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miércoles, 27 de septiembre de 2017

La travesía del desierto

                                                 Las fotos de este post son, de Phuket y de las playas cercanas 
         Como, lo que no mata engorda -y eso, que debido al calor y a la repetición de las especias y los olores constantes, no estamos comiendo en grandes cantidades-, y la tempestad termina amainando, vamos progresando adecuadamente, aunque de forma lenta. Gracias, sobre todo, a las numerosas, esmeradas y dilatadas gestiones, que hoy en día, con cualquier wifi, puedes hacer por internet (el hotel de Phuket no tiene, pero hemos pillado una muy bueno de la calle).

          Y otras veces, por la pura casualidad, al estar todo el día paseando, arriba y abajo, mientras te bañas en la playa o paseas por la ciudad (colosal, por cierto, el mercado nocturno de los domingos, en Phuket). Así, sin esperarlo y como ya se esbozó en otro post anterior, desplazados por bus nocturno, de Phuket, a Hat Yai, en este último lugar, encontramos una oficina física de Air Asia, donde basta con meter el pin de nuestra tarjeta para hacer consumismo, sin más exigencias.

          Por unos 32 euros, hemos comprado billetes a Miri, lo que nos permitirá explorar el Borneo malayo y Brunei, en unos diez días. No se trata del plan de nuestras vidas, pero es una oportunidad más de profundizar en Malasia, el país del sudeste asiático, que menos conocemos.

          Después y desde ahí, solo quedan tres opciones, si nada cambia: dos meses por India -la deseada-, esperando que al hacer la visa on line, no pidan el puto SMS de confirmación -que lo pedirán-; Australia, la improbable, ya que resulta arriesgado alejarse más de España, si no sabemos como vamos a volver y la tercera, y la más nefasta -con lo que nos costó salir-, volver a casa, pagando un precio elevado por el vuelo.

          Pero no tengáis dudas de que por el camino, irán apareciendo oportunidades, que todo lo pueden modificar. Lo más inminente es, abandonar mañana Tailandia y poner rumbo a las islas Pherentian y a otros destinos del este de Malasia, antes de volar a Borneo. ¡Ah, muy importante!. A ver si compramos el billete de vuelta, desde esta isla, para estar un poco menos atrapados.


          Y así ocurrió, cuando una mañana, se me encendió la luz y escenifiqué la escena del huevo de colón. Y, ¿si escribo un correo, a Bankia y les digo, que cambien mi número de teléfono por el de mi padre?. De esta forma, el me podría mandar los códigos por e-mail y podríamos insertarlos para confirmar las compras. La luz empezó a aparecer, al final del túnel.  

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