Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

martes, 2 de diciembre de 2025

Demasiado tarde para acceder a la Gran Duna

          Nos despertamos antes, que el despertador. Nos hubiera apetecido otro rato de cama, pero ... Antes de irnos a dormir, ya habíamos decidido, como cabía esperar, que no iremos a Bojador. No merece la pena arriesgarse por un cabo y una playa , ubicados en un pueblo insulso (dicen).
   
          Tratamos de desayunar, donde comimos ayer, pero están fregando el garito y no han abierto todavía. El bus 18 pasa enseguida y conseguimos tomar asientos, antes de que se abarrote. De camino, el mismo paisaje desértico de ayer con varias dunas pequeñas y una treintena de jaimas, que parecen permanentes. Nos bajamos a la altura del Palacio de Congresos y nos encaminamos a la estación. 

          Queremos comprar los billetes para la vuelta en un nocturno, a Dakhla. Desde luego, no será con la compañía SATAS. Al final, los adquirimos con la estatal CTM para las 22:45 horas. Pagamos  20 dirhams más, que a la ida, pero nuestros cuerpos lo van a agradecer, seguro.

          Al salir ya con los boletos, nos zampamos el bocata de sardinas más rico del viaje acompañado de una docena de complementos. ¡Que delicia!. A la tarde nos meteremos para el cuerpo otro o dos más.

          Toca entretener el día con los bultos a cuestas y sin rumbo fijo. El Aaiun es una ciudad relativamente moderna con manzanas perfectas, anchas avenidas bien asfaltadas -a diferencia de Dakhla - y edificios clónicos construidos con materiales de baja calidad. A las cinco y como en los días anteriores, el cielo se ennegrece.

          Quedan dos horas para anochecer y decidimos sentarnos sobre la arena del desierto, contemplando varias cercanas y pequeñas dunas. Más lejos, la Grande, que vemos de lejos -consuelo-, aunque no la podremos escalar. De repente, un trio de jovenzuelos nos adelantan y se van hacia el río. Los vemos desaparecer entre la frondosa vegetación y no sabemos cómo, aparecen al otro lado. Pareciera un pasaje secreto, pero desde luego, ni se han ahogado, ni muestran rastros de agua.

          Quedan tres cuartos de hora de luz y ni siquiera lo intentamos. ¿Habrá una próxima vez? ... 

          Por cierto. Se nos olvidó contar una anécdota del día de nuestra llegada a este desierto. Buscábamos, como locos, como cruzar el río entre la vegetación, cuando de repente, nos encontramos a un hombre defecando en cuclillas, que nos miró raro. Debió pensar: "266000 kilómetros que mide este desierto del Sáhara Occidental y 9,2 millones que tiene de superficie el Sáhara completo y me van a tocar a mí estos dos guiris gilipollas".

          La espera se hace larga. Si El Aaiun de día es aburridísimo pues imaginad de noche. El autobús sale diez minutos tarde. Hay unos cuantos asientos vacíos. Vamos a hacer por tercera vez en nuestras vidas este recorrido, pero siempre ha sido de noche, por lo que no sabemos, que hay de por medio.

          A las seis y media de la mañana estamos en la oficina de CTM en Dakhla. Queda algo más de hora y media para amanecer y esperamos sentados. Al final, ayer tarde pudimos hacer el check in de Ryanair, tirando del wifi del hotel del primer día, desde la propia calle.

          Hasta el aeropuerto hay hora y media caminando por las ruinosas calles de siempre. Ya en la terminal, buscamos con el wifi la tienda del alcohol. Queremos comprar vino para pasar la mañana.

          La encontramos, pero por la misma garrafa de litro y medio, que pagábamos en otras partes a 50 dirhams , nos piden aquí noventa. Le mandamos a freír espárragos a pesar de que nos va a sobrar ese dinero o más. ¡La dignidad está por encima del vicio!.

          La espera se hace larga, los controles breves y poco exigentes y el vuelo -no me duermo como a la ida- resulta bastante turbulento. Todavía nos quedan cuatro horas para embarcar en el ALSA, a Valladolid. En Madrid hace un frío, que corta la respiración.

La misteriosa escalera del calentón

           No tenemos nada claro, si tras la visita, nos alojaremos aquí, si regresaremos al hotel de El Aaiun de ayer o si tomaremos un bus nocturno a Bojador, donde llegaríamos a las dos de la madrugada (muy mala hora, porque por las noches hace bastante frío). Esta última opción queda descartada, porque todos los buses a este destino y desde aquí y hoy, ya han salido. Habría, que retornar a El Aaiun.

          Mientras nos decidimos, nos topamos con el Hotel Granada. Nos dejan una estupenda habitación con baño dentro por tan solo 150 dirhams, por lo que no le damos más vueltas. El check in nos lo hace una mujer mayor. Junto a ella, una jovencita de unos 20 años, que va a protagonizar la anécdota del viaje. Nuestra alcoba está en la segunda planta y debemos subir cuatro empinados tramos de escaleras, casi a oscuras. Delante va mi pareja. La joven, que se da cuenta de mi dificultad visual, ni corta ni perezosa y sin siquiera hablar, me agarra con las dos manos por el brazo derecho y pega sus voluminosos pechos a mi cuerpo. No tengo tiempo para valorar ninguna opción, porque empieza a tirar de mi con fuerza escaleras arriba a una velocidad de vértigo y sin dar la luz. Estamos a punto de caer tres o cuatro veces, pero nada la detiene. Yo, con un calentón tremendo y mi pareja flipando boquiabierta.

          Al sofocón, se une el calor de la calle, en la jornada más soleada y de más alta temperatura de este periplo. Es hora de zamparnos un rico bocadillo de sardinas con salsa -nos calientan hasta el pan- y unos calamares.

          Lo expongo sin rodeos: Marsa es un lugar horrible. Habíamos leído sobre su puerto antiguo y una bonita playa. Pues nada de nada. El primero es enorme y aglutina barcos de todo tipo, la mayoría de ellos muy viejos. Además es imposible acceder sin permiso al interior, porque lo rodea un muro y verjas. La playa está detrás y no se ve. Hay otra caminando hacia la derecha y enfrente de una mezquita, pero está plagada de escombros y el mar se vislumbra muy lejos.

          Nos cansamos de dar vueltas sin ton ni son y después de arrasar con una pastelería de dulces baratos y ricos.

          Cuando llegan las cinco de la tarde y como ayer, el cielo comienza a ennegrecerse, mezcla de nubes y polvo del desierto y ya no volverá a despejar. Tenemos el pelo lleno de arenisca, que nos ha traído el viento a pesar de que nos hemos duchado ayer.

          Cada vez tenemos más dudas, sobre si mañana iremos a Bojador. Teóricamente, sería factible coger un bus a primera hora, dos o tres de visita y continuar en un nocturno, a Dakhla. De todas formas y con la incertidumbre de los horarios, tal vez no merezca la pena arriesgarse y perder el vuelo ( no hay otro hasta el próximo sábado).

          Lo que si hemos descubierto es el bus urbano, que conecta con El Aaiun. Tiene el número 18 y pasa cada sesenta minutos (7 dirhams, por los 20, que hemos pagado está mañana).

          Compramos la cena, también a base de pescado y nos vamos a disfrutar de nuestra magnífica habitación. En la recepción ya no está la guapísima chica de este mediodía. ¡Una pena!.

          Hay jaleo hasta casi media noche en las calles adyacentes, aunque ni El Aaiun, ni Marsa, destacan por sus mercados. Tan solo, unos pocos puestos de olorosa fruta y en perfecto estado de maduración, lista para ser disfrutada ( y no, como en España).

          La ducha -a pesar de caer solo un hilillo de agua hirviendo - resulta reconfortante. Apagamos la televisión, que solo emite programas en árabe y nos damos al indie  de Spotify, mientras tomamos una buena dosis de vodka. Las reservas van justas y se acabarán mañana. Dormimos de un tirón, porque llevamos tres noches a medias.

lunes, 1 de diciembre de 2025

Cansino El Aaiun

           Al lado de la estación de autobuses de El Aaiun hay un buen alojamiento. La chica nos ha pedido 150 dirhams por la habitación, lo que nos parece razonable, aunque preferiríamos dormir en el centro y hacia allí nos dirigimos. En el camino, nos zampamos un suculento bocadillo de sardinas y otros complementos vegetales. En este país lo pican todo hasta lo minúsculo, porque la mayoría de la gente tiene la dentadura muy mal. Nosotros tampoco les vamos a la zaga y deberíamos ir más a menudo al dentista.

          En el centro existen tres hoteles juntos, de fachada fea y antigua, aunque con habitaciones razonables. La más barata cuesta 200 dirhams, por lo que decidimos deshacer el camino -aburridos estamos del paisaje, del incesante calor y  de la brutal falta de actividad - y regresamos a la zona de la estación de autobuses. Al final, acometemos la misma calle de enormes camiones aparcados, que nos saca al centro de la calzada y que a duras penas, ya habíamos recorrido esta mañana.

          Ahora resulta, que había habido un malentendido  y que los 150 dirhams, eran por una habitación individual y no doble, cuyo precio casi se duplica. ¡Pues, vaya día, que llevamos!

          Toca retornar al centro y llevar a cabo el sufrido camino por enésima vez. Ni unos dulces, ni el tercer refresco grande de la calurosa mañana nos alivian.

          Ahora sí y ya sin titubear, tomamos la alcoba de 200 con baño compartido, en el Hotel Jodesa y nos pegamos una buena siesta hasta las seis de la tarde, cuando aún faltan dos horas para anochecer.

          En el centro hay muy pocas posibilidades culinarias y son caras, por lo que nos va a tocar cenar a base de snacks y de galletas de poca monta. Aprovechamos para acercarnos a la Plaza Oum Saad. Se trata de una inmensa explanada -parcialmente, en obras-, que cuenta con mucho espacio para el esparcimiento, abundante vegetación y varias fuentes y estanques espectaculares. Un buen lugar para pasar un par de horas sin hacer nada.

          Nuestros planes pasaban por ir mañana a Smara, a unos 200 kilómetros de aquí. Pero hemos constatado, que solo existe un autobús al día, tiene mal horario y no tenemos garantizado el bus de vuelta. Nunca hemos cambiado tanto nuestra opinión sobre destinos, como en este viaje y las veces, que aún nos quedan de hacer lo mismo.

          Por tercera noche consecutiva dormimos regular y abandonamos la habitación pronto, a pesar de que a estas horas ya golpea con fuerza el calor, que ha ido un crescendo a lo largo de los días, hasta límites insoportables (llegamos a 34 grados,mientras en Madrid no pasan de los 10).

          Hemos decidido, que nos iremos hasta Marsa, a unos 25 kilómetros, donde se encuentran la playa y el Puerto de El Aaiun. Ayer y en una mensajería nos han hablado, de que existe un bus urbano, que parte de otra estación de autobuses,que lleva hasta allí. Pero nadie -incluida la chica del hotel-, nos sabe dar indicaciones de donde cogerlo.

          Volvemos con calma y con abatimiento a la terminal de ayer y cogemos un caro vehículo de Supratours. Deberíamos tardar tres cuartos de hora, pero como de camino para treinta minutos para cargar y descargar mercancías en uno de sus almacenes, pues nos vamos a más de una hora. Menos mal, que el aire acondicionado es bastante potente.

          El conductor no se entera de nada y tenemos, que gritarle, para que pare, porque intuimos, que nos hemos pasado de nuestro destino. Efectivamente, nos toca retornar andando -por una acera, eso si-, casi tres cuartos de hora soportando un intenso, constante y desagradable olor a pescado salado y seco.

          Nos damos cuenta, de que de nuestra primera visita a El aaiun en 2012, no recordábamos apenas nada.

Sin duna no hay paraíso

           Atardece, aunque al sol le cuesta irse. Compramos los billetes del bus nocturno, a El Aaiun con SATAS, porque sale más barato y tiene mejor horario. Nunca debimos hacerlo.

          Tratamos de llegar a las playas salvajes de la otra vez, ubicadas en el otro lado de la península de Dakhla, pero la noche nos confunde y acabamos atrapados en un polígono industrial, abarrotado de pesados camiones en constante movimiento y con vomitivo olor a pescado podrido (que no secado).

          El bus, que parte desde la puerta de la agencia, sale veinte minutos tarde. El vehículo lleva más mercancías, que pasajeros. Los asientos -por llamarlos de alguna manera -, son los más incómodos, que hayamos ocupados en décadas. El viaje resulta una pesadilla de constantes paradas y acelerones, que ponen a prueba nuestra paciencia y la capacidad para dormir. Pero, en esta vida, todo termina fluyendo y a las seis y media de la mañana y huesirrotos arribamos a nuestro destino.

          La estación de El Aaiun es bastante nueva y funcional, aunque a estas horas -lo poco, que hay-, está cerrado. Nos tumbamos en un banco, pero nos levantan. ¡Ganas de molestar a lo tonto!.

          Esperamos, a que amanezca, sobre las ocho. La bolita azul del Maps nos indica, que nos encontramos bastante cerca de la Gran Duna, que es nuestro primer objetivo del día. Estamos algo desconcertados y con sueño.

          No hay casi nadie por la calle, porque ni en Marruecos, ni en Sáhara Occidental, madruga nadie. A los pocos transeúntes existentes -de sesenta años pa arriba -, les preguntamos por la duna en francés, español e inglés, pero nadie nos entiende. Finalmente y junto a unas casas de típica y pobretona construcción desértica, damos con el camino.

          Habíamos leído, en el excelente blog "Salimos de Bilbao", que hay, que cruzar un arroyo y que se puede hacer montando un puente de piedras. Debieron venir en época de sequía, porque hoy el agua, nos llegaría, fácilmente, al cuello y no estamos por la labor. Buscamos alternativas, mientras el calor empieza a apretar, pero no las hay. El agua o la abrupta vegetación nos impiden el paso, así que debemos asumir el fracaso, cuanto antes. Nos vamos al alejado centro.

          El Aaiun es una ciudad anodina, cuadriculada, aburrida y muy fea. ¡Hala, ya está dicho y de golpe!.

          Lo más auténtico y divertido se encuentra en este barrio de la duna, donde al menos hay vida y negocios, incluida la insulsa catedral cristiana, como única muestra de arte. Caminando un poco , se llega a una inmensa explanada, donde se encuentran el Palacio de Congresos y la Mezquita  Moulay Abdel Aziz ,con torre mamotrética, como casi todas en Marruecos. Más adelante, se llega al centro, donde hoy domingo, no discurre casi nadie.

          Tenemos suerte de encontrar una casa de cambio abierta, aunque con no muy buena tasa.

          Toca buscar algo para comer y una habitación adecuada, pero ambas cosas no parecen nada fáciles.

Próximamente...








 

domingo, 30 de noviembre de 2025

Dakhla destruction

           Estoy tocado -pero no hundido-, después del lío de los botecitos de alcohol y de ese segurata hijo de puta, que con su arrogancia e ineptitud, ni siquiera era capaz de encontrar la fecha en la tarjeta de embarque. Debimos pedirle, que se identificará y darle un buen escarmiento. Yo soy así. Me gusta dar clases a la gente y que se lleven su merecido, faltaría más. Afortunadamente, mi pareja es más reposada y menos vendetista.

          A pesar del intenso e indisimulado cabreo, logro dormirme íntegramente, durante las tres horas y media de vuelo. Vamos separados por dos filas, pero el agotamiento es tal, que ni siquiera tratamos de juntarnos.

          Llegamos y son las nueve y media de la mañana, cuando afrontamos la escalerilla del avión  y nos golpea un sopapo de ventolera y de calor húmedo. Por aquello de no cargar con los abrigos, durante cinco días seguidos, venimos vestidos con mil capas de ropajes diversos. Nos ha salido bien, a pesar del intensísimo frío de Madrid, de ayer tarde.

          La cola de entrada es larga y algo farragosa. Para todo, los marroquíes siempre se toman su tiempo "porque prisa mata", argumentan. Nos ponen el sello en la hoja, que queremos y dejamos atrás el céntrico aeropuerto. El mismo, donde ya habíamos aterrizado hace diez meses, cuando mi pareja, aún esperaba el resultado de su exitosa oposición.

      Han arreglado la antes lamentable acera al centro, pero en realidad es un espejismo, porque todo el pavimento en general, está mucho peor, que en enero. Dakhla nos recuerda a ese absurdo anuncio de Temu, en el que mazo en mano, destruyen todas las tablets, porque nadie las quiere. Aquí han hecho lo mismo con las aceras. Es, que hasta las que estaban bien, ahora están derruidas.

          No hay, quien lo entienda. Hasta han destrozado el amistoso y agradable paseo marítimo, donde se encontraba la tetera gigante. Menudo vicio tienen. Es más fácil, que yo vuelva a tener veinte años, a qué esta ciudad se convierta en un centro turístico de referencia y de gente de dinero, como aseguran pretender las ansias del poder alauita.

          A ver, si soy capaz de explicarme y resumir. La acera, que estaba bien -pocas-, ahora está mal. La que estaba mal, ahora está peor. Pero al parecer y sine die y casi sin maquinaria presente, todas a la vez, las están reconstruyendo. El panorama habitual es el siguiente: bordes de piedra sobrepuestos haciendo labores de bordillo exterior y el espacio de la acera cubierto de escombros diversos. Y nosotros y todo el mundo, a caminar por la calzada, entre los poco respetuosos y ancianos coches, dignos de cualquier museo de lo cutre.

          Al menos, comemos bien. Cada plato de pescado tiene nueve buenos trozos -muchas espinas, eso sí- y nos dan para comer, cenar y desayunar, al día siguiente.

          Matamos la tarde en la plaza principal, con su iglesia cristiana y sus jardines bien cuidados. Compartimos nuestro espacio tumbados en un banco a la sombra, con los jardineros, que llevan a cabo un trabajo minucioso, rama a rama, hoja a hoja y hierba a hierba y con un mendigo, que cae muy bien, porque todo el mundo -incluidos los numerosos militares de por aquí-, lo agasaja con viandas diversas.

¿Barajas o Guantanamo?

           Hemos hablado de un viaje anodino, pero lleno de experiencias y en este sentido, la peor de todas y con diferencia, ha sido la del aeropuerto de Barajas. Fue tranquilo hogar de mendigos y luego, diana de los insaciables grupos de la fachosfera. Hoy -sin que el Tribunal Supremo lo sepa-, es un nido de seguratas hijos de puta, que campan a sus anchas y de ansiosos y sinvergüenzas controladores de equipajes y bienes personales. ¿Hasta cuándo?. Tiene pinta, que va para largo y no queda otra, que joderse.

          En teoría, el control de acceso a Barajas es de nueve de la noche, a cinco de la madrugada, pero hacen, lo que les da la gana, como a semejantes bestias, les gusta.

          Llegamos sobre las ocho y media de la tarde y en la única puerta abierta, nos recibe un segurata despistado, que apenas mira nuestras tarjetas de embarque. Para adentro, porque hace un frío tremendo.

          Sobre las once y sentados en unas de las pocas sillas, que se ofertan en la T1 -no más de cincuenta-, para todos los sufridos viajeros, llega otra chica con uniforme, tan tímida, como educada, a pedirnos la documentación. Todo correcto, por ahora, pero nos vamos cansado un poco, porque solo somos pasajeros con una ilusión de viaje. Sobre la media noche nos abordan tres matones, uno confeso y dos silenciosos. Esto se ha convertido en normal en las vidas de la gente y es muy grave. La conversación transcurre de la siguiente manera, como en la canción de León Benavente:

          -Buenas. ¿Van a viajar ustedes?

          -Si, pero es que es la tercera vez, que nos piden la tarjeta de embarque y no nos parece normal.

          -Mire, se las pediremos todas las veces, que nos entre en gana y ya está (amenaza, con odio latente en su cara)

          -Usted debe respetar nuestros derechos, como ciudadanos y como pasajeros y además, no tratarnos mal.

          El ejemplar de ser humano, se vuelve aún más rabioso y continúa cos sus macarras e injustificables intimidaciones.

          Nos callamos y aún hoy me da rabia. Deberíamos haber llamado a la policía, pero como estábamos bebiendo algo de alcohol, evitamos el pulso.

          Seguimos merodeando por la terminal, a la espera de que abran las puertas de embarque. Otro segurata de mal carácter, avisa por walkie a su jefe: "acaba de entrar un indigente, con un gorro, una manta y una lata de cerveza, ¿qué hago?". Evidentemente, la solución es complicada, porque estamos hablando de enfrentarse a tres poderosas armas de destrucción masiva e irremediable.

          Entramos dentro y llega la sonora e insoportable traca final. Siempre lo he dicho: no accedas a los controles de acceso de un aeropuerto, cuando no hay casi nadie, porque te tocan todos los huevos posibles. Si, es sí y más sí.

          Ahora el problema es, que llevamos demasiado alcohol en los bultos de mano. La máster class consiste en explicarnos, que es solo un litro por persona, en bolsas de 20 por 20 centímetros. Y nos quieren  -y consiguen- tirar cinco botes. Además y en una pantalla, nos enseñan la legislación vigente desde hace veinte años.

         La cosa es, que en esas dos décadas, hemos llevado a cabo unos doscientos vuelos por el mundo y nunca nos había ocurrido algo parecido.

         Al fin y con el cuerpo roto, tenemos más suerte en la sentencia, que el fiscal general y nos permiten viajar al Sáhara Occidental.

Navidad 🎂🎄, pensando 🤔 en China


 

sábado, 29 de noviembre de 2025

La logística en Sáhara Occidental

 


         En el Sáhara Occidental, en la costa y aún más en el interior, el calor y el sol te destrozan en casi cualquier época del año, noviembre incluido. Eso sí: se hace de noche casi a las ocho de la tarde, al tener la misma hora, que en España, lo cual resulta una gozada.

          Pero no ha sido la climatología -ni gota de agua -, el mayor quebradero de cabeza del viaje, sino el transporte. En general y resumiendo: escasa frecuencia, horarios y paradas confusas y vehículos pesadilla (no todos).

          Para empezar, decir, que básicamente, son cuatro las compañías de autobuses, que operan en Sáhara Occidental. De mayor a menor precio -no siempre más comodidad -:  Supratours, CTM -la estatal-, SAT y SATAS. Os recomendamos evitar la última, que utilizamos en el nocturno de Dakhla a El Aaiun. Sin duda, el peor transporte, que hemos cogido en los últimos quince años. Vehículo viejo y con tan poco espacio para las piernas, que hasta un bebé sentado se da con las rodillas en el asiento de delante.

 


        Todas las compañías y especialmente SATAS, transportan a la vez, pasajeros y mercancías diversas, lo que alarga los trayectos y aumenta las paradas. La carretera principal -unica recorrida por nosotros- entre Dakhla y El Aaiun es bastante buena, en casi todo su trazado. Los buses de medio y largo recorrido salen mayormente, a primera y última hora del día, desapareciendo en las intermedias. Aún en el mismo trayecto entre dos puntos, no siempre los vehículos paran en idénticos sitios, lo que aumenta enormemente el lío y el estrés. Por el contrario, no suele haber problema alguno en conseguir billetes para el día en curso, porque la afluencia de pasajeros no cubre la oferta.

          No tenemos constancia de autobuses urbanos en Dakhla, pero si en El Aaiun, donde al menos, funcionan dos líneas. La 18 enlaza la ciudad con Marsa y el puerto y la 19 lleva a cabo otro recorrido para nosotros desconocido.

          A diferencia de las zonas más turísticas de Marruecos, los alojamientos económicos no abundan, aunque con más o menos paciencia se terminan encontrando. Pagamos 15 y 20€ por dos habitaciones excelentes, una de ellas con el baño dentro.

          La mejor tasa de cambio la da con diferencia, el BMCI. Después, algunos negocios particulares y las no muy frecuentes casas de cambio (10,52, 10,40 y 10,27, por euro, respectivamente).

          En esta zona de costa, los reyes de la gastronomía son el pescado -predominantemente sardinas y  fritura mixta-, a unos precios realmente increíbles. Se suelen tomar emplatados y con guarnición diversa - por unos 30 dirhams la enorme ración - o en bocadillos por 15. El de sardinas cuesta poco más de medio euro y es nuestro favorito, porque suele incluir patatas fritas y rebozadas, cebolla, berenjena, pimiento, tomate y salsa un poco picante. Hay también tajines y pollos asados, aunque no en todas partes.

          En la amplia franja del país alauita, que transcurre entre Tánger y Sidi Ifni, resulta altamente fácil entenderse en francés, español y cada vez más, en inglés. Pero según vas descendiendo, comienzan las complicaciones y el lenguaje por gestos, porque la mayoría de las veces los paisanos solo hablan árabe. Cuesta encontrar franco hablantes.

          En 2012 y en el El Aaiun, muchas personas hablaba perfecto español, pero hoy en día son muchas menos y generalmente, mayores de 50. El pasado colonial, del que se cumple medio siglo, parece ser, que cada vez queda más lejano.

          A modo de ejemplo de lo dicho: preguntamos a quince personas en El Aaiun, para encontrar la duna y nadie entendió la palabra ni en español, ni en francés, ni en inglés.

          Las autoridades marroquíes viven obsesionadas por colocar sus banderas por miles en todas partes y muy juntitas. Con el fuerte y constante viento, el ruido resulta omnipresente y agobiante y por la noche , la calzada se llena de sospechosas sombras en movimiento.

          Sí. Sáhara Occidental también está plagada de simpáticos gatos.

Viaje algo decepcionante, aunque con muy buenas experiencias

 


         Ha sido un viaje por descarte, como tantos otros. Queríamos ir a Friuli Venecia Julia, pero los vuelos a buen precio no casaban de ninguna de las maneras. Otra opción era Mallorca, pero como todo es carisisimo, incluso en temporada baja, nos echamos para atrás. Y dentro del trío, nos quedaba Sáhara Occidental : bueno, relativamente bonito y sobre todo, barato, aunque nada fácil. Y más, si no se cuenta con demasiado tiempo, como era nuestro caso.

          Sáhara Occidental es un territorio absolutamente despreciado, en la totalidad de guías de Marruecos, que consultamos ( de la última colonia de África no encontramos ninguna). En ellas, pocas referencias e informaciones muy vagas. Por eso, estamos aquí para tratar de poner un poquito de luz, o más bien, nuestro granito de arena ( nunca mejor dicho).

          -¿Ha sido un viaje esforzado?

          Sí y mucho, además del persistente calor.

          -¿Ha merecido la pena?

          Sí, claro, todos los periplos resultan valiosos.

          -¿Hemos visto o visitado lugares interesantes o increíbles?.

          No, la verdad, que no, pero seguro, que por nuestra culpa.

          -¿Hemos vivido experiencias fantásticas?

 


        Rotundamente, si. Ya hace mucho tiempo, que este es el faro, que nos guia más, que el de ir de iglesia a templo hinduista, de montaña a cascada o valle o de experiencias culinarias únicas - las conocemos casi todas -, a interminables noches locas de fiesta.

          Vayamos por partes y con el debido detalle.

          En 2012, en nuestro quinto viaje largo por Marruecos, Mauritania, Senegal, Mali, Líbano y Chipre, arribamos por primera vez, a Sáhara Occidental. Entonces y aunque esforzada, la vida fue sencilla, porque solo nos dedicamos a recorrer el territorio, entrando por Tarfaya, siguiendo por El Aaiun ,-he visto este nombre escrito de una docena de maneras- y Dakhla y saliendo por Guerguerat, junto a la indomable y efervescente frontera mauritana 

          La segunda visita a esta zona ocupada del planeta fue a primeros de este año, cuando Ryanair inauguró los baratos vuelos -subvencionados por Marruecos -, a Dakhla. Fue menos complicado todavía, dado que no nos movimos de esta ciudad y sus alrededores, durante los cuatro días, por lo que apenas necesitamos más logística, que buscar un hotel.

          En esta ocasión, todo parecía más complejo y en la realidad, así ha resultado tal cual. Las razónes han sido varias y ya estaban previstas de antemano: la mencionada falta de información en guías e internet, los seis escasos días, los mil setecientos kilómetros recorridos -en los planes eran todavía mas-, a pasar cuatro noches sin alojamiento - en Barajas, buses y regresando a casa- y sobre todo, por la enorme dificultad y falta de frecuencia de los transportes en este área. Iremos desglosándolo todo, en el desarrollo del diario de viaje, con calma.

          Los horarios de los vuelos de Ryanair, desde Madrid, a Dakhla, parecían hechos para nosotros, porque el de ida partía el sábado de madrugada y el de vuelta regresaba a última hora del miércoles. Hasta ahí, todas nuestras ventajas.

          Nuestros propósitos eran exigentes y visto lo visto, poco realistas. Tras pernoctar el viernes en Barajas -eso es otra historia, que ya narraremos-, llegaríamos a Dakhla y tomaríamos un bus nocturno, a El Aaiun, para visitar la ciudad, la colosal duna y el puerto, en la cercana Marsa. El lunes, ida y vuelta, a la no muy distante Smara y en la jornada siguiente, Bojador y su cabo, para retornar en autobús nocturno, a Dakhla. Pues bien: la mayor parte de los objetivos no los hemos conseguido, a pesar de darnos una auténtica paliza, malgastar y aburrirnos mucho, mucho gran parte del tiempo.

          Ha sido un periplo extraño y algo decepcionante, en el que sin embargo, hemos disfrutado de estupendas experiencias. Afortunadamente y en determinadas zonas del planeta -como esta-, estas siempre están garantizadas.

viernes, 28 de noviembre de 2025

¡Llega la Navidad 🎄!


           Si nada se tuerce, el viernes que viene, partimos para China. Será nuestra cuarta Navidad 🎂 por el mundo 🌍, después de las de 2.010, en Gabarone (Botsuana), la de 2.022, en Nápoles (Italia) y la de 2.023, en Kuala Lumpur (Malasia).

miércoles, 19 de noviembre de 2025

El milagro de China no lo hicieron los chinos, sino nosotros ( parte II)

           Guilin, Guilin, Guilin, fue el origen y el final de nuestras pesadillas, que en un principio, ni siquiera apaciguaron  las dos bellísimas pagodas del lago 

          Llegamos de noche, algo desorientados y lloviendo a cántaros. El primer objetivo era concretar, como iríamos a Xi'am . Habíamos tratado de reservar un vuelo con las webs  chinas durante los días anteriores, pero sin resultado alguno. Por si acaso, habíamos guardado dos jornadas para los trámites. Una entera para llevar a cabo el largo recorrido en tren y otra , por lo que pudiera pasar a mayores.

          El segundo logro parecía más sencillo y consistía en contratar una excursión para el día siguiente, cruzando el magnífico río Li, hasta Yangshuo.

          No recuerdo cómo, aunque todavía no habíamos encontrado alojamiento, acabamos en una calle, junto a un larguísimo canal, repleta de agencias de viajes, en las que no había nadie. Elegimos una al azar y esa fue nuestra fortuna y más, en aquel entonces, cuando todavía faltaban dos años para el aterrizaje de los teléfonos inteligentes -para usuarios estúpidos-, que habrían facilitado las cosas.

          La amable chica , no sabía decir ni yes, pero se empeñó, en que yes o yes, nos tramitaba unos boletos para Xi'am por unos 35€ cada uno. Me cuesta acordarme de una persona más amable en mi vida, incluida mi familia. La mañana no resultó fácil, porque además, mi apellido de doce letras seguía siendo "too long". Tiró de sonrisas, de imaginación, de los precarios traductores del Google de entonces y en "solo" cuatro horas, ya teníamos nuestro premio.

          Evidentemente, lo de la excursión por el serpenteante Li, resultó bastante más sencillo.

          Xi'am nos gustó bastante, aunque no la experiencia soldados de terracota. Los pobres -puede haber cambiado - apilados y cuadrados ahí, en una especie de nave industrial.

          Un tren -y no fue el Pekín Express -, nos llevó hasta la capital de China, que nos recibió con una tromba de agua diez veces superior, que la de Guilin. Tanto, que nos perdimos por la propia y gigantesca plaza de Tianamen. Como a mí pareja  le encanta perder algo casi todos los días, en ese caso concreto, extravío las gafas, aunque pudimos recuperarlas.

          No sabemos, que quedará en este momento de los hutongs de Pekín, pero a nosotros nos encantaron por su cotidianidad y parsimonia. Pero como son viviendas de pobres, pues sí han desaparecido y sus moradores han prosperado, mejor.

          La muralla también nos encantó, incluso en su zona más turística, que creo, se llama Badaling o algo así.

          La experiencia de la estación de trenes de Pekín, la pongo en el top one de estrés de mi vida. Allí, tomamos un lúgubre convoy de regreso, a Shanghái. Los asientos eran tan incómodos , que nos salió más a cuenta dormir tirados en el suelo en la plataforma entre vagones, meneito tras meneito.

          Para ser exactos, estuvimos una segunda vez en China. Fue en diciembre de 2018. Teníamos el reto de llegar desde Taiwán a una comida navideña, sobre todo -era el final de nuestro octavo viaje largo - por ver a nuestra única sobrina, entonces de nueve años. Resultó complicado y caro. También, con riesgo, porque los trámites de escala y salida de la zona de tránsito en Shanghái eran lentos y farragosos. Todo salió bien y llegamos a tiempo.

          Sobre la sobrina, no hemos vuelto a saber nada de ella desde  hace más de un lustro. Ella se pierde nuestro amor, pero también nuestra herencia, consistente en una enorme casa y un puñado de cientos de miles de euros. Alguna ONG -aún sin determinar -, va a agradecer todo esto.

El milagro de China no lo hicieron los chinos, sino nosotros (parte I)

           Corría marzo de 2009 y habíamos comprado con KLM billetes para ir a China, pero me echaron del trabajo y no pudimos ir, entre otras cosas, por desatención de mi por entonces abogado.Resultado final y resumiendo: perdimos el dinero de los pasajes, pero el letrado se quedó sin cobrar.

          Al final y dos meses después, conseguimos nuestro objetivo y Qatar Airways nos depositó en Shanghái.

          Mi pareja estaba acojonada, tanto, que en el trabajo, se iba despidiendo paulatinamente de todos sus compañeros, asegurando, que de aquel periplo no íbamos a volver. Yo por el contrario, creía tenerlo todo bajo control, porque había hecho los deberes en los preparativos. Pero la realidad fue, que acabamos teniendo mucha suerte, porque nos aguardaban unos cuantos imprevistos, incluso, antes de salir.

          Cuatro días antes de partir y con el entonces portal chino ctrip -hoy , trip.com-, reservé vuelos de Shanghái a Shenzhen (junto a Hong Kong). Eran las tres de la mañana de aquí e inmediatamente recibí una llamada al teléfono de casa. Un señor me hablaba en mandarín y no había forma de progresar en la conversación. 

          Llegó el día siguiente y recibí un correo electrónico, está vez en inglés. El problema era, que mi primer apellido -de doce letras- era "too long", para emitir el billete. Milagrosamente, el asunto se resolvió unas pocas horas antes de partir hacia el coloso asiático.

          Habíamos reservado una habitación dúplex en el corazón financiero de Shanghái. Me pregunto, como fuimos capaces de encontrarla, siendo de noche, con el correspondiente jet lag y después de los habituales y arduos trámites del ingreso y además, agravados por un pequeño defecto en uno de los visados.

          No sé tampoco, como después de dos días, nos hicimos de carrerilla las no muy alejadas Hangzhou -la del lago - y Suzhou -la de los canales -, como si fuéramos habitantes de la zona.

          Y sí y desde un aeropuerto secundario, volamos a Shenzhen sin problemas y además, nos dieron de desayunar, habiendo pagado solo 30€ por el pasaje. De ahí, a Hong Kong, un corto tramo de autobús y fáciles trámites de salida y entrada.

          Esta ciudad resultó muy sencilla y sigue siendo de nuestras favoritas en Asia.

          Y de ahí y en barco, a Macao y su pasado portugués, aunque evitamos los casinos. Reentrar en China supuso pocos quebraderos de cabeza. No recuerdo el nombre del lugar, aunque sí, que queríamos tomar un autobús nocturno para llegar a Guilin. Eso no resultó tan plácido, porque acabamos en uno con literas -no nos gustan nada-, por primera vez en nuestras vidas.

          En realidad, dábamos un riñón casa uno, por no llegar nunca a nuestro destino, porque lo único, que preveíamos allí, eran serios inconvenientes, que ponían en riesgo el viaje y más, teniendo el regreso a España cerrado y sin mucho margen de maniobra.

martes, 18 de noviembre de 2025

Comiendo y bebiendo, como cerdos y como en los viejos tiempos

           Vamos siendo ya mayores y casi, sin darnos cuenta. Es tan tópico como real. Recuerdo, cuando hace casi tres décadas, no faltábamos a una sola cita con FITUR, allá por finales de enero.

          Yo por entonces, trabajaba en Onda Cero, primero, como locutor de cadena y después, como director de provincias. Aprovechábamos nuestros carnets de prensa para acudir a las jornadas de los profesionales -no abiertas al público en general- y además de coger algún folleto -pocos-, nos poníamos hasta las cejas a comer de gañote y sobre todo, a beber. Daba igual un ron canario, un tequila mexicano, una cerveza checa o una margarita típica de Las Vegas. Al salir, nos costaba encontrar la puerta.

          La vida avanza y ya hace más de veinte años, que no nos dejamos caer por esta emblemática feria madrileña. Pero todavía y si no estamos de viaje, cada mes de noviembre, acudimos a la cita con INTUR, en la Feria de Valladolid. Ha sido el caso de este último fin de semana y nos ha recordado a aquellos viejos tiempos.

          Literalmente es, Feria Internacional del Turismo Interior. Lo de Internacional, es demasiado pretencioso, porque solo ha estado Portugal. Lo de Interior, hace tiempo, que dejó de serlo, porque Tenerife, País Vasco, Cantabria o Valencia con sus stands, son bastante costeros 

          El certamen ha ido evolucionando desde sus orígenes, cuando apenas se promocionaban destinos de Castilla y León. Eso sí: los pinchos de lechazo gratuitos y al horno de leña eran tan generosos, como sabrosos y espectaculares, siempre acompañados de tintos gloriosos.

          Este año, en unas jornadas más lluviosas, que frías, montaron dos pabellones. Uno con stands nacionales llenos de folletos insulsos y atendidos por niñas tan monas, como sosas y otro exclusivo para Portugal y sus variopintos y atractivos destinos (conocemos la mayoría de ellos).

          Y aquí, si que reverdecieron los viejos tiempos del yantar y el trincar: pasteles de bacalao -y de nata-, salchichas sabrosas, queso, chorizo luso -algo más grasiento, que el nuestro -, morcilla, jamón, dulces de todo tipo...

          Y sobre todo, maravillosos vinos de todos los colores, champán, licores varios y ese orujo de cerezas, que nos vuelve locos y que se llama Ginjinha. Como clamaba aquel glorioso album de Siniestro Total: " Menos mal que nos queda Portugal"

          Dejamos el finde pasado y la glotonería y nos vamos, al que viene, que nos llevará, hasta el siguiente jueves por el Sáhara Occidental.

          La información turística de esta zona resulta muy escasa y debemos remitirnos a nuestras propias experiencias, ya plasmadas por escrito y a un simpático blog llamado "Salimos de Bilbao".

          Creo, que nos vamos a pegar una panzada de kilómetros, similar al atracón de INTUR, porque los destinos a visitar -algunos ya conocidos-, están bastante distantes entre si. Dakhla, El Aaiun -y su famosa duna-, Smara y Bojador serán nuestros objetivos, aunque donde podamos llegar de verdad, nos resulta bastante incierto en este momento.

lunes, 17 de noviembre de 2025

A China, por segunda vez

           La verdad es, que nos hubiera apetecido más hacer la mil kilométrica costa de Brasil y Manaos o el norte de Argentina, pero no estamos dispuestos a gastarnos los 1200€ de media de los vuelos, rumbo a Buenos Aires, Sao Paulo, Salvador o Fortaleza.

          Por eso y por casi la tercera parte de dinero, volveremos a China -no hace falta visado hasta el 31 de diciembre -, donde ya estuvimos en 2009. Al final, serán 25 días, empezando el 5 del mes venidero y regresando el 29.

          El plan inicial pasaría por volar desde Madrid, a Shanghái, Hong Kong o Pekín. Principalmente, a las dos primeras, por hacer mejor temperatura en diciembre. Pero, de momento, es más barato, hacerlo a la última (461€ con Royal Air Maroc y escala en Casablanca). De todas formas, no compraremos los billetes hasta nuestro retorno del Sáhara Occidental.

          Aunque tenemos varios recorridos sobre la mesa, vamos a simular uno, partiendo desde Pekín y siguiendo la dirección contraria a las agujas del reloj y luego, ya se verá:

          - Beijing - Cuevas de Yungang (356 kilómetros)

          - Cuevas de Yungang - Pingyao (406 kilómetros)

          - Pingyao - Xi'am (506 kilómetros)

          - Xi'am - Zhangjajie (1008 kilómetros y por tanto, vuelo interno)

          - Zhangjajie - Chengdu (867 kilómetros y vuelo interno)

          - Chengdu - Leshan (138 kilómetros)

          - Leshan - Fenghuang (969 kilómetros y vuelo interior)

          - Fenghuang - Guilin ( 102 kilómetros)

          - Guilin - Huangshan (1188 kilómetros y vuelo interno)

          - Huangshan - Shanghái (421 kilómetros).

          Parece ser, que entre Shanghái y Pekín hay 1208 kilómetros y que si de por medio ponemos Taishan, las distancias serán respectivamente, 681 y 418 kilómetros, pero nos ha costado conseguir esta información y no la damos totalmente por buena.

          La otra opción posible sería volver por enésima vez a Tailandia, donde hace más calorcito, que en China. Allí y aunque sorprenda, nos quedan destinos nuevos, como Ko Tao, Chumphon, Samat Songkhram, Samut Pakham y Nakhon Si Thammarat.

domingo, 9 de noviembre de 2025

Hagamos historia

           Resultó un error de bulto, incluir Tifarati y Bir Lehlu entre los destinos a visitar en el Sáhara Occidental. De hecho, Google Maps, ya me daba una pista, de que algo estaba haciendo mal, porque al pedir recorrido a ambos lugares desde Layoune no demasiado distantes, me mandaba bajar hasta Mauritania y subir por Argelia. ¡Aparentemente, toda una locura!. Pero no.

          Hagamos un poco de historia. Ya desdé la época de los Reyes Católicos se utilizó el Sáhara para operaciones diversas desde Canarias. Pero fue a finales del siglo XIX, cuando se ocupó completamente.

          En 1958, esta zona se convirtió en una provincia española, siendo la última colonia de África. Y en 1975, literalmente, les dejamos tirados, tras la Marcha Verde, firmando un tratado, en el que se repartían el territorio entre Marruecos y Mauritania ( este último, lo abandonó en 1979).

          En 1975 comenzó una guerra entre el país alauita y el Frente Polisario, que duró hasta 1991, tras garantizar la ONU un referéndum, que nunca se ha celebrado (ni se celebrará). En 2007, Rabat propuso una provincia con cierta autonomía, plan, que es el aceptado por Estados Unidos, Francia -antiguo colonizador de Marruecos - y la propia España, desde no hace mucho. Así, ¡que blanco y en botella!.

          Dos veces -2012- y este mismo año, habíamos estado en Sáhara Occidental y nunca nos habíamos preocupado de su historia, hasta hace un par de días. Y, ¿Por qué no se puede ir desde Layoune, a Tifarati o Lehlu?. Vamos con ello y de forma didáctica, más que exacta o geopolítica.

          Digamos y para entendernos, que existen, tres Sáharas distintos. Uno ocupado por Marruecos (80% del territorio,. más próspero y cercano a la costa, con caladeros, fosfatos, gas, petróleo y arena, que también se vende).

          Otro es el territorio liberado por el Polisario -20% y con menos recursos económicos -, en torno a las ciudades citadas anteriormente. Para separar estos enclaves y entre 1980 - 1987, se construyó el muro más largo del mundo de 2720 kilómetros -solo superado por la muralla china y equivalente a ir de Barcelona a Estambul-, con ocho millones de minas y ciento treinta mil soldados vigilando desde torretas ubicadas cada cinco kilómetros.

          Y por último los campamentos de refugiados. Estos se concentran en territorio argelino, en torno a la región de Tinduf. Replican nombres de ciudades originales,como Layoune, Smara, Dakhla, Auserd y Bojador y con la capital administrativa en Rabuni.

          Treinta mil personas viven en el Sáhara liberado y cien mil en los campos de refugiados, lo que suman la misma cantidad, que los soldados del muro.

jueves, 6 de noviembre de 2025

Volveremos al Sáhara Occidental

           Definitivamente, hemos tomado la decisión del destino, que visitaremos, desde el 21 al 26 de noviembre y como preveíamos, ha sido por puro descarte. Regresaremos al Sáhara Occidental, por varias razones: 

          -El precio de los vuelos -15€ por billete - y unos horarios muy convenientes. Volamos a Dakhla a primera hora del sábado y volvemos a última del miércoles, optimizando el tiempo.

          -El coste total del viaje, siendo considerablemente mas reducido, que en cualquier otra opción. Debemos  controlar el gasto, porque en diciembre nos vienen grandes desembolsos con el viaje a China.

          -Hemos seguido investigando y hemos descubierto, que si existen autobuses a lugares, como Bojador o Guerguerat.

          -En la actualidad, en el Sáhara Occidental es la misma hora, que en España, pero como está más al oeste, se hace de noche mucho más tarde (sobre las ocho p.m.)

          -Lo céntrico, que está el aeropuerto de Dakhla, en mitad de la ciudad.

          -La posibilidad de autobuses nocturnos, que ahorran noches de hotel.

          Así, que ya está. No enredamos más y dejamos el periplo a Mallorca para más adelante.

          Finalmente y en estos últimos días, habíamos barajado otras dos opciones, pero la drástica reducción de vuelos de Ryanair en otoño - invierno, nos ponía la logística difícil.

          Una era Friuli - Venecia - Julia -como de ha expuesto en otros posts-, Liubliana y terminar el viaje en Zagreb o Zadar.

          La otra habría sido, volar a Turín y desde allí, ir a Génova, para enlazar con Mónaco , Niza, Cannes y el aeropuerto de Marsella. Conocemos todos estos destinos, pero a la mayoría de ellos no hemos vuelto en más de dos décadas, por lo que seguro, han cambiado enormemente.

          En ambos casos, la ida era bastante factible pero los inconvenientes surgían a la vuelta.

          Mañana compraremos los billetes.

miércoles, 5 de noviembre de 2025

¿A Mallorca?

           El otro gran destino, donde podríamos recalar esos seis días de finales de noviembre no es otro, que Mallorca, donde ya estuvimos en 2003, además de en Ibiza y Formentera. 

          Vuelos baratos -35€ ida y vuelta -, para un plan, que nos apetece bastante y que parece sencillo y escasamente esforzado, con un clima agradable (a diferencia del calor del Sáhara Occidental).

          El problema fundamental y casi único son los altos precios de todo, a pesar de que la temporada alta ya quedó muy atrás. Sobre todo, el transporte y el alojamiento.

          Sobre el primero decir, que es gratis a lo largo de 2025, pero solo para los residentes empadronados en la isla, a través de la obtención de una tarjeta, que se consigue por internet o presencialmente, en los ayuntamientos isleños. Al parecer, no existe un abono turístico con descuentos. Así, que todo para la buchaca gubernamental.

          Las habitaciones de hotel o particulares más baratas rondan entre los 50-80€ (más caras los fines de semana).

          De llevarse a cabo -este mes o más adelante- este periplo, lo haríamos de forma circular en el sentido de las agujas del reloj y alojándonos, previsiblemente, en Palma o El Arenal, Sóller y Alcudia.

          Tras visitar la capital de la isla, iríamos a través de autobuses a Valldemosa, Deia y Sóller. Existe también un carísimo tren de época -29€ ida y vuelta -, que lleva hasta el último lugar. Otra opción es gratuita: tirar de zapatillas y tomar el GR 221, con vistas espectaculares de mar y montaña, pero no será la nuestra por falta de tiempo y porque la dificultad no resulta precisamente baja 

          Desde Sóller y hasta su puerto, iríamos caminando y no en el caro tranvía (unos 4,5 kilómetros).

          Desde Port Sóller, bus a Pollenza. Desde aquí, tal vez, al Faro de Formentor, ubicado a unos 16 kilómetros.

          En cualquier caso, la siguiente parada sería Alcudia y antes de volver a Palma, quizás, alguna cala de la costa este de la isla.

          La decisión entre Sáhara Occidental y Mallorca la tomaremos, esperamos, antes del fin de semana.

martes, 4 de noviembre de 2025

¿Al Sáhara Occidental?

           Pues ahí seguimos, sin hacer todavía click en la página de Ryanair y sin comprar los vuelos de nuestra escapada de finales de noviembre.

          Aunque no descartamos una sorpresa de última hora, nuestras principales dos opciones siguen siendo Sáhara Occidental y Mallorca y creemos, que terminaremos adoptando la decisión por descarte, porque ambas propuestas resultan bastante apetecibles, los inconvenientes no son pocos.

          Menos mal, que de momento, los precios de los vuelos permanecen bastante estables. Hablando de aviones, es muy posible, que en el viaje a China de diciembre, aterricemos en Shanghái y no en Pekín, porque resulta más barato (entre 410 y 500 euros, ida y vuelta).

          Pero vayamos con Sáhara Occidental, lugar con unos precios muy interesantes en cuanto al alojamiento y transporte y muchos destinos muy atractivos. Los problemas fundamentales son la amplitud del territorio para tan pocos días y la difícil accesibilidad a través del transporte público. Veamos:

          -Dakhla: hemos estado dos veces allí, la última en enero de este año, por lo que la ciudad en sí y los alrededores más cercanos -lo que se puede hacer andando -, no esconden demasiados secretos para nosotros.

          Sí nos quedaría, algo más lejos, la Duna Blanca, diversas playas, entre ellas, la del surf de los guiris y La Source. Pero la no muy larga excursión resulta cara. Tenemos la referencia de 60€ hace tres años y no creemos poder conseguirla por menos.

          -El Aaiun, a unos 600 kilómetros al norte del destino anterior. Ya estuvimos en la ciudad en 2012, pero no nos importaría volver a descubrir el desierto y playas de los alrededores. Está bien comunicada con Dakhla a través de SATAS -más barata- y CTM, que tienen buses nocturnos, por lo que la larga distancia se amortigua.

          -Smara: a unos 200 kilómetros de El Aaiun, parece ser, también cuenta con transporte público.

          A partir de aquí, hablamos de otros lugares con muy buena pinta, pero a los que al parecer, no llegan ni buses, ni taxis compartidos:

          -Guergueral, en la frontera con Mauritania, por donde pasamos fugazmente en 2012. Existe allí una importante reserva de focas monje.

          -Tifariti y Bir Lahlou, lugares  no muy distantes entre si y de interés histórico y cultural.

          -Laguna de Naila, un atractivo paraje natural, situado en el Parque Nacional de Khenifiss, donde las dunas se encuentran con el mar. Se trata de un área protegida con una amplia diversidad de fauna.

          -Playa de Taroume, bastante salvaje y desértica, según cuentan.

          -Ruinas de la Torre Santa Cruz de la Mar, construida por los Reyes Católicos (no personalmente, claro).

          -Bojador y su cabo: entre Dakhla y El Aaiun.

          Como podéis comprobar, destinos diversos y variados, pero para contar con más días y para visitar en coche. O mejor, en 4*4.

domingo, 2 de noviembre de 2025

¡China nos espera y nosotros a ella!


           Segundo 🥈 viaje 🛩️ a China, después del de 2.009, previsto para diciembre, si no hay cambios.

            Hemos limpiado el mapa 🗺️, para un periplo, que tiene pinta de ser en forma de círculo 🛞 y con vuelos internos, volviendo a Pekín y Shanghái y pasando por Xian.

            El mapa 🗾 es muy básico, pero supone un paso gigante para organizarnos.

viernes, 31 de octubre de 2025

Seis días de noviembre

           Hoy hemos ido a la biblioteca y hemos sacado tres guías: China, Brasil y Mallorca. Eso da bastantes pistas de lo que nos queda hasta final de año, que no es poco, ni breve.

          En diciembre, 25 o 27 días a China -casi seguro- o a Brasil.

          Pero nos quedan seis bonitos días  en noviembre -21 al 26, ya concedidos-, que habrá, que disfrutar y vamos por partes: 

          -Lo que queríamos hacer y no será : Friuli Venecia - Julia, con Trieste, Udine, Aquileia y Grado. Vuelos caros e incómodos por no salir o llegar, en todos los casos, a Madrid y alojamientos de precios impagables para cualquier persona con un mínimo de dignidad y de preocupación por su estado financiero.

          -Lo que deberíamos hacer, porque lo llevamos pensando hace tiempo y nos mola  -a pesar, de que no aguantamos a los alemanes-: Núremberg,  Rotemburgo, Bamberg y Ratisbona. Organizativamente, no hay por donde cogerlo, en está fría época del año y con reducción importante de vuelos.

          -Lo que nos gustaría hacer.por comodidad: la parte atlántica del Sáhara Occidental, que no hemos llevado a cabo en nuestro último viaje a Marruecos hace un par de semanas, que ya hicimos deprisa en 2012, camino de Mauritania y que sería factible por precio de vuelos, clima y presupuesto, aunque más complicado por cuadrar 1200 kilómetros en seis jornadas, con transportes irregulares. Aunque, no descartamos inventar una variante y sacar algo parecido adelante 

          En tres o cuatro días -como Mazón -, terminaremos decidiendo.

          -Lo que no nos va a quedar más remedio  -con perdón y respecto a todo el mundo -, que hacer: Mallorca, donde ya estuvimos en 2003 y lo pasamos genial. Vuelos asequibles y con buenos horarios, visitas sencillas, pero con un elevado coste del alojamiento.

          Castillo de Bellver, sierra de Tramontana, Alcudia, calas de Millor y Agulla...

          Viaje al turismo de masas y de ensaimadas voladoras en aviones de bajo coste, como llevamos viendo durante años, en Barajas.


martes, 28 de octubre de 2025

Para diciembre, el principal viaje de 2025 (parte II)

           Como habéis visto en nuestras tres primeras propuestas, se trata de países realmente grandes. Y el cuarto, tampoco es pequeño.

          -CANADÁ. No hemos estado nunca allí, pero debimos haberlo hecho, porque tuvimos comprado un vuelo a Toronto -ida y vuelta, vía Nueva York-, pero el mismo día del viaje y debido a la ya lejana pandemia, se fue todo a la mierda con el confinamiento. Al menos, nos devolvieron el dinero los de Air Canadá.

          En aquella invernal ocasión, pretendíamos recorrer el este del país y la misma zona de Estados Unidos (Filadelfia, Boston, Chicago, Washington, Niágara...). Pero no volveremos a este país, mientras Trump siga en el poder y es una decisión firme. Es de las pocas opiniones, que compartimos con Paco Nadal.

          *Ventajas.

          Los vuelos transoceánicos son relativamente baratos y los internos, accesibles.

          Es un país totalmente nuevo para nosotros.

          Poder patinar en los lagos helados.

          *Inconvenientes.

          Las bajas temperaturas del invierno y las pocas horas de luz.

          Los precios, a nivel europeo, de casi todo, aunque no tan elevados, como en su vecino del sur.

          La enormidad del país.

          -VENEZUELA. Hablamos de una opción bastante remota, pero todavía es factible. No volaríamos a Caracas -1400 euros ida y vuelta -,  por el precio de los vuelos y por seguridad, sino a Bogotá, donde ya estuvimos en 2008. A partir de ahí, entraríamos por Bucaramanga y Cúcuta, hacia Mérida.

          También, tuvimos comprados vuelos para Caracas en mayo de 2009, pero una semana antes de partir, despidieron a mi pareja de un trabajo fijo. ¿Una señal, de que no debíamos ir?. Cancelamos el viaje y nos centramos en el juicio. Iberia nos devolvió el dinero debido a un cambio de horarios.

          * Ventajas 

          Casi ninguna, más allá de conocer de primera mano la realidad del país y unas cuantas maravillas naturales.

          *Inconvenientes 

          Casi todos los precios de los vuelos, aunque entrando por Bogotá pueden salir por la mitad.

          La seguridad y la incertidumbre del país (nos abstendremos de alquilar narcolanchas).

          Parece un país caro, atendiendo a índices, como el Big Mac o el del precio de los alimentos.

          Determinados lugares del país son de acceso difícil o requieren de trasbordos o combinación de varios transportes.

          -JAPON. Estuvimos allí, en junio de 2018 y acabamos encantados y con ganas de volver, aunque no ha habido oportunidad.

          *Ventajas 

          Casi todas. Precios razonables de los vuelos.

          Coste de las cosas, mucho más baratas -incluido alojamiento y transporte -, de lo que la gente imagina.

          Además, el yen está por los suelos: 1€ igual, a 177 ( en 2017 eran 130).

          Altísima seguridad.

          Facilidad en los desplazamientos urbanos e interurbanos.

          *Inconvenientes 

          Conociendo ya lo básico del país, un mes allí puede ser demasiado tiempo.

          El duro invierno nipón .

          Indicar, que para los españoles no es necesario un visado en ninguno de los seis países, aunque para Canadá se requiere de una autorización previa -ETA-, a través de un formulario sencillo y con un coste muy bajo. Ello nos ofrece la clara ventaja, de apurar hasta el último momento, para adquirir los billetes de avión.

          Os daremos a conocer la decisión y el itinerario, el día, que la tomemos, aunque casi todo apunta, a China.

          Se nos olvidó comentar otro de los inconvenientes de Argentina. La mayoría de los vuelos  menos caros a Buenos Aires, hacen escala en Nueva York, Miami o Atlanta, lo que resulta una enorme molestia.

lunes, 27 de octubre de 2025

Para diciembre, el principal viaje de 2025 (parte I)

           En diciembre -tal vez, tomemos también algunos días de enero, porque las vacaciones se pueden disfrutar hasta el 31 de ese mes- y si no existen contratiempos, acometeremos el viaje más largo de este 2025, en formato de 25, 27 o 31 días, como más convenga, llegado el momento.

          En la penúltima semana de noviembre, aún nos resta un periplo de seis días de duración. Queríamos ir a Friuli Venecia Julia, pero se está complicando la cosa y estamos buscando alternativas.

          Seis son los posibles destinos de ese último viaje del año y aunque hay un favorito, aún podemos cambiar de opinión. Se detallan a continuación ordenados de forma descendente, en cuanto al número de probabilidades.

          -CHINA. Ya estuvimos tres semanas en esta nación, en 2009. Y conocemos los lugares más famosos y turísticos del país, incluyendo los vecinos Hong Kong y Macao. Pero el gigante asiático es lo suficientemente grande y variado, para generar un periplo de garantías y de novedades. Chengdu, Pinyiao, Leshan, Xiamen...

          *Ventajas: 

          No se necesita visado para los españoles por un periodo de 30 días ( no está garantizado, que el año, que viene esto siga vigente, porque está norma caduca a las 24 horas de este 31 de diciembre de 2.025

          Los vuelos de larga distancia hasta allí, son relativamente baratos -entre 550-600 euros - a Xiamen, Pekín, Shangái y Hong Kong y los interiores con compañías locales resultan bastante económicos. Aunque no es, como en el sudeste asiático, los preciosos del transporte, manutención y alojamiento son razonables. 

          En la visita anterior y a pesar de le sobrepoblación, el país nos pareció bastante tranquilo.

          El cambio de moneda result más favorable, que hace tan solo unos años.

          *Inconvenientes:

          En realidad, no vemos ninguno más allá de las enormes dimensiones del país y las dificultades relativas para conectar unos destinos con otros. 

          Tal vez, también, la comunicación con los lugareños en los sitios menos turísticos.

          Es invierno con temperaturas bastante bajas.

          -NORTE DE ARGENTINA. En realidad, este era nuestro destino favorito hasta hace unos pocos días, pero va perdiendo fuerza por el desorbitado precios de los vuelos trasatlánticos. Ya estuvimos allí a primeros de 2008 y conocemos los lugares principale de este destino, pero como China es una nación grande.

          *Ventajas.

           Salvo Iguazú, conocemos muy poco de Argentina, al norte y este de Buenos Aires, por lo que hablamos de un periplo plagado de novedades.

.           Evidentemente y aunque sea de perogrullo, el idioma.

              La debilidad del peso argentino, que en la actualidad cotiza en 1736 unidades por euro.

          *Inconvenientes:

          El reseñado precio de los vuelos a Buenos Aires, que rondan  los 1400-1800 (excepcionalmente y rebuscando mucho, los hemos encontrado por mil para fechas muy concretas). 

           Este es el principal, pero hay otros, como la consolidación en el mandato de Milei: no nos apetece nada visitar un país gobernado por este tipejo. Si. Ya sabemos, que China es una dictadura, pero nos suena más distante. 

          La inmensidad del país , aunque solo recorriéramos  el norte.

          -BRASIL. También estuvimos en 2008 allí, pero solo paramos en Río de Janeiro, Paraty, Sao Paulo y Foz de Iguazú.

          *Ventajas: 

          Todos serían novedades, a través de la extensa costa atlántica, Manaos y algún otro destino aún por estudiar.

          La debilidad del Real brasileño, porque no es un país barato.

          La extraordinaria comida.

          Como en Argentina, es verano.

          *Inconvenientes: 

           El precio de los vuelos transoceánicos, rondando los 1200 -ida y vuelta - a Río y los 1400, a Salvador 

          Las conexiones interiores son también caras, como en Argentina.

           Como en los casos anteriores, la basta extensión del país.

          El precio de los transportes y del alojamiento.

          La relativa inseguridad en algunas grandes ciudades.

miércoles, 22 de octubre de 2025

Sidi Kauki y la anarquía tranquila

           Llegamos a Esaouira, desde donde partiremos mañana a mediodía, de regreso a Madrid. No sabemos, si dormir aquí o hacerlo en Sidi Kauki, destino -la vagancia siempre nos puede-, sobre el que no tenemos demasiadas certezas.

          Y si. Tras arribar allí y tras casi una hora de autobús, la cosa nos sorprende. Nosotros imaginábamos un pueblito de pescadores tradicional y apacible. Lo último es cierto, pero de lo primero nada.

          Sidi Kauki se mueve entre el desorden, la apatía, la búsqueda de oportunidades, el delirio neo hippie y sobre todo, una playa fantástica, interminable, melosa y donde hacer, lo que te dé la gana resulta bastante sencillo, porque normas -al menos, no hay mucha suciedad -, sencillamente, no existen.

          Si quisiéramos plasmar en pocas lineas una guía práctica sobre Sidi Kauki, podríamos decir:

          En materia urbanística no es un lugar organizado al uso. Cada uno ha construido donde y lo que le ha dado la gana y así parece, que va a ser por largo tiempo.

          Líbreme Alah de criticarlo. Simplemente, lo expongo: un caro restaurante por aquí, un alojamiento precario por allá, un negocio de camellos o paseos en caballo en esta esquina - al calor y el olor de las cagadas, que no recoge nadie -, un chiringuito aislado donde la cerveza te sale a siete euros y el gin tonic a nueve...

          La mayoría del lugar está sin asfaltar y los irrespetuosos conductores te axfisian de polvo. Existen algunas zonas donde se han construido bordillos, como incipiente modelo urbanístico. A partir de ahí, cada uno, que ha comprado un terreno o edificación, ha hecho, hace o hará seguro, lo que quiera. Una bella anarquía, ¿sostenible?. Pues, ni que a Tito Moha una vez superadas las revueltas juveniles, le importara algo.

          Definitivamente, no existe forma posible de dormir en Sidi Kauki, así, que volveremos a Esaouira y terminamos encontrando habitación y amparo, en el primer lugar, donde nos alojamos hace casi dos años, al inicio del décimo viaje largo (posteriormente, hemos estado en otros dos, también interesantes y baratos).

          Atardeciendo ya, tenemos nuestro último encuentro con el omnipresente pescado, en forma de cena, pero también, a través de los innumerables puestos de venta de peces frescos, que acaban de llegar al puerto y que ofrecen su mercancía. Mucho mundo tenemos, pero la mayoría de especies marinas expuestas, ni las conocemos.

          Y llega la vuelta. Nuestra querida Ryanair se empeña en separarnos en el avión y nosotros, en juntarnos, aunque después de treinta y siete años y medio de relación, podríamos quedarnos solos un rato.

          Llegamos a casa a las tres de la madrugada y mi pareja entra a trabajar a las siete. ¡Así somos y probablemente, así seguiremos siendo!.

          Y si y al fin, en Esaouira llego la cerveza, en la abarrotadisima tienda, ubicada frente a la muralla. La mayoría, clientes locales, aunque incluso guiris, acompañados por guías del lugar. Todos, incluidos nosotros, pudientes, porque la misma cerveza de medio litro, que valía 16 dirhams hace dos años y 20 hace uno, ahora sale por 24 (2,30€). ¡Tito Moha nunca pierde y su avaricia nos arrastra a todos! 

Nuredin

           Hemos partido de Safi y en esta ocasión no nos hemos encontrado con Nuredin. Ese extraño, locuaz, amable, persistente, pero a la vez, inquietante joven rayando la edad madura, que nos abordó varias veces en 2010, junto al hotel Esaouira, nuestro alojamiento de entonces, que ni siquiera hemos encontrado ayer.

          En aquellos intensos, aunque fugaces encuentros, vivimos casi todos los estados de ánimo y de precaución. Empezamos cabreados, porque nos recriminó tomar una cerveza en la calle en un país musulmán. Entonces, se compraban, fácilmente, en dos supermercados poco distantes entre si: el Acima y el Marjane. El primero ha sido absorbido por el segundo y este, decidió dejar de vender alcohol desde el final del Ramadán de 2014, aunque lo hizo paulatinamente.

          La cosa, aún fue a peor y nos invadió  la desconfianza. Y es, que no dejaba de enfocar, de forma itinerante e intermitente, nuestras narices y ojos con una especie de mechero. Acaso, ¿íbamos a ser víctimas de un episodio de burundanga?.

          Luego, las cosas se fueron relajando, tocando temas asociados con la más recalcitrante actualidad de la época, sobre todo relacionados, con la acuciante crisis económica española, que posteriormente, llevaría a Zapatero al desastre.

          La cosa se tornó en graciosa, cuando quiso -los marroquíes son maestros de la adulación- saber nuestra edad, contándonos las arrugas de la frente. Según él, una para cada diez años y nosotros, entonces con 43, casi no llegábamos a los 30.

          Se implicó a tope y nos requirió para compartir unos tajines y brochetas al día siguiente, en casa de su hermana. Declinamos la oferta, mitad, porque teníamos otros planes y lo otra, por temernos una encerrona (con mechero incluido).

          Llegó a conmovernos y emocionarnos hasta las trancas, cuando nos contó un grueso episodio de su vida. Vivía en Canarias y tras un par de años se enamoró de una chica, llamada Julia. Ella aceptó el amor, pero su padre los separó, convenciéndola, de que era un moro traficante. Al final resultó, según su versión, que quien realmente estaba enganchada al "jaco" era la joven isleña.

          Nuredin, quería complacernos, pero eso no pasaba , porque nuestro Madrid fuera mejor, que su Barça. Aunque no faltaban buenas palabras para Cristiano, Messi era lo más.

          Se interesó por nuestro estado familiar y se contrarió al constatar, que no teníamos hijos. Dijo: "¡Ah, no pasa nada!" , lamentando, que no pudiéramos procrearlos, sin ni siquiera pensar, que no queríamos ser padres.

          Y como casi cualquier conversación de cierta enjundia, que se precie en Marruecos, todo terminó con el asunto religioso. Según él, si España estaba en casi quiebra era, porque Dios así lo había querido y había, que estar contentos con ello. Quedaba próximo el Ramadán y aseguró: "yo haría el ayuno todo el año, pero no lo llevo a cabo solo, porque Dios -Alah- no quiere".

          Entonces, no eran comunes las prefiestas o las prebodas, como lo son hoy en día, así y para el crepitar de Musulmania, yo propongo, incorporar al Islam el PreRamadán. Tan sencillo, como hacer las mismas gilipolleces, pero en vez de durante un mes, empezar otros quince días antes.

martes, 21 de octubre de 2025

Sobre costumbres, niños y churris en Marruecos

           En Marruecos la actividad vital y comercial no empieza hasta tarde por las mañanas. No son muy de madrugar. En la tarde se incrementa el bullicio con los hombres en los bares y las mujeres en grupo y con sus "churus", dándolo todo (cuerpos orondos tienen de sobra para ello). A las diez de la noche y con precisión suiza, todo se va diluyendo, caen con estruendo las chapas de los negocios, se agotan las ultimas conservaciones breves y llega el silencio duradero, tan solo alterado por el molesto rugir de las motos furtivas o el maullido de las trifulcas de los gatos.

          Pero hoy y en Safi, no ocurre así. Son las once de la noche y desde nuestros aposentos contemplamos y escuchamos una abrupta -el árabe siempre suena así, aunque hables con cariño y mimo- conversación monocorde. Si, monocorde, porque como ellos no beben alcohol no se alborotan más de la cuenta. Y al final, también largos, porque en ese ambiente de férrea masculinidad, no existe la posibilidad, de que una churri te distraiga para llevarte al huerto y al sinfín de tus sueños. Pasada ya de largo la medianoche consigue reinar la paz.

          Abandonamos Safi, con el tiempo revuelto, como ayer, aunque con constancia, el sol se va imponiendo. El autobús a Esaouira es entre reguleras y maleras. Nada de autovía, como en jornadas precedentes y si, pueblo tras pueblo, aldea tras aldea e infinitas paradas en medio de la nada, donde siempre baja alguien. Todavía nos sorprende este hecho y eso, que llevamos observándolo décadas a lo largo de todo el tercer mundo.

          Al final y tardando media hora más, que ayer, para 30 kilómetros menos, llegamos a la estación de buses  de la antigua Mogador, de infausto recuerdo para nosotros, durante el Ramadán del año pasado, aunque ahora no vamos a recordar eso. Las obras y otros imponderables dificultan  nuestra movilidad 

          Para llegar hasta el autobús que nos deposite en Sidi Kauki, no resulta necesario ingresar en la medina. Basta con arribar al exterior de la muralla, que se encuentra frente a la tienda de la cerveza, abierta y donde un camión descarga decenas de cajas.

          De todas las partes van saliendo niños: unos distraídos, otros timoratos, la mayoría vacilones y osados y solo unos pocos, descarados o con malas intenciones. Le digo a mi pareja: "ya tengo la frase para iniciar mi próxima novela". "¿Cuál?", responde. "Amaneció un lunes y todos los niños de Marruecos y  misteriosamente, habían desaparecido ". "Y, ¿qué pasó después?", me interroga. "No lo sé, tengo que darle cuerpo al argumento, pero ya tengo el final: todos habían sido empalados en la exuberante muralla de Tiznit". No os confundáis: a nosotros nos encantan esos pequeños seres humanos.

          Desde la muralla de Esaouira existen diversas líneas de autobuses a los alrededores. Para los viajeros, la más interesante es la 2, que te transporta al aeropuerto y a Sidi Kauki. Hay cierta frecuencia a primera hora y por la tarde y menos en las horas intermedias.

          Los horarios los encontráis fácilmente en internet, pero no debéis fiaros de ellos. Siempre resulta bueno preguntar al conductor, previamente, porque no se corresponden con la realidad y además, no todos llevan a cabo el mismo recorrido. Los hay, que paran en el aeropuerto, los que no y los que lo hacen a la ida o a la vuelta, sin criterios lógicos. ¡Un lío, que el amable driver os va a resolver!.

lunes, 20 de octubre de 2025

Safi

           En El Jadida encontramos cerveza a medias. A pesar de su pasado portugués, ni una sola tienda de alcohol. Ni siquiera en el Carrefour, donde al menos, es posible comprar agua relativamente barata. Porque en la mayoría de tiendas, 1,7 litros de Coca Cola o Fanta, cuestan lo mismo o parecido, que un 1,5 del líquido elemento. ¡El alcohol es impuro, pero el azúcar hasta la muerte y hasta destruir las venas!.

          En realidad, si es posible tomar cerveza en El Jadida y nada lejos del mencionado supermercado francés, pero no os vendemos el plan: un garito cutre, caro, con clientela y dueño poco fiables e incluso, con angustiosas habitaciones para alojarse. ¡Bueno, a otra cosa!

          Abandonamos El Jadida en un autobús de Sáhara Prestige, siempre circulando por autovía y sin paradas y en dos horas nos ponemos en Safi, a escasos 120 kilómetros de nuestro aeropuerto de vuelta, en Esaouira. La estación se halla a unos dos kilómetros de la calle peatonal principal -casi colindante con la medina-, aunque el trayecto resulta incómodo por las numerosas rotondas.

          Este tipo de viajes son un poco agotadores, porque todos los días hay, que buscarse las habichuelas, en forma de transporte, alojamiento, comida, visitas... Y ya, cuando lo tienes todo controlado, te largas para otra parte. ¡Y suma y sigue!

          Al menos, en Safi, el alojamiento no va a suponer un problema, porque nos quedamos en el primero, que preguntamos, bastante céntrico. 130 dirhams por una habitación grande, aunque antigua, con wifi dubitativo, pero con ducha. Es difícil dormir en Marruecos por este importe.

          Desconocemos el motivo, pero los de la Lonely Planet -guias venidas  muy a menos- deben tener manía a esta ciudad, tachándola de poco interesante. Pues no y no.

          Safi está bastante bien y más hoy, que el calor ha remitido, está nublado y y a ratos, debemos ponernos el jersey.

          Su medina es de las más arqueadas y abovedadas del país alauita y aunque resulta tranquila, tiene bastantes puestos de cerámica, sector motor de la ciudad, que tiene numerosos hornos y tiendas en una colina colindante.

          Y además aquí, vamos a comer el bocadillo de anchoas fritas más rico del viaje y tan solo por 7 dirhams.

          En 2010, ya se hablaba de la reconstrucción de la fortaleza de esta ciudad. Ahora y tímidamente, andan en ello, aunque la cosa va para larguísimo. Sí han construido un agradable y cómodo paseo marítimo -o corniche -, aunque el entorno paisajístico no resulta nada privilegiado.

          A unos cinco kilómetros y por un camino sencillo, rodeando el feo puerto, se encuentra una extensa -mas ancha, que larga-, playa de arena fina y dorada, parecida, a la que hemos visto está misma mañana en El Jadida. Ambas están impolutas. Menuda diferencia con 2010, año en que eran soberanos vertederos de basura y excrementos.

      El día termina con un placentero paseo por la zona,supuestamente, peatonal plagada de motos, bicicletas y de la última novedad del país, no vista en viajes anteriores. ¡Si!. Aquí también han llegado los putos patinetes eléctricos!.

          Mañana partimos para Esaouira y Sidi Kauki, en lo que será la última fase del viaje. Es seguro -vamos a tiro hecho-, que allí podremos engullir la primera -y unica- cerveza de este periplo.

domingo, 19 de octubre de 2025

Casablanca, Azemmour y El Jadida

           A las nueve de la mañana ya estamos en la cola de las taquillas de la estación de Rabat Ville. Aunque deberemos de hacer una hora de escala en Casablanca, podemos comprar un billete combinado y único, hasta Azemmour. Cambiamos dinero en los alrededores a una interesante tasa.

          El tren parte puntual, es confortable para distancias cortas y tiene un potente y agradecido aire acondicionado. Sin embargo, paramos demasiado por el camino y llegamos con veinte minutos de retraso.

          Paseamos por los alrededores de Casa Port, formados por edificios altos, funcionales y modernos. El suelo se encuentra bien pavimentado con amplias explanadas. Al fondo se ubica el caótico puerto de mercancías y no demasiado lejos, la memorable Mezquita de Hassan II. Parece ser, según la Lonely, que han construido recientemente una bonita corniche, que conduce desde ella, al faro.

          Tomamos a continuación la linea secundaria - las dos principales son norte - sur y oeste -nordeste-, que conduce hasta El Jadida y que tiene parada en Azemmour, que va a ser nuestro siguiente destino. El tren es más viejo, que el anterior y se detiene en todas partes.

          La estación de halla a las afueras, a unos dos kilómetros de la colosal medina amurallada. De por medio y a mitad de camino se encuentra la de autobuses. Observamos más puestos callejeros -fruta y pescado, sobre todo - y más pobreza en el vestir de los lugareños, notándose, que nos adentramos en el sur del país.

          Atravesamos la gruesa muralla y nos encontramos en una agradable medina casi vacía -nos cruzamos solo con un guiri-, pero irregular, porque mezcla edificios recién restaurados con otros abandonados o ruinosos, estando el resto en diferentes estados intermedios de conservación.

          Anexo se encuentra el bonito polvorín portugues, que está cerrado, suponemos, por el deterioro de su interior. De él solo queda en pie su torre.

          Tras la visita, nos dirigimos a la estación de autobuses (los trenes a El Jadida son menos frecuentes).  A estas horas ya no parte ninguno, por lo que no nos queda otra que subir a un taxi compartido, que sale de inmediato y que en veinte minutos nos deja en nuestro destino.

          La estación de El Jadida está a unos dos kilómetros del centro y de la fortaleza portuguesa, principal atractivo de la ciudad.

          El Jadida no tiene medina, como tal, porque carece de murallas, aunque la zona más antigua de entrelazadas calles permanece muy vibrante y vital. Predominan los puestos de todo tipo, especialmente, los de comida elaborada -pescados y carnes con guarnición - y frutas y verduras.

          Nos cuesta encontrar alojamiento, porque hay pocos y son caros. Finalmente y por casualidad, recalamos en el hotel Niza, donde ya estuvimos en 2010. Lo han reformado y ahora está compuesto por varios apartamentos con habitaciones, baño y cocina -sin equipar-, en el que va a ser el mejor alojamiento calidad - precio del viaje (150 dirhams).

          La fortaleza portuguesa se encuentra, como Azemmour, en distintos estados de conservación. Tiene una calle principal con tiendas turísticas, la Cisterna portuguesa -de pago, pero actualmente cerrada -, numerosos bellos edificios y una espectacular -aunque rara- mezquita. El resto es callejear con calma y subir y caminar por las murallas con vistas al reposado mar.

          Para cenar, el bocadillo más completo del viaje: sardinas con patatas fritas y rebozadas, berenjenas, pimientos, cebolla y salsa rosa.