Las fotos de este post son, de Phuket y de las playas cercanas
Como, lo que no mata engorda -y eso,
que debido al calor y a la repetición de las especias y los olores
constantes, no estamos comiendo en grandes cantidades-, y la
tempestad termina amainando, vamos progresando adecuadamente, aunque
de forma lenta. Gracias, sobre todo, a las numerosas, esmeradas y
dilatadas gestiones, que hoy en día, con cualquier wifi, puedes
hacer por internet (el hotel de Phuket no tiene, pero hemos pillado
una muy bueno de la calle).
Y otras veces, por la pura casualidad,
al estar todo el día paseando, arriba y abajo, mientras te bañas en
la playa o paseas por la ciudad (colosal, por cierto, el mercado
nocturno de los domingos, en Phuket). Así, sin esperarlo y como ya
se esbozó en otro post anterior, desplazados por bus nocturno, de
Phuket, a Hat Yai, en este último lugar, encontramos una oficina
física de Air Asia, donde basta con meter el pin de nuestra tarjeta
para hacer consumismo, sin más exigencias.
Por unos 32 euros, hemos comprado
billetes a Miri, lo que nos permitirá explorar el Borneo malayo y
Brunei, en unos diez días. No se trata del plan de nuestras vidas,
pero es una oportunidad más de profundizar en Malasia, el país del
sudeste asiático, que menos conocemos.
Después y desde ahí, solo quedan
tres opciones, si nada cambia: dos meses por India -la deseada-,
esperando que al hacer la visa on line, no pidan el puto SMS de
confirmación -que lo pedirán-; Australia, la improbable, ya que
resulta arriesgado alejarse más de España, si no sabemos como vamos
a volver y la tercera, y la más nefasta -con lo que nos costó
salir-, volver a casa, pagando un precio elevado por el vuelo.
Pero no tengáis dudas de que por el
camino, irán apareciendo oportunidades, que todo lo pueden
modificar. Lo más inminente es, abandonar mañana Tailandia y poner
rumbo a las islas Pherentian y a otros destinos del este de Malasia,
antes de volar a Borneo. ¡Ah, muy importante!. A ver si compramos el
billete de vuelta, desde esta isla, para estar un poco menos
atrapados.
Y así ocurrió, cuando una mañana,
se me encendió la luz y escenifiqué la escena del huevo de colón.
Y, ¿si escribo un correo, a Bankia y les digo, que cambien mi número
de teléfono por el de mi padre?. De esta forma, el me podría mandar
los códigos por e-mail y podríamos insertarlos para confirmar las
compras. La luz empezó a aparecer, al final del túnel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario