Corría marzo de 2009 y habíamos comprado con KLM billetes para ir a China, pero me echaron del trabajo y no pudimos ir, entre otras cosas, por desatención de mi por entonces abogado.Resultado final y resumiendo: perdimos el dinero de los pasajes, pero el letrado se quedó sin cobrar.
Al final y dos meses después, conseguimos nuestro objetivo y Qatar Airways nos depositó en Shanghái.
Mi pareja estaba acojonada, tanto, que en el trabajo, se iba despidiendo paulatinamente de todos sus compañeros, asegurando, que de aquel periplo no íbamos a volver. Yo por el contrario, creía tenerlo todo bajo control, porque había hecho los deberes en los preparativos. Pero la realidad fue, que acabamos teniendo mucha suerte, porque nos aguardaban unos cuantos imprevistos, incluso, antes de salir.
Cuatro días antes de partir y con el entonces portal chino ctrip -hoy , trip.com-, reservé vuelos de Shanghái a Shenzhen (junto a Hong Kong). Eran las tres de la mañana de aquí e inmediatamente recibí una llamada al teléfono de casa. Un señor me hablaba en mandarín y no había forma de progresar en la conversación.
Llegó el día siguiente y recibí un correo electrónico, está vez en inglés. El problema era, que mi primer apellido -de doce letras- era "too long", para emitir el billete. Milagrosamente, el asunto se resolvió unas pocas horas antes de partir hacia el coloso asiático.
Habíamos reservado una habitación dúplex en el corazón financiero de Shanghái. Me pregunto, como fuimos capaces de encontrarla, siendo de noche, con el correspondiente jet lag y después de los habituales y arduos trámites del ingreso y además, agravados por un pequeño defecto en uno de los visados.
No sé tampoco, como después de dos días, nos hicimos de carrerilla las no muy alejadas Hangzhou -la del lago - y Suzhou -la de los canales -, como si fuéramos habitantes de la zona.
Y sí y desde un aeropuerto secundario, volamos a Shenzhen sin problemas y además, nos dieron de desayunar, habiendo pagado solo 30€ por el pasaje. De ahí, a Hong Kong, un corto tramo de autobús y fáciles trámites de salida y entrada.
Esta ciudad resultó muy sencilla y sigue siendo de nuestras favoritas en Asia.
Y de ahí y en barco, a Macao y su pasado portugués, aunque evitamos los casinos. Reentrar en China supuso pocos quebraderos de cabeza. No recuerdo el nombre del lugar, aunque sí, que queríamos tomar un autobús nocturno para llegar a Guilin. Eso no resultó tan plácido, porque acabamos en uno con literas -no nos gustan nada-, por primera vez en nuestras vidas.
En realidad, dábamos un riñón casa uno, por no llegar nunca a nuestro destino, porque lo único, que preveíamos allí, eran serios inconvenientes, que ponían en riesgo el viaje y más, teniendo el regreso a España cerrado y sin mucho margen de maniobra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario