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martes, 27 de mayo de 2025

En la noche madrileña del fin de semana, nunca te aburres (parte II)

           El aire frío no cesa y la temperatura sigue bajando, por lo que entramos a otro céntrico garito a tomar algo. A las 3 nos sentamos un rato en Sol y se produce nuestro segundo encuentro con la policía. Debemos irnos de aquí, porque se aproxima el camión de regadío. Y poco a poco, van molestando y echando a todos los que estamos en la zona. Nunca antes habíamos visto, que empapar las calles requiriera de escolta policial.

          Nos acomodamos en un banco en Carretas. Por orden descendente, lo que más contemplamos son coches de policía a toda pastilla, repartidores de comida a domicilio en bicicleta o patinete, camiones de basura y guiris bastante perjudicados.

        Queremos hacer una reflexión sobre el reparto nocturno de comida a domicilio, que llevan a cabo -normalmente-, gente muy joven,  que comete todo tipo de imprudencias -a veces, varias a la vez-, lleva escasas o nulas señales luminosas y no respetan los límites de velocidad, en su objetivo de asumir, el mayor número de pedidos. Sabemos, que solo quieren ganarse la vida y además con esfuerzo y condiciones  muy precarias, pero se ponen y nos ponen en alto riesgo. Hoy en día, el mayor peligro de la noche madrileña son estos trabajadores temerarios e inconscientes.

          Y desde luego, también deberían hacérselo mirar, los que piden pizzas o hamburguesas a las cuatro o las cinco de la madrugada. ¿No tienen nada en casa para llevarse a la boca? ¿Es tan grande y urgente su antojo para no tener piedad con estos repartidores semi esclavos? ¡Lo que nos quedará por ver en el panorama laboral!.

          Volvemos a sentir frío, así, que sobre las tres y media nos acercamos al Carrefour de Lavapiés, que abre las 24 horas. El personal de limpieza abarrota la sección de bollería dulce y salada y otros alimentos preparados. El resto de los escasos clientes tiran a peculiares (dejémoslo ahí). No compramos nada, pero pasamos un buen rato calentándonos y contemplando las estanterías.

          A las cuatro y cuarto retornamos a Sol y nos cobijamos en la parte baja de la escalera de una de las bocas del metro. A nuestros pies, una persona duerme y ronca. Por su aspecto y por la ausencia de objetos personales visibles, no parece un mendigo. Da más la sensación, de que ha agarrado una buena borrachera y no ha sabido seguir su camino.

          A las cinco menos cinco, abre la estación de Cercanías de Sol 😎. Usaremos los trenes para dormir unas horas. Tomamos la C3, que nos lleva a Aranjuez y sin bajarnos, regresamos, para descender, en Atocha. Ahora, optamos por la C8, que es mas larga y nos lleva hasta Guadalajara y rumbo inverso, a Cercedilla. Cuando despertamos, sobre las 11,30 de la mañana, estamos en Recoletos, lugar idóneo para el retorno a la vida activa.

        Compramos comida en un Mercadona y tras un larguísimo paseo por el abarrotado centro - desde hace tiempo, Madrid es insoportable, durante los fines de semana-, nos zampamos 600 gramos de helado de mango en el Lidl de Ronda de Valencia.

          A ver, si salen bien nuestros planes para la tarde, que consisten en acercarnos al Ensanche de Vallecas, barrio, que celebra sus fiestas este fin de semana.

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