La historia puede empezar un día
cualquiera y no es fácil confrontarla, básicamente, porque no la
has previsto, sobre todo para quién preparó -supuestamente todo-,
antes de comenzar el viaje. Lo peor de todo es, que de nuestro
problema no es culpable nadie. Te despiertas una mañana y la batería
de tu móvil -que estaba cargando- está calcinada y como si fuera
una pastilla de plastilina, supongo, que por una subida de tensión,
durante la noche.
Móvil muerto, pérdida asumida y a esperar lo que venga. Y, lo que viene es el desastre: a la hora de insertar nuestras tarjetas de la misma compañía -Simyo-, en el otro teeléfono, también libre, no funciona ninguna de las dos. El celular habla claro en su mensaje: “Ranuera 1: no se detectó una tarjeta SIM”. Y lo mismo para la 2. Parece tan extraño, que se hayan estropeado las dos a la vez, como que el teléfono no las lea.
El problema no sería tan importante,
si no fuera, porque necesitamos los códigos que llegan por SMS para
comprar por internet, sobre todo vuelos, si queremos seguir el viaje
y, si algún día queremos volver a casa. Sin tarjetas SIM operativas
en y estos tiempos, es como si fuéramos Marco Polo recorriendo el
inmenso y desconocido mundo, a la deriva..
Nos sentimos solos, pero
privilegiados, porque entre tantas gestiones -con la operadora, los
bancos,, las agencias de vuelos de internet, la familia...-, alguien,
al fin, entiende nuestro caso. Después de llevar perteneciendo 26
años a la misma entidad bancaria y dado que en nuestra sucursal no
nos hacen ni caso, es una señora desconocida, de otra oficina, la
que asume el reto . La amable mujer y tras una larga conversación,
acaba entendiendo, que lo mejor es abrir una incidencia, para haber
si se pueden hacer pagos con tarjeta de crédito sin la verificación
del maldito código SMS. Era lo que estábamos pretendiendo desde
hacía tres días, pero nadie nos hacia caso, ni comprendía el grave
problema.
Parece, que estamos en el camino
adecuado, aunque, finalmente, Bankia se desentiende educadamente de
lo nuestro. Aún así, me siento más feliz que en mi casa a pesar de
haber perdido, también, el whatsapp, que nos quedaba, al reiniciar
el teléfono, en busca de que reaccionara. ¿Un código de móvil
puede joder, parcialmente tu vida?. Cuando estás en España, no.
Cuando viajas por el extranjero es muy probable, que sí.
A nosotros, estando por ahí, la
fortuna siempre nos termina sonriendo. A la mañana siguiente y al
llegar a Hat Yai, nos topamos con una agencia física, de Air Asia
-la única, que vimos en todo el viaje, con la excepción de la de la
estación de trenes-, de Kuala Lumpur-, donde pudimos comprar
billetes con el PIN de toda la vida y sin código SMS, para poner
rumbo, a Borneo, en unos diez días. Aplazamos el problema, pero no
lo solucionamos.
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