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martes, 19 de febrero de 2019

El transporte público en Nueva Zelanda es una mierda

                           Todas las fotos de este post son, de Queenstown (Nueva Zelanda)

          Vamos a dejarnos de rodeos y a decir, directamente, que el transporte público en la isla sur de Nueva Zelanda, es una puta mierda.

          También, vamos a matizar lo de público, porque me temo, que es de una empresa privada, que se llama InterCity, que es la que opera en las estaciones, la que te ofrecen las escasas agencias y las propias oficinas de turismo

          Hemos visto otros buses distintos -por ejemplo, Pacífic-, que siguen las rutas clásicas. Pero para nosotros su oferta resulta un misterio, después de dedicar algún tiempo, a investigarlo. En cualquier caso, los horarios son escasos -uno al día, con Queenstown y dos, con Picton- y los precios, claramente desproporcionados, doblan a los de Australia.

          Además, no existe la posibilidad de coger un autobús nocturno, por lo que nunca te ahorras el alojamiento. Y por cierto: van de guays, haciéndote paraditas en algún lago o lugar emblemático, no sabiendo muy bien, si se trata de un transporte interurbano o de un tour organizado.

          Los conductores son parlanchínes, maleducados y no cumplen jamás con los horarios de las paradas, que ellos mismos ponen. Por no decir, que para mear, se detienen cada hora, teniendo baño dentro, como si todos estuviéramos enfermos de la próstata.

          Cuando vi los horarios del bus, de Christchurch, a Queenstown, me pregunté asombrado: ¿por qué tarda 40 minutos más a la ida, que a la vuelta? ¡Ah!, me dije: esto será, como en los aviones: por ir en contra o a favor de la rotación de la tierra. Pero no, la explicación es más mundana. En el retorno y en el lago Tekapo, se dedican a hacer también de taxistas o VTC -ahora, que están tan de moda- y pierden y nos hacen perder, más de media hora, recogiendo a turistas de todos los hoteles de la zona.

          Para añadir más alicientes, generalmente, los buses son viejos e incómodos y como en Australia - como sino hubiera nacido el móvil, Netflix o Amazon-, te castigan con películas cutres a todo volumen, que -sorprendentemente-, los pasajeros ríen y siguen, como si nada.

Se aprovechan de que no tienen competencia, para llevar a cabo todas estas trastadas, que terminan acabando con tu paciencia y sobre todo, con el crédito de tu dolorida tarjeta .

          Y todo esto, habiendo cogido dos trayectos solamente en el país -con el mismo conductor idiota- en los que nuestros huesos han quedado descuartizados, descalificados y superdesmineralizados.

          Aún, nos queda ir y volver de Picton, así que, la cosa dará para otro post, seguro. A Nelson -destino recomendado por un par de simpáticos viajeros, en una mañana de desayuno en el hostel-, ya hemos descartado viajar, por ser el precio del billete, ¡¡ Un atraco a mano armada!!.

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