Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

De la pesadilla, a la desesperación calmada

                                        Todas las fotos de este post son, de Phuket y las playas de los alrededores
          Sí. Ya hemos hecho todo lo que, probablemente, podíamos hacer y el resultado es cero.

          Así, que ponemos punto final a la pesadilla e iniciamos la etapa de la desesperación calmada, que aunque tiene hoja de ruta, no nos despierta mayor confianza, que poder seguir el viaje, mientras tengamos dinero y haya agencias de viaje físicas, que son pocas y caras.

          De lado positivo -casi lo único- está que hemos resistido la tentación de tomar decisiones bruscas y que Phuket, esta siendo nuestra trinchera de oro. Del negativo, que cada vez se pone peor viajar por la maldita verificación de los códigos. Es la palabra de moda de los últimos ocho días. Ya sea para hacer una compra por internet, para poder recuperar la aplicación de whatsapp e incluso, para llevar a cabo una maldita transferencia entre nuestras cuentas. Los mismos, que nos dirigen hacia el consumo ilimitado han decidido, que si pierdes o se te estropea tu SIM, quedas atrapado en el tiempo y en el espacio. ¡En un limbo, del que nadie te puede sacar!

          El móvil mato al busca, que mucha gente joven, ni conocerá. El whatsaap convirtió en arcaicos y cavernarios, a los SMS. Pero no, alguien decidió, que había que resucitarlos. Como quieren, que te gastes tu dinero de forma segura, pues la mejor opción es, que no te lo puedas gastar, porque a nadie le preocupa, incluidos los bancos, con los que llevas trabajando veinticinco años, lo que a ti te pase.

          Resumen breve de nuestras gestiones, después de llevar una semana en Phuket -le hemos cogido mucho cariño- y de estar a punto de partir. Nuestro banco de toda la vida -Bankia-, aunque lo dejará de ser a la vuelta, ni nos ha contestado, después de una semana. Ya tuvimos con ellos muy mala suerte, en nuestro segundo viaje largo. Gracias a la gestión de un familiar, conseguimos contactar con una señora muy amable, que se topó, como ya barruntábamos, con el departamento informático del banco, al que la vida fuera de una pantalla o un chip, les importa un pimiento y ni siquiera les parece real.


        Evo Banco, que tan bien se portó en Japón, nos ha redirigido del departamento de préstamos, al mismísimo limbo, antes de pedirnos la verificación de nuestros documentos. Los hemos mandado, pero no nos han hecho ni caso, como cabría esperar. Los disculpamos, porque solo somos clientes desde hace dos meses.

          En Bankinter Card fueron más directos y resolutivos: no existe ninguna forma para verificar una compra, que no sea por SMS. ¡Se agradece la concreción!.

          Vamos, a Simyo. Empezaron muy bien con ellos, pero creo, que al final, nos han dejado por imposible. No obstante, manejamos una opción en la recamara, que ellos nos ofrecieron. Aunque ya estoy cansado de molestar a mi padre, de 77 años, que como es normal, le cuesta adaptarse a las nuevas tecnologías. La cosa sería mandar un duplicado de la tarjeta SIM a su casa, que la metiera en su móvil y que nos enviara por e-mail el insoportable código de verificación.

          Cuenta Facto, donde tenemos algo más de dinero, nos respondió en diez minutos y al menos, admitió hacer una excepción, para poder llevar a cabo una transferencia manual a otra entidad, si la pedíamos desde el área de clientes. Sí, porque para poder trasladar tu dinero de un banco a otro también tienes que aportar el código de verificación.

        Caminamos hacia Malasia, rendidos, aunque animados. La última solución que se nos ha ocurrido, es comprar una SIM de aquí, pero no parece muy buena idea, dado que no sirve para otros países y no tendríamos tiempo de hablar con nuestros bancos y sus empleados, que están disfrutando, en muchos casos, de sus merecidas vacaciones.

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