Ha sido un viaje por descarte, como tantos otros. Queríamos ir a Friuli Venecia Julia, pero los vuelos a buen precio no casaban de ninguna de las maneras. Otra opción era Mallorca, pero como todo es carisisimo, incluso en temporada baja, nos echamos para atrás. Y dentro del trío, nos quedaba Sáhara Occidental : bueno, relativamente bonito y sobre todo, barato, aunque nada fácil. Y más, si no se cuenta con demasiado tiempo, como era nuestro caso.
Sáhara Occidental es un territorio absolutamente despreciado, en la totalidad de guías de Marruecos, que consultamos ( de la última colonia de África no encontramos ninguna). En ellas, pocas referencias e informaciones muy vagas. Por eso, estamos aquí para tratar de poner un poquito de luz, o más bien, nuestro granito de arena ( nunca mejor dicho).
-¿Ha sido un viaje esforzado?
Sí y mucho, además del persistente calor.
-¿Ha merecido la pena?
Sí, claro, todos los periplos resultan valiosos.
-¿Hemos visto o visitado lugares interesantes o increíbles?.
No, la verdad, que no, pero seguro, que por nuestra culpa.
-¿Hemos vivido experiencias fantásticas?
Rotundamente, si. Ya hace mucho tiempo, que este es el faro, que nos guia más, que el de ir de iglesia a templo hinduista, de montaña a cascada o valle o de experiencias culinarias únicas - las conocemos casi todas -, a interminables noches locas de fiesta.
Vayamos por partes y con el debido detalle.
En 2012, en nuestro quinto viaje largo por Marruecos, Mauritania, Senegal, Mali, Líbano y Chipre, arribamos por primera vez, a Sáhara Occidental. Entonces y aunque esforzada, la vida fue sencilla, porque solo nos dedicamos a recorrer el territorio, entrando por Tarfaya, siguiendo por El Aaiun ,-he visto este nombre escrito de una docena de maneras- y Dakhla y saliendo por Guerguerat, junto a la indomable y efervescente frontera mauritana
La segunda visita a esta zona ocupada del planeta fue a primeros de este año, cuando Ryanair inauguró los baratos vuelos -subvencionados por Marruecos -, a Dakhla. Fue menos complicado todavía, dado que no nos movimos de esta ciudad y sus alrededores, durante los cuatro días, por lo que apenas necesitamos más logística, que buscar un hotel.
En esta ocasión, todo parecía más complejo y en la realidad, así ha resultado tal cual. Las razónes han sido varias y ya estaban previstas de antemano: la mencionada falta de información en guías e internet, los seis escasos días, los mil setecientos kilómetros recorridos -en los planes eran todavía mas-, a pasar cuatro noches sin alojamiento - en Barajas, buses y regresando a casa- y sobre todo, por la enorme dificultad y falta de frecuencia de los transportes en este área. Iremos desglosándolo todo, en el desarrollo del diario de viaje, con calma.
Los horarios de los vuelos de Ryanair, desde Madrid, a Dakhla, parecían hechos para nosotros, porque el de ida partía el sábado de madrugada y el de vuelta regresaba a última hora del miércoles. Hasta ahí, todas nuestras ventajas.
Nuestros propósitos eran exigentes y visto lo visto, poco realistas. Tras pernoctar el viernes en Barajas -eso es otra historia, que ya narraremos-, llegaríamos a Dakhla y tomaríamos un bus nocturno, a El Aaiun, para visitar la ciudad, la colosal duna y el puerto, en la cercana Marsa. El lunes, ida y vuelta, a la no muy distante Smara y en la jornada siguiente, Bojador y su cabo, para retornar en autobús nocturno, a Dakhla. Pues bien: la mayor parte de los objetivos no los hemos conseguido, a pesar de darnos una auténtica paliza, malgastar y aburrirnos mucho, mucho gran parte del tiempo.
Ha sido un periplo extraño y algo decepcionante, en el que sin embargo, hemos disfrutado de estupendas experiencias. Afortunadamente y en determinadas zonas del planeta -como esta-, estas siempre están garantizadas.


No hay comentarios:
Publicar un comentario