Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 8 de enero de 2024

Últimos problemas en Kuwait y camino de Mascate y de Bangkok

          El check in con Salam Air fue rápido, eficiente y gratuito, pero antes de abandonar Kuwait, aún nos esperaban dos dificultades más. En el control de equipajes nos abrieron la mochila: de nuevo, como en Viena: el problema, al igual, que entonces, era la cámara de fotos y junto a la puerta de embarque, está vez, nos desmontan el bulto entero y nos lo hicieron pasar de nuevo por el scanner y ya vacío, hasta seis veces, sin ningún tipo de explicaciones y sin torcer su tosco y alocado gesto. Ya intuía yo, que el último hijo de puta kuwaití nos iba a tocar a nosotros. Casi perdemos el vuelo, que por otra parte, trascurrió tranquilo. Iba casi vacío. Todo lo que podemos decir de Salam Air es positivo y elogioso.

          Al llegar a Mascate y tras abandonar las puertas de desembarque, se nos presentaron dos opciones: o a la estampación de la visa gratuita -durante catorce días - o a tránsito internacional. Conocemos parte de Omán, pero no su capital, por lo que habíamos pensado usar seis de las ocho horas de escala para descubrirla. Pero, entre que estábamos agotados psicológicamente y que no teníamos claro el transporte al centro, nos quedamos en el área de Transfer. Debimos abordar un nuevo control de equipaje, que está vez, pasamos sin problemas.

          El aeropuerto de Mascate es una maravilla. De diseño futurista, fue terminado en 2017. Tiene una almendra central, donde se hallan todos los servicios -incluidos los duty free, donde venden bebidas alcohólicas no muy caras- y tres zonas de embarque, con salas de espera, sofás y todas las comodidades imaginables para los pasajeros. Un lugar sin duda y no exagero, para quedarse a vivir.

          Así, que las ocho horas pasaron en un plis plas y a las diez de la noche y después de dos horas de intensa lluvia en el exterior, estábamos volando para Bangkok, está vez, en una aeronave llena de pasajeros, mayormente, asiáticos. El vuelo, que a diferencia del de la mañana, apenas sufrió turbulencias, aterrizó en la capital de Tailandia seis horas después, que pasamos  enteramente, durmiendo.

No hay comentarios: