejor tasa de cambio la da con diferencia, el BMCI. Después, algunos negocios particulares y las no muy frecuentes casas de cambio (10,52, 10,40 y 10,27, por euro, respectivamente).
En esta zona de costa, los reyes de la gastronomía son el pescado -predominantemente sardinas y fritura mixta-, a unos precios realmente increíbles. Se suelen tomar emplatados y con guarnición diversa - por unos 30 dirhams la enorme ración - o en bocadillos por 15. El de sardinas cuesta poco más de medio euro y es nuestro favorito, porque suele incluir patatas fritas y rebozadas, cebolla, berenjena, pimiento, tomate y salsa un poco picante. Hay también tajines y pollos asados, aunque no en todas partes.
En la amplia franja del país alauita, que transcurre entre Tánger y Sidi Ifni, resulta altamente fácil entenderse en francés, español y cada vez más, en inglés. Pero según vas descendiendo, comienzan las complicaciones y el lenguaje por gestos, porque la mayoría de las veces los paisanos solo hablan árabe. Cuesta encontrar franco hablantes.
En 2012 y en el El Aaiun, muchas personas hablaba perfecto español, pero hoy en día son muchas menos y generalmente, mayores de 50. El pasado colonial, del que se cumple medio siglo, parece ser, que cada vez queda más lejano.
A modo de ejemplo de lo dicho: preguntamos a quince personas en El Aaiun, para encontrar la duna y nadie entendió la palabra ni en español, ni en francés, ni en inglés.
Las autoridades marroquíes viven obsesionadas por colocar sus banderas por miles en todas partes y muy juntitas. Con el fuerte y constante viento, el ruido resulta omnipresente y agobiante y por la noche , la calzada se llena de sospechosas sombras en movimiento.
Sí. Sáhara Occidental también está plagada de simpáticos gatos.


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