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miércoles, 28 de mayo de 2025

En la noche madrileña del fin de semana, nunca te aburres (parte III)

           En Atocha, tomamos la C8 dirección Guadalajara y nos apeamos en la estación de Santa Eugenia. Desde ahí, hay casi dos kilómetros hasta el parque de Lola Camarena, donde se celebrarán la mayor parte de las fiestas del Ensanche de Vallecas.

          La zona es relativamente agradable, porque dispone de anchas avenidas con amplias aceras y frecuentes zonas verdes. Las edificaciones no tienen nada, que ver con las de otros barrios más deprimidos -y deprimentes- de la capital.

          Cuando llevamos hecha la mitad de camino nos entra modorra y decidimos tumbarnos a dormir la siesta, sobre la hierba del parque de Santa Eugenia. El calor aprieta más, que ayer y se prevé una noche más benigna, que la anterior.

          Tras dos horas de reposo, retomamos la actividad y nos acercamos hasta el centro comercial La Gavia, que no pilla muy lejos, con el fin de llevar a cabo algunas compras. La multitud hace intransitables  los pasillos, aunque las numerosas tiendas no tienen demasiado público. Triunfan, como siempre, la comida y la bebida en sus diversas versiones.

          A las siete, por fin, llegamos al parque Lola Camarena, que es bastante agradable. Dentro de un estanque, han montado un escenario bastante cutre -se ve a la legua, que andan justos de presupuesto-, pero la primera sorpresa es impactante: han montado un evento denominado "concierto de combos", organizado por una escuela de música del barrio llamada Rochanrolla donde se da clase a los niños y se ensayan temas de este género musical rockero.

          Durante dos horas disfrutamos, como enanos de muy buenos temas muy bien tocados. La denominación combo se refiere, a que en todo momento se mezclan adultos y niños en el escenario.

          Anochece y desde luego, hoy hace mucho mejor, que en la jornada precedente. Además, no corre aire. Ahora llega el turno de la banda Echega. Son padres y madres de niños del colegio Echegaray y que se defienden muy bien con los instrumentos y la entonación de las voces. Tocan música de varias épocas y tienen bastante desparpajo.

          Tras una hora, llega la actuación estelar de Radio Clash, grupo tributo de la mítica banda británica, que estuvo activa entre mediados de los setenta y los ochenta.

          Durante toda la tarde la presentadora no se ha cansado de promover la venta de bebidas y bocadillos, para financiar los distintos actos. Nos vamos encantados, siendo conscientes, de como se pueden hacer unas fiestas colosales con cuatro perras.

          Es hora de volver al centro, del que nos separan casi diez kilómetros. El metro está a punto de cerrar y Cercanías lo ha hecho hace rato, así que tiramos de Google Maps y a caminar.

          La experiencia va a resultar bastante desagradable y tan solo es aliviada por los seguidores del Rayo, que se han clasificado para competición europea y lo están celebrando. Debemos atravesar Vallecas entero de noche, cruzando más de cien calles y esquivando obras y vallas constantes, muchas de ellas, en zonas de escasa iluminación. Nos da la sensación de estar en el Bagdad de los peores tiempos de la Guerra del Golfo y por aquí descuida, no circula un solo coche policial.

          Teníamos billete de vuelta a Valladolid  para las seis y media de la tarde del domingo, pero nos fallan las fuerzas y no podemos más, así, que los anulamos y compramos otros para las nueve de la mañana 

          Si no hubiéramos puesto el despertador, habríamos acabado en San Sebastián, destino final del convoy.

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