Las cuatro primeras fotos son, de Yokohama (Japón)
Puedes pasear, sin la necesidad de
estar decenas de minutos buscando o anhelando algo y tienes la
recompensa de descubrir, el mejor barrio chino, que he visto en mi
vida -incluyendo los de la propia China, aunque con el permiso de
Kuala Terengganu, en Malasia, que disfrutamos en festivas fechas
posteriores- y de transitar sin agobios por la zona del puerto,
entretenido entre las tiendas de diseño, los restaurantes
sofisticados o los muelles y el famoso, aunque no muy grande, parque
de atracciones, cuya noria da fama mundial a esta simpática y
acogedora ciudad.
Al día siguiente, con lluvias y una
humedad indescriptible, Kamakura nos decepcionó un poco. La mayoría
de los templos son de pago y no baratos y no aportan nada nuevo, a lo
que ya hemos visto en este país. Aunque entre montañas y con un
soberbio barrio chino -más impersonal, que el de Yokohama-, supimos
sobrevivir con holgura, gracias a las degustaciones de todo tipo y
textura, de las animadas tiendas locales.
Esta y las dos de abajo son, de Kamakura (Japón)
A la vuelta, nervios y más nervios,
perdidos y desangelados, durante más de media hora, en las inmensas
entrañas de la estación, de Yokohama y de retorno, a Tokyo
Vivimos tranquilos y disfrutando de
cada momento, dado que ya hace varios días hemos reservado unos
baratos billetes de autobús a Kyoto, en versión nocturna. A los que
optan por el Japan Rail Pass para descubrir el país, os digo :”¿Os
timan y sois felices?. No problem”.
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