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jueves, 1 de mayo de 2025

De Faro, a Lagos (Parte I)

           Preveíamos, que el jueves iba a ser el día más complicado del viaje, aunque no contábamos con la zozobra y la angustia del día del apagón y de la noche siguiente.

          Y es, que pretendíamos visitar cuatro destinos distintos, antes de llegar a dormir a Lagos, único lugar del Algarve con precios accesibles en cuanto al alojamiento.. Pero terminamos descartando Olhao, por razones logísticas.

          Salimos caminando desde el aeropuerto a las siete de la mañana y poco después, ya hacia para ir en manga corta. Como esperábamos, el camino hasta el centro es sencillo y carente de peligros.

          Ya habíamos estado en Faro dos veces antes, aunque no nos acordábamos mucho. No tardamos en recordar, al ver la muralla, las plazas y las iglesias del casco histórico, que en Portugal, en todas sus ciudades, te persiguen a cada paso las calles empedradas de aceras super estrechas.

          La tarde anterior en la oficina de turismo de la terminal aérea, habíamos preguntado sobre si coger buses o tren y nos habían dicho, que los primeros son más baratos y el segundo más rápido.

       Entramos en la estación de buses y pedimos dos billetes para cubrir los dieciséis kilómetros, que nos separan de Loulé. Flipamos, cuando nos cobran 5,40€ por cada uno. Como tenemos tiempo nos acercamos a la de trenes, donde el mismo recorrido cuesta 2,20€. Nos cabreamos, aunque sin tener, que insistir, nos devuelven el importe de los boletos del transporte por carretera.

          En definitiva, en el Algarve, si no tomas intercitys y te mueves con los trenes regionales, resulta mucho más barato este medio de transporte, que el desorbitado bus, con compañías, como Vamos y Eva.

          El problema es -salvo en Lagos-, que las estaciones de ferrocarril suelen estar bastante alejadas del centro y mal comunicadas por transporte público y ahí nos llevamos la segunda sorpresa del día, por traer las cosas tan poco preparadas, como siempre.

          La estación de Loulé está a siete kilómetros del centro y la carretera, que comunica ambos lugares es mala, concurrida y bastante peligrosa en sus primeros dos mil quinientos metros. Nos dicen, que solo Uber o taxi, por lo que, jugándonos la vida y la cabezonería, nos vamos caminando.

          Francamente, Loulé es de un interés limitado, destacando el mercado, el ayuntamiento y un par de iglesias. El casco histórico es pequeño y lo peor: muchas calles están sin asfaltar, polvorientas y llenas de obras y socavones. ¡Un desastre, que nos suena más a África, que a Europa!.

          Descubrimos, que hay una linea amarilla de autobuses, que de forma gratuita, te lleva desde la estación de buses, a un polígono cercano a la de trenes, pero el último tramo peligroso hay, que hacerlo, caminando. ¡Nos arrepentimos de haber llevado a cabo la visita, porque además, los trenes a mediodía son escasos y nos toca esperar dos horas, al que va a Sives, que al menos, parte puntual.

          ¡Quedaba por delante una larga, desesperada, incierta y convulsa tarde!.

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