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lunes, 19 de mayo de 2025

Aeropuerto de Barajas, 17 de mayo

           El pasado miércoles cenamos con la noticia, que explicaba, que AENA iba a tomar medidas para solucionar el problema de los cuatrocientos indigentes de Barajas y que se iba a pedir tarjeta de embarque para el día o prueba de ir a recoger a alguien, si se quería seguir accediendo al aeropuerto madrileño.

          No parecía mala solución, como medida disuasoria o para ganar tiempo, pero nos resultó extraño, porque para eso habría, que cambiar más de una ley -imposible de la noche a la mañana-, dado que el aeródromo es un lugar público y no se puede impedir entrar a nadie, que no esté cometiendo un desorden o un delito.

          Además: ¿Quién iba a llevar a cabo esos controles? La policía está para revisar el paso de fronteras de la gente. La guardia civil se encarga de las mercancías en la aduana. Y los vigilantes de seguridad no están facultados para esa misión.

          Por otra parte, chirriaba un poco, que AENA decía, que los controles iban a ser a determinadas horas de bajo tráfico aéreo, sin especificar cuáles.

          No sabemos, que ocurrió el jueves y el viernes, pero sí el sábado. Ese día, después de visitar la casa de Lope de Vega y hacer algunas compras, llegamos a la T4, sobre las nueve y media de la noche, a través de la estación de cercanías.

          Nadie nos recibió en el acceso, ni a nosotros, ni a ningún pasajero de los que veníamos en el tren desde Chamartín y nadie nos impidió movernos a nuestras anchas por todo el recinto de la terminal, durante más de una hora y media. Nada extraño vimos en ese tiempo: ni más seguridad, ni nervios, ni retenciones de personas para pedirles explicaciones o documentos...

          Para quién no conozca la T4 contarle, que salidas está en la planta 2. Llegadas se ubica -junto a los autobuses interurbanos -, en la 0. Desde la -1 se accede al metro y al cercanías. Y queda la 1, apenas conocida por los viajeros, porque está compuesta por oficinas. Los supuestos mendigos solían estar en salidas, porque en invierno es donde hace más calor y ahora han sido trasladados a esta zona, donde son mucho menos visibles. El sábado y supongo, debido al revuelo, había la mitad, que normalmente, pero estaban tan relajados, como siempre.

          Sobre las once de la noche tomamos el bus gratuito, a la T1, donde ingresamos, sin problemas y recorrimos esta, la 2 y la 3, sin ninguna anomalía, respecto a otras veces. También había indigentes, pero nadie del aeropuerto les molestaba.

          En la T3 tomamos unas latas de cerveza, cenamos unos bocadillos y no observamos nada extraño, hasta que a las dos de la madrugada nos tumbamos sobre el suelo a dormir.

          La única novedad con respecto a otras ocasiones fue, que en vez de despertarnos a las 5, lo hicieron a las 6 de la mañana, pero pudimos seguir roncando en las sillas hasta las 9, como siempre.

          Dejamos el aeropuerto de la misma manera, en que habíamos venido, sin percatarnos de control alguno.

          Por último señalar, que al fin , se ha hecho un censo de estas gentes, que pernoctan en el aeropuerto. Deberíamos dejar de llamarlos indigentes, porque más del 50% de ellos tienen trabajo y simplemente, no pueden permitirse pagar una habitación.

          Los supuestos mendigos -lo dijimos hace no mucho- no son el peor problema de Barajas. Son mucho más agresivos los pedigüeños y los que envuelven ilegalmente las maletas y ambos, campan a sus anchas con total impunidad.

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